Guía para la asistencia jurídica adapta para niños en conflicto con la Ley:

Y recomendaciones y prácticas inspiradoras 
dirigidas a profesiones de asistencia jurídica y encargados de gestionas las políticas.
Y Guía para Niños. 

El proyecto LA Child publicó una guía con directrices para la asistencia legal a niñas y niños en conflicto con la ley. La guía ofrece una serie de recomendaciones y buenas prácticas destinadas a apoyar la acción del conjunto de profesionales que tienen un impacto en la asistencia jurídica para este colectivo de jóvenes en toda la Unión Europea.

En palabras de Benoît Van Keirsbilck, miembro del Comité de los Derechos del Niño de la ONU y director de Défense des Enfants International Belgique, esta guía “demuestra suficientemente que una persona no puede improvisar la labor de ‘abogado de menores’ y que esta función es ciertamente mucho más compleja que muchos otros servicios que brindan los abogados”.

Ya sea que sean sospechosos, acusados ​​o condenados por un delito, los derechos de los niños pueden verse socavados. Por lo tanto, es fundamental que tengan acceso a asistencia jurídica adaptada a los niños. Su existencia y disponibilidad depende no solo de los proveedores de asistencia jurídica, sino también de las autoridades y los responsables de la formulación de políticas.

Las presentes Directrices tienen como objetivo hacer accesibles los estándares internacionales, las recomendaciones y las prácticas inspiradoras para apoyar la acción de todos los profesionales que tienen un impacto en la asistencia jurídica para los niños en conflicto con la ley en toda Europa.


Ingresar al sistema de justicia puede ser una experiencia difícil y desconcertante, especialmente cuando eres menor de edad. La mayoría de los abogados entrevistados para el proyecto LA Child señalaron que los niños no conocen sus derechos ni a quién acudir si necesitan ayuda.

Esta guía para menores “Conoce tus Derechos” pretende, por tanto, ayudar y orientar a estos jóvenes. Además de recordar los derechos generales de los niños, explica más específicamente quién es el abogado y qué función tiene, cómo funciona el procedimiento y con qué personas/servicios se encontrará durante su recorrido judicial.

La versión en inglés de este documento es una plantilla en blanco para todos los profesionales y asociaciones que deseen adaptar esta guía a su contexto nacional. Por lo tanto, invitamos a todos los interesados ​​a consultar y descargar el   "Manual paso a paso" que le mostrará todos los pasos para crear su guía.

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Los 5,2 millones de huérfanos de la pandemia: los niños y niñas en el mundo que perdieron a uno de sus padres, madres o cuidadores.

En comparación, tuvieron que pasar 10 años para llegar a los cinco millones de huérfanos por culpa del VIH, es uno de los datos que nos ofrece el estudio de la revista The Lancet: "Estimaciones mínimas mundiales, regionales y nacionales de niños afectados por la orfandad asociada a la COVID-19 y la muerte del cuidador, por edad y circunstancias familiares hasta el 31 de octubre de 2021: un estudio de modelado actualizado".

https://doi.org/10.1016/S2352-4642(22)00005-0.

Resumen
Antecedentes
En los 6 meses posteriores a nuestras estimaciones, del 1 de marzo de 2020 al 30 de abril de 2021, la proliferación de nuevas variantes del coronavirus, los datos de mortalidad actualizados y las disparidades en el acceso a las vacunas aumentaron la cantidad de niños que experimentaron la orfandad asociada a la COVID-19. Para informar las respuestas, nuestro objetivo fue modelar los aumentos en el número de niños afectados por la orfandad asociada con COVID-19 y la muerte del cuidador, así como la distribución acumulada del grupo de edad de la orfandad y las circunstancias (orfandad materna o paterna).

Métodos
Usamos datos actualizados de exceso de mortalidad y fertilidad para modelar aumentos en las estimaciones mínimas de orfandad y muertes de cuidadores asociadas con COVID-19 de nuestro período de estudio original del 1 de marzo de 2020 al 30 de abril de 2021, para incluir el nuevo período del 1 de mayo al 30 de octubre. 31, 2021, para 21 países. La orfandad se definió como la muerte de uno o ambos padres; la pérdida del cuidador principal incluía la muerte de los padres o la muerte de uno o ambos abuelos con custodia; y la pérdida del cuidador secundario incluyó a los abuelos o parientes co-residentes. Utilizamos la regresión logística y además incorporamos un efecto fijo para los países de Europa occidental en nuestro modelo anterior para evitar predecir en exceso la pérdida de cuidadores en esa región. Para todo el período de 20 meses, agrupamos a los niños por edad (0 a 4 años, 5 a 9 años y 10 a 17 años) y orfandad materna o paterna, utilizando contribuciones de fertilidad, y modelamos extrapolaciones globales y regionales de números de huérfanos. Se proporcionan intervalos de credibilidad del 95 % (CrI) para todas las estimaciones.
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Recomendaciones
Se estima que el número de niños afectados por la orfandad asociada a COVID-19 y la muerte del cuidador aumentó en un 90,0 % (95 % CrI 89,7–90,4) del 30 de abril al 31 de octubre de 2021, de 2 737 300 (95% CrI 1 976 100–2 987 000) a 5 200 300 (3 619 400–5 731 400). Entre el 1 de marzo de 2020 y el 31 de octubre de 2021, 491 300 (95 % CrI 485 100–497 900) niños de 0 a 4 años, 736 800 (726 900–746 500) niños de 5 a 9 años y 2 146 Se estima que 700 (2 120 900–2 174 200) niños de 10 a 17 años han experimentado la orfandad asociada a COVID-19. A nivel mundial, el 76,5 % (95 % CrI 76,3–76,7) de los niños eran huérfanos de padre, mientras que el 23,5 % (23,3–23,7) eran huérfanos de madre. En cada grupo de edad y región, la prevalencia de la orfandad paterna superó a la de la orfandad materna.

Interpretación
Nuestros hallazgos muestran que la cantidad de niños afectados por la orfandad asociada con COVID-19 y la muerte del cuidador casi se duplicó en 6 meses en comparación con la cantidad después de los primeros 14 meses de la pandemia. Durante todo el período de 20 meses, 5,0 millones de muertes por COVID-19 significaron que 5,2 millones de niños perdieron a un padre o cuidador. Nuestros datos sobre las edades y las circunstancias de los niños deberían respaldar la planificación de la respuesta a una pandemia para los niños en todo el mundo.

Fondos
Investigación e Innovación del Reino Unido (Fondo de Investigación de Desafíos Globales, Consejo de Investigación de Ingeniería y Ciencias Físicas y Consejo de Investigación Médica), Fundación Oak, Instituto Nacional de Investigación en Salud del Reino Unido, Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. e Imperial College London....

Extracto y Comentario del Diario.es

Por cada persona muerta con COVID-19 en el mundo, un niño ha quedado huérfano o ha perdido a una de las personas que le cuidaba. Tras veinte meses de pandemia, al menos 5,2 millones de menores de 18 años perdieron a su padre, a su madre o a uno de sus cuidadores tras infectarse de coronavirus. Esta es la cifra que aporta un artículo publicado en The Lancet sobre la salud de los niños y adolescentes, tras actualizar los datos de mortalidad de 20 países, entre los que se incluye a EEUU, India, España o Perú.

La investigación, que solo tiene en cuenta datos hasta el 31 de octubre de 2021 –por lo que quedaría fuera la gran ola de contagios y muertes provocada por ómicron– indica que dos de cada tres niños huérfanos por culpa de la COVID-19 son adolescentes de entre 10 y 17 años, y que en tres de cada cuatro casos fueron sus padres y no sus madres quienes fallecieron.

Desde marzo de 2020 hasta octubre de 2021, más de 3,3 millones de niños perdieron a su padre o a su madre y unos 1,8 se vieron afectados por la muerte de un abuelo o de un cuidador adulto que vivía en su casa.



El estudio alerta de que, de manera general, los niños que experimentan la pérdida de una de las personas que le cuidan "tienen mayor riesgo" de sufrir pobreza, explotación, violencia o abuso sexual, infección por VIH o problemas de salud mental y, en determinados contextos, "mayor vulnerabilidad a la participación en bandas". Por todo ello, los autores del estudio piden que los esfuerzos dedicados responder a la pandemia incluyan programas para niños huérfanos, tanto en lo económico como en los cuidados.

"Estar solo con niños supone estar desbordado, hiperexigido a la hora de realizar el aporte económico, la gestión del domicilio y la parte educativa", indica el director de Domínguez Psicólogos, Abel Domínguez, sobre lo que sucede cuando muere una de las personas encargadas del cuidado. "Una persona sobreexigida puede caer en el cansancio y, cuando esto pasa, cuesta más poner límites o entrar en una discusión. Esto puede provocar que se dejen de hacer labores de limitación de conductas adaptativas, por un lado. En cuanto a la violencia o a la probabilidad de entrar en bandas, se trataría de otro tipo de carencias afectivas", añade sobre los factores de riesgo a los que puede llevar la situación de orfandad.

Domínguez no distinguiría entre el impacto que supone la pérdida de una madre o un padre por la COVID-19 o por otras circunstancias. Sin embargo, el psicólogo sí que reconoce que un impacto emocional directo en las muertes que se dieron en la parte más dura de la pandemia, en los meses de confinamiento domiciliario, cuando los fallecimientos podían ser repentinos o sin despedidas. "Los niños de más de tres años, que sí que se acuerdan de sus papás y sus mamás, sí que van a notar mucho el cambio. Van a acordarse de que no se despidieron", apunta.

Prevención, red familiar y lucha contra la pobreza

"Calculamos que por cada persona que ha muerto como consecuencia de la pandemia, un niño ha quedado huérfano o ha perdido a su cuidador. Esto equivale a que, cada seis segundos, un niño se enfrenta a un mayor riesgo de adversidad a lo largo de su vida si no recibe el apoyo adecuado a tiempo", asegura una de las autoras del informe, la doctora Susan Hillis, miembro del equipo de respuesta contra la COVID-19 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés). Según Hillis, la respuesta debe centrarse en la prevención de la muerte de los cuidadores, en preparar a las familias para que se puedan hacer cargo de estos niños (otros miembros de la familia o en términos de acogida y adopción) y en la protección de los niños luchando contra la pobreza y la violencia.

El estudio indica que, antes de la pandemia, había unos 140 millones de niños huérfanos en todo el mundo. "Tuvieron que pasar 10 años para que 5 millones de niños quedaran huérfanos a causa del sida, mientras que el mismo número de niños ha quedado huérfano por la COVID-19", dice otra de las autoras, Lorraine Sherr, que pide "actuar con rapidez" para saber quién hay detrás de todas estas cifras y dar así apoyo.

"Las redes familiares van a ser fundamentales", dice el psicólogo consultado, que añade que una red de apoyo es fundamental y "a todos conviene tener una red o tribu" en el día a día, pero también en los momentos complicados. El apoyo económico por parte del Estado en forma de pensiones de orfandad, beneficios fiscales y supervisión psicológica adecuada deberían formar parte de la respuesta.

Otra de las autoras del estudio, la investigadora Juliette Unwin del Imperial College de Londres, considera que seguramente estas cifras estén muy por debajo de las reales. "La OMS estima que los datos precisos sobre las muertes por COVID-19 en África son limitados, y es probable que las estimaciones reales sean 10 veces superiores a las que se comunican actualmente".



Grandes diferencias entre países

Estos datos de orfandad varían en gran medida entre unos países y otros. Asia, América Latina y EEUU se llevan la peor parte según los datos de este informe, aunque los propios autores del informe reconocen que los datos para el continente africano están subestimados. En países como Perú, donde la COVID-19 se cebó con virulencia también con personas más jóvenes y en edad fértil, estiman más de 80.000 niños huérfanos, mientras que en países como España e Italia la cifra es mucho menor: 2.800 y 3.800, respectivamente.

El caso de India es incomparable por su cantidad de población. El estudio calcula que casi dos millones de niños indios han perdido a su madre o a su padre por la pandemia. En EEUU, por ejemplo, esta cifra asciende a 149.300.

El epidemiólogo Mario Fontán considera que ahora les toca a los países dimensionar y matizar el problema porque los impactos sobre los niños que se quedan sin tutores no será el mismo en cada territorio. "Este estudio hace una estimación global y ahora cada país tendrá que dimensionarlo. El impacto también será diferente dependiendo de la clase social a la que pertenece el niños y dependiendo de si quien muere es la madre o el padre. Tampoco será lo mismo para un niño migrante que no cuenta con red de apoyo", diferencia.

Según Fontán, la falta de datos oficiales en África supondrá un obstáculo a la hora de calibrar el problema real del continente. "En los lugares en los que falten infraestructuras sanitarias y haya dificultades de gestión de datos no se podrá dimensionar todo esto. La falta de estos análisis podrá hacer pensar que, si no existen, es que no hay ningún problema y de esto podría depender que se reciban o no recursos futuros", argumenta. Finalmente, el investigador piensa que estudios como este son necesarios para dejar de hablar en abstracto sobre la pandemia y poner el foco en realidades que generen debate.



Como parte del estudio, los investigadores han elaborado una calculadora a tiempo real que realiza estimaciones actualizada del número de casos de orfandad en todos los países del mundo. Para el caso español, la calculadora estima que 3.100 niños han quedado huérfanos por la muerte de uno de ambos progenitores; que 3.600 han perdido a uno de sus progenitores o a un cuidador; y que 7.700 han perdido a uno o ambos progenitores, a un abuelo que tenía su custodia o a uno de sus abuelos convivientes.

Los autores del estudio reconocen que la existencia de "algunas limitaciones" porque sus estimaciones se basan en modelos estadísticos y no en datos reales de niños afectados. Entre otras cosas, señalan que muchos países con cuentan con sistemas sólidos de notificación de muertes o fecundidad. El estudio se basa en un modelo estadístico que combina datos de fertilidad, exceso de mortalidad por la COVID-19, así como datos de Naciones Unidas sobre la composición de los hogares con adultos que conviven con menores de 18 años para establecer sus cálculos.

"Nuestros resultados sugieren la necesidad urgente de que las respuestas a la pandemia prioricen a los niños afectados por la muerte de sus padres o cuidadores", puede leerse hacia el final de artículo.


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La guerra en los libros infantiles.

Blog   de   LIJ.



Durante estos días todo hierve con montones de proclamas, poemas y frases célebres contra la guerra. La verdad es que hacer alarde de pacifismo en este mundo de postureo queda muy bonito y vende la mar de bien, pero el caso es que ponerse serio y hablar de la guerra desde una perspectiva humanista es bastante complicado, sobre todo cuando la sociología y la filosofía se meten en el ajo.


Michael Foreman. War Boy. Templar.


En base a estas dos disciplinas, la guerra suele definirse como la ruptura del estatus social por medio de la fuerza, es decir, seres humanos que difieren con otros seres humanos, se pasan las normas de convivencia por el forro, y lían la de San Quintín. Esto quiere decir que la guerra siempre se relaciona con el poder y su administración -¡Política, siempre política-  y por tanto  sería una de las características principales de nuestra civilización.
(N.B.1: En ESTE ENLACE pueden disfrutar de una selección de libros infantiles sobre política que tienen relación directa con muchos temas que se recogen en este monográfico)


Eugenio Carmi y Umberto Eco. La bomba y el general. Destino. 


¿Es un fenómeno exclusivamente humano? Aunque existen especies de animales que atacan con violencia a miembros de su propia especie, sobre todo en los mamíferos (véanse suricatos, caballos o ardillas), la guerra es una cuestión social, es decir, el ser humano mata a otros seres humanos colectivamente, algo en lo que entran en juego el razonamiento o las emociones, características exclusivas de la especie humana. Sí, queridos monstruos, la guerra es un fenómeno profundamente humano íntimamente relacionado con lo que somos y el desarrollo que, como especie, hemos logrado alcanzar. 


Janet Charters y Michael Foreman. The General. Templar.


"Román, si esto es así, ¿no existe la paz?" Desde un punto de vista sociológico, la paz no es otra cosa que el orden establecido por la victoria en una guerra. Esa paz eterna con la que muchos sueñan es una idea desvirtuada porque para que haya paz, debe haber guerra, y viceversa. Además, cada uno quiere la paz a su manera, sobre todo en la que prevalezcan sus necesidades e intereses como ser humano. Sordos, zurdos, mujeres, andaluces, catalanes, rusos, croatas, castristas o musulmanes quieren una paz ad hoc, ya que la paz nunca puede ser igualitaria.

A pesar de este baño de realidad, nunca está de más, que la Literatura Infantil, un arte al servicio del entretenimiento y la razón, aborde esta temática desde un punto de vista creativo y poético. Las palabras nunca están de más, pues embellecen y ayudan a enfrentarse al mundo, ese que genera todo tipo de opiniones y controversias, y de paso pueden intentar cambiarlo. Es por ello que aquí les traigo unos cuantos títulos sobre este tema que sobrevuela nuestras cabezas durante estos días y señalo con tres estrellas (***) mis favoritos.
Los dos álbumes que siguen a continuación se adentran en definiciones sobre la guerra desde un prisma lírico en las que abundan las referencias visuales, los recursos de estilo y cuidadas ilustraciones. Potentes y personales, son los mejores que se me ocurren en esta categoría de idea iustrada.




José Luis Berenguer e Irene Fra. De punta a punta. Los cuatro azules.


En esta temática destacan multitud de obras en las que, de una forma u otra, se abren puertas y reflexiones en torno a un tema que, desde muchos púlpitos progresistas y buenistas de la LIJ se execra (¿Por qué no van a querer los niños la guerra? ¡Si se pasan el día riñendo...!), algo con lo que no termino de comulgar al cien por cien, ya que un servidor intenta fluir y no encorsetarse demasiado (que luego vienen los dramas y los ansiolíticos). 
No sé hasta qué punto puede ser contraproducente el intentar negar o reprimir un hecho inherente al ser humano. ¿Qué es la violencia? ¿Explícita o implícita? ¿Quién decide qué es violento y qué no? ¿Lo que es bueno o malo? Quizá la mejor pedagogía sea exponer y no dirigir el discurso...


Eric Battut. Los niños no quieren la guerra. Juventud.



Pere Marí y Bertran y Núria Tomàs Nayolas. Tengo un tanque de juguete. Akiara Books.


No obstante, he de admitir que soy muy partidario de aquellas obras infantiles que desde un prisma más neutral incluyen en su menú cierto aire descriptivo que, con final feliz (o no), nos hablan de las causas y consecuencias de la guerra, nos abren interrogantes sobre la (in)conveniencia de los conflictos armados y plantean ese círculo vicioso que se repite una y otra vez.  
Se me ocurren títulos de excelente factura que haciendo uso de diferentes recursos verbales y/o visuales, describen diferentes escenarios donde el conflicto humano (aunque sea personificado en animales u otros personajes) es una constante. Empezando por aquellos que simplemente plantean conflictos de intereses y riñas menores, y terminando por los que hablan de guerras en condiciones.
Del mismo modo les animo a echarle un vistazo a esta selección de álbumes sobre muros, ya que en muchos de ellos pueden encontrar situaciones que provoquen la guerra o sean consecuencia de esta. Una selección muy necesaria donde esa metáfora de las barreras ayuda a comprender las diferencias entre los seres humanos. ¡No se la pierdan!



David McKee. Los conquistadores. Kókinos.



David McKee. Negros y blancos. Anaya. (***)








Ángel Domigo y Mercé López. La casa de los erizos. A buen paso.





Roberto Aliaga y Miguel Cerro. Enfadados. La Fragatina.



Ernesto Rodríguez Abad y Víctor Jaubert. El rey que bordaba estrellas. Diego Pun.


La guerra es consecuencia pero también escenario para multitud de historias que suceden en ella, las de los niños de toda condición que tienen que convivir con la realidad que los conflictos armados traen a su espacio vital. 
Niños que tienen que redactar, otros que descubren realidades atroces, hermanos que desarrollan su imaginación para sobrevivir, enemigos que se parecen más de lo que creen, familias que se debaten entre el amor y los dilemas morales, historias de amor (im)posibles, o deportistas con sueños rotos son algunas de ellas. En muchos casos son historias reales que pueden conocer en este post dedicado a este tipo de álbumes basados en hechos reales.


Roberto Innocenti. Rosa Blanca. Lóguez. (***)



Davide Cali y Serge Bloch. El enemigo. TakaTuka. (***)




Elzbieta. Flon-Flon y Musina. SM. (***)







Antonio Skármeta y Alfonso Ruano. La composición. Ekaré/SM (***)



Carmen Segovia. Mitsu y Lala. Anaya. (***)



Karin GruB y Tobias Krejtschi. La zapatilla roja. Lóguez.



Mónica Montañés y Eva Sánchez Gómez. Los distintos. Ekaré.



Ana A. de Eulate y Sonja Wimmer. El cielo de Afganistán. Cuento de luz.


Es curioso como las perspectivas más complejas (véase la guerra preventiva o las revueltas populares) son minoritarias en las obras infantiles, una realidad que choca de lleno con la orientación argumental de una literatura juvenil y/o adulta que aboga por un discurso donde caben facetas sociales, geográficas, históricas, económicas y sentimentales muy variadas. Títulos como el 300 de Frank Miller y Lynn Barley, La guerra de los mundos de H. G. Wells o La guerra de los botones de Louis Pergaud, ahondan en puntos de vista complejos en los que la guerra ejemplifica un servicio político y social a pesar de sufrir bastantes tachaduras. 


H. G. Wells. La guerra de los mundos. Anaya.



Frank Miller y Lynn Barley. 300. Norma Editorial (***)



Louis Pergaud. La guerra de los botones. Anaya (***)

En esa línea y en formato de libro-álbum, solo se me viene a la cabeza De cómo Fabián acabó con la guerra, un libro de Anaïs Vaugelade donde el discurso no se decanta por esa idea buenista de la paz, sino que se retuerce sobre sí mismo y habla de una violencia que, a pesar de ser no deseada, pone fin a un conflicto de mayor envergadura. La culpa, la manipulación, los intereses creados, el honor... una amalgama de perspectivas que se alejan del típico discurso pacifista que solicita el consumidor de Literatura Infantil y que quizá haya sido la causante de que este libro (por desgracia) no sea muy conocido.



Anaïs Vaugelade. De cómo Fabián acabó con la guerra. Corimbo. (***)


Una de la parcelas bélicas más tratadas en la Literatura Infantil es la de los refugiados. Niños que se ven sorprendidos por la guerra y se ven obligados a huir y dejar atrás su hogar, sus amigos y su colegio. Aunque también se podrían encuadrar en este apartado todos aquellos libros sobre migración, cabe recordar que la guerra y no otro, es el motor de estas historias que recojo a continuación.  


Elise Gravel. ¿Qué es un refugiado? Anaya.



Nicola Davies y Rebecca Cobb. El día en que llegó la guerra. Alba.



Claude K. Dubois. Akim corre. Lóguez. (***)



Fatima Sharafeddine y Claude K. Dubois. Mi país está en guerra. SM.



Annika Thor y Maria Jönsson. La niña de muy lejos. Gato Sueco.





José Camparini y Evelyn Daviddi. Trenfugiados. La Fragatina.



Fran Nuño y Zuzanna Celej. El mapa de los buenos momentos. Cuento de luz.



Francesca Sanna. El viaje. Impedimenta. (***)





Ruth Vander Zee y Roberto Innocenti. La historia de Erika. Kalandraka. (***)



Angèle Delaunois y Christine Delezenne. La llave. Lóguez.



Bertold Brecht y Carme Solé Vendrell. La cruzada de los niños. El jinete azul.



María José Ferrada y Ana Penyas. Mexique. El nombre del barco. Libros del Zorro Rojo.



Liz Lofthouse. Ziba vino en un barco. Ilustraciones de Robert Ingpen. Lóguez.



Marek Vadas y Daniela Olejníková. ¡Huye! Barbara Fiore.



Morten Dürr y Lars Horneman. Zenobia. Barbara Fiore. (***)


De entre  todos los libros que nos hablan de la guerra cabe destacar aquellos que parten de una experiencia propia, que en el caso de la Literatura Infantil suelen ser la Primera y Segunda Guerras Mundiales. Es así como Tomi Ungerer, Michael Foreman, Uri Orlev, Judith Kerr, Leo Meter, Anna Frank y muchos otros nos sumergen en un amplio abanico de testimonios y vivencias parecidas bajo el común denominador de la guerra.




Michael Foreman. El jardín feliz. Intermón Oxfam.









Judith Kerr. Cuando Hitler robó el conejo rosa. Loqueleo. (***)



Anne Frank. Diario. DeBolsillo.


Otros títulos, aunque no han sido escritos por personas que sufrieron los avatares de las grandes guerras, están muy bien logrados y siempre merecen un hueco en esta estantería sobre causas y consecuencias bélicas. No debemos olvidar que cualquier libro en el que aparezcan pequeños conflictos tiende puentes hacia otros de mayor calado.


Jan Terlouw. Invierno en tiempo de guerra. HarperKids. (***)





No se nos pueden olvidar todas las guerras civiles que han minado diferentes países de nuestro planeta durante el último siglo (un poquito más, si me apuran). En el caso de la guerra civil española hay tantos títulos (ya expliqué el porqué en este post sobre tendencias políticas en la LIJ) que me limitaré a apuntar un par de mis favoritos, pues no todos tratan el tema con el gusto y la neutralidad deseados (NB: Véase esto como claro ejemplo de que las guerras siempre permanecen latentes aunque la violencia termine. Es lo que se llama la guerra ideológica, una a la que también contribuyen los libros infantiles). Si algún día tengo tiempo y ganas haré una pequeña selección.

Por otro lado es bastante paradójico que mientras el universo del libro-álbum se llena de compromiso idealista y denuncia social, el discurso de la Literatura Juvenil fluye en otras muchas direcciones y podemos encontrar ejemplos de cualquier tipo. Sagas paraliterarias llenas de belicismo, novelas ambientadas en trincheras y campos de concentración, o protagonistas que actúan como víctimas y verdugos. Todos diversifican la mirada hacia la guerra desde un sugerente punto de vista para el adolescente en ciernes que se nutre de intensidades varias. 
Violencias aparte (ya saben que los libros para jóvenes rebosan de esta por los cuatro costados) y por citar alguno, me quedo con tres novelas gráficas. Una obra maestra y otras dos de corte más actual.


Art Spiegelman. Maus. Reservoir Books. (***)






Benoit Ers y Vincent Dugomier. Los niños de la resistencia (7 vols.). Base.


Quizá Maria Montessori llevaba razón con aquello de "Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz", sobre todo porque seguimos llenando páginas contando las atrocidades de la guerra, como si sus efectos fueran a cambiar la naturaleza humana. Creo que no. Estaría mucho mejor dejarse a un lado la ignorancia e intentar conocer las causas de los conflictos armadosunos que, en la mayor parte de las ocasiones, se deben a las diferencias culturales o religiosas, la geopolítica, la pugna por los recursos naturales o el territorio. Esa es la verdadera educación: conocer en vez de adoctrinar.
Sin ir más lejos el otro día me encontré en un perfil de Instagram cierto alegato para que en los medios de comunicación españoles se le prestara la misma atención a la cuaresma que al ramadán, ya que tanta discriminación positiva, por un lado estaba provocando una pérdida de nuestro patrimonio cultural, y por otro ahondaba en las diferencias religiosas. 
Llevaba toda la razón del mundo, máxime cuando no atacaba a otros credos, sino que pedía visibilidad para la suya, una que es mayoritaria en nuestro país, y respeto para todas, algo en lo que, a pesar de no ser cristiano, estoy de acuerdo porque conozco la relación entre España y el catolicismo. 
Probablemente quienes la desconozcan sean quienes animan al ninguneo de la cuaresma alentados por sus intereses y las guerras ideológicas que subyacen en la memoria de nuestro país desde hace décadas. Ellos y no otros serán los que prenderán la mecha en loor a esa "concordia" que muchos dicen esgrimir pero que solo es otro arma para hacer la guerra, una cuya línea es muy fácil de sobrepasar. Esperemos que ese no sea un triste principio más.
Para terminar, unos libros para la esperanza con mucha belleza y algo de humor, dos cosas necesarias antes, durante y después de cualquier guerra. He dicho.