"Si a “juzgar” le quitas tan solo una letra, podrás jugar».
Derechos de los niños a la ciudad. No existen y no deben existir en una ciudad “zonas libres de niños”; ellos son quienes las hacen humanas.
Jimena de Gortari |
La anécdota viene a cuento por un debate en Twitter en donde se discutía si era adecuado llevar a niños menores a un museo. Me pregunto si, en una ciudad ¿debería de haber espacios de uso público que restrinjan el acceso a los menores? ¿Las voces, gritos y emociones de los niños pueden ser consideradas como ruido?
Planificar pensando en espacios públicos o de uso público con restricciones de acceso para algunas personas es contrario a las ideas que deberían primar en su diseño, uno que esté pensado para toda la población, en particular las más vulnerables. El diseño de la ciudad debe estar pensando para todos y, en particular, debe de incorporar las necesidades de los niños, considero que son quienes las suavizan.
Sus voces, gritos y risas nos recuerdan a nuestro ser humano. Hace poco me contaban de una ciudad sin niños en las que se recreaban sus voces en el transporte público: anunciando la llegada o salida o alertando sobre el cierre de puertas; es una necesidad de una ciudad viva. No existen y no deben existir en una ciudad “zonas libres de niños”, y sin embargo, las ciudades no les ofrecen el entorno, equipamientos, viviendas y servicios que necesitan los niños para crecer seguros, libres y sanos. Recordemos que ellos también tienen derechos (Convención sobre los Derechos del Niño) y que las ciudades pensadas con los niños incorporan una perspectiva al análisis del cómo, dónde y porqué. Una ciudad con enfoque en la infancia promueve comportamientos saludables, es segura e inclusiva y fomenta el desarrollo de habilidades para la vida.
Summerhill, la escuela donde los niños tienen libertad para establecer las normas...
El cartel de "¡Atención! ¡Niños jugando!" recibe a los visitantes de Summerhill. "Básicamente, somos los niños los que dirigimos el colegio", aseguran los niños y niñas. |
Son las 10:30 de la mañana de un viernes de junio y los niños de la Clase 2, que acoge a estudiantes de 10 a 12 años, son buena muestra de esta independencia.
Es hora del taller de escritura, en el que hay inscritos 9 niños, pero en el aula solo hay una alumna con la maestra. Otros tres estudiantes juegan Monopolio en la sala común y una cuarta, tumbada en un sillón y absorta en un libro, apenas levanta la vista cuando entran los visitantes al saloncito.
Fuera luce el sol por primera vez en muchos meses y pronto cambian los billetes del juego por los saltos y piruetas en la cama elástica del jardín.
“Al principio del trimestre te apuntas a las clases que te gustan, pero luego eres libre de ir o no”, nos explica Latisha, que entró con 7 años y lleva ya 9 en el colegio.
Ella y su hermano son la segunda generación en su familia que acude a Summerhill. Su padre, Adrian, pasó también su infancia aquí y lo disfrutó tanto que mandó a sus hijos. “Luego fue a la universidad y se dedicó a los negocios”, apunta la chica, que quiere seguir el camino de su padre. “Mucha gente piensa que todos los de Summerhill queremos dedicarnos a cosas artísticas, pero no es verdad. A mí, de hecho, se me da fatal”, confiesa la adolescente....
... Que los niños vivan en un ambiente igualitario con los adultos que les rodean es, para Henry Readhead, fundamental. “Más que cuestionarse por qué el voto de todos vale lo mismo, la pregunta tendría que ser: ¿por qué no? Los niños deberían tener los mismo derechos que nosotros a la hora de tomar este tipo de decisiones”, razona.
La autorregulación ha hecho que, por ejemplo, ellos mismos decidan que no se pueden usar pantallas -y esto incluye las redes sociales en los móviles de los adolescentes- hasta las 4 de la tarde.
Durante un tiempo, explica Montse, se permitió que los niños jugaran videojuegos o que usaran las pantallas a la hora que quisieran y todo el tiempo que desearan. Al final, un niño de 9 años lo acabó llevando ante la asamblea porque se dio cuenta de que necesitaba que alguien le dijera cuándo parar, ya que se pasaba todo el tiempo frente a la computadora y hasta se le olvidaba comer. “Que venga de ellos es lo máximo, y es un tema que hablamos mucho durante la asamblea”, reconoce la maestra.
La asamblea acaba y el jardín vuelve a llenarse de niños jugando.
“Aquí queremos celebrar la infancia como un periodo esencial para los seres humanos”, resume Readhead, “y esto no es solo una idea de A. S. Neill, es una idea para la humanidad”...
La inseguridad residencial impacta en las vidas de los niños, niñas y adolescentes.
Una investigación etnográfica de 4 años de duración (2018-2022) pone de manifiesto los impactos de la inseguridad residencial en la vida de los niños, niñas y adolescentes que la sufren. La investigación se fundamenta en más de 600 horas de observación y el seguimiento a 20 de familias del distrito de Ciutat Vella en situación de alta vulnerabilidad social y con niñas, niños y/o adolescentes a cargo.
'Juega, convive y respeta', mejor que 'prohibido jugar a la pelota'
Un trabajador coloca los nuevos carteles. NIUS |
El Ayuntamiento de Cádiz ha comenzado a retirar de sus calles y plazas los carteles que prohíben a los menores jugar a la pelota en los espacios públicos, y los ha sustituido por otros en los que puede leerse 'Juega, Convive y Respeta'
"Vamos al Juzgado", una app que ayude a los adolescentes a entender el proceso judicial.
Educar en la era de la desinformación.
El modelo rápido de consumo de contenidos que TikTok ha logrado imponer
no favorece el ejercicio de una mirada crítica.
Ninguna plataforma de redes sociales está diseñada
para que te tomes tiempo para pensar.
Leo esta noticia en el NYTimes y reconozco que educar a los niños para que sean sinceros, coherentes y honestos es un objetivo de cualquier padre y madre. Que aprendan a no mentir como vía para conseguir sus fines o hacer daño a los demás lo tenemos interiorizado como parte de la labor de traer y dejar a nuestros hijos en el mundo. Pero tan importante como enseñarles a no mentir es hacerlo para que no les mientan, para que reconozcan los bulos y las falsedades. Un estudio publicado en 2022 en el British Journal of Developmental Psychology concluyó que la adolescencia es el momento apropiado para que crean en todas las teorías de la conspiración de corte ultraderechista que les cuentan. Un factor clave, según este estudio, son las redes sociales y su influencia en las creencias de los jóvenes sobre cómo es el mundo, que desdibujan los límites entre los verosímil y lo verdadero.
Me detengo para intentar entender cómo educar a mi hijo para que no le haga mella la ingente cantidad de vídeos machistas y negacionistas que circulan por su red favorita. No basta que una y otra vez yo le diga, “esto es falso”. El modelo rápido de consumo de contenidos que TikTok ha logrado imponer no favorece el ejercicio de una mirada crítica. Ninguna plataforma de redes sociales está diseñada para que te tomes tiempo para pensar.
Pero educarlos para no mentir ya es, o debería ser, hacerlo para que no les mientan. Heidegger decía que la verdad se descubre cuando se levanta el velo de la mentira, pero para hacerlo se requiere rectitud de espíritu. Para conocer la verdad no solo bastan los hechos y las pruebas, también la voluntad de querer conocerla aunque vaya en contra de nuestras creencias. Todos tenemos atajos cognitivos, sesgos y prejuicios que hacen más difícil identificar una falsedad cuando respalda nuestras creencias. Enseñarles a reconocer la verdad exige que los padres y madres nos acostumbremos a quitarnos la venda que llevamos, y ayudarles a identificar los sesgos y prejuicios (muchos heredados) que les impiden detectar una mentira.
Decirles que la mirada crítica sobre nosotros mismos debe ser anterior a la mirada crítica sobre los demás. Contarles qué prejuicios nos llevan a aceptar ciertas mentiras. Enseñarles una diversidad de fuentes de información para que puedan hacer un análisis racional de cada situación, repetirles que no se puede pasar por alto lo que no es reciente o no está a la vista, construir para ellos realidades alternativas coherentes a las que ellos consideran infalibles. Los medios de comunicación tienen una labor esencial: hay que ponerles periódicos de ideología diversa encima de su mesa, que aprendan desde muy pequeños la diferencia entre un medio y una red social, y animarles a que lean y lean. A que distingan el pensamiento rápido del reflexivo.
Enseñar a nuestros hijos a reconocer las mentiras, también las nuestras, es una de nuestras labores. Una profesora de un colegio finlandés resumía muy bien este trabajo: “No quiero que piensen como yo, solo darles herramientas para pensar por sí mismos”.
«Los derechos de la infancia desde una mirada inclusiva», Jornada Plataforma de Infancia, 30 de noviembre.
La jornada “Los derechos de la infancia desde una mirada inclusiva” forma parte de las actividades que la Plataforma de Infancia y la Plataforma del Tercer Sector desarrollan conjuntamente para el acercamiento a la ciudadanía de la información y contenidos sobre los derechos de la infancia, con el objetivo de trabajar por una comunicación inclusiva del gobierno abierto.
Tendrá lugar el próximo 30 de noviembre de 10:00h a 13:00h en la sala Valle-Inclán del Círculo de Bellas Artes en Madrid. Y está dirigida a equipos educativos y personas adultas con chicas y chicos bajo su responsabilidad. En ella se presentará la Convención de los Derechos de la Infancia adaptada a un lenguaje amigable para distintas franjas de edad y los recursos para su conocimiento y trabajo con grupos de niñas, niños y adolescentes.
Además, durante la jornada se presentará un nuevo espacio web con actividades y otros recursos para realizar con los tres grupos de edad marcados sobre los diferentes artículos de la Convención, que ayuden y faciliten el trabajo de los equipos educadores con los niños, niñas y adolescentes.
Sobre la Convención de los Derechos de la Infancia
La Convención sobre los Derechos de la Infancia es el tratado internacional adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, que reconoce a todas las personas menores de 18 años como sujetos de pleno derecho.
Es el más ampliamente ratificado por los países del mundo. Por tanto, los Estados Parte, incluyendo España, están obligados a respetarlos y hacerlos cumplir sin distinción de etnia, sexo, idioma, religión, opiniones, procedencia, posición económica, creencias, impedimentos, nacimiento o cualquier otra condición del niño o niña, de sus padres y madres o de sus representantes legales.
Este tratado establece los derechos en sus 54 artículos y protocolos facultativos, definiendo los derechos humanos básicos que deben disfrutar todos los niños, niñas y adolescentes.
Tus hijos nos son tu propiedad, son tu responsabilidad son sus derechos.
No lo tenemos. ¿Que la mayoría de personas lo hacemos en algún momento? Sí. ¿Que eso realmente no debería ser así? También. Los hijos no son una propiedad de sus progenitores. Madres y padres cuidamos y acompañamos a nuestras criaturas mientras éstas no pueden tomar decisiones por sí mismas, pero eso no nos da derecho a tomar cualquier decisión sobre ellas. Vamos a verlo.Centro de Psicología,Alberto Soler.
Seguro que os acordáis de hace poco la polémica con la jurado de Master Chef que grabó un vídeo echándole la bronca a su hijo con síndrome de Down mientras éste lloraba y le pedía perdón. Después publicó el vídeo en Instagram para que lo vieran sus más de 800.000 seguidores. En este caso hay poco debate: ya muchas personas salieron a decir que se trata de algo intolerable, que humilla al menor y que nunca debería haberse producido. Creo que hasta aquí estaremos la mayoría de acuerdo.
Esto sería un extremo de un continuo; en el otro podríamos tener esas fotos que todos en algún momento hemos subido de nuestros hijos haciendo un castillo de arena en la playa o paseando en bici. ¡Hombre, es que no es lo mismo! Claro que no lo es, por supuesto. Hay un mundo entre ambas cosas, pero si nos ponemos estrictos, técnicamente ni en un caso ni en el otro deberíamos compartir esas imágenes. ¿Por qué?
El primer caso es el verdaderamente sangrante, porque es algo humillante, que atenta contra el honor del menor y daña su imagen, eso lo vemos todos claro. En el segundo caso eso no está presente, al igual que en la inmensa mayoría de las imágenes o vídeos que comparten las familias de sus hijos; pero incluso en esos casos inocentes estaríamos yendo en contra de su derecho a la imagen y de su derecho a la intimidad, aunque no les humillemos. Si nos queremos poner técnicos, esos derechos están recogidos en nuestra legislación: la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor habla de la protección a su imagen, y la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales habla sobre el derecho a la intimidad.
La idea que hay detrás de todo esto es que los hijos no son una propiedad de sus padres; que sí, que todos sabemos diferenciar un hijo de un bolso, una casa o un teléfono. Las personas no son objetos, hasta ahí todo claro. Pero luego en el día a día sí que hacemos a veces cosas que llevan implícito ese mensaje de: “hago lo que quiero, que para algo es mi hijo!”. A ver, sí y no.
Madres y padres somos quienes tomamos las decisiones, que para eso tenemos la patria potestad, pero precisamente esa patria potestad no va tanto de darnos derechos a nosotros, como de proteger a las personas menores. La patria potestad es una responsabilidad parental que tiene ciertos límites.
Vamos a pararnos un poco en esto de la patria potestad porque es importante. En nuestro código civil aparece recogida la patria potestad en el artículo 154, que dice lo siguiente:
“Los hijos e hijas no emancipados están bajo la patria potestad de los progenitores. La patria potestad, como responsabilidad parental, se ejercerá siempre en interés de los hijos e hijas, de acuerdo con su personalidad, y con respeto a sus derechos, su integridad física y mental”
Vale, paremos aquí un momento. Aquí ya hay algunos elementos importantes: primero, que la patria potestad es una responsabilidad de los progenitores. No dice que sea un derecho, no, dice que es una responsabilidad. “Es que yo tengo derecho a…” No, no, no… En realidad y tú lo que tienes que es la “responsabilidad de…”.
Y luego continúa, y dice que esa patria potestad se debe ejercer siempre “en interés de los hijos y de acuerdo con su personalidad, con respeto a sus derechos, su integridad física y mental”. Eso es: las decisiones que tomamos los progenitores no pueden pasar por alto la personalidad de sus hijos (preferencias, valores, etc.), ni tampoco pueden ir en contra de sus derechos o su integridad física o mental.
Y hablando de integridad física, aprovecho para recordar que esto elimina de raíz ese “supuesto derecho” a castigar físicamente a los hijos “para que aprendan”. Y es que, hasta 2007, el código civil permitía “corregir razonable y moderadamente a los hijos” Estos términos ambiguos de “razonable y moderadamente” hacían que por ahí se pudiera colar de alguna forma el castigo físico, porque ¿quién decide qué es razonable y qué es moderado? Un tortazo “a tiempo”, como se suele decir, para muchos es algo razonable y moderado. Pero ahora ya no cuela este razonamiento.
Seguimos.
Este artículo cita tres deberes y facultades de la patria potestad: primero, “velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral”. Este punto parece que da poco lugar a interpretación: los progenitores deben satisfacer las necesidades de sus hijos respecto a alimentación, educación, salud, pero también otras como la compañía, la presencia.
En segundo lugar habla de representarlos y administrar sus bienes. Esto es clave; debido a su inmadurez no tienen capacidad para tomar según qué decisiones sobre sí mismos, por lo que deben ser otros quienes las tomen. Pensemos por ejemplo en la alimentación: si dependiera de ellos, todos los días Nuggets con patatas para cenar, y no es plan. Pues bien, se aplica lo mismo a otro tipo de decisiones respecto a su persona o sus bienes, y aquí podemos considerar también su propia imagen. Los padres debemos velar por la imagen y privacidad de nuestros hijos; esto es, no podemos usarla a nuestro antojo.
Esto de “pongo imágenes o vídeos de mi hijo en redes sociales porque es mi hijo y estoy en mi derecho” no está tan claro… No es tu derecho.
Imagina que tu hijo tiene una cuenta con 1.000.000 de euros. Ese dinero es de tu hijo, pero como aún no tiene la edad legal para poder decidir sobre él, porque probablemente no tomaría decisiones muy sabias que digamos, eres tú quien debes cuidar ese dinero y evitar que tome malas decisiones. ¿Puedes hacer lo que quieras con ese dinero? No, no es tuyo. ¿Y si es tu hijo quien te pide que con ese dinero le compres una moto o una consola? Tampoco. Porque tienes el deber de administrarlo y no malgastarlo. Esto se entiende, ¿verdad? Pues con su imagen personal y su intimidad ocurre lo mismo. Y no es lo mismo enviarle unas fotos a la abuela o la tía, que subirlas a un perfil al que tienen acceso cientos o miles de personas. Lo siento, pero no.
Es su imagen, no la nuestra. No deberíamos compartirla. ¡Es que él me lo ha pedido! Tampoco, me vale, porque no tiene madurez como para comprender las implicaciones de sus actos, ya sea respecto al manejo del dinero o respecto a su propia imagen. La legislación está hecha para protegerle de sí mismo en un momento en el que por inmadurez no puede tomar decisiones responsables, por lo tanto, aunque te pidiera compartir esas imágenes o vídeos, aunque te permitiera gastarte ese dinero, no deberías.
Volviendo al continuo del que hablábamos al principio: está claro que no es lo mismo publicar imágenes o vídeos humillantes para el menor, que muy probablemente cuando sea adulto desearía que jamás hubiéramos compartido, que poner una foto suya haciendo un castillo de arena. Pero a día de hoy legalmente no hay dudas; como muy bien explica Pablo Duchement, no existe un derecho del tutor a exponer la imagen o la intimidad del tutelado. Al contrario: la protección de su imagen e intimidad es un derecho del tutelado y una responsabilidad del tutor.
No quiere decir esto que todos los padres y madres que compartimos fotos de nuestros peques en redes estemos pisoteando sus derechos de la peor manera, pero es útil reflexionar sobre el tema para no perder de vista que no es tanto nuestro derecho como nuestra responsabilidad. Y que tenemos que tener siempre en mente el interés de los peques, y no el nuestro propio. Antes de subir una foto podemos parar un poco y reflexionar si lo estamos subiendo por su bien o por el nuestro: por conseguir un poco de caso en redes, unos likes… y si decidimos subir la foto o el vídeo, tener siempre en cuenta algunas cuestiones básicas de seguridad como no subir imágenes íntimas, que no se pueda reconocer nuestro domicilio o su colegio, con el uniforme del cole, en las que salgan en ropa interior o desnudos, etc. y por supuesto, no subir imágenes o vídeos que pensemos que puedan ser ofensivos o humillantes.
En "Niños sin etiquetas" (Ed. Paidós, 2020) hacemos un recorrido por las etiquetas que más habitualmente se utilizan para calificar a los niños: consentidos, malcriados, caprichosos, mentirosos, desobedientes, tiranos, dependientes, mal comedores… Y damos algunas ideas, consejos y múltiples ejemplos para para educarlos evitando caer en ellas.
"Hijos y padres felices" (Ed. Kailas, 2017) es nuestro libro sobre crianza centrado en la etapa 0 a 3 años: apego, lactancia, alimentación, sueño y colecho, rabietas, límites, premios y castigos, movimiento libre, retirada del pañal… Aquí abordamos gran parte de lo que ocurre durante los primeros años de vida de los niños.
Los niños no lloran.... ¡Qué grandes son estas dos personas!. Son tan grandes como los niños!.
Participación de la Asociación GSIA en el Iº Encuentro Mentes AMI (Alfabetización Mediática e Informacional).
Por parte de GSIA asistieron al encuentro los socios Kepa Paul Larrañaga, como miembro del jurado que otorga los premios y Myriam Fernández Nevado, como profesora del ciclo universitario.
"Niños y niñas como parte de las soluciones para poner fin a la violencia". 1º Informe adaptado a los niños
del Representante Especial al Consejo de Derechos Humanos.
Esta versión del informe de la Representante Especial al Consejo de Derechos Humanos destaca cómo los niños son parte de la solución para poner fin a la violencia y brinda información práctica para apoyar las acciones de los niños y jóvenes para abordar la violencia y otras prioridades.
Esta versión amigable para los niños ha sido revisada y recibió aportes de los niños, incluidos mensajes de niños a otros niños, empoderándolos para actuar en sus comunidades.
Con la firme creencia del Representante Especial en la agencia de los niños, la participación infantil es una de las tres prioridades estratégicas del Representante Especial. Un objetivo específico es ayudar a construir puentes entre dos conjuntos clave de partes interesadas: los gobiernos y otros responsables de la formulación de políticas, y los niños, de modo que las experiencias vividas por estos últimos se conviertan en una parte integral de todos los procesos de toma de decisiones que aborden la violencia contra los niños.
Esta versión amigable para los niños promueve la necesidad de que la comunidad internacional invierta más en los niños: en la prevención de la violencia, en la participación de los niños y en mejores servicios para niños y jóvenes.
Las ilustraciones para el informe fueron creadas por:
una versión para niños del informe del Representante Especial al Consejo de Derechos Humanos en el siguiente enlace (disponible en todos los idiomas oficiales de la ONU).