Marí-Klose recibe a eldiario.es en su despacho en la Moncloa, en un
hueco de una apretada agenda en la que ha tenido que sumar los actos de
su anterior puesto como director del alto comisionado y la nueva
responsabilidad como primera figura en el organismo, después de la
salida de María Luisa Carcedo para suceder a Carmen Montón como ministra
de Sanidad.
Casi uno de cada tres menores en
este país vive en riesgo de pobreza y exclusión social. ¿Qué significa
ser niño “pobre” en España?
Significa tener
experiencias anómalas para un niño en la sociedad española. Estas
experiencias pueden tener que ver con estrés económico en el hogar,
familias que no pueden hacer frente a un gasto imprevisto, que les
cortan la luz o el agua. Vivir en viviendas más pequeñas, peor
acondicionadas, con humedades… Alimentarse peor, puede significar
también hacer menos deporte porque no hay instalaciones donde vives. Ir a
escuelas donde hay una alta concentración de estudiantes con problemas
sociales y que puede condicionar los ritmos de aprendizaje en el aula...
Es una acumulación de situaciones sociales que impiden que la
participación de estos menores en las oportunidades que ofrece la
sociedad quede mermada.
Está muy extendida la actitud de
relativizar la magnitud del problema, incluso de negarlo. Eso choca con
las evidencias estadísticas apabullantes que tenemos. Miras pobreza
relativa, pobreza absoluta, carencia material, pobreza en diferentes
umbrales de renta… Se elija el indicador de vulnerabilidad que se elija
te va a salir lo mismo: los niños como el colectivo más desfavorecido.
Es un problema mal comprendido por parte de la ciudadanía y sectores
sociales menos sensibles a la desigualdad. Gente de clases más
acomodadas que te dicen “yo no veo pobres a mi alrededor”. Es probable
que los barrios en que viven este problema no exista o se viva de una
forma muy escondida. Hay personas que intentan exhibir una condición
normalizada que luego quizás no tengan en el hogar.
La pobreza se esconde.
La sensación de que la pobreza estigmatiza obliga a mostrar que en
realidad no estás pasando estrecheces económicas. Te puedes encontrar a
familias que hacen sacrificios importantes, compran ropa a sus niños por
encima de sus posibilidades, simplemente para que su hijo no sea
señalado como un niño en situación de pobreza y pueda ser objeto de
burla o de acoso, que no goce de las mismas oportunidades de integración
social.
Pero aunque pueda ser un problema
relativamente invisible, la crisis se ha hecho muy explícito. Una de las
expresiones más intensas de que existía esa pobreza subyacente son los
miles de desahucios que se han producido durante la crisis.
Aunque la tasa de pobreza infantil ya era elevada antes de la crisis,
¿la recesión nos ha dejado diferencias respecto a la situación anterior
anterior a 2007?
Ha habido un empeoramiento
fundamentalmente de las situaciones de pobreza severa. Los que más se
han empobrecido durante la crisis han sido los más pobres y su situación
no ha revertido de la misma forma que lo ha hecho la situación
económica general.
¿Qué colectivos están más presentes en esta población en riesgo de pobreza?
Hay que distinguir dos indicadores: la prevalencia y la incidencia. La
incidencia mide qué proporción de un determinado colectivo está en
situación de pobreza y la prevalencia es cuánto representa respecto al
conjunto de la población. La incidencia es muy alta en colectivos como
las familias monoparentales (las monomarentales fundamentalmente), las
familias numerosas, las familias de origen inmigrante… Es decir, dentro
de esos colectivos la tasa de pobreza es muy alta. Pero en cuanto a la
prevalencia te encuentras situaciones relativamente inesperadas.
¿Cómo cuáles?
Cuando miras los números absolutos, la mayor parte de pobres responde a
un perfil arquetípico: familias de dos progenitores, uno o dos niños,
en las que uno de los progenitores trabaja. En las familias
tradicionales en las que trabaja un progenitor y el otro no, la tasa de
pobreza muy alta: cerca del 30% de ellas están en situación de pobreza.
Estas familias eran las que tradicionalmente aseguraban el sustento
familiar y ahora con un solo ingreso no te sitúas fuera de la pobreza.
Esto tiene que ver con la intensidad del trabajo.
¿Cómo afecta?
Nos encontramos muchos hogares donde a lo largo del año se trabaja en
algún momento, pero la intensidad es baja respecto al tiempo potencial
que podrían estar trabajando. ¿Por qué? Por el tiempo parcial, la gente
trabaja solo durante una parte del año, los trabajos temporales… Al ser
el sistema de protección social contributivo, en hogares de baja
intensidad del trabajo, no se adquieren derechos a prestaciones, como la
de desempleo.
Estos hogares se pueden convertir en
hogares sin ingresos: durante la crisis hemos llegado a tener más de
700.000 hogares sin ningún tipo de ingreso, todavía tenemos 500.000 y
antes de la crisis teníamos poco más de 200.000. Estamos muy lejos de
revertir los problemas que ha generado la crisis en los hogares más
vulnerables.
¿Qué medidas han impulsado en el Alto Comisionado en estos más de 100 días de Gobierno de Pedro Sánchez?
Al llegar decidimos que lo más importante a corto plazo era incrementar
los recursos destinados a la garantía alimentaria y al ocio educativo
en verano, el programa VECA. Porque en verano se abren brechas sociales importantes
en las competencias cognitivas de niños acomodados y desfavorecidos,
porque los primeros tienen unas oportunidades de exposición a entornos
mucho más estimulantes pagados por sus padres, como aprender idiomas,
hacer deporte, etc.
¿Y más allá del verano?
Estamos trabajando en diversas líneas. La central es desarrollar un
programa que mejore la situación de los hogares con niños más
desfavorecidos. Iba en nuestro programa electoral: se llama Ingreso
Mínimo Vital y tiene una primera pata que es la mejora de transferencias
por hijo a cargo. Estas transferencias son absolutamente raquíticas en
España.
Esta situación es especialmente injusta
porque los hogares más desfavorecidos no realizan declaración de la
renta y no pueden optar a los beneficios fiscales que sí que reciben las
familias de clases medias que la hacen.
¿De cuánto son estas transferencias en la actualidad?
De apenas 270 euros al año y no tienen ningún impacto en la reducción
de la pobreza, es una anomalía impropia de un país como el que tenemos.
En la mayoría de los países existen prestaciones para estos colectivos
equivalentes a las que reciben las clases medias a través de beneficios
fiscales.
¿Van a aumentar estas ayudas?
Nuestro primer objetivo es mejorar las prestaciones por hijo a cargo
para los colectivos de mayor vulnerabilidad de manera secuencial en los
próximos años.
Obviamente en la situación de
restricción presupuestaria, sin techo de gasto aprobado y sin
presupuestos, tenemos que plantear esto con una cierta contención.
Estamos instando y preparando documentos para que esto sea posible, en
la medida que esto es un compromiso de Gobierno, entiendo que se va a
avanzar en esta dirección.
¿Habrá una mejora de estas transferencias ya en los presupuestos de 2019?
Sí, el objetivo es que esté en los presupuestos de 2019.
Aún solo hemos enviado varias opciones al Ministerio de Hacienda de
distintos escenarios, si se duplicaran las transferencias, si se
triplicaran, qué consecuencias de gasto y de reducción de la pobreza
infantil tendrían. Al Alto Comisionado le gustaría poder aplicar las
medidas más ambiciosas posibles, que en realidad sería aplicar el
Ingreso Mínimo Vital, pero no está en nuestra mano.
¿Qué datos están obteniendo de esas simulaciones?
Más que un dato le puedo decir que la aplicación de nuestro Ingreso
Mínimo Vital podría llegar a erradicar prácticamente la pobreza infantil
severa y reducir los niveles de desigualdad general hasta umbrales
próximos a la media europea, que ahora estamos entre los países más
desiguales.
¿Cuánto cuesta?
Los costes del conjunto del Ingreso Mínimo Vital se sitúan entre 5.000 y
6.000 millones, pero se puede avanzar secuencialmente sobre todo en
transferencias por hijo a cargo. No hace falta llegar a estas cifras tan
altas para ir mejorando significativamente la situación de pobreza
severa y desigualdad.
Las
prestaciones específicas para combatir la pobreza infantil son mucho
menos efectivas contra este problema que otras prestaciones para otros
colectivos. ¿Por qué es así?
Porque la
cobertura es muy baja, se benefician muy pocas familias y la generosidad
es ridícula. Las transferencias por hijo a cargo solo llegan al 10% de
las familias, teniendo en cuenta que hablamos de pobreza cercana al 30%,
solo una de cada tres familias pobres reciben transferencias y es una
cantidad ridícula.
En nuestra propuesta de ingreso
mínimo vital las familias más desfavorecidas van a cobrar entre 100 y
150 euros al mes, estamos hablando de magnitudes completamente
diferentes.
¿Qué efectos tuvo el llamado cheque bebé de Zapatero en la reducción de la pobreza infantil?
Tuvo un efecto importante en el primer año de vida, que es además un
año crucial para los niños. En 2009 y 2010, que estuvo vigente, tuvo un
impacto reductor de entorno a 6 puntos en la tasa de pobreza infantil
del primer año de vida. No conozco ninguna prestación monetaria que
realice el Estado que tenga un impacto semejante. La que más reduce es
la prestación por desempleo, que reduce más o menos 5 puntos. Las
pensiones las pensiones reducen 2 o 3 puntos, los hogares con niños a
veces se benefician de que haya pensionistas en casa. Las ayudas por
hijo a cargo y ayudas del algunas Comunidades Autónomas, reducen por
debajo del 0,5%.
¿Podría existir de nuevo un "cheque bebé" en España?
Lo más interesante es que no se circunscribiera solo a ese primer año,
reconociendo que es muy importante. Pero lo interesante sería que la
ayuda llegara a niños en situación desfavorecida cuando lo necesiten,
independientemente de su edad.
¿Impulsarán en España una prestación universal por hijo,para todas las familias, como existe en otros países europeos?
Lo ideal sería llegar a una prestación universal, aunque en realidad ya
existe, y matizo: parte de la población recibe beneficios por tener
niños, pero son beneficios fiscales. La anomalía está en el segmento de
población más vulnerable, que recibe prestaciones, pero son muy poco
generosas. Los beneficios fiscales para las familias con niños son
bastante generosos, pero también hay margen de maniobra para mejorar.
¿Cómo puede el sistema educativo igualar oportunidades? ¿En qué están trabajando en este ámbito?
Es importante ayudar a las familias más desfavorecidas por ejemplo a
hacer frente a gasto escolar, que puede representar una proporción muy
importante de su gasto total. Estamos trabajando con la FEMP (Federación
Española de Municipios y Provincias) para identificar buenas prácticas
que realizan algunos municipios en la compra de material y de apoyo
económico a familias más vulnerables para poner en valor lo que hacen
algunos municipios y que sirva de emulación para otros. Estamos
trabajando para crear una especie de premio desde el Alto Comisionado.
Más allá de esto, es fundamental la política de becas en etapas más
avanzadas del itinerario educativo, en lo que está avanzando mucho el
Ministerio de Educación. Es importantísimo también luchar contra la
segregación escolar, ahí tenemos más limitaciones desde el Estado
central porque es una competencia autonómica. Es importante que los
colegios puedan tener programas de refuerzo para los alumnos con
problemas de aprendizaje.
Estamos entendiendo muy mal
lo que hay que hacer con estos estudiantes. España es un país con unas
tasa de repetición muy altas y ocurre casi en todas las CCAA y sabemos
perfectamente por todos los informes internacionales que la repetición
no es la solución para este tipo de estudiantes, que pasa por programas
de refuerzo y acompañamiento.
¿Va el Gobierno a impulsar este refuerzo?
Existía un programa que daba muy buenos resultados, el PROA, que puso
en marcha el Gobierno de Zapatero y hubo trabajos de investigación muy
rigurosos que demostraban que tenía beneficios fundamentalmente para los
colectivos más desfavorecidos, que son los que tienden a repartir más.
El 53% de los niños que se encuentran en el grupo del 20% de familias
con menos ingresos ha repetido a los 15 años, frente al 8% de los
estudiantes del tramo más alto de ingresos.
Desde el
Ministerio de Educación y el Alto Comisionado estamos trabajando en el
desarrollo de un programa parecido al PROA, viendo cómo volver a poner
en marcha algo parecido a este programa para aplicar refuerzo que
combata el fracaso escolar.
¿Y sobre educación 0-3 años?
Está más en pañales, pero está en la agenda. Es una medida
importantísima incorporar a los estudiantes más desfavorecidos a la
escuela infantil, sobre todo a la etapa 1-3. Está en la mesa de
negociaciones de los Presupuestos también.