Programas Basados en la Evidencia para Menores, Jóvenes y Familias
Lecciones de la Evaluación de los Resultados y los Costos-Beneficios
Joaquín de Paúl(1), Universidad del País Vasco, España
Los programas de intervención psicosocial para niños, niñas y adolescentes, y para sus familias, son parte esencial de las estrategias necesarias para mantener el bienestar de la población y para garantizar una verdadera igualdad de oportunidades. El contenido de este número monográfico tiene como objetivo proporcionar información útil para reflexionar sobre la orientación de este tipo de programas y sobre la forma en que se ponen en funcionamiento, en base a dos cuestiones que entendemos relevantes.
La primera de dichas cuestiones se puede centrar en el conocimiento científico disponible sobre la capacidad de estos programas (p.e., familias maltratantes, menores en dificultad social, jóvenes infractores), para mejorar la vida de estas personas, reducir su sufrimiento, garantizar la igualdad de oportunidades, etc. Es casi imposible responder a estas preguntas de manera precisa ni hacer estimaciones objetivas de lo que se haya podido lograr si no se dispone de información válida y fiable acerca de la eficacia y de los beneficios que estos programas proporcionan a las personas y colectivos a los que atienden y a la sociedad que los financia. Si no se aplica una “cultura pragmática de la evaluación” en el ámbito de la intervención psicosocial, estos programas seguirán sin ser considerados como una forma más de inversión del “dinero público” que debería producir un impacto positivo en el bienestar de todos los ciudadanos.
La segunda cuestión está relacionada con la orientación general de los programas psicosociales. Existe importante evidencia empírica que confirma que la alta vulnerabilidad del ser humano, durante las primeras épocas de la vida, a las experiencias gravemente adversas. La investigación en el ámbito de la neurología evolutiva está proporcionando en la actualidad importantes evidencias acerca de la relación entre las experiencias tempranas muy negativas y alteraciones y disfunciones de la arquitectura cerebral, que pueden ser persistentes y aumentar el riesgo posterior de padecer problemas físicos, cognitivos, emocionales y sociales.
Estas evidencias empíricas apoyan la necesidad de llevar a cabo un cambio de perspectiva en los programas con niños y niñas, tratando de poner mucho más énfasis en programas de prevención e intervención temprana que actúen antes de que se desarrollen problemas más severos.
En la actualidad es perfectamente posible acceder a la información necesaria para trabajar en el ámbito de la intervención psicosocial con menores y familias, promoviendo y financiando programas que hayan demostrado suficiente evidencia empírica de eficacia o innovaciones que estén apoyadas en bases teóricas y empíricas solventes y que se sometan a evaluaciones rigurosas. En la medida en que se inviertan recursos públicos en este tipo de programas psicosociales, es esencial que los resultados obtenidos sean traducidos en términos de:
(1) indicadores de mejora del bienestar de las personas y los colectivos atendidos y de todos los ciudadanos en general y
(2) beneficios económicos obtenidos (recuperados) por la sociedad a medio y largo plazo.
El contenido del número monográfico se ha diseñado con el objetivo de mostrar que existe en el ámbito internacional un número suficiente de programas de intervención con menores y familias que han demostrado a lo largo de los años grados suficientes de eficacia con diferentes tipos de poblaciones.