"La comida saludable puede ser rentable, solo se necesita visión de futuro".

Sin un cambio sistémico que involucre a comunidades enteras 
no será posible prevenir la epidemia de obesidad infantil...
La obesidad infantil no es tanto un problema de recetas, 
cuanto de cambios en el entorno social y familiar donde viven los niños.
¿Ser pobre engorda?.

Entrevista a Christina Economos, experta en nutrición*.






 
Tendemos a ser petulantes en los países mediterráneos porque no tenemos tanta obesidad, pero luego miramos las predicciones sobre el aumento en la obesidad infantil y se nos borra la sonrisa de la cara. Estados Unidos parece estar a la vanguardia de algo que en realidad es un problema global.
Es absolutamente global, no solo en las naciones desarrolladas, sino también en los países en desarrollo que, aunque están detrás de los EE UU y el Reino Unido, se están acercando a la misma tasa. Las predicciones son que en las próximas dos décadas, si no se toman medidas drásticas, veremos una epidemia de obesidad a nivel mundial tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.

La obesidad afecta sobre todo a países en desarrollo y a las personas de bajos ingresos en países ricos. ¿Ser pobre engorda?
En los países en desarrollo lo ves tanto en poblaciones de altos como de bajos ingresos. Es complicado, pero sin duda un gran contribuyente es el consumo de alimentos altamente procesados. A medida que reemplazamos alimentos locales frescos, menos densos en calorías, más ricos en nutrientes y fibra, con alimentos altamente procesados, altos en grasa, azúcar y sal y muy densos en calorías, consumimos más calorías en menos tiempo. Los alimentos procesados y las dietas occidentales comienzan a extenderse por conveniencia, por la capacidad de hacerlos bastante baratos, por el hecho de que pueden tener una larga vida útil. Hay un montón de variables, pero vemos que el consumo de estos alimentos está aumentando a nivel mundial.

Después de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, parecía que EE UU estaba en una posición única para proporcionar alimentos saludables y asequibles a su población. La comida se volvió asequible, pero no saludable. 
¿Qué salió mal y cómo podría usarse eso como una advertencia para otros países?
Creo que la búsqueda del desarrollo y la prosperidad económica es algo compartido en todo el mundo. Tiene usted razón en que EE UU pudo avanzar en esa dirección antes que muchos países, pero con eso viene el deseo de mayor comodidad. En lugar de comprar alimentos frescos y pasar un par de horas preparando una comida, tomamos un atajo con alimentos que ya están preparados que satisfacían a los padres y las personas que trabajaban. También necesitamos alimentar a mucha gente en poco tiempo, y nuestras escuelas se volvieron mucho más eficientes en este sentido con alimentos procesados y envasados en lugar de cocinar desde cero. Todo eso se desplazó después al entorno laboral, y fue a expensas de los alimentos frescos. Los alimentos procesados se fabrican para ser muy sabrosos, y a menudo tienen más azúcar, grasa y sal.
Hay que agregar a eso la proliferación de las bebidas azucaradas en la población de todos los grupos de edad, que añaden calorías innecesarias a la dieta. En lugares donde el agua del grifo no es segura, a menudo se consume una gran cantidad de bebidas azucaradas, altamente calóricas, desde zumos hasta bebidas energéticas. Puedes ver eso en muchos países en desarrollo cuando viajas.

Podríamos decir entonces que estos son los dos factores principales en el desarrollo de la obesidad infantil: el consumo de bebidas azucaradas y el hecho de que la gente ya no cocina en casa.
En EE UU gastamos más del 50% de nuestros dólares en comer fuera de casa. Los datos provienen de nuestro grupo de servicios de investigación económica. Ahora hay un gran esfuerzo para establecer restaurantes y alimentos que sean más saludables, pero ha comenzado hace poco, es un área de crecimiento del mercado. En los últimos 20 años, principalmente han sido alimentos menos saludables.

¿Su programa Obesity180 interviene en esas cosas cuando llega a una comunidad?
Trabajamos mucho con escuelas y restaurantes, que son dos áreas donde los niños adquieren una gran cantidad de sus alimentos. En los EE UU, si eres un niño de una familia de bajos ingresos, puedes recibir comidas gratis o de precio reducido en la escuela. Eso puede contribuir a la mitad de sus calorías, y es un área realmente importante para asegurarse de que la ingesta dietética de esas comidas sea la mejor posible.
Además, los niños consumen mucha comida fuera de casa en lo que llamamos el segmento de servicio rápido como Burger King y McDonald’s. Las familias comen con mayor frecuencia ese servicio rápido porque es menos costoso, rápido y altamente apetecible. Hemos trabajado mucho en los restaurantes, en el espacio escolar y en las escuelas preescolares para asegurarnos de que los niños reciban alimentos saludables en esos entornos.
Luego está el entorno minorista, que consiste en comprar alimentos en las tiendas de comestibles y consumirlos en el hogar, pero esa es una elección muy individual. Cuando entras en un supermercado, puedes comprar lo que quieras, pero te ves empujado por diferentes estímulos, como las estanterías al final de un pasillo. Podrían tener productos saludables en lugar de productos no saludables, por ejemplo, o también cerca de la caja registradora.

¿Son las empresas susceptibles a esos cambios? Porque probablemente querrán maximizar las ganancias en lugar de ofrecer alimentos saludables.
Sí, lo son, y hemos publicado algunos trabajos que demuestran que lo que es bueno para los niños también puede ser bueno para los negocios. Hemos trabajado con diferentes cadenas de restaurantes que demuestran que cuando hacen que las comidas de los niños sean más saludables, no pierden cuota de mercado sino que en realidad la ganan, porque los padres quieren opciones más saludables.
Ahora bien, tienen que tener buen sabor, buen aspecto y ser amigables para los niños. Durante muchos años, en los Estados Unidos el menú infantil han sido dos o tres alimentos como macarrones con queso, pizza y nuggets de pollo. Pero hemos trabajado con restaurantes que han probado comidas realmente innovadoras, y a los niños les encantan. Requiere un poco más de esfuerzo y un poco más de costo, pero puedes recuperar ese dinero. Solo se necesita algo de innovación y algunos propietarios con visión de futuro para hacerlo. La comida saludable puede ser rentable si se hace bien, es una tendencia creciente. Creo que con los millennials a cargo en los próximos años, a medida que se conviertan en líderes, se volverá cada vez más popular.

Durante mucho tiempo, parecía que la salud y los resultados económicos estaban enfrentados. Pero cuando tenemos en cuenta la carga de las enfermedades prevenibles en la sociedad, las cuentas ya no salen.
Así es, y permítanme agregar que, en los últimos años, hay otra tendencia emergente muy importante, que es la sostenibilidad y la salud planetaria. La generación que ahora tiene 20, 30 años se preocupa mucho por el medio ambiente y están pensando en términos más holísticos: salud, nutrición y cambio climático. No solo están preocupados por el contenido de nutrientes, sino también por cómo se cultivó la comida y qué tipo de impacto ambiental tendrá.

Los niños parecen ser muy vulnerables a un entorno cada vez más competitivo y la presión por parte de los padres para que obtengan mejores resultados académicos, y terminan tan estresados como sus progenitores. ¿Esta presión psicológica también está relacionada con los problemas de salud como la obesidad?
No soy experta en salud mental, pero sé bastante sobre los niveles de estrés en los niños porque los medimos en muchos de nuestros estudios. Y tiene usted toda la razón en que el estrés tiene un impacto fisiológico, y para algunos niños puede dar lugar a alteraciones en el sueño, alteraciones en la alimentación o trastornos alimentarios. Por lo tanto, debemos tener mucho cuidado con la forma en que ejercemos como padres y pensar que una dieta saludable con mucha actividad física y consumo de agua puede ayudar a contrarrestar parte del estrés que sienten los niños.
Si permitimos que el estrés provoque el consumo de alimentos altamente procesados y más tiempo frente a la pantalla, se convierte en una situación poco saludable. Hay programas en los Estados Unidos en este momento para incorporar la gestión del estrés en la escuela secundaria, reducir los deberes en casa y tratar de crear personas más completas. Creo que ha habido una enorme presión sobre los niños pequeños a una edad muy temprana, especialmente en los Estados Unidos, y estoy seguro de que también han visto eso en España. En este momento hay cierta reacción y la gente se está dando cuenta de que pasar diez horas diarias frente a la pantalla tiene consecuencias adversas en el sedentarismo, la depresión y el aislamiento social.

Una de las cosas interesantes sobre su programa es que involucra a toda la comunidad. En Europa tenemos sistemas de salud estatales y la gente tiende a esperar que se encarguen de las cosas. ¿Se puede exportar el modelo cooperativo a otros países?
Sí, definitivamente. Hemos trabajado con algunos colegas en Australia y otros países que buscan este modelo de participación y difusión, donde se busca impactar todos los microsistemas dentro de una comunidad para trabajar juntos. Se convierte en un enfoque holístico para los niños que viven en esa comunidad, desde la atención médica hasta el suministro de alimentos, el sistema educativo, la salud pública, etc. Hemos visto que tiene éxito en los Estados Unidos y definitivamente creemos que es exportable, tienes microsistemas similares en la mayoría de los países.

¿De verdad cree podemos prevenir la epidemia de obesidad? Las predicciones son sombrías.

Lo son, pero creo que sí podemos. Incluso en Estados Unidos, dos tercios de los niños no tienen sobrepeso ni son obesos, así que con seguridad hay una manera de prevenirlo. Tenemos que asegurarnos de que todos los niños estés rodeados de sistemas saludables. El problema es que a menudo los niños más desfavorecidos están sujetos a entornos poco saludables mientras que los niños más favorecidos están protegidos, hay mucha desigualdad. En EEUU, los niños de bajos ingresos desarrollan sobrepeso, obesidad y otras afecciones crónicas, como el asma, por la exposición a una mala calidad del aire y, como mencionó usted anteriormente, experiencias infantiles adversas con entornos de estrés tóxico. Ellos son los que soportan el peso de las enfermedades. Pero creo que podemos conseguir un entorno y unas políticas saludables que sean equitativos para que todos los niños puedan vivir una vida saludable.

* Christina D. Economos es investigadora experta en nutrición y obesidad, sin embargo, su trabajo se centra más en las personas que en los nutrientes. Es profesora de Ciencias y Políticas de la Nutrición de la universidad Tufts, en Boston, la única escuela de nutrición independiente en los Estados Unidos, y fundadora del programa de prevención Obesity180, centrado en atacar el problema de la obesidad infantil no tanto con recetas, sino con cambios en el entorno social y familiar donde viven los niños, especialmente los más desfavorecidos. Sostiene que sin un cambio sistémico que involucre a comunidades enteras no será posible prevenir la epidemia de obesidad infantil en el futuro.

Máster en "Políticas de Infancia y Adolescencia: Retos actuales". Abierto ya periodo de Preinscripción, próximo curso 2020/2021.

Tenemos el gusto de comunicarle que ya se encuentra abierto el periodo de preinscripción 
de la IIIª edición del Máster en "Políticas de Infancia y Adolescencia: Retos actuales"
para el curso 2020-2021


El Máster tiene como objetivo principal proporcionar un conocimiento multidisciplinar, basado en los nuevos estudios de infancia y en el enfoque de derechos, sobre la posición y el papel de los niños, niñas y adolescentes en el mundo actual, considerándolos verdaderos actores sociales, y sujetos de derechos.

El Máster en Políticas de Infancia y Adolescencia ofrece la más adecuada respuesta a la necesidad de formación señalada en el  anteproyecto de Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, el cual destaca en su articulado la importancia de que todos los profesionales que desarrollan su actividad en contacto con niños, niñas o adolescentes, sea desde el sistema legal, social, sanitario, educativo u otros, posean un adecuado conocimiento de los derechos que les protegen y de las circunstancias sociales que les rodean. .

Los horarios de las clases serán los viernes (15h30 a 20h) y sábados (9h30 a 14h).

Adjuntamos al presente email el folleto de información general del programa del Máster.  Para mayor información o para acceder a la preinscripción ponemos a su servicio  los siguientes enlaces:

INFORMACIÓN pulsar AQUÍ

PREINSCRIPCIÓN pulsar
AQUÍ

Folleto de información general del programa del Máster

Revista Derechos Y Realidades. DNI Costa Rica.

Laboratorio de ideas en derechos de los niños, niñas y adolescentes.

Nuestros mejores de deseos para el futuro de la misma, sabedores de que este "Laboratorio" será un referente para la infancia de Costa Rica, Latinoamérica...

Una revista se hace en colaboración con dos programas:
•     Academia DNI CR Think Tank,
•     Comunica con Respeto.

La Edición corre a cargo de Virginia Murillo Herrera, presidenta ejecutiva DNI-CR. y María José Murillo Araya, Comunica con Respeto.

Este es su nº1, accede a su contenido desde aquí:  http://dnicostarica.org/wp-content/uploads/2020/07/Revista-Derechos-y-Realidades-2020N%C2%BA1-.pdf 

Propuestas para una planificación urbana sostenible y responsable con la infancia.

Esta crisis puede y debería ser el punto de inflexión 
para un cambio de paradigma en la forma que diseñamos nuestras ciudades 
priorizando la planificación urbana integral centrada en las personas.



En las ciudades, determinados factores han contribuido a agravar la crisis sanitaria a nivel urbano: por ejemplo, la densidad de población, la concentración de la actividad económica y del turismo, la conexión con el exterior, la interconexión de redes de transporte o la precariedad de las viviendas y las condiciones de hacinamiento en las que se encuentran muchas personas.

Durante la desescalada, es crucial poder mantener la distancia física en espacios públicos, de trabajo o comerciales; tener un hogar con buenas condiciones de habitabilidad con espacio suficiente para estudiar, trabajar, disfrutar del ocio, y la posibilidad de poder aislar a un familiar contagiado o sospechoso de estarlo. Sin embargo, muchas familias se han visto en serias dificultades para poder realizar todo lo anterior bien por escasez de recursos individuales o por las limitaciones de sus viviendas o de las ciudades donde viven.

Esta crisis puede y debería ser el punto de inflexión para un cambio de paradigma en la forma que diseñamos nuestras ciudades priorizando la planificación urbana integral centrada en las personas para lograr ciudades más verdes, seguras, saludables, inclusivas y preparadas ante el cambio climático y posibles pandemias futuras. Y este proceso sólo tendrá éxito si se hace partiendo de una perspectiva de derechos de infancia.




The Kind City: renaturalizar las ciudades, que sean más amables con la infancia.

¿Somos conscientes de cómo nuestra movilidad y ritmo de vida está afectando a la salud de las niñas y niños?.
¿Se están tomando las medidas necesarias para reducir las emisiones allí donde viven niñas y niños?.


Queremos iniciar un movimiento de familias, niñas y niños para crear consciencia social de la necesidad de renaturalizar las ciudades y municipios, de manera que sean más amables con la infancia.

Por eso, hemos creado #TheKindCity, una campaña de sensibilización para dar a conocer los perjuicios que sufre la infancia en sus ciudades y reivindicar el derecho de niñas y niños a que las ciudades piensen en ellos y en sus necesidades de desarrollo, crecimiento y bienestar a la hora de replantear los proyectos urbanísticos.

¿Por qué sumarte a #TheKindCity?

Hi Little! es un proyecto que a través de la moda une a una comunidad de familias que forman parte del cambio y fomenta el liderazgo infantil hacia un mundo más justo, amable y sostenible.
Esta campaña nace gracias a la participación más de un centenar de familias que el año pasado apoyaron nuestra campaña solidaria #MediterraneanFragility, en beneficio de Open Arms y Open Cultural Center. Esta campaña de Crowdfunding, es el pistoletazo de salida a un proyecto de sensibilización y un movimiento de reivindicación que pretende implicar a niñas, niños, a sus familias, sus escuelas y a todas aquellas personas que se sientan identificadas con la necesidad de ciudades y municipios más verdes y amables.

Ahora es el momento de sensibilizar y actuar para generar políticas urbanas que promuevan el bienestar de los niños/as y sus familias ¿no os parece? Queremos ciudades más verdes, con menos coches, y más jugables. Ciudades donde los niños/as puedan crecer en salud y bienestar físico y emocional. 
El 10% de la recaudación de la campaña se destinará a realizar acciones para renaturalizar los espacios y hacerlos más amables para la infancia

Jóvenes Repensando las Aulas 2020. Escuelas Postpandemia.

Jóvenes de 18 a 29 años proponen 
soluciones innovadoras 
para un inicio de curso escolar más seguro y digital.

 
 
Desde Educación Conectada, Fad y BBVA hemos invitado a jóvenes estudiantes de 18 a 29 años a que sean parte de la solución de los principales retos a los que se enfrentarán los centros escolares el próximo curso escolar mediante el concurso de ideas “Escuelas pospandemia. Jóvenes repensando las aulas”, cuyas propuestas ya puedes conocer.

Entre ellas, encontramos iniciativas tan imaginativas como teselar el aula en hexágonos para garantizar la distancia de seguridad, diseñar trajes EPIS para no perder el contacto con compañeros o compañeras, e instalar entre los pupitres mamparas de materiales sostenibles como el cartón reciclado.

¿Son las ciudades actuales entornos adecuados para los niños?.


Pedagogos, sociólogos y arquitectos ven urgente un replanteamiento de las urbes 
 para que dejen de ser esos lugares inhóspitos,
 y vuelvan a ser de la ciudadanía. Una ciudadanía inclusiva y plural.


El País.
Una niña con mascarilla en una céntrica, Pamplona. EP.

Dice Francesco Tonucci, psicopedagogo de referencia internacional y gran activista de la protección de la infancia, que la ciudad es ahora como el bosque de nuestros cuentos: un lugar sucio y gris al que tememos. La ciudad es difícil para todos. Lo es para los adultos, pero también para los mayores, para las personas con necesidades especiales y, obviamente, para los niños. Lo sabemos los que tenemos hijos y encontramos las ciudades como territorios inhóspitos en los que el paseo, el juego y la estancia no tienen cabida en sus calles. Todo está compartimentado y estructurado, todo gira en torno a la movilidad, pero incluso esa movilidad es muy determinada: el carro no cabe entre los coches ni puedes acceder con él a muchas estaciones de metro, los niños han perdido su autonomía, el tráfico y los edificios han fagocitado la espontaneidad del juego. La economía manda.


Pedagogos, sociólogos y arquitectos ven urgente un replanteamiento de las ciudades para que dejen de ser esos lugares inhóspitos y vuelvan a ser de la ciudadanía. Una ciudadanía inclusiva y plural que tenga en cuenta a los niños, niñas y adolescentes. Sobre ello versó el encuentro intergeneracional Ciudad y ciudadanía de la infancia y la adolescencia en el COVID, organizado por el Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia (GSIA) el pasado 26 de junio. A través de esta jornada, que contó con la participación de Tonucci y de un grupo de jóvenes de la ESO y Bachillerato, se buscaba poner el foco en la necesidad de negociar los espacios de convivencia en la ciudad entre los distintos ciudadanos que se mueven en ella –incluidos los niños y adolescentes–, pero también en la necesidad de incorporar en la escuela la visión de los estudiantes como ciudadanos de pleno derecho.

Para Lourdes Gaitán, socia fundadora del GSIA y secretaria del Comité Científico de Sociología de la Infancia de la FES, hoy las ciudades se han vuelto cada vez más segregadas, “son ciudades más para pasar que para estar”, y aboga porque el movimiento favorable a una mayor presencia de los niños en la calle se inscriba en el movimiento de transformar las ciudades a través de la humanización: “Hacer las calles más humanas pasa por algunas cosas que ya se han empezado a hacer en algunas ciudades: más zonas peatonales, uso de otro tipo de vehículos menos agresivos que los coches y medidas para reducir la contaminación. Esto último le preocupa mucho a los niños y a los jóvenes, como hemos visto en la pasada cumbre sobre el clima. Los niños son muy activos y muy sensibles a las cuestiones del medioambiente, por eso hay que escucharles”.

El parque como elemento segregador

El confinamiento ha hecho (aún) más visibles las ciudades como jaulas. En ellas, algunos puntos de desfogue (los parques infantiles, las áreas de entrenamiento, las áreas caninas) que, similares a las ruedas del hámster, posibilitan algo de movimiento extra. ¿Dónde llevamos a los niños para que liberen su energía? Al parque, esos recintos que Lourdes Gaitán define como “corralitos” para separar espacios de convivencia: los niños pequeños dentro (los que juegan), los adultos fuera (los que vigilan y marcan los tiempos). 

Para Virginia Navarro, arquitecta y cofundadora de cuartocreciente arquitectura, un proyecto creado con el objetivo de mejorar los principales espacios en los que se desarrolla la infancia (casa, escuela y ciudad), los parques infantiles y también los patios escolares son espacios muy pobremente diseñados: “Estos espacios solo incluyen un tipo de juego: en el parque infantil es un tipo de juego repetitivo (subir, bajar, columpiarse, balancearse) y en los patios escolares son juegos reglados, materializados en canchas de deporte y juegos con balón. Además, recogen un rango de edad muy limitado, dejando fuera a los niños más mayores y adolescentes”.

En esto último insiste también Gaitán, quien ve en estos espacios más que lugares para un esparcimiento seguro, espacios para la segregación, ya que no incluyen ni a todas las edades ni la variedad de juegos y actividades que necesita la infancia: “Las plazas y los parques sin barreras son espacios que comparten varias generaciones. Cuando segmentamos y vallamos los parques, se produce la segregación de las personas que frecuentan estos lugares en función del grupo de edad al que pertenecen. El parque, como espacio público de uso compartido, debería ser un espacio de aprendizaje y convivencia, pero si intervenimos en ese espacio rompemos ese ecosistema”. Recuerda la socióloga cómo la imaginación de los niños supera con creces la del adulto que diseña estos espacios: “En los parques los niños suplen la falta de imaginación de los adultos cuando desbordan los límites y reutilizan a su manera el espacio; por ejemplo, usando botellas de agua como portería para jugar con el balón”.

Tampoco existen alternativas fuera de estos espacios. Según Virginia Navarro, la pérdida de juego en las calles de la ciudad supone, por primera vez en toda la historia de la humanidad y especialmente en los países desarrollados, que no existe en la infancia el juego libre no supervisado. Esto significa, según la experta, que “en ningún momento” el niño socializa y juega sin estar sometido a la mirada adulta. “Esta falta de autonomía es una pérdida sin precedentes. Su origen se sitúa en los años 90 y se fue incrementando con rapidez en años sucesivos, lo que ha demostrado que tiene consecuencias a nivel físico (incremento de la obesidad, miopía, falta de vitamina D), emocional (poca frecuencia de relación entre iguales, ansiedad, tristeza, mala autogestión de las emociones y falta de concentración) y en el aprendizaje (pierden la oportunidad de sacar provecho de materiales ocasionales como piedras, hierba, tierra; de tomar posesión del espacio; o de asumir riesgos razonables, entre otros)”, afirma.

Las ciudades también educan. El pedagogo Loris Malaguzzi consideraba el entorno físico como un “tercer profesor” después del maestro y los otros niños. Tal y como están planteadas las ciudades hoy, y teniendo en cuenta la cuestión de los parques infantiles y la desaparición del juego de las calles, ¿qué están aprendiendo los niños y niñas de ellas? Según la arquitecta Virginia Navarro “aprenden que la ciudad pertenece al adulto y al coche, que su acogida solo se da en parques específicos y que es peligrosa e inhóspita”. Además, añade que cuando los espacios públicos mejores de la ciudad (históricos) están ocupados de terrazas y turistas, “también perciben lo público como un espacio que puede dedicarse principalmente al consumo, algo que se potencia cuando sus principales salidas públicas son a centros comerciales”.

Una ciudad centrada en las necesidades de todos

Una ciudad adecuada para niños y niñas es una ciudad que es buena para todos", dice Tonucci en La città dei bambini. Almudena de Benito, arquitecta y fundadora del proyecto Chiquitectos, considera que actualmente en las ciudades no solo nos hemos olvidado de la infancia, sino también de las mujeres y de la tercera edad. “La ciudad fue pensada para un modelo productivo y remunerado, vinculado tradicionalmente a lo masculino; diseñada para un hombre trabajador de mediana edad que se mueve en coche. Un hecho que se aprecia claramente en la velocidad a la que los peatones cruzamos las calles anchas en los semáforos (como la Castellana, en Madrid); un reto imposible para una persona anciana, dependiente, o para los niños y niñas”. Señala también que, aunque en algunos países europeos como Austria, han surgido desde los años 70 propuestas del llamado “urbanismo con perspectiva de género”, en España esto es algo más reciente. “Este tipo de planificación pretende priorizar las tareas del cuidado -asociadas a las mujeres- frente a la movilidad lineal trabajo-casa. Es decir, las ciudades se diseñan desde el ámbito reproductivo y de los cuidados, sin olvidar el trabajo productivo. Creo que esta es la clave, construir una ciudad centrada en las necesidades de todas las personas que la habitan y que priorice el encuentro frente al consumo, de ahí la importancia del espacio público como lugar de socialización. Plazas para estar, sin necesidad de consumir, que se convierten también en espacios lúdicos. Entender la ciudad como un gran campo de juego no solo beneficia a la infancia”, explica.

¿Cómo debería ser una ciudad para que incluyera las necesidades de todos?.
Para responder a esta pregunta, Virginia Navarro considera interesante contar con el ejemplo de Pontevedra, una ciudad de más de 50.000 habitantes, en la que se transformó completamente la movilidad urbana, lo que ha repercutido en beneficios en la infancia, pero también en el resto de la ciudadanía. “El tráfico no solo es un problema de las grandes ciudades: en 1996 Pontevedra triplicaba la intensidad de tráfico del centro de Madrid. Los principios de actuación, que iniciaron la transformación en 1999, son absolutamente vigentes para incluir a la infancia en nuestras ciudades: todos los espacios públicos urbanos deben poder ser usados por todos los vecinos y vecinas sin distinción de capacidades, edad o estatus socioeconómico para actividades diversas; la movilidad peatonal es la forma más natural y básica de desplazarse por la ciudad, y ningún otro tipo de movilidad puede sustituirla ni debe desplazarla; la ciudad debe tener una alta calidad ambiental con niveles más reducidos de contaminación aérea y acústica; la ciudad debe ser un espacio sin violencia, libre de prácticas que generen peligro o sensación de peligro”.
Esto se tradujo, según la arquitecta, en una serie de actuaciones concretas, pensando siempre en la ciudad en su conjunto. “Se redujo drásticamente el tráfico, se limitó la velocidad a 30 km/h, se eliminaron espacios de aparcamiento en las calles saturadas (cuando existe la percepción de que se puede circular y estacionar aumenta el tráfico), se ampliaron las calles hasta darle el mismo espacio al coche que al peatón, se eliminaron barreras arquitectónicas y se crearon caminos escolares seguros para favorecer la autonomía de los niños. Todo ello ha contribuido a crear una ciudad amable con la infancia, que ha llenado sus calles y sus plazas”. A esto se añade como principio de diseño la presencia de naturaleza, no como algo decorativo, sino como elementos que propician beneficios a nivel físico, psicológico y ambiental.


Todo esto exige, como se ha visto en el caso de Pontevedra, la reconstrucción de un tipo totalmente diferente de ciudad que no todas las ciudades están dispuestas a asumir. ¿Utopía o realidad? Almudena de Benito no considera imposible modificar cosas como la creación de una red de espacios verdes accesible a pie, la restricción del tráfico o la peatonalización de algunas calles. “Son pequeñas medidas que no suponen una gran inversión en infraestructuras y que contribuyen a construir una ciudad más amable y abierta”, cuenta. Por su parte, Virginia Navarro tiene claro que aunque no todas las estructuras físicas urbanas permiten generar entornos igual de amables, es posible una importante transformación si existe “una férrea voluntad política”. Y es urgente, porque según la ONU uno de los grandes desafíos de nuestro siglo será la vida de las ciudades, ya que 7 de cada 10 personas vivirán en una ciudad en 2050. “¿No empieza a ser una absoluta necesidad plantearnos las ciudades como ecosistemas sostenibles para todos?”, plantea la arquitecta.

¡Desenchufa al niño! La desconexión digital en cinco pasos.

“una hora de naturaleza por cada hora de pantalla”. ¿Y en qué se basa esta recomendación? .
“Los ambientes naturales nos ayudan a descongestionar la vista y la atención 
que le prestas a un estímulo tan fuerte y tan conciso como es la pantalla. 
Ofrecen estímulos blandos, como el mar, las nubes o las puestas de sol,
que atraen la atención sin que tengamos que estar concentrados 
y eso permite descansar la mente de la fatiga que producen las pantallas o el trabajo”. 
Joan Amorós.



Beatriz Lucas,

Durante el confinamiento se ha disparado el consumo de pantallas y la sobreexposición entraña riesgos de ansiedad, sobrepeso o incluso pérdida de visión. Varios expertos marcan el camino para aparcar los aparatos de un modo saludable y en familia

La naturaleza te permite conectar pero también investigar y mantener activos los procesos de curiosidad. En la imagen una niña investiga un bicho que ha encontrado en un día de 'cole' en el grupo de juego en la Naturaleza Saltamontes, en Madrid (pie de foto KATIA HUESO).

A la consulta de la psicóloga María Guerrero, con el desconfinamiento ha llegado un nuevo perfil de paciente: niños que usaban muy poco o nada las pantallas y ahora no hay manera de que hagan algo sin ellas. En el caso de los adolescentes, la adicción les suele restar horas de sueño o les causa un gasto de dinero en juegos online o en mejoras de aplicaciones.

A María Guerrero, además del hábito, le preocupan las consecuencias para la salud física y mental. “Diversos estudios nos hablan de la relación entre el abuso de tecnología y aislamiento, problemas de obesidad, hábitos sedentarios con pérdida de masa muscular, pérdida de visión... Pero también puede ser detonante de ansiedad o depresión y, según un experimento realizado por la revista americana de pediatría, los niños que están en contacto de forma habitual con dispositivos móviles, tabletas u ordenadores son más irritables y muestran una menor capacidad de atención, memoria y concentración que los que no lo están”, apunta Guerrero, que es la psicóloga de la aplicación de control parental Qustodio.

Según Guerrero, el cerebro de un niño “funciona por hábitos y estos tardan en asentarse unos 21 días. Y la tecnología ha sido la única vía de comunicación y ocio durante más de 100 días”. A los padres, esta especialista les suele explicar que, si su hijo está más atrapado de lo normal, no es que sea un bicho raro, sino que es algo común: “La mayoría de los juegos, redes sociales y apps para niños están diseñados para que el cerebro segregue sustancias placenteras. Si para un adulto es difícil dejar un hábito, en el caso del cerebro de un niño, que es más inmaduro y con menor capacidad de autocontrol, es aún más delicado”.

Pero antes de que el lector se lleve las manos a la cabeza y se deje arrastrar por el catastrofismo, la psicóloga advierte: “Hay marcha atrás, pero no es fácil y habrá resistencia al cambio”, asegura esta experta en nuevas tecnologías.

Hay solución, coincide e insiste el profesor barcelonés y asesor de familias Francisco Castaño: “No somos supermadres ni superpadres. No tenemos la culpa de que se nos haya ido de las manos. Nos ha tocado estar en casa, teletrabajar y hacer la comida con hijos a los que atender y les hemos dejado olvidados frente a la pantalla... No hay que fustigarse. Son circunstancias sobrevenidas y vamos a darle la vuelta”, apunta este docente que acaba de publicar el libro La mejor versión de tu hijo (Plataforma editorial).

Paso 1: Calma, tus hijos seguramente no sean adictos a la pantalla
Antes del confinamiento, los expertos ya habían alertado del preocupante aumento del uso de las tecnologías en las niñas, niños y adolescentes.

Manuel Bruscas, vicepresidente del área de producto en Qustodio, una app de control parental que en España usan más de 50.000 familias, explica que en febrero ya había un uso medio de dos horas diarias de niños de 4 a 15 años, según los datos de uso de los usuarios de la aplicación. Y que en algunas aplicaciones como Youtube se había pasado de 39 minutos diarios en 2019 a superar los 63 antes justo del confinamiento y que se convirtieron en 75 minutos el 30 de abril. “Se ha incrementado un 180% la utilización de las tecnologías y va a ser difícil recuperar los números iniciales. Muchos niños notarán que les falta algo, las relaciones se construyen con miradas, con empatía, con relación física y eso la pantalla no te lo da, así que es ahí donde debemos incidir en el proceso de desconexión”, explica Bruscas.

Pero que se usen más las tecnologías que antes o que los niños y adolescentes se resistan a soltar la pantalla no significa que sean adictos. El psicólogo Garicoitz Mendigutxia, director del programa Suspertu, de prevención de adicciones del Proyecto Hombre Navarra, cree que con la vuelta al contacto social descenderán estos hábitos, que considera “coyunturales”. En su proyecto, las niñas, niños y adolescentes a los que atendían antes de confinamiento por estos usos conflictivos eran apenas un 10% del total de pacientes. “Y no hemos detectado un cambio de conducta alarmante a raíz de estos procesos”, explica desde Pamplona.

Aclara, además, que para que sea considerado una adicción, o más bien un “uso conflictivo de las tecnologías”, estas les deben restar tiempo e incluso dinero de otras actividades de su vida. “Deben darse situaciones de aislamiento social, afectar a sus dinámicas de vida —por ejemplo, que la familia no pueda salir a cenar porque el hijo prefiere estar conectado—, solo se relacionan con las redes o tienen problemas y conflictos familiares o porque están conectados hasta las cuatro de la mañana y afecta al rendimiento escolar”, explica el psicólogo. Si ese no es el caso, el plan de acción será más fácil que funcione, si además se le añaden cuatro palabras: tesón, constancia, límites y alternativas.

Paso 2. Habla con ellos y marca los límites para una desconexión progresiva
Educadores, psicólogos y expertos en adicciones coinciden en que estos hábitos saludables deben comenzar desde que los niños son muy pequeños y comienzan a tener acceso a las pantallas: hay que sentarse a hablar con ellos y establecer los límites de uso tanto de tiempos y horarios como de espacios. “Es un relajo dejarle delante de la pantalla cuando es pequeño y vamos a un restaurante, pero hay que pensarlo dos veces porque luego tendrá consecuencias”, señala el psicólogo navarro que es partidario de que los niños, niñas y adolescentes pasen la mayoría del día sin pantallas. Los gurús de Silicon Valey, por ejemplo, educan sin pantallas porque saben que es mejor para un crecimiento saludable. “Igual que educamos en la alimentación, o en el consumo, debemos educar digitalmente a nuestros hijos”, advierte Manuel Bruscas, de Qustodio.

“Hay que sentarse para explicarles las normas y por qué se deben cumplir. Si les haces partícipes, sienten que son parte del proceso y comprenden por qué, van a ser mucho más colaboradores. Ellos asumen las reglas perfectamente si las entienden”, explica Mendigutxia.

María Guerrero cree que hay que recurrir a los argumentos científicos y explicarles que las pantallas pueden perjudicar su salud. Los especialistas en visión han alertado de un empeoramiento de la salud visual de forma masiva durante el confinamiento y la Fundación Pau Gasol asegura que España es líder europeo en obesidad infantil. El exceso de pantallas genera estrés, irritabilidad, aislamiento y depresión... “A los niños no les vale cualquier argumento, necesitan datos concretos y gráficos para colaborar”, explica Guerrero. Y apunta: “Prohibir no sirve de nada porque van a tener que utilizar Internet para estudiar, mantenerse en contacto con sus compañeros... Y, cuando prohibimos totalmente algo, impedimos que nuestros hijos aprendan a establecer una relación sana con ello y eso genera problemas más graves a largo plazo porque se acaba convirtiendo en un objeto de deseo grande”.

Paso 3. Aquí sí, ahora sí
Los expertos también proponen que se limiten los espacios y momentos: “El móvil o tableta debe usarse en un espacio común de la casa, no debe usarse mientras estamos en familia en las comidas y tampoco dejarles solos. Igual que no dejas solo a tu hijo en una discoteca o en medio de Nueva York, no les debemos dejar solos en Internet, hay que estar a su lado, supervisándolos”, apunta. Las aplicaciones de control parental pueden ayudar en esos límites: si el dispositivo se apaga, no cargan contra los padres y además las familias pueden supervisar lo que ven sus hijos y conversar con ellos al respecto.

También recomiendan establecer tiempos máximos de uso, según la edad. Aunque Bruscas señala que no se trata tanto del tiempo como de la calidad de lo que ven en la Red. “Si tu hijo es un fanático del piano o de la programación y se pasa horas viendo tutoriales online, pues en realidad está cultivando una afición”, señala. Además, no recomienda la desconexión total: “No se pueden poner puertas al campo y pasar del todo a nada, sino educar en un uso saludable”. Y, aunque no se pueden establecer recetas para todos los casos, Francisco Castaño recurre a la literatura científica para argumentar dónde empieza a ser un uso poco recomendable y marca las dos horas como límite para los más mayores. La siguiente es una propuesta de uso de pantallas según la edad basada en las recomendaciones del profesor Castaño.

Paso 4: Sé su modelo
“Somos lo que nos enseñaron nuestros padres cuando intentaban no enseñarnos nada”. Esta frase del filósofo y escritor Umberto Eco es una de las favoritas del educador Francisco Castaño para explicarles a las familias que pasan por su consulta la importancia de lo que hacen las madres y los padres en los procesos educativos.

“Los menores acaban haciendo lo que hacemos los mayores. Igual que no puedes decirle a tu hijo que no beba alcohol con una cerveza en la mano, no puedes pedirle que apague el móvil si tú no dejas de mirarlo. Por eso la reflexión y el plan de acción debe ser en familia y con el compromiso de todos, de padres y madres, de preservar espacios sin tecnología”, concluye Castaño. Así que, madres y padres del mundo, preocupados porque sus hijos están enganchados, mírense al espejo y desenchufen también.

Paso 5: Tiempo juntos: alternativas de ocio, salir al aire libre y compartirlo con ellos.
Bruscas cree que las pantallas nunca deberían “sustituir interacciones ricas con otras personas, con la familia o los amigos”. Por ello, propone compartir deporte, paseos actividades al aire libre, actividades domésticas, hacer comidas, tareas de limpieza, organización de casa... “Hacer cosas con ellos también te da pie para hablar y te permite acercarte a las pantallas y ver qué le interesa a tu hijo y conocerlo y cuestionarlo”, apunta también Mendigutxia, psicólogo de Proyecto Hombre Navarra.

Para María Guerrero, la mejor alternativa es al aire libre, en familia. “Los niños necesitan jugar al aire libre porque su cerebro se desarrolla más”, explica. Un estudio realizado con 12.000 familias demostraba que los presos de EEUU pasan más tiempo al aire libre, en el patio de su cárcel, que los niños”. Existen incluso empresas que te ayudan a realizar desconexiones en la naturaleza, como Desconnexions, que ofrece actividades en toda España para que desenchufar de la tecnología y conectar con otras personas y la naturaleza, además de aprender del entorno medioambiental. Y son los mismos responsables de la creación del Día Mundial sin Móvil el 15 de abril.

El psicólogo y fundador de la compañía, Joan Amorós, asegura que la naturaleza puede mitigar la depresión y la ansiedad, ayudar a prevenir o reducir la obesidad y la miopía, reforzar el sistema inmune y reporta muchas otras ventajas para la salud física y psicológica. Precisamente, la mayoría de los problemas de salud que pueden generar las pantallas. Amorós propone “una hora de naturaleza por cada hora de pantalla”. ¿Y en qué se basa esta recomendación? “Los ambientes naturales nos ayudan a descongestionar la vista y la atención que le prestas a un estímulo tan fuerte y tan conciso como es la pantalla. Ofrecen estímulos blandos, como el mar, las nubes o las puestas de sol, que atraen la atención sin que tengamos que estar concentrados y eso permite descansar la mente de la fatiga que producen las pantallas o el trabajo”.

Manos a la obra, ¡tira del cable!.

Un ingreso básico temporal desaceleraría el avance de la pandemia de COVID-19

Y evitaría que 1400 millones de niños y niñas fueran afectados por el cierre de las escuelas...


Un nuevo informe explica que si unos 3000 millones de personas no tuvieran que salir a trabajar todos los días para sobrevivir, se podría frenar el ritmo de contagio del coronavirus y aboga por garantizar un ingreso básico durante seis meses a los sectores de población que viven por debajo o en la línea de pobreza.  
La medida costaría casi 200.000 millones de dólares.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) pugnó este jueves por la introducción inmediata de un ingreso básico temporal para las personas más pobres del mundo con el propósito de reducir el aumento de casos de COVID-19.
Según un nuevo informe, la garantía de esos recursos permitiría que cerca de 3.000 millones de personas permanecieran en sus hogares durante la pandemia.
El documento “Ingreso Básico Temporal: Proteger a las Personas Pobres y Vulnerables en los Países en Desarrollo” estima que proveer un ingreso básico durante seis meses a los 2700 millones de personas que viven por debajo o apenas por encima del umbral de pobreza en 132 países en desarrollo costaría 199.000 millones de dólares.
Ese costo representa el 12% del total de la respuesta financiera al COVID-19 prevista para 2020, o el equivalente a una tercera parte del monto que los países en desarrollo deben pagar por su deuda externa este año.

Viable y urgente

El PNUD asevera que la medida es viable y urgente ya que la pandemia avanza a un ritmo que supera el millón y medio de casos nuevos por semana, sobre todo en los países en desarrollo, donde siete de cada diez trabajadores generan su sustento en la economía informal y no pueden subsistir si no salen de sus casas ya que no cuentan con ninguna protección social.
Un ingreso básico temporal les brindaría los medios necesarios para comprar alimentos y costear sus gastos de salud y educación.
“Estos tiempos sin precedentes exigen medidas sociales y económicas sin precedentes. La introducción de un ingreso básico temporal para las personas más pobres del mundo se ha planteado como una opción, algo que habría parecido imposible sólo unos meses atrás”, señaló el administrador del PNUD.
Achim Steiner sostuvo que los rescates y los planes de recuperación no pueden centrarse únicamente en los grandes mercados y negocios. “Un ingreso básico temporal podría permitir a los gobiernos dar a las personas en confinamiento un sustento financiero, volver a inyectar efectivo en las economías locales para ayudar a mantener los pequeños negocios a flote, y desacelerar el devastador avance de la COVID-19”.

Reorientar fondos

Para sufragar el ingreso básico temporal los países podrían, por ejemplo, reorientar los fondos que originalmente destinarían este año al pago de su deuda, apunta el informe.
Los datos oficiales muestran que las economías emergentes y en desarrollo gastarán 3,1 billones de dólares en el pago de sus deudas en 2020.
La aplicación de una moratoria amplia de la deuda para todos los países en desarrollo, como ha solicitado el Secretario General de la ONU, permitiría a los países reorientar temporalmente esos fondos hacia medidas de emergencia que contrarresten los efectos de la crisis provocada por la pandemia.
La propagación del coronavirus ha exacerbado las desigualdades que ya existían a nivel mundial y nacional y ha generado nuevas disparidades que están perjudicando en mayor medida a las personas más vulnerables.
El PNUD estima que el desarrollo humano retrocederá a nivel global este año por primera vez desde que empezó a medirse dado que hasta 100 millones de personas más caerán en la pobreza, que 1400 millones de niños son afectados por el cierre de las escuelas y que se registran niveles récord de desempleo y pérdida de medios de vida.

Llamada a contribuciones, para el siguiente nº Revista "Sociedad e Infancias". Límite 10 de Septiembre.

“Métodos participativos en la investigación con niños", tema propuesto.

Revista Sociedad e Infancias,

Llamada a contribuciones,

Volumen 4 Número especial,
“Métodos participativos en la investigación con niños".

Fecha límite de recepción de artículos: 10 de septiembre de 2020.

Publicación: Noviembre 2020.


En el ámbito de los Estudios de Infancia se destaca la necesidad de que los niños, niñas y adolescentes sean sujetos en la investigación sobre sus relaciones, sus culturas, sus problemas y sus modos de vida, antes que como sencillamente objetos de observación. Por ello cada vez es más frecuente que se adopten metodologías que promuevan o favorezcan su participación en las diferentes etapas del proceso de la investigación, desde el diseño a la recogida de información o la elaboración y presentación de resultados, utilizando para ello toda una gama de técnicas, en muchas ocasiones altamente innovadoras.

Este número especial de SOCIEDAD E INFANCIAS está abierto a la recepción de artículos que muestren las experiencias que se están llevando a cabo en esta dirección, así como a los que señalen orientaciones teóricas o relativas a la ética en la investigación con niños.

Tipos de originales aceptados:
• Trabajos originales, de carácter teórico o empírico, que versen sobre el tema propuesto, esto es, “Métodos participativos en la investigación con niños, niñas y adolescentes”.

Se aceptarán contribuciones escritas tanto en español como en portugués.

Forma de envío
El envío de cualquier tipo de contribuciones se realizará a través de la página web de la revista: http://revistas.ucm.es/index.php/SOCI donde figuran en detalle las normas para autores.

Contacto:
Secretaría de la Revista: sociedadeinfancia@ucm.es Sociedad e Infancias es una revista interdisciplinaria, cuyo objetivo es promover el conocimiento científico sobre las vidas de los niños, niñas y adolescentes, principalmente en el ámbito español, portugués e iberoamericano y orientado en la línea de los nuevos estudios de infancia.

Ediciones Complutense.



HDIA, Revista GSIA, Julio 2020.

Hablando de Infancia y Adolescencia.



La Asociación GSIA edita esta publicación periódica  y  digital,
que analiza la actualidad recogida por los medios 
en relación a la infancia y la adolescencia, 
aportando nuestro propio enfoque 
con distintos secciones, artículos y columnas de opinión.


Revista del Mes de Julio 2020.



PROTAGONISMO ADOLESCENTE 

Tenemos que confesarlo: este mes no nos ha resultado tan difícil encontrar noticias sobre la infancia o la adolescencia con un perfil positivo. Puede que se trate de un hecho puntual y que no llegue a convertirse en tendencia, pero desde nuestra perspectiva constituye una circunstancia reseñable.

Finalizado el Estado de Alarma, el proceso de desconfinamiento acabó a la manera de una decisión salomónica. Interpretando que todas las personas de todas las edades atienden a una norma de la misma forma. 

Durante el confinamiento los y las adolescentes fueron sometidos y sometidas a un escrutinio de interpretaciones. Cada interpretación construyó un relato para abundar en esas categorías aprobadas sobre la manera de ser adolescente y la manera cómo se sienten al verse afectados tanto física como mentalmente por situaciones sobrevenidas como no sobrevenidas, en este caso el estar confinados en sus casas. 

Ahora, durante este desconfinamiento infinito, los cambios y traslados a territorios de desconfinamiento normados por adultos no se relacionan con los hábitos de ser y estar en los espacios sociales de hace unos meses. Para nadie, pero menos para los y las adolescentes que pagan caro y siempre pagaron caro exigir ser protagonistas en sus propios territorios. 

Los y las adolescentes sometidos a las interpretaciones de los horrores adultos reclaman ser protagonistas en sus propios territorios. Sino buscan otros territorios donde las interpretaciones no se parezcan a los miedos por vivir, por experimentar ser una proyección de sus anhelos y virtudes. Lugares donde no se escruten, también de manera infinita, sus felicidades y sufrimientos, y se les  interprete con esa laxitud de los lugares comunes como si todos los territorios y espacios fueran comunes y frecuentados por los mismos. 

Siempre les quedará Paris… Un recuerdo de los lugares y territorios donde la acción invite a ser protagonista de los deseos. O sea, de ser libres para acertar o errar con otros y otras.  
    
Equipo GSIA .  

Acceso números anteriores de la Revista "Hablando de Infancia y Adolescencia".

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