Construyendo Ciudades Protectoras con la Infancia y la Adolescencia, Jornada Día M. del Trabajo Social.
“Construyendo espacios seguros”, XXVI Congreso SEPS. 16 al 18 noviembre, Valencia.
El Niño en la Ciudad, La 11.ª Conferencia Mundial
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Derechos de los niños a la ciudad. No existen y no deben existir en una ciudad “zonas libres de niños”; ellos son quienes las hacen humanas.
Jimena de Gortari |
La anécdota viene a cuento por un debate en Twitter en donde se discutía si era adecuado llevar a niños menores a un museo. Me pregunto si, en una ciudad ¿debería de haber espacios de uso público que restrinjan el acceso a los menores? ¿Las voces, gritos y emociones de los niños pueden ser consideradas como ruido?
Planificar pensando en espacios públicos o de uso público con restricciones de acceso para algunas personas es contrario a las ideas que deberían primar en su diseño, uno que esté pensado para toda la población, en particular las más vulnerables. El diseño de la ciudad debe estar pensando para todos y, en particular, debe de incorporar las necesidades de los niños, considero que son quienes las suavizan.
Sus voces, gritos y risas nos recuerdan a nuestro ser humano. Hace poco me contaban de una ciudad sin niños en las que se recreaban sus voces en el transporte público: anunciando la llegada o salida o alertando sobre el cierre de puertas; es una necesidad de una ciudad viva. No existen y no deben existir en una ciudad “zonas libres de niños”, y sin embargo, las ciudades no les ofrecen el entorno, equipamientos, viviendas y servicios que necesitan los niños para crecer seguros, libres y sanos. Recordemos que ellos también tienen derechos (Convención sobre los Derechos del Niño) y que las ciudades pensadas con los niños incorporan una perspectiva al análisis del cómo, dónde y porqué. Una ciudad con enfoque en la infancia promueve comportamientos saludables, es segura e inclusiva y fomenta el desarrollo de habilidades para la vida.
¿Cómo fomentar el juego al aire libre?.
No obstante, en la sociedad actual se observa una disminución en el juego al aire libre en comparación con generaciones anteriores: el uso del espacio público por parte de los niños, que antes pasaban horas y horas en el exterior y a menudo participaban en grandes grupos, está ahora más limitado en cuanto a tiempo, compañeros y actividades.
Más actividades sedentarias
Esto viene motivado por cambios en nuestro estilo de vida, en donde hay un aumento de las actividades estructuradas, en su mayoría sedentarias, junto con el incremento del uso de dispositivos electrónicos (videojuegos, redes sociales…) que han cambiado las preferencias de juego de muchos niños.
Por otro lado, en muchas áreas urbanas se ha reducido el acceso a espacios verdes y ha aumentado el tráfico de vehículos. La falta de zonas de juego abiertas en los barrios se considera un obstáculo importante para las oportunidades de crecimiento que ofrece el juego.
Al tiempo, hay una mayor preocupación por parte de los progenitores, que tienden a estar más preocupados por la seguridad de sus hijos, con una mayor conciencia sobre los riesgos potenciales en entornos al aire libre. Esto impide que los niños tengan la oportunidad de jugar libremente sin supervisión.
Pero debido a la importancia para el desarrollo de que los niños experimenten y aprendan a gestionar el riesgo es aconsejable mantener un equilibrio entre las comprensibles exigencias de seguridad y las necesidades de los niños de jugar libremente.
Ciudades amables
Es importante reconocer estos desafíos y buscar formas de fomentar el juego espontáneo y al aire libre. Las ciudades debieran organizarse pensando mucho más en los niños. Es necesario que puedan estar en la calle, que haya espacios de juego, parques locales y rutas seguras, tanto hacia estos parques como hacia los colegios, a los que los niños puedan acceder de forma autónoma.
Existen informes de la Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud que destacan la importancia del juego activo y libre y la actividad física para el desarrollo integral de los niños. Proporcionan recomendaciones para que las instituciones públicas, padres y educadores promuevan espacios de juego para fomentar el juego al aire libre en la vida cotidiana de los niños.
El papel de los adultos también es importante en el fomento y apoyo de este tipo de juego: los padres, educadores y responsables políticos pueden y deben desempeñar un papel clave al crear entornos propicios, proporcionar oportunidades y motivar a los niños a participar en actividades al aire libre.
¿Qué deben hacer los padres y docentes?
Entre las formas en que padres y profesores pueden fomentar el juego libre podemos señalar:
Permitir que los niños y niñas elijan sus propios juegos y juguetes facilitándoles un espacio seguro para jugar, ya que los niños disfrutan más cuando tienen libertad para explorar y descubrir las cosas por sí mismos.
Promover una mayor oferta de juego para los niños, en términos de tiempo y espacio, que suponga más actividades informales al aire libre y más pausas escolares para promover la actividad física en la escuela
Proporcionar materiales de construcción que les permitan ejercitar la imaginación y la creatividad. También es interesante facilitar equipos adecuados para jugar al aire libre como pelotas, bicicletas, columpios…
Los niños disfrutan jugando con sus padres y educadores, por lo que es importante involucrarse en sus juegos: animarlos y ayudarles a crear nuevas reglas y variaciones. Tratar de generar rutinas conjuntas que promuevan el cambio de las actividades sedentarias por actividades y deportes al aire libre, visitas a parques o jardines, excursiones, acampadas, etc.
Reforzar sus logros y celebrar sus éxitos para fomentar esta parte divertida y emocionante de la vida de los niños, y demostrarles que el juego es una forma importante de aprender y explorar el mundo que les rodea.
¿Y las autoridades qué pueden hacer?
Las autoridades, sobre todo en el ámbito municipal, también juegan un papel importante en el fomento del juego libre:
Cambiar las políticas de planificación de modo que incorporen directrices sobre el uso del suelo que sean compatibles con las necesidades de los niños y los jóvenes.
Invertir en parques y espacios públicos, creando áreas de juego bien equipadas, gratuitas, accesibles y seguras para el juego libre que promuevan el juego activo y el desarrollo de habilidades físicas.
Promover la creación de espacios verdes y naturales (jardines, huertos escolares…) adaptados a los niños para que puedan explorar la naturaleza y conectarse con el medio ambiente.
Fomentar la colaboración con las escuelas y otras instituciones organizando actividades al aire libre para los niños (festivales, eventos deportivos) que permitan que los niños tengan la oportunidad de coincidir con otros niños de orígenes diversos, se diviertan y aprendan nuevos juegos.
Un importante papel facilitador
Pese a que se ha investigado mucho sobre el papel del juego y el modo en que los distintos tipos de juego tienen impacto en el desarrollo infantil, debemos ahondar más para establecer cómo los diferentes tipos de juego apoyan estas características de diferentes maneras y promueven el desarrollo y el aprendizaje en todas las edades.
En todo caso, el papel de los adultos en el juego libre infantil es importante, ya que pueden actuar como facilitadores, modelos a seguir, proveedores de recursos y garantes de ambientes seguros en espacios para el juego libre.
La inseguridad residencial impacta en las vidas de los niños, niñas y adolescentes.
Una investigación etnográfica de 4 años de duración (2018-2022) pone de manifiesto los impactos de la inseguridad residencial en la vida de los niños, niñas y adolescentes que la sufren. La investigación se fundamenta en más de 600 horas de observación y el seguimiento a 20 de familias del distrito de Ciutat Vella en situación de alta vulnerabilidad social y con niñas, niños y/o adolescentes a cargo.