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Análisis de la encuesta de condiciones de vida con Enfoque de infancia 2022.

Los datos de la última Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) 2022 constatan un empeoramiento de los datos de pobreza y exclusión social entre la población en España, así como un incremento de los hogares con importantes carencias materiales. El efecto de la crisis de la COVID-19 en la sociedad un año después del confinamiento se traduce en un aumento en los indicadores de pobreza, la carencia material y la baja intensidad de empleo.  
‘Análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida con Enfoque de Infancia 2022’


Autor: López Oller, Joffre ; Gracía, Eva
Coordinador: Ibarra, Ricardo
Edita: Plataforma de Infancia



Resumen:

La Plataforma de Infancia realiza anualmente un seguimiento de los indicadores de pobreza y exclusión social en niños, niñas y adolescentes, con el objetivo de medir el impacto de la desigualdad en un grupo de población tan vulnerable a los efectos de las crisis económicas y sociales como es la infancia y la adolescencia. 

Desde el 2018, el crecimiento del riesgo de pobreza entre la población infantil es sostenido. Antes de la crisis de la COVID-19, ya era el sector de la población que tenía un mayor riesgo de pobreza y exclusión social, afectando a 3 de cada 10 personas de menos de 18 años. En la actualidad, el 28,9 % de los niños, niñas y adolescentes viven en situación de pobreza monetaria, lo que supone 7,2 puntos porcentuales más que la media de la población (21,7 %). 

En palabras del director de la Plataforma de Infancia, Ricardo Ibarra, “los datos de la ECV del año 2021 dan luz al impacto de la COVID-19 a nivel socioeconómico y sus efectos sobre la pobreza infantil. Las medidas protectoras del Estado han suavizado el golpe de la crisis, pero comparándolos con los datos prepandémicos, observamos que el grupo más vulnerable sigue siendo el de los niños, niñas y adolescentes”.  

Las diferentes estrategias de los Estados miembro de la UE en relación con la protección a la infancia, como grupo especialmente vulnerable, han dado como resultado una incidencia y evolución desigual de la pobreza infantil. España es el segundo país de la Unión Europea con una mayor tasa de niños, niñas y adolescentes en riesgo de pobreza o exclusión social, sólo por debajo de Rumanía.  

En la ECV 2021 se ha incluido un módulo que amplía la información sobre la salud de los niños, niñas y adolescentes y los cuidados en la infancia. Más de la mitad de los menores de 16 años con salud mala o regular se encontraban en riesgo de pobreza. También se observa que las familias monoparentales son más vulnerables que el resto de los hogares con niños y niñas en cuanto a la protección de la salud de los menores. En 2021, el 23% de las familias con menores en edad preescolar no tuvieron cobertura o asistencia de sus menores en centros de educación preescolar o infantil. El 56,6% de las familias con niños y niñas en la primera infancia que no han sido cuidados o asistidos en centros de educación preescolar o infantil son los hogares que tienen menos niveles de renta. Por tanto, la oferta educativa pública en estas edades no está cubriendo, hoy por hoy, las necesidades de las familias más vulnerables  

 Los datos de la ECV también revelan que el aumento de las ayudas directas a los hogares con niños y niñas menores de 18 años en situación de pobreza contemplado en el Escudo Social (IMV, ERTE, Garantía de suministros…) ha sido positivo y ha conseguido disminuir el impacto de la crisis. No obstante, España sigue teniendo una inversión baja en protección de la infancia y las familias. Por esa razón es necesario desarrollar medidas como una ayuda universal a la crianza, mejorar el acceso al Complemento de Infancia y el Ingreso Mínimo Vital y fomentar la cobertura de servicios fundamentales. 

 En resumen, los datos demuestran la capacidad del Estado para contrarrestar los efectos de la crisis sociosanitaria y económica cuando despliega políticas y estrategias de protección social, con un impacto directo en la reducción de la pobreza infantil y la consecución de los objetivos de la Agenda 2030. 

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El presente informe surge a raíz de la publicación, el pasado 29 de septiembre de 2022, del módulo «impacto de la COVID-19, de modos de convivencia y condiciones de los niños, y de carencia material infantil» de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) de 2021 por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los módulos de la ECV son aleatorios porque nunca se repitendos años consecutivos, pero permiten estudiar fenómenos que establece la Comisión Europea en resolución parlamentaria. El módulo de la edición de 2021, que nunca se había abordado con anterioridad, contempla cuestiones como el cuidado de los niños y niños, la pobreza materia infantil, las relaciones familiares en las familias reconstituidas, el acceso a la asistencia sanitaria o la limitación en el desarrollo de las actividades habituales.

La difusión de los resultados de 2021 de la ECV trajo consigo otra modificación sustancial. La ECV se usa para estimar el indicador AROPE, que sirve para medir el grado de pobreza y exclusión social en todos los países de la Unión Europea. El indicador es el resultado de combinar tres dimensiones de la pobreza: la escasez de recursos económicos, las carencias materiales severas y la baja intensidad de empleo. La novedad de 2021 es que se presentaron dos resultados distintos del indicador AROPE en función de dos metodologías parcialmente distintas. La diferencia  entre la metodología vigente hasta la fecha, basada en la estrategia Europa 2020, y la que se introdujo en 2021 radica en la definición de las carencias materiales severas y la baja intensidad de empleo. En cuanto a las carencias materiales severas, en la nueva propuesta no se considera la disponibilidad de teléfono, televisor o lavadora y, por el contrario, se añaden la no posibilidad de sustituir muebles viejos o estropeados y, a escala individual, no poder permitirse sustituir ropa estropeada por otra nueva, no poder permitirse tener dos pares de zapatos en buenas condiciones, no poder permitirse reunirse con amigos/familia para comer o tomar algo al menos una vez al mes, no poder permitirse participar regularmente en actividades de ocio, no poder permitirse gastar una pequeña cantidad de dinero en sí mismo y no puede permitirse conexión a internet. Bajo este nuevo prisma, se considera que una persona padece carencias materiales y sociales severas cuando tiene limitaciones en al menos 7 de los 13 componentes finales. En cuanto a la baja intensidad deempleo, las modificaciones son menos relevantes ya que  tan solo implican una conceptualización más precisa del término 

Sin embargo, en el presente informe se usa la conceptualización del indicador AROPE basada en la estrategia Europa 2020 porque, al menos hasta la fecha, es la única que permite construir una serie histórica desde 2008. Esta opción tiene un impacto mínimo en las cifras de pobreza y exclu- sión social de la población menor de 18 años: según la estrategia Europa 2020, el indicador AROPE en 2021 para esta población fue del 33,0%; según la nueva definición de 2021, del 33,4%. En las siguientes páginas se indaga en las características comparadas del riesgo de pobreza y exclusión de la infancia, así como en los resultados que se pueden extraer del módulo específico de 2021. 

"Lo que nos dicen los niños: la pandemia de COVID-19 y cómo debe responder el mundo?".


Se trata de un estudio internacional que ha realizado ISSOP (Sociedad Internacional de Pediatría Social https://www.issop.org/ ) 
y que ha sido publicado en el BMJ (British Medical Journal)  

Accesos al estudio, inglés:
https://bmjpaedsopen.bmj.com/content/6/1/e001481?utm_source=adestra&utm_medium=email&utm_ca
mpaign=usage&utm_content=monthly&utm_term=10-2022


Mensajes clave de "Lo que nos dicen los niños: la pandemia de COVID-19 y cómo debe responder el
mundo.":

 Children and youth (CY) articulate the detrimental impact of the pandemic to their health, socialisation,
Education, protection, parentswork and to vulnerable individuals in theirfamilies and communities.
Los niños y los jóvenes* (NNJJ) señalan el impacto perjudicial de la pandemia para su salud,
socialización, educación y su protección junto con la repercusión en el trabajo de los padres y las
personas vulnerables de sus familias y comunidades.

 CY in low-income countries described more impact on their basicneeds (eg, access to food and health care);
Los NNJJ de los países con bajos ingresos describieron un mayor impacto en sus necesidades básicas,
por ejemplo el acceso a los alimentos y la atención sanitaria, mientras que los NNJJ de los países con
ingreso altos también manifestaron su preocupación por la dependencia de las tecnologías (TIC).

 CY emphasise the importance of their involvement in all stages of a crisis response, and make specific recommendations to address the issues they elucidate.
Los NNJJ resaltan la importancia de su participación en todas las fases de la respuesta a la crisis y
formulan recomendaciones específicas para afrontar los problemas que ponen de manifiesto.

 The recognition of CY as stake holders in crisis response planning must become a statutory requirement for local, national and international policy-makers.
El reconocimiento de los NNJJ, como parte involucrada en la planificación de la respuesta a la crisis,
deberá elevarse a requisito legal para los responsables políticos locales, regionales, nacionales e
internacionales.

 We propose that evidence of their participation should specifically be reported to and tracked by the
Committee on the Rights of the Child.
Proponemos que los resultados de su participación se comuniquen específicamente y sean también
objeto de seguimiento por el Comité de los Derechos del Niño.


El término “niño” abarca a todas las personas menores de 18 años, incluidos los adolescentes. En la versión en español, se entenderá que el término “niños” hacereferencia a “niños, niñas y adolescentes”. (CDN-Comité del Derechos del Niño Naciones Unidas).

Lo que nos cuentan los niños: la pandemia de COVID-19 y ¿cómo debe responder el mundo?.


Se trata de un estudio internacional que ha realizado ISSOP (Sociedad Internacional de Pediatría Social https://www.issop.org/ ) 
y que ha sido publicado en el BMJ (British Medical Journal)  

Accesos al estudio, inglés:
https://bmjpaedsopen.bmj.com/content/6/1/e001481?utm_source=adestra&utm_medium=email&utm_ca
mpaign=usage&utm_content=monthly&utm_term=10-2022


Mensajes clave de "Lo que nos dicen los niños: la pandemia de COVID-19 y cómo debe responder el
mundo.":

 Children and youth (CY) articulate the detrimental impact of the pandemic to their health, socialisation,
Education, protection, parentswork and to vulnerable individuals in theirfamilies and communities.
Los niños y los jóvenes* (NNJJ) señalan el impacto perjudicial de la pandemia para su salud,
socialización, educación y su protección junto con la repercusión en el trabajo de los padres y las
personas vulnerables de sus familias y comunidades.

 CY in low-income countries described more impact on their basicneeds (eg, access to food and health care);
Los NNJJ de los países con bajos ingresos describieron un mayor impacto en sus necesidades básicas,
por ejemplo el acceso a los alimentos y la atención sanitaria, mientras que los NNJJ de los países con
ingreso altos también manifestaron su preocupación por la dependencia de las tecnologías (TIC).

 CY emphasise the importance of their involvement in all stages of a crisis response, and make specific recommendations to address the issues they elucidate.
Los NNJJ resaltan la importancia de su participación en todas las fases de la respuesta a la crisis y
formulan recomendaciones específicas para afrontar los problemas que ponen de manifiesto.

 The recognition of CY as stake holders in crisis response planning must become a statutory requirement for local, national and international policy-makers.
El reconocimiento de los NNJJ, como parte involucrada en la planificación de la respuesta a la crisis,
deberá elevarse a requisito legal para los responsables políticos locales, regionales, nacionales e
internacionales.

 We propose that evidence of their participation should specifically be reported to and tracked by the
Committee on the Rights of the Child.
Proponemos que los resultados de su participación se comuniquen específicamente y sean también
objeto de seguimiento por el Comité de los Derechos del Niño.


El término “niño” abarca a todas las personas menores de 18 años, incluidos los adolescentes. En la versión en español, se entenderá que el término “niños” hacereferencia a “niños, niñas y adolescentes”. (CDN-Comité del Derechos del Niño Naciones Unidas).

Cuarentena, Tareas para la Cuarentena: Infancia y Tareas Escolares durante el confinamiento.

Iván Rodríguez-Pascual Mario Andrés-Candelas 
Marta Martínez Muñoz Gabriela Velásquez Crespo 
Sep-Dec 2022 • 


RESUMEN

A partir del proyecto Infancia Confinada, se muestra la percepción que la población infantil española tiene sobre las tareas académicas durante el confinamiento, apuntando a sus implicaciones en términos de desigualdad y vulnerabilidad. Constatamos, a través de un análisis de regresión logística, que estas pueden haber constituido una sobrecarga para aquellos sujetos que manifiestan menor satisfacción vital y peor estado de salud, perciben en mayor medida la fragilidad económica de su familia y han convivido durante el confinamiento con padres que pudieron dedicarles menos tiempo.

Introducción

Para mí que la palabra CUARENTENA para los maestros significa cuarenta tareas al día
(Chica, 13 años, Andalucía: proyecto Infancia Confinada).

El estado de alarma declarado en España el 14 de marzo de 2020 debido a la COVID-19 provocó que una gran parte de la población permaneciera confinada en sus casas. Este confinamiento afectó más duramente a las niñas y niños, ya que no se les permitió salir de sus hogares hasta el día 26 de abril (O. SND/370/2020, de 25 de abril) bajo la supervisión de un adulto y con grandes restricciones.

En este contexto de confinamiento nació la investigación Infancia Confinada (MARTINEZ; RODRÍGUEZ; VELÁSQUEZ, 2020)1 que buscaba conocer cómo estaban viviendo esta situación las niñas, niños y adolescentes. Esta investigación nace desde el compromiso con los derechos de la infancia y desde el reconocimiento de las niñas, niños y adolescentes como sujetos de derecho, tal y como recoge la Convención sobre los Derechos del Niño (ONU, 1989).

En este artículo nos vamos a centrar en una de las cuestiones recogidas en la investigación: la que se refiere a las tareas escolares. Es evidente que, al preguntar a niñas, niños y adolescentes por las actividades que realizan en casa, las tareas escolares cobran un especial interés. Ante el cierre de los centros educativos, desde las administraciones educativas, se optó por continuar con el curso escolar de forma telemática, intentando dar respuesta de esta forma al derecho a la educación del alumnado. Esta opción trasladó mucho peso a las familias que han visto cómo se les solicitaba que ocuparan, en diferentes grados, el lugar de la escuela, asumiendo la educación escolar de sus hijas e hijos (ROGERO-GARCÍA, 2020), sin tener en cuenta las diferentes posibilidades y recursos de las mismas y sus hogares (MUÑOZ; LLUCH, 2020). Una encuesta reciente del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) (2021) sobre la sociedad española revela esta sobrecarga: el 42,6% de la población mostró su acuerdo a la idea de que los centros educativos han delegado la responsabilidad en la explicación de contenidos y “se limitaron a enviar por correo electrónico los paquetes de deberes” a las familias.

Los objetivos que nos planteamos abordar en este artículo son: 1) Conocer la percepción que tienen niñas, niños y adolescentes sobre la carga de trabajo escolar durante el confinamiento, teniendo en cuenta su edad y sexo; 2) determinar si existe relación entre esta percepción sobre las tareas y variables que caractericen el hogar y las relaciones familiares, junto con el bienestar subjetivo de las niñas y niños durante el confinamiento; y 3) A través de estas relaciones entre variables poder determinar si el cese de la actividad presencial de los centros educativos y su desplazamiento hacia la realización de tareas en los hogares ha jugado un papel relevante en el posible agravamiento de la desigualdad educativa dentro del contexto español.

Algunas Consideraciones sobre los “Deberes” o el Llevar el Trabajo Escolar a Casa Antes de la Pandemia

En el contexto español los adolescentes de 15 años, según el informe PISA 2015 (OCDE, 2016, p. 217), dedicaban algo más de 18 horas semanales a estudiar, realizar tareas y otras actividades de aprendizaje en casa (profesores particulares) o en centros fuera de la escuela (academias, centros culturales, etc.), algo más de una hora por encima de la media de la OCDE. En el caso concreto de los deberes, PISA 2012 (OCDE, 2013, p. 121) señala que el alumnado dedicaba unas 6 horas semanales exclusivamente a la elaboración de estas actividades, situando a España como el quinto país de la OCDE donde el alumnado de 15 años hace más deberes. En edades más tempranas (cuarto de primaria) la tendencia se repite y España se encuentra entre los cinco países, dentro de los estudiados en TIMSS 2011, en los que hay un mayor porcentaje de alumnado que dedica más de una hora diaria a los deberes (FEITO, 2020). Algo que llama la atención sobre la cuestión del tiempo dedicado a los deberes es que el profesorado suele considerar menor el tiempo necesario para la realización de las tareas en casa que el alumnado y las familias (EITO, 2020; VÁZQUEZ et al., 2019).

Este volumen de tareas y tiempo dedicado a las mismas hizo que en noviembre de 2016 la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA) realizara una campaña en la que solicitaban “un noviembre sin deberes los fines de semana”.2 Estas quejas de las familias llevaron a algunas Comunidades Autónomas a realizar informes, propuestas y recomendaciones para su limitación o racionalización (ARAGÓN, 2017). La polémica llegó al Congreso de los Diputados que aprobó a finales de 2016 una Propuesta No de Ley conteniendo orientaciones para la reflexión sobre las tareas del alumnado de primaria y un llamado a su racionalización y ajuste en relación al horario escolar (CORTES GENERALES, 2016).

Existen numerosas investigaciones sobre el efecto de los deberes en el aprendizaje y el rendimiento del alumnado. Cooper, Robinson y Pattal (2006) señalan que existe cierta relación positiva, sobre todo en secundaria, entre la realización de tareas en casa y el rendimiento académico. En esta misma línea se encuadra la investigación de Regueiro et al. (2020) que señala que a mayor rendimiento académico aumenta la cantidad de deberes realizados. Ahora bien, Kohn (2013) advierte que esta relación se establece teniendo en cuenta las notas y no el aprendizaje del alumnado, cuestiones que pueden ser diferentes. Además de esto, este autor señala que la relación entre resultados escolares y deberes no debe ser considerada en términos de causalidad. Es decir, los alumnos que tienen buenos resultados hacen más deberes, parece que eso es evidente, pero no podemos establecer que esos resultados sean fruto de los deberes realizados. Encontramos investigaciones con conclusiones bastante diversas en cuanto a las implicaciones de los mismos según edades y etapas escolares (FEITO, 2020), con lo que no podemos afirmar rotundamente cuál es el efecto directo de la realización o no de tareas sobre el aprendizaje del alumnado.

En lo que sí parece haber evidencia suficiente es que el tipo de tareas, así como la finalidad de las mismas sí tiene importancia (MUÑOZ; LLUCH, 2020). Tal y como señala Trujillo (2020) si los deberes resultan repetitivos, extensos, no son debidamente comprendidos por el alumnado o necesitan de mucho tiempo para su realización, pueden ser contraproducentes para el aprendizaje y el rendimiento del alumnado.

Con respecto a la realización de deberes según las condiciones sociales, culturales y económicas de las familias la OCDE (2014) señala que el alumnado con dificultades socioeconómicas dedica menos tiempo a la realización de tareas en casa. Esta relación también se puede comprobar en cuanto al tipo de escuela: el alumnado de escuelas privadas dedica más tiempo a la realización de tareas que aquellos que acuden a escuelas públicas.

Estas diferencias según el nivel socioeconómico del alumnado pueden basarse en las desigualdades en cuanto a recursos disponibles en el hogar, así como en las condiciones físicas y materiales del hogar mismo, ya que estos influyen de forma importante en el proceso de aprendizaje del alumnado y en sus resultados académicos (ROGERO-GARCÍA, 2020), pero no solo es cuestión de recursos materiales, sino también culturales y de las posibilidades que tienen las familias de ayudar a sus hijas e hijos con los deberes. En este sentido podemos comprobar cómo, a pesar de que las clases populares se involucran en la escolaridad de sus hijas e hijos de diversas formas, no cuentan con los recursos para ayudarles con los deberes o contratar clases particulares para ellas y ellos (MARTÍN; GÓMEZ, 2017), cosa que sí hacen las familias de clases más altas. Si tenemos en cuenta, según hemos señalado anteriormente, que el alumnado con mayor rendimiento dedica más tiempo a los deberes y que aquellos en mejor posición socioeconómica también, podemos decir que las oportunidades que tiene todo el alumnado para enfrentarse a la realización de tareas en casa no son las mismas, por lo que estamos en condiciones de afirmar que son un elemento, dentro del sistema educativo, que favorece la desigualdad entre el alumnado.

Metodología

El estudio se basa en un cuestionario3 en línea alojado en la plataforma Limesurvey. Contaba con 25 preguntas (incluyendo el correspondiente consentimiento informado, que abría el instrumento) de las que 6 eran abiertas. Consta básicamente de siete grandes secciones: consentimiento y presentación; identificación sociodemográfica; derechos y confinamiento; vivienda, actividades y principales preocupaciones y sentimientos; bienestar subjetivo; SMAT;4 preguntas de cierre.

Dado que el trabajo de campo presencial no era posible durante el confinamiento, se optó desde el principio por un acceso virtual a la población objeto de estudio. El instrumento estaba diseñado específicamente para funcionar durante el confinamiento, lo que obligaba a un trabajo de campo rápido y un período corto de aplicación. Por ello se optó por la difusión del cuestionario en redes sociales (principalmente Twitter, a través de la cuenta @IConfinada) y usando redes de contactos (en una estrategia de “bola de nieve”). Se definió también un rango de edad óptimo para realizar el trabajo de campo: la población entre 10 y 14 años. Del 21 de marzo al 7 de abril se compartió a través de redes sociales un cuestionario al que respondieron inicialmente 425 personas (con ligero predominio de las chicas, que son el 52,2%) cuyas edades ampliaban el rango inicialmente diseñado: El 92% de los participantes pertenecen a él (la edad media es justo 12 años) si bien una pequeña minoría están por debajo o por encima de estas edades conformando una muestra que se finalmente se situó entre los 8 y los 17 años.

Al ser un cuestionario autoadministrado en población infantil se ha primado su brevedad y accesibilidad, careciendo de preguntas como las que se refieren a los niveles de renta de individuos u hogares, escalas ocupacionales precisas sobre la ocupación de padres y madres además de otras. No obstante, entendemos que la excepcionalidad de la realidad estudiada y la falta de fuentes comparables de información lo hacen particularmente valioso.

En esta misma línea es necesario asumir ciertas limitaciones a las conclusiones de esta investigación: no se basan en una muestra estadísticamente representativa, por lo que deben trasladarse con cuidado al conjunto de la población; igualmente, en las circunstancias en que se produce la investigación, no se ha indagado en la posible diversidad inherente al concepto “tareas escolares” ni ha sido posible contar con variables como la titularidad de los centros educativos o sus estrategias de educación en línea durante el confinamiento. Por último, cuanto se afirma sobre dichas tareas debe entenderse relativo al propio contexto del confinamiento pandémico.

Los datos han sido procesados con el software SPSS 25 licenciado a la Universidad de Huelva.

Resultados

Partimos de la variable original, en la que la población encuestada ha podido pronunciarse sobre la carga de trabajo que han supuesto durante el confinamiento las tareas escolares, descrita a continuación en Tabla 1 (n = 425, media 2,14 y mediana = 2): Grado de realización de tareas escolares durante el confinamiento: % sobre total de respuesta

La variable (en adelante denominada “grado de realización de tareas”) trata de medir tanto el grado en que se han realizado las tareas escolares como la percepción que niñas y niños tienen sobre la carga de trabajo (poco trabajo, carga moderada y carga excesiva). Se asume que el valor 3 (n = 108, algo más de una cuarta parte de las niñas y niños encuestados) señala a los individuos que no han conseguido completar las tareas propuestas desde los centros educativos considerándolas excesivas (“es tanto trabajo que no consigo acabarlas”). El interés del análisis propuesto es tratar de identificar qué variables predicen mejor la pertenencia a este grupo, en la medida que pueden ser indicadoras de desigualdad educativa o familiar.

Análisis Descriptivo

Desde un primer análisis bivariado se han identificado diferencias significativas que afectan al grupo de niñas, niños y adolescentes que no son capaces de completar la tarea escolar. En relación al grupo de entrevistados que no consigue completar la tarea escolar, la Fig. 1 apunta a dos posibles grupos en los que el problema se agrava: las chicas y especialmente el grupo de edad entre 13 y 17 años, donde la proporción de entrevistados que no consiguen completar la tarea escolar es singularmente alta (más de un tercio de la muestra, el 36,6%). Sin embargo, analizando las diferencias observadas en la puntuación media de la variable usando una prueba t de comparación de medias finalmente solo la agrupación por edad revela diferencias significativas (puntuación media más alta en el grupo de 13 a 17 años con diferencia = 0,306 puntos, F = 3,713 y p = 0.00).

Figura 1
Grado de realización de tareas: (%) de sujetos que escogen la respuesta “muchas veces es tanto trabajo que no consigo acabarlas”, según sexo y grupos de edad.

Por otro lado, como primer paso hacia un análisis de regresión logística que identifique variables predictoras de la no-resolución de las tareas escolares hemos analizado también posibles correlaciones bivariadas entre las variables presentes en el estudio. Analizamos a través del coeficiente r de Pearson los coeficientes de correlación entre el grado de resolución de tareas y un grupo heterogéneo de variables que cubren dimensiones demográficas, de percepción del estatus socioeconómico familiar, bienestar psicosocial, equipamiento educativo,5 calidad de las relaciones con los padres y madres y otras como el grado de preocupación con el tiempo que falta para volver al centro educativo y frecuencia de realización de tareas durante el confinamiento. Se describen en la Tabla 2Variables introducidas en la matriz de correlaciones.

El estudio de estas correlaciones desvela algunas pistas que pueden guiar el análisis posterior, basado en la consideración del grado de realización de tareas como variable dependiente. En este sentido, se ha encontrado un grado apreciable de correlación entre muchas de las variables consideradas y el grado de realización de las tareas escolares, que describimos en la Tabla 3 en función de su signo6 y magnitud de los coeficientes (ordenadas de mayor a menor): Correlaciones significativas (coeficientes r Pearson) en relación a la variable “Grado de realización de tareas escolares”.

Basándonos en esta información, podemos partir de la conjetura de que las niñas y niños que muestran menos satisfacción vital y una peor percepción de su salud, han realizado el confinamiento en entornos familiares con padres y madres menos disponibles y que pertenecen a familias con un peor estatus socioeconómico, es más probable que hayan experimentado las tareas escolares como una sobrecarga, dificultando su realización. Para este colectivo, la tarea escolar puede haberse convertido en un factor estresor que esté relacionado con su posición relativa en términos de desigualdad socioeducativa.

Para tratar de comprobar si esta es una asunción teórica plausible que pueda corroborarse a nivel empírico, presentamos a continuación un análisis de regresión logística donde la variable dependiente dicotómica es la realización / no realización de la tarea escolar.

Análisis de Regresión Logística

La primera operación que precede al propio análisis de regresión es la conversión de la variable dependiente (“P22. Opinión sobre tareas escolares y su grado de realización”) en una variable dicotómica que separe a la población encuestada que ha completado la tarea escolar de la que no lo ha hecho considerándola excesiva. Tras la recodificación de la misma el resultado es una variable dicotómica con los valores 0 (consigue acabar la tarea escolar, producto de agrupar los dos primeros valores de la variable original) y 1 (no consigue acabar la tarea escolar) donde un total de 108 sujetos (frente a 295) quedan clasificados inicialmente en esta última categoría. Las variables que estén relacionadas en mayor grado con la probabilidad de ocurrencia de la no realización de la tarea se considerarán predictoras. Igualmente, para proceder al análisis se transforma antes la variable sexo (binario) en una variable dicotómica ficticia o dummy, indicándose el valor 0 = chico como valor de referencia.

También para tratar de evitar problemas de colinealidad y tender a un modelo parsimonioso se han excluido del modelo variables conceptualmente próximas y en las que se ha comprobado que existe correlación lineal previa. Es el caso de la percepción de la posibilidad de que padres y madres puedan perder el empleo en el futuro, pero también en menor medida de la frecuencia con la que se han practicado hobbies durante el confinamiento. Finalmente, en el análisis se han añadido en la ecuación de regresión 12 variables muy diversas que aluden al bienestar psicosocial percibido de niñas y niños, la percepción del estatus económico de las familias, calidad de las relaciones con los padres y su disponibilidad, la percepción del estado de salud, frecuencia de lectura y, por supuesto, sexo y edad. Por último, aunque aparentemente no esté correlacionada con la variable dependiente, se ha añadido también tentativamente la variable que mide la frecuencia con que se ha realizado tarea durante el confinamiento, ya que es la única (además de la propia variable dependiente) que está referida específicamente a la tarea escolar.

Se ha optado por el método de pasos hacia delante usando el estadístico de Wald y su valor p asociado como criterio de selección de variables. A la hora de establecer estos criterios de inclusión de las variables seguimos el criterio expuesto por Cea D’Ancona (2004, p. 186) por el que la interpretación de los valores “p” puede alejarse del usado en el contexto de los contrastes de hipótesis tradicional y acercarse más bien al de un indicador de la importancia relativa de las variables introducidas en el modelo, siendo posible forzar los niveles de significación hasta límites cercanos a 0,20. En consecuencia hemos establecido en este último valor el límite de inclusión de variables durante el proceso. A este ajuste hemos añadido otro, dado que una solución inicial solo ha conseguido clasificar correctamente un pequeño número de casos para el grupo de niñas y niños que no consiguen realizar la tarea escolar, menos numeroso. Por esta razón, y tras revisar el gráfico de probabilidades y comprobar que un número importante de casos de este grupo habían quedado situados justo antes del punto de corte original (0,5) este ha sido modificado y rebajado hasta los 0,3 puntos.

Introducidas todas las variables mencionadas en el apartado anterior y sobre los 368 casos incluidos, tras eliminar valores perdidos, el modelo resulta significativo (prueba ómnibus: chi-cuadrado = 52,017 y p = 0,00 siendo también positiva la prueba de Hosmer y Lemeshow con chi-cuadrado = 5,360 y p = 0,718) y puede afirmarse que las variables incluidas en el mismo contribuyen significativamente a la predicción de la probabilidad de no realización de la tarea escolar. El proceso se ha completado en 7 pasos siendo el Logaritmo de la verosimilitud –2 = 368,324 en el último paso. La eficacia predictiva del modelo no es alta, estando próxima a 0,20 (R2 Nagelkerke = 0,194) aunque según la tabla de clasificación el modelo consigue clasificar correctamente el 72,6% de los casos siendo reseñable que al menos un 56,8% de estos casos correctamente clasificados corresponden al de niñas y niños que no consiguen completar la tarea escolar.

La Tabla 4 siguiente resume los resultados del modelo en su último paso en cuanto a las distintas variables independientes introducidas y su valor predictivo: Resultados del modelo final

Todas las variables introducidas muestran valores p asociados al estadístico de Wald cercanos a los niveles usuales de significatividad (< 0,05) salvo la preocupación por el dinero en la familia y la edad (ambos con p < 0,15). Dentro de las variables con pendiente negativa (su incremento hace disminuir la probabilidad de no realización de la tarea) destacamos al menos 4 en este modelo: bienestar subjetivo, tiempo dedicado por los padres y madres, percepción del estado de salud y frecuencia de la lectura durante el confinamiento. Varias de estas variables no incluyen la unidad entre los valores de sus exponenciales o odd ratios, lo que permite cuantificar más claramente su importancia predictiva. La variable más destacada en este grupo y con mayor relevancia es el caso del bienestar percibido como satisfacción vital (la primera de las incluidas en el modelo, en el paso 1): un incremento de una unidad en esta variable implica (manteniendo las demás variables constantes) que la probabilidad de no realizar la tarea disminuye en un 35%; el grado en que niñas y niños están de acuerdo en que sus padres y madres les han dedicado suficiente tiempo disminuye la probabilidad de no realizar la tarea en algo más de un 32%. Una proporción que llega hasta el 31%, en el caso de haber practicado la lectura durante el confinamiento. Por su parte, otras variables están positivamente asociadas a la no resolución de la tarea, por lo que su incremento hace que se incremente también la probabilidad de que esta no se complete. Muy plausiblemente, este es el caso de la frecuencia de realización de tareas escolares durante el confinamiento, cuya exponente es singularmente alta dentro del modelo, pero también de la preocupación por la falta de dinero en la familia en los próximos meses (una medida de la fragilidad del estatus económico familiar) y, en menor medida, de la edad.

Han quedado fuera de la ecuación, con valores p muy distantes de los puntos de inclusión marcados las variables: sexo (p = 0,50), frecuencia con la que se ha sentido triste en el confinamiento (p = 0,803), frecuencia con la que se ha sentido aburrido en el confinamiento (p = 0,302), frecuencia de discusiones con los padres (p = 0,930) y el grado de acuerdo con: si he necesitado hablar o comentar algo con mi padre o mi madre he podido hacerlo (p = 0,441).

Discusión y Conclusiones

Aunque la investigación Infancia Confinada no tiene como objeto el estudio del papel de las tareas escolares en el proceso educativo ni valorar con detalle su naturaleza o papel sobre el rendimiento académico, el indagar sobre su realización en el singular contexto del confinamiento pandémico español ha desvelado aspectos importantes que nos ayudan a reconstruir su papel en dicho contexto. Se revela también cómo el estudio de su grado de realización supone también una aproximación a la desigualdad de partida con que estas se abordaron, de nuevo en relación a dicho contexto en el que se suspendió toda enseñanza presencial y los factores relativos al hogar o a sus ocupantes cobraron un particular protagonismo.

Pese a tener un valor predictivo limitado, el modelo supone un resultado parsimonioso y plausible en relación a las cuestiones expuestas en este texto, contribuyendo a explicar qué características de las niñas y niños encuestados están asociadas en mayor medida a la percepción de la tarea escolar como una sobrecarga y, consecuentemente, a su no realización.

Más allá del incremento de la edad y de la frecuencia con la que niñas y niños han afrontado las tareas académicas durante el confinamiento, variables implicadas en la no realización de la misma, parece claro que otros factores que pueden estar fuertemente asociados a la desigualdad tienen un papel destacado; concretamente menores niveles de bienestar subjetivo o satisfacción vital, junto a una peor percepción del estado de salud y del tiempo que les dedican los padres y madres o una mayor preocupación por la situación económica de la familia contribuyen a que la tarea no se complete y se considere una sobrecarga. Lo que el modelo corrobora es que para una parte de la población infantil y adolescente española confinada (muy probablemente aquella más vulnerable en términos socioeconómicos y también desde una perspectiva de capital educativo y cultural), la tarea escolar puede haberse convertido en un importante factor estresor.

Las conclusiones aquí presentadas son coherentes con las obtenidas con otras investigaciones realizadas durante la pandemia tanto en el contexto español como en el internacional. En este sentido, Trujillo et al. (2020) señalan que el alumnado ha manifestado un exceso de tareas durante el confinamiento, con una mayor carga de trabajo de la habitual. Esta carga de trabajo se ha abordado de forma desigual, dependiendo de los recursos disponibles en el hogar y del nivel de estudios y cultural de las familias (BONAL; GONZÁLEZ, 2020), suponiendo un aumento de las desigualdades en educación, ya que las familias con un mayor capital cultural han tenido más capacidad de ayuda (CABRERA; PÉREZ; SANTANA, 2020) y las niñas y niños sin los recursos apropiados han tenido menos oportunidades de aprendizaje, aunque pasen más tiempo realizando tareas escolares (BAYRAKDAR; GUVELI, 2020).

Estos resultados apuntan a la necesidad de poner en marcha políticas públicas que compensen las desigualdades educativas agudizadas por el contexto pandémico. Una recomendación en sintonía con la realizada con el Comité de los Derechos del Niño (CRC) de Naciones Unidas, en su comunicación en abril de 2020. El CRC insta a los Estados a considerar no solo los impactos educativos en las restricciones al disfrute de los derechos (Rec. n. 1) sino a asegurarse de que el aprendizaje en línea no exacerbe las desigualdades existentes y plantea desafíos para los niños que tienen acceso limitado o nulo a la tecnología y no cuentan con el apoyo adecuado de sus padres (Rec. n. 3). Finalmente, la Recomendación n. 11 insta a los Estados parte a brindar oportunidades para que las opiniones de los niños sean escuchadas y tomadas en cuenta en los procesos de toma de decisiones sobre la pandemia. Tres recomendaciones que deberían ser consideradas como base para el diseño y puesta en práctica urgente de políticas educativas que consideren los derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes, especialmente para quienes su situación de vulnerabilidad se ha visto aumentada por la pandemia.

Notas

  • Investigación realizada con el apoyo del equipo de Enclave de Evaluación y Enfoque de Derechos Humanos.
  • Ver https://www.educacionsindeberes.org/
  • Se puede consultar el cuestionario completo de la investigación, así como el informe técnico con otros muchos detalles metodológicos de la misma, en la web del proyecto ( www.infanciaconfinada.com).
  • Adaptación al mundo infantil del análisis DAFO ideada por Martínez, Urbina y Mendoza (2011).
  • Dado que estas cuatro variables se han medido a nivel dicotómico (dispone, no dispone) para poder incluirlas en la matriz de correlaciones se ha incluido un índice compuesto por la suma de las puntuaciones de todas ellas dividida entre 4, obteniéndose una puntuación media para cada sujeto en la muestra estudiada. La fiabilidad de este índice instrumental es baja, ya que el coeficiente alfa de Cronbach es de 0,40 pero la operación permite detectar el ítem referido a la impresora cuya eliminación lo haría incrementarse hasta 0,556. La impresora es también el equipamiento menos extendido entre la población encuestada (el 33,9% no dispone de ella).
  • Nos referimos a la Brief Multidimensional Students’ Life Satisfaction Scale, validada por Seligson, Huebner y Valois (2003).
  • Dado que la no realización de la tarea escolar es el valor más alto de la variable “Opinión sobre grado de realización de tareas” (3 = muchas veces es tanto trabajo que no consigo acabarlas) una correlación de signo negativo implica que disminuye el valor de esta variable en relación al aumento en otra; se incrementa el grado en que niñas y niños declaran poder completar la tarea y no sentirse sobrecargados. A la inversa, una correlación positiva implica que conforme aumenta la variable en cuestión aumenta también la no realización de la tarea escolar.
Agradecimiento
Disponibilidade de Dados de Pesquisa
Financiamento

  • Número temático organizado por: Levindo Diniz Carvalho, Maria Cristina Soares de Gouvêa e Natália Fernandes
  • Todos los datos han sido generados/analizados en lo presente artículo.
  • No se aplica.

Referências

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    » https://doi.org/10.23824/ase.v0i31.641
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La Consulta Infantil y Juvenil 2021, resultados e implicaciones para su participación, México.

La Consulta Infantil y Juvenil 2021 (9ª edición) a niños y adolescentes de 3 a 17 años ejerzan sus derechos a la participación y la expresión.

 8,396 niñas, niños y adolescentes de 3 a 17 años que participaron en un sondeo previo para determinar el contenido y asuntos de la Consulta, resultando elegidos los siguientes: El cuidado del planeta, el bienestar y los derechos humanos . 
Los contenidos de las encuestas fueron desarrollados por el equipo experto del Programa de Investigación sobre Infancia de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Para ello tomaron como base toda la información que aportaron niñas, niños, y adolescentes en el sondeo, y fueron adaptadas a 4 grupos de edad en un proceso de construcción conjunta, mediante las pruebas piloto que incorporaron expresiones de las y los participantes y adecuaron los contenidos de las boletas antes de ser aprobados por el Consejo General del INE. Ver acuerdo y metodología

La Consulta se implementó durante todo noviembre pasado; ellos se expresaron sobre esos temas: la pandemia, el cuidado del planeta y sus derechos. 


Resultados: a finales de este mes de abril se presentaron los resultados de esta consulta: 

Acuerdos para la participación: El INE y Partidos Políticos, a través de un Comité Técnico de Acompañamiento, suscriben acuerdos para impulsar la participación de niñas niños y adolescentes y su agenda social: promoción de sus derechos, merma del adultocentrismo, diseño de acción legales y políticas publicas para el colectivo, visualización de grupos infantojuveniles excluidos, impulsar su participación en el Estado...

"Los impactos de la pandemia sobre la salud y el bienestar de niños y niñas en América Latina y el Caribe:

 La urgencia de avanzar hacia sistemas de protección social sensibles a los derechos de la niñez".

La crisis generada por la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha planteado diversos obstáculos para el ejercicio de los derechos de niños y niñas a la salud y a la educación, a la seguridad social, a un nivel de vida que permita su desarrollo integral y a la protección contra todo tipo de violencia, en un contexto en que, en 2020, uno de cada dos niños y niñas de América Latina y el Caribe se encontraba en situación de pobreza.
 

Tras analizar los efectos de la pandemia en el bienestar integral de la niñez, sobre la base del Marco para el Cuidado Cariñoso y Sensible, en el presente documento se brinda un conjunto de recomendaciones para avanzar hacia políticas de protección social que atiendan los derechos de niños y niñas y que permitan revertir, en aquellas dimensiones en que sea posible, los efectos negativos de la pandemia en la infancia.

Índice
Resumen .-- Introducción .-- I. La pandemia de COVID-19 en la región: la prolongación de la crisis sanitaria y su impacto multidimensional .-- II. Los efectos multidimensionales de la pandemia sobre el bienestar integral de niños y niñas en América Latina y el Caribe .-- III. Recomendaciones para avanzar hacia políticas de protección social que atiendan los derechos de la niñez y reviertan los impactos de la pandemia.




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"Infancia y Pandemia: Perspectivas presente, y retos futuros". XVIII Seminario, miércoles con COIDESO

 


XVIII SEMINARIO MIÉRCOLES CON COIDESO: 
INFANCIA Y PANDEMIA: PERSPECTIVAS PRESENTES, RETOS FUTUROS

Miércoles 6 de abril a las 18:00-20:00h/ 
Wednesday, Abril 6   at 18:00 p.m. (Central Europe) 

.- PRESENCIAL Aula de Grados, Facultad de Educación. 
.- Retransmisión también  en YOUTUBE.

* Al inscribirse a este seminario usted esta dando su consentimiento para que en cualquier momento el seminario pueda grabarse. 
*By registering for this seminar you are giving your consent for the seminar to be recorded and broadcasted at any time.




Los 5,2 millones de huérfanos de la pandemia: los niños y niñas en el mundo que perdieron a uno de sus padres, madres o cuidadores.

En comparación, tuvieron que pasar 10 años para llegar a los cinco millones de huérfanos por culpa del VIH, es uno de los datos que nos ofrece el estudio de la revista The Lancet: "Estimaciones mínimas mundiales, regionales y nacionales de niños afectados por la orfandad asociada a la COVID-19 y la muerte del cuidador, por edad y circunstancias familiares hasta el 31 de octubre de 2021: un estudio de modelado actualizado".

https://doi.org/10.1016/S2352-4642(22)00005-0.

Resumen
Antecedentes
En los 6 meses posteriores a nuestras estimaciones, del 1 de marzo de 2020 al 30 de abril de 2021, la proliferación de nuevas variantes del coronavirus, los datos de mortalidad actualizados y las disparidades en el acceso a las vacunas aumentaron la cantidad de niños que experimentaron la orfandad asociada a la COVID-19. Para informar las respuestas, nuestro objetivo fue modelar los aumentos en el número de niños afectados por la orfandad asociada con COVID-19 y la muerte del cuidador, así como la distribución acumulada del grupo de edad de la orfandad y las circunstancias (orfandad materna o paterna).

Métodos
Usamos datos actualizados de exceso de mortalidad y fertilidad para modelar aumentos en las estimaciones mínimas de orfandad y muertes de cuidadores asociadas con COVID-19 de nuestro período de estudio original del 1 de marzo de 2020 al 30 de abril de 2021, para incluir el nuevo período del 1 de mayo al 30 de octubre. 31, 2021, para 21 países. La orfandad se definió como la muerte de uno o ambos padres; la pérdida del cuidador principal incluía la muerte de los padres o la muerte de uno o ambos abuelos con custodia; y la pérdida del cuidador secundario incluyó a los abuelos o parientes co-residentes. Utilizamos la regresión logística y además incorporamos un efecto fijo para los países de Europa occidental en nuestro modelo anterior para evitar predecir en exceso la pérdida de cuidadores en esa región. Para todo el período de 20 meses, agrupamos a los niños por edad (0 a 4 años, 5 a 9 años y 10 a 17 años) y orfandad materna o paterna, utilizando contribuciones de fertilidad, y modelamos extrapolaciones globales y regionales de números de huérfanos. Se proporcionan intervalos de credibilidad del 95 % (CrI) para todas las estimaciones.
•  Ver contenido relacionado para este artículo.

Recomendaciones
Se estima que el número de niños afectados por la orfandad asociada a COVID-19 y la muerte del cuidador aumentó en un 90,0 % (95 % CrI 89,7–90,4) del 30 de abril al 31 de octubre de 2021, de 2 737 300 (95% CrI 1 976 100–2 987 000) a 5 200 300 (3 619 400–5 731 400). Entre el 1 de marzo de 2020 y el 31 de octubre de 2021, 491 300 (95 % CrI 485 100–497 900) niños de 0 a 4 años, 736 800 (726 900–746 500) niños de 5 a 9 años y 2 146 Se estima que 700 (2 120 900–2 174 200) niños de 10 a 17 años han experimentado la orfandad asociada a COVID-19. A nivel mundial, el 76,5 % (95 % CrI 76,3–76,7) de los niños eran huérfanos de padre, mientras que el 23,5 % (23,3–23,7) eran huérfanos de madre. En cada grupo de edad y región, la prevalencia de la orfandad paterna superó a la de la orfandad materna.

Interpretación
Nuestros hallazgos muestran que la cantidad de niños afectados por la orfandad asociada con COVID-19 y la muerte del cuidador casi se duplicó en 6 meses en comparación con la cantidad después de los primeros 14 meses de la pandemia. Durante todo el período de 20 meses, 5,0 millones de muertes por COVID-19 significaron que 5,2 millones de niños perdieron a un padre o cuidador. Nuestros datos sobre las edades y las circunstancias de los niños deberían respaldar la planificación de la respuesta a una pandemia para los niños en todo el mundo.

Fondos
Investigación e Innovación del Reino Unido (Fondo de Investigación de Desafíos Globales, Consejo de Investigación de Ingeniería y Ciencias Físicas y Consejo de Investigación Médica), Fundación Oak, Instituto Nacional de Investigación en Salud del Reino Unido, Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. e Imperial College London....

Extracto y Comentario del Diario.es

Por cada persona muerta con COVID-19 en el mundo, un niño ha quedado huérfano o ha perdido a una de las personas que le cuidaba. Tras veinte meses de pandemia, al menos 5,2 millones de menores de 18 años perdieron a su padre, a su madre o a uno de sus cuidadores tras infectarse de coronavirus. Esta es la cifra que aporta un artículo publicado en The Lancet sobre la salud de los niños y adolescentes, tras actualizar los datos de mortalidad de 20 países, entre los que se incluye a EEUU, India, España o Perú.

La investigación, que solo tiene en cuenta datos hasta el 31 de octubre de 2021 –por lo que quedaría fuera la gran ola de contagios y muertes provocada por ómicron– indica que dos de cada tres niños huérfanos por culpa de la COVID-19 son adolescentes de entre 10 y 17 años, y que en tres de cada cuatro casos fueron sus padres y no sus madres quienes fallecieron.

Desde marzo de 2020 hasta octubre de 2021, más de 3,3 millones de niños perdieron a su padre o a su madre y unos 1,8 se vieron afectados por la muerte de un abuelo o de un cuidador adulto que vivía en su casa.



El estudio alerta de que, de manera general, los niños que experimentan la pérdida de una de las personas que le cuidan "tienen mayor riesgo" de sufrir pobreza, explotación, violencia o abuso sexual, infección por VIH o problemas de salud mental y, en determinados contextos, "mayor vulnerabilidad a la participación en bandas". Por todo ello, los autores del estudio piden que los esfuerzos dedicados responder a la pandemia incluyan programas para niños huérfanos, tanto en lo económico como en los cuidados.

"Estar solo con niños supone estar desbordado, hiperexigido a la hora de realizar el aporte económico, la gestión del domicilio y la parte educativa", indica el director de Domínguez Psicólogos, Abel Domínguez, sobre lo que sucede cuando muere una de las personas encargadas del cuidado. "Una persona sobreexigida puede caer en el cansancio y, cuando esto pasa, cuesta más poner límites o entrar en una discusión. Esto puede provocar que se dejen de hacer labores de limitación de conductas adaptativas, por un lado. En cuanto a la violencia o a la probabilidad de entrar en bandas, se trataría de otro tipo de carencias afectivas", añade sobre los factores de riesgo a los que puede llevar la situación de orfandad.

Domínguez no distinguiría entre el impacto que supone la pérdida de una madre o un padre por la COVID-19 o por otras circunstancias. Sin embargo, el psicólogo sí que reconoce que un impacto emocional directo en las muertes que se dieron en la parte más dura de la pandemia, en los meses de confinamiento domiciliario, cuando los fallecimientos podían ser repentinos o sin despedidas. "Los niños de más de tres años, que sí que se acuerdan de sus papás y sus mamás, sí que van a notar mucho el cambio. Van a acordarse de que no se despidieron", apunta.

Prevención, red familiar y lucha contra la pobreza

"Calculamos que por cada persona que ha muerto como consecuencia de la pandemia, un niño ha quedado huérfano o ha perdido a su cuidador. Esto equivale a que, cada seis segundos, un niño se enfrenta a un mayor riesgo de adversidad a lo largo de su vida si no recibe el apoyo adecuado a tiempo", asegura una de las autoras del informe, la doctora Susan Hillis, miembro del equipo de respuesta contra la COVID-19 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés). Según Hillis, la respuesta debe centrarse en la prevención de la muerte de los cuidadores, en preparar a las familias para que se puedan hacer cargo de estos niños (otros miembros de la familia o en términos de acogida y adopción) y en la protección de los niños luchando contra la pobreza y la violencia.

El estudio indica que, antes de la pandemia, había unos 140 millones de niños huérfanos en todo el mundo. "Tuvieron que pasar 10 años para que 5 millones de niños quedaran huérfanos a causa del sida, mientras que el mismo número de niños ha quedado huérfano por la COVID-19", dice otra de las autoras, Lorraine Sherr, que pide "actuar con rapidez" para saber quién hay detrás de todas estas cifras y dar así apoyo.

"Las redes familiares van a ser fundamentales", dice el psicólogo consultado, que añade que una red de apoyo es fundamental y "a todos conviene tener una red o tribu" en el día a día, pero también en los momentos complicados. El apoyo económico por parte del Estado en forma de pensiones de orfandad, beneficios fiscales y supervisión psicológica adecuada deberían formar parte de la respuesta.

Otra de las autoras del estudio, la investigadora Juliette Unwin del Imperial College de Londres, considera que seguramente estas cifras estén muy por debajo de las reales. "La OMS estima que los datos precisos sobre las muertes por COVID-19 en África son limitados, y es probable que las estimaciones reales sean 10 veces superiores a las que se comunican actualmente".



Grandes diferencias entre países

Estos datos de orfandad varían en gran medida entre unos países y otros. Asia, América Latina y EEUU se llevan la peor parte según los datos de este informe, aunque los propios autores del informe reconocen que los datos para el continente africano están subestimados. En países como Perú, donde la COVID-19 se cebó con virulencia también con personas más jóvenes y en edad fértil, estiman más de 80.000 niños huérfanos, mientras que en países como España e Italia la cifra es mucho menor: 2.800 y 3.800, respectivamente.

El caso de India es incomparable por su cantidad de población. El estudio calcula que casi dos millones de niños indios han perdido a su madre o a su padre por la pandemia. En EEUU, por ejemplo, esta cifra asciende a 149.300.

El epidemiólogo Mario Fontán considera que ahora les toca a los países dimensionar y matizar el problema porque los impactos sobre los niños que se quedan sin tutores no será el mismo en cada territorio. "Este estudio hace una estimación global y ahora cada país tendrá que dimensionarlo. El impacto también será diferente dependiendo de la clase social a la que pertenece el niños y dependiendo de si quien muere es la madre o el padre. Tampoco será lo mismo para un niño migrante que no cuenta con red de apoyo", diferencia.

Según Fontán, la falta de datos oficiales en África supondrá un obstáculo a la hora de calibrar el problema real del continente. "En los lugares en los que falten infraestructuras sanitarias y haya dificultades de gestión de datos no se podrá dimensionar todo esto. La falta de estos análisis podrá hacer pensar que, si no existen, es que no hay ningún problema y de esto podría depender que se reciban o no recursos futuros", argumenta. Finalmente, el investigador piensa que estudios como este son necesarios para dejar de hablar en abstracto sobre la pandemia y poner el foco en realidades que generen debate.



Como parte del estudio, los investigadores han elaborado una calculadora a tiempo real que realiza estimaciones actualizada del número de casos de orfandad en todos los países del mundo. Para el caso español, la calculadora estima que 3.100 niños han quedado huérfanos por la muerte de uno de ambos progenitores; que 3.600 han perdido a uno de sus progenitores o a un cuidador; y que 7.700 han perdido a uno o ambos progenitores, a un abuelo que tenía su custodia o a uno de sus abuelos convivientes.

Los autores del estudio reconocen que la existencia de "algunas limitaciones" porque sus estimaciones se basan en modelos estadísticos y no en datos reales de niños afectados. Entre otras cosas, señalan que muchos países con cuentan con sistemas sólidos de notificación de muertes o fecundidad. El estudio se basa en un modelo estadístico que combina datos de fertilidad, exceso de mortalidad por la COVID-19, así como datos de Naciones Unidas sobre la composición de los hogares con adultos que conviven con menores de 18 años para establecer sus cálculos.

"Nuestros resultados sugieren la necesidad urgente de que las respuestas a la pandemia prioricen a los niños afectados por la muerte de sus padres o cuidadores", puede leerse hacia el final de artículo.


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