Una denuncia de la indefensión de la infancia en los conflictos armados
y el drama que convierte a los niños en soldados.
Cuando se impone la dictadura del miedo, las ventanas no sirven para dejar entrar la luz, para ver, se convierten en ojos que nos vigilan.
Finalizada la guerra, un grupo de hombres armados detiene inesperadamente a los padres y tíos de Bruno y Silvina. Cuatro niños y un bebé se quedan solos e indefensos en la casa que comparten sus familias, abandonados a su suerte en una ciudad hostil en la que los ciudadanos se vigilan unos a otros desde las ventanas.
Bruno y Silvina, acompañados por el fantasma de la pequeña Alicia, desaparecida en un bombardeo, luchan por sobrevivir, cuidar del bebé, de sus primos pequeños y encontrar a sus padres, pese a que la cobardía de vecinos, allegados y desconocidos los va empujando a un callejón sin salida.
La falta de solidaridad hace de los débiles un blanco fácil. Basta un paso en falso para reducir nuestras expectativas de la vida a la estrechez de la mirilla de un fusil.
Critica:
"Tal vez el lector, sumergido en esta historia inquietante, cautivadora,
impecablemente escrita, decida poner nombres a las cosas y buscar
geografías concretas. Le invitaría a hacerlo, aunque la visión de lo que
vaya descubriendo a un lado y otro de las ventanas le conmueva y le
sobrecoja. Un libro muy necesario." Alfredo Gómez Cerdá.
El 12 de febrero del 2002 entró en vigencia el Protocolo Facultativo de ONU que condena el uso de niños y adolescentes menores de 18 años en cualquier conflicto armado. Hasta el momento, más de 100 Gobiernos han ratificado dicho Protocolo.
Pese a ello, muchos grupos armados y también ejércitos gubernamentales legales en muchos países siguen reclutando y usando a niños y niñas soldado. A muchos de ellos se los recluta por la fuerza y después, ya no pueden salir de su unidad armada. La mayoría de los niños soldado tiene entre 15 y 18 años de edad. No obstante, en varios conflictos, se han reclutado niños de no más de 9 años. Muchos otros niños viven y crecen en zonas de guerra, y si no se unen a un grupo armado “por su propia voluntad”, sus posibilidades de sobrevivencia son muy escasas.
Para conmemorar este importante paso y a fin de garantizar el derecho a la protección de conflictos armados para todos los niños, la Coalición Internacional contra el Uso de Niños Soldado ha proclamado el Red Hand Day o el Día de la Mano Roja.
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