«Familias ayudando a familias: el eslabón perdido», Renovando desde Dentro, nº 13.
El peso de la precariedad laboral en la pobreza de los hogares con niños.
El estudio ha analizado la relación entre pobreza laboral y pobreza infantil, una relación a la que se había prestado poca atención en España hasta la fecha. España tiene una de las tasas de pobreza laboral más elevadas de la Unión Europea. Es una tasa que se mantiene relativamente estable en el tiempo: entre el 12 y el 15% de hogares con trabajadores viven en pobreza. Pese a una leve reducción entre 2018 y 2020, España se mantiene como el segundo país con más pobreza laboral, solo por detrás de Rumania.
FOESSA constata que la exclusión aumentó en la Comunidad de Madrid tras la pandemia, y ese Gobierno no lo ve..
Fila para la entrega de comida en la asociación de vecinos de Aluche por la crisis económica, derivada de la crisis sanitaria de la covid-19 |
Los principales resultados de este trabajo de investigación alertan de que la cohesión social en nuestra comunidad ha sufrido un “shock” sin precedentes como consecuencia de la tensión que ha sufrido la actividad económica y el empleo a causa de la irrupción del SARS CoV-2.
”Cualquier académico sabe que la exclusión es más que la pobreza. Lo sabe el Eurostat, el INE y cualquier estadística”. Quien habla es Pedro Cabrera, catedrático de Sociología en la Universidad Pontificia de Comillas, con más de 36 años de investigación sobre la pobreza y exclusión social. Él es uno de los ocho expertos consultados por EL PAÍS para tratar de aclarar si el portavoz del Gobierno regional, Enrique Ossorio, tenía razón cuando el miércoles menospreció un informe de Cáritas, organización ligada a la Iglesia Católica, que eleva la exclusión social en la Comunidad de Madrid a niveles de 2008, con millón y medio de afectados. ”¿Por dónde estarán?”, se preguntó el consejero con sorna. Un día después, la presidenta madrileña, Isabel Diaz Ayuso, lo respaldaba: “Empeñarse en dibujar a un Madrid como una región de pobreza es absolutamente falso”.
Pero ninguno de los consultados avala su tesis. “Siendo consejero de educación, demuestra poco nivel técnico y bajo mi punto de vista un nivel ético ínfimo al descalificar el programa FOESSA, que es el más completo, objetivo e independiente que hay en este país”, señaló ayer Cabrera. “Participan 150 investigadores de ocho universidades e institutos, lo que le da un carácter de estudio independiente que no tiene otro, y además se prolonga durante décadas, lo que nos permite hacer una visión longitudinal sobre la pobreza masiva y la exclusión galopante de este país”.
El catedrático continuó: “Que [Ossorio] se permita decir que no ve pobres, demuestra su ceguera, y no hay peor ciego que el que no quiere ver. Es una persona culta que ocupa una posición de relevancia, y sus declaraciones no pueden ser más que un empeño de su voluntad de no querer ver la pobreza y además en querer matar al mensajero, respetada por todo el mundo académico. Los pobres existen. Si no los ve, es que no los quiere ver o que se mueve en espacios de privilegio, o donde no tiene ocasión de cruzarse con los espacios de la periferia, marginalidad y ocultamiento”.
“Sí, señor Ossorio, en Madrid hay pobres”, recalca también Carlos Susías, presidente de EAPN-ES y EAPN Europa, (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español, por sus siglas en inglés). ”Es intolerable e inaceptable la forma en la que [el consejero] se dirige a las personas en situación de pobreza”.
“Los datos de Cáritas siempre son rigurosos”
En opinión de este experto, los datos de Cáritas “siempre son rigurosos”. Y añade: Nuestro informe AROPE los corrobora y se elabora con datos oficiales de Eurostat y el INE, con indicadores comunes para toda la UE. La Comunidad de Madrid es una de las comunidades más ricas de España y Europa, pero mantiene unos niveles de pobreza insultantes y nada dignos para una región en la que el señor Ossorio es un alto responsable”.
”Negar la objetividad y validez de los indicadores de pobreza constituye una temeridad”, afirma Alexander Elu, especialista en pobreza de la ONG Save the Children. “Las estadísticas oficiales de pobreza y exclusión social ofrecidas por la Encuesta de Condiciones de Vida del INE adoptan una metodología e indicadores comunes y estandarizados en toda la Unión Europea”, puntualiza. “328.873 niños, niñas y adolescentes en Madrid viven en hogares con unos niveles de ingresos por debajo del umbral de la pobreza”.
Mónica Martínez-Bravo, profesora de Economía en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros, institución de investigación de economía del Banco de España, cuestiona la metodología usada por Ossorio. ”Afortunadamente, tenemos datos estadísticos y la evaluación del nivel de pobreza no necesita ser determinada sobre la base de impresiones subjetivas (cómo lo que vemos al salir a la calle)”, puntualiza. “El consejero habla de objetividad, pero se contradice cuando sugiere que las impresiones subjetivas de los ciudadanos pueden tener más peso que un informe de Cáritas”.
Daniel Sorando, profesor de Sociología en la Universidad de Zaragoza y doctor en Sociología por la UCM, trata de interpretar las declaraciones del portavoz regional: “Pueden entenderse desde dos lógicas compatibles entre sí: por un lado, su ignorancia de la metodología con la que se mide la desigualdad y la pobreza en ciencias sociales; y, por el otro lado, su ignorancia de la sociedad que gobierna el equipo al que da voz”. Él remite a los datos del INE: “El 38,3% de los madrileños tenían dificultad o mucha dificultad para llegar a fin de mes en 2020; el 28,8% no puede afrontar ningún gasto imprevisto; el 23,8% no se puede ir de vacaciones al menos una semana al año; y el 10,8% no pueden mantener la vivienda a temperatura adecuada”.
“Básicamente, lo indignante es que los poderes públicos estén tan aislados, segregados y retirados de este otro Madrid que es real”, reflexiona Marta Domínguez*, profesora de Sociología Urbana de la Universidad Complutense de Madrid e investigadora sobre vulnerabilidad. “La vulnerabilidad y la pobreza son realidades sociales. Negarlas es legitimar que se puede seguir haciendo política para las clases acomodadas”.
A lo que agrega: “Vemos que la población vulnerable está agotando sus vías de subsistencia y no hay políticas públicas que ayuden. La retracción del estado del bienestar deja en la estacada a gran parte de la población y, en Madrid, a muchos colectivos (mujeres, inmigrantes, mayores, jóvenes precarios) que malviven y subsisten gracias a las redes informales y de apoyo mutuo”.
“Ossorio dice algo correcto y, a la vez, comete un grave error, señala Gabriela Jorquera, asesora en el Alto Comisionado para la Pobreza Infantil. “Es correcto que Madrid es una comunidad rica, pero lo que registramos es una enorme desigualdad: hay gran cantidad de altas rentas y a la vez un grupo grande de personas que vive en condiciones de mucha pobreza y precariedad económica”. Ella se extraña de que el consejero no conozca esta realidad, porque, recuerda, se concentra en barrios extensos de Madrid. “Basta que se dé una vuelta por Vallecas, Carabanchel, Parla o Fuenlabrada, regiones y distritos que concentran altas tasas de precariedad, pobreza y exclusión”, agrega. En su opinión, las declaraciones de Ossorio reflejan “una percepción muy antigua y desajustada de lo que es la pobreza: no es una marca visible, tiene que ver con las condiciones del día a día”.
“Nosotros avalamos este informe porque se incluyen expertos en toda esta materia”. recalca también Ernesto Gasco, otro asesor del Alto Comisionado para la Pobreza Infantil. “Esta es una imagen real. Las administraciones deberían de ser más respetuosas con estas organizaciones. Hay que poner en marcha instrumentos para paliar la brutal desigualdad de la Comunidad de Madrid”.
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* Marta Domínguez, asociada de la Asociación GSIA: Profesora Sociología Urbana UCM (Premio extraordinario 2003). Previamente, trabajó en la administración local (1987-2002). Directora de la Revista UCM Sociedad e Infancias y miembro del comité académico del Master de Políticas de Infancia y Adolescencia de la Escuela de Gobierno de la UCM. Coordinadora local del Master Erasmus Mundus 4 cities y miembro del grupo coordinador de la FES de Sociología Urbana. Ha publicado artículos sobre infancia y ocio, infancia y formas familiares, y además, sobre las dimensiones culturales de la ciudad y la integración, segregación socioespacial, desigualdad social, identidad urbana, colectivos vulnerables, planificación estratégica, etc.
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Por el derecho de los hijos de familias monoparentales se iguala y supera el derecho laboral.
Madres paseando con niños. F. Josefina B. EP. |
¿Qué es una familia monoparental?. / La letra ‘p’ es inocente.
sino que tampoco tiene nada de masculino.
El lenguaje del feminismo atesora muchas virtudes, pero ha de lidiar con un problema. Las virtudes consisten en que denuncia y combate las discriminaciones. El problema reside en que una parte de los hablantes se siente ajena a ciertas expresiones y extiende su rechazo a quienes las emplean.
La ministra Irene Montero escribió en Twitter el 17 de abril: “El Ingreso Mínimo Vital es urgente. Para muchos hogares, en gran
parte monomarentales, cada día que pasa sin esa ayuda es un día más sin comer”.
Incluso entre electores de Podemos habrá extrañado esta palabra,
“monomarentales”, inventada ya hace años para evitar el genérico
“monoparentales”.
Sin embargo, “monoparentales” no sólo no tiene nada de malo sino que
tampoco tiene nada de masculino. Su letra p se ha identificado
erróneamente con la inicial de “padre”, y por eso se pone en su lugar la
inicial de “madre”. La policía antidiscriminatoria, como casi todas las
policías, actúa con buena intención pero comete de vez en cuando algún exceso.
No hay rastro alguno de “padre” en “monoparental”, a diferencia de lo que
sucedería con “monopaternal” (ahora sí de pater). “Parental”
viene de “pariente”, término que puede abarcar a madres y padres, primas y
primos, abuelas y abuelos.
Por increíble que le parezca a algún policía de la inclusión, “pariente” no
se relaciona con “padre” sino con “parir”. Procede de parentis, participio
de pario en latín; y de ahí tenemos “parentela”, “perentesco”
y “emparentar”, vocablos que agrupan a personas que constituyen un matrimonio o
cuyos partos se entienden figuradamente cercanos a él. Nadie hasta ahora había
hablado de “marentela”, “marentesco” y “enmarentar”, que tampoco procederían
de mater sino de una inexistente oposición etimológica
con parentis.
Ahora bien, las familias monoparentales están formadas en un 82% por
mujeres solas con sus hijos. Este dato invita a crear una palabra que resalte
tan amplio porcentaje, y compartimos el descarte de la alternativa
“monomaternal” (que significaría “con una sola madre”) porque la mayoría de las
familias de dos progenitores cuentan también con una sola madre: un padre y una
madre forman una familia monomaternal y a la vez monopaternal, pero no
monoparental. Y supongo que al desecharse “monomaternales” surgió la
malformación “monomarentales”.
¿Cómo resolver todo esto? Tal vez, acudiendo a los recursos propios de
nuestra lengua: “familia solomaternal” o “familia solopaternal”. Puestos a
inventar, estas opciones tendrían al menos cierta lógica y serían transparentes
al entendimiento. Ambas comunican que se habla de una familia encabezada por
uno solo de los dos hipotéticos parientes principales.
“Solomaternal” y “solopaternal” pueden convivir con el genérico
“monoparental”. Porque tan pariente es la madre como el padre (incluso más,
pues ella pare y por tanto es la pariente). Por si fuera poco,
“pariente” ni siquiera necesita variación de género: “esta pariente mía es
cariñosa”, “este pariente mío es cariñoso”.