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“Infancias y Adolescencias Hoy: Desafíos e Intervenciones en Clínica y Educación“. Curso 2023

Organiza: Secretaría Científica de la ASOCIACIÓN CIVIL FORUM INFANCIAS
Movimiento Interdisciplinario y Federal de lucha contra la patologización y medicalización de las Infancias y Adolescencias. Argentina.

Consiste en Cuatro Clases (de cuatro horas de duración cada una) 
30 de abril, 25 de junio, 27 de agosto y 22 de octubre.
a realizarse en modalidad virtual 
los siguientes sábados (de 9 a 13 hs, Argentina)
Programa del Curso:

Primera Clase: “Escuelas y familias en jaque. Construyendo vínculos
Sábado 30 de ABRIL.
Docentes: Beatriz Janin (Lic. en Psicología), Sandra Nicastro (Lic. en Cs. de la Educación), Daniel Brailovsky (Dr. en Educación)
Coordinadora: Graciela Szyber (Lic. en Psicopedagogía

Segunda Clase: “Crianzas, juego y comunicación entre encuentros y desencuentros
Sábado 25 de JUNIO.
Docentes: Enrique Orschanski (Médico Pediatra), Irene Sobol (Lic. en Fonoaudiología), María Martha Panizza (Lic. en Psicología)
Coordinadora: María José Fattore (Médica Pediatra)

Tercera Clase: “Violencias y autolesiones. Intervenciones desde una ética del cuidado
Sábado 27 de AGOSTO.
Docentes: Denise Najmanovich (Dra. en Epistemología), Verónica Spinelli (Lic. en Trabajo Social), Viviana Malti (Lic. en Psicología y en Psicopedagogía)
Coordinadora: Gisela Oriolo (Lic. en Trabajo Social).

Cuarta Clase: “Diversidades y tabúes. Subjetividades, cuerpos y sexualidades que disienten
Sábado 22 de OCTUBRE.
Docentes: Facundo Blestcher (Lic. en Psicología, Mg. en Psicoanálisis), Sergio Meresman Lic. en Psicología), Diana Maffía (Dra. en Filosofía)
Coordinadora: Paula Horn (Lic. en Psicología).

Puede participar del Curso completo o inscribirse sólo a alguna/s de las Clases.  
Se trata de una actividad virtual (a través de la plataforma “Zoom”) con posibilidad de participar en los días y horarios de los encuentros y/o recibir luego los videos completos de las jornadas, junto con la bibliografía sugerida.

Aranceles de Inscripción:
.- ARANCEL GENERAL (Profesionales con más de 5 años de recibidos). Curso completo:  $9.750 Cada Clase: $2.900.-
.- ARANCEL con descuento para Docentes, Estudiantes, Grupos de 4 o más personas, Trabajadores de Hospitales, Profesionales con menos de 5 años de recibidos).  Curso completo: $6.800.  Cada Clase: $2.100.-

MIEMBROS ACTIVOS DE LOS FORUMS INFANCIAS.
Curso completo: $5.800  Cada Clase: $1.800.-

Arancel para personas que residen fuera de Argentina:
USD 40 (Por Clase) 
USD 130 (Curso completo

Consulta e inscripciones: cursoforuminfancias@gmail.com

"Uno de los grandes mitos que desmiente la neurociencia es que la infancia es la etapa más feliz de la vida".

"Si hacemos el ejercicio mental de ponernos en sus zapatos 
y preguntarnos por qué un niño se comporta de determinada manera 
es más fácil entenderle".



Portada del libro 'Los niños que fuimos, los padres que seremos' de Beatriz Cazurro.
La psicóloga y psicoterapeuta
Beatriz Cazurro presenta
'
Los niños que fuimos, los padres que seremos'.
 Cortesía Planeta.
Cuántas veces habremos oído o incluso pronunciado aquello de ‘cuando sea padre no voy a cometer los mismos errores que los míos cometieron conmigo’. Sin embargo, huir de ello no es tan sencillo ya que está demostrado que una parte de nuestro cerebro está condicionado por lo que recibió y absorbió durante sus primeros años. No hay posible escapatoria... la propia infancia y la manera en que nuestros progenitores actuaron con nosotros influye e influirá en los padres que somos o seremos.

A ello ha dedicado un interesantísimo libro la psicóloga y psicoterapeuta Beatriz Cazurro: Los niños que fuimos, los padres que seremos (Planeta, 2022). 

En él, además, arroja por tierra falsas creencias entorno a la supuesta vida idílica de los niños -que ‘no se enteran’ o ‘no tienen problemas’ son dos de las más frecuentes- y afirma con rotundidad que debemos darle el protagonismo que se merecen porque “son personas, sienten, desean, sufren… Es necesario que les demos la importancia que tienen y les escuchemos con empatía”.


Entrevista a Beatriz Cazurro*

Es una frase muy recurrente decir ‘cuando yo sea padre no cometeré los mismos errores que cometieron los míos’, sin embargo, en el libro demuestras que esto es complicado. ¿De qué manera el trato que nos dan nuestros padres de pequeños, la atención o la desatención y la seguridad o falta de seguridad que nos transmiten afectan a nuestro cerebro y nos moldea de cara a nuestra futura paternidad?

Ya incluso dentro del útero el estado emocional de nuestra madre puede afectar a la forma en la que se va estructurando el cerebro. Se sabe ya, por ejemplo, que la ansiedad traspasa la placenta. No se trata de culpar a nadie, por supuesto, pero cuando hay madres muy desreguladas luego esos bebés tienen mucha más probabilidad de sufrir, por ejemplo, síntomas de disociación.

Durante los nueve o diez primeros meses de vida lo que se va configurando en el cerebro y en nuestro cuerpo es una especie de impronta, de huella cerebral. Con esa edad, obviamente, no tenemos palabras para explicar ‘mira me estoy sintiendo de esta manera’. Lloramos o no lloramos, nos acercamos o no nos acercamos, y no es la manera ideal de comunicarnos… Debido a esta huella cerebral lo que ya se sabe es que los niños y las niñas a esta edad tienen una sensación corporal real a partir de la cual se empieza a construir su identidad, su autoestima, su forma de relacionarse… Y en esa sensación, lo que saben es si pueden confiar en el mundo, si son valiosos para los demás, si pueden expresarse o no… Como no sabemos que ese es un primer cimiento, muchas veces empezamos a construir a partir de ahí sin darnos cuenta que no estamos viendo lo que ha ocurrido en esos cimientos.

Esta frase típica sobre un niño de un año tipo ‘uy es que es buenísimo porque se va con cualquiera’, que se dice como algo positivo, en realidad está dando una señal de que ese niño no tiene seguridad porque lo normal con un año es que los niños lloren cuando se separan de sus papás.

Cuando podemos ir atrás y nos damos cuenta de cómo ha sido nuestra infancia… nos sale resulta más fácil traducir a nuestros hijos porque tenemos el lenguaje

Utilizas en tu libro un término que es la ‘culpa sana’: analizarse para poder comprendernos y avanzar. ¿Cómo nos va a ayudar ese viaje retrospectivo a la niñez para entendernos mejor?.

Cuando la mayoría somos niños -algo que he comprobado en terapia pero también con amigos y amigas-, lo que tenemos es una interpretación muy desajustada de lo que nos pasaba en general. Tenemos muchas etiquetas: ‘yo era llorón, era intenso, era vago…’ pero casi nadie nos tradujo lo que nos estaba pasando: si teníamos miedo, si necesitábamos ir más despacio, si nos sentíamos presionados, si nos estaban atacando nuestras figuras de referencia y estábamos reaccionando como podíamos… En general esa historia no la tenemos hecha. Cuando podemos ir atrás y verdaderamente lo sentimos, lo notamos, nos damos cuenta de verdad cómo ha sido eso… nos sale mucho más fácilmente traducir a nuestros hijos porque tenemos el lenguaje. Es como adquirir un nuevo idioma.

¿Y cómo va a ayudar a nuestros hijos que desandemos lo andado?.

Pues vamos a dejar de proyectar en ellos cosas que no son suyas. Muchas veces necesidades nuestras las ponemos en ellos. Por ejemplo: ‘no llores que yo me pongo nervioso’ o ‘dale un beso a la abuela que sino se enfada conmigo’. Son conflictos que están ahí pero que no están resueltos. Al ser los niños los más vulnerables y no tener muchas veces palabras para expresar lo que les está ocurriendo, encima a veces los tachamos de malos. Vamos cubriendo necesidades con ellos y creo que es importante dejar claro -y por ello intento expresarlo con palabras muy claras en el libro- que cuando estamos utilizando a alguien para cubrir nuestras necesidades eso es un abuso.

Hay que decir muy claro que cuando utilizamos a un niño para cubrir nuestras necesidades o carencias es un abuso

Hablas también de la ‘positividad forzada’ cuando uno es padre, ¿por qué está tan enraizado que no es lícito sentirse desencantado con la paternidad/maternidad? ¿Cómo debemos gestionar nuestras emociones cuando la paternidad pasa por horas bajas o baches?.

Lo que creo es que hay una resistencia social a reconocerlo porque da mucho miedo. Cuando empezamos a destapar cómo nos sentimos, lo que nos ha pasado o lo que estamos haciendo con pareja, con hijos, con amigos… empiezan a salir cosas muy duras y si las decimos en alto nos tenemos que hacer cargo. Una vez que está dicho es mucho mas difícil de desdecir. Por eso tendemos a decir de que todo está bien y que debemos sacarle el lado positivo a las cosas. Si recuerdas con la pandemia pasó lo mismo, al segundo día ya estábamos intentando sacar un aprendizaje sin dejar a la gente asustarse y entender qué estaba pasando… Y esto ocurre todo el rato, en cuanto nos sentimos medio mal hay que solucionarlo y esto es en realidad un miedo muy profundo a conectar realmente con lo que ocurre y el miedo a no saber qué hacer con ello.

Hay una resistencia social a reconocer que muchas veces nos sentimos desencantados con la paternidad o maternidad

Comentas algo muy interesante: ‘no ya niños malos sino niños en un entorno que hay que revisar’. ¿Cómo cambiamos la corrección por la conexión?.

Es algo que nos cuesta mucho y en el libro he querido dar pistas sobre ello con casos y ejemplos que pueden ayudar para darnos cuenta de las interpretaciones que estamos haciendo. Por ejemplo, cuando decimos ‘este niño lo está haciendo por fastidiar’ o ‘es un vago porque no le interesa’ lo que debemos es empezar a reconocer este tipo de interpretaciones y a generar hipótesis de por qué pueden estar sucediendo las cosas.

Si alguien está mintiendo, por qué motivo puede estar haciéndolo: ¿por que tiene miedo a que le digamos que no, a nuestra reacción…? Si hacemos el ejercicio mental de ponernos en sus zapatos y preguntarnos por qué un niño se comporta así dependiendo de nosotros, sabiendo que no son malos… es más fácil entenderles. Por eso todo el libro va a enfocado a este objetivo: intentar poner palabras a todas esas experiencias que deben estar teniendo ellos, lo difícil que es para ellos cuando no conectamos con ellos, cuando somos violentos, cuando les ponemos todas esas etiquetas… Cuando nos quitamos, al menos, los obstáculos es posible ver al niño que es y al que hay, no la interpretación que tenemos de él.

Las violencias invisibles hacen exactamente el mismo daño en el niño que la violencia física

Dices que ’es imprescindible entender mejor que es la violencia si queremos que nuestros hijos desarrollen seguridad en sí mismos y en nosotros’. Y es que aunque se da por hecho que la violencia física no aporta nada bueno, las violencias invisibles hacen también mucho daño. ¿Cómo afectan al desarrollo de los niños?.

Exactamente igual que la violencia física. La violencia, toda la falta de seguridad interna afecta, no hay un daño físico, no hay un moratón, pero todo lo que ocurre por dentro es lo mismo: la confusión, el miedo, la impotencia… Es una sensación de yo no valgo, los demás pueden hacer conmigo lo que quieran, lo que sienta yo por dentro no vale… Afecta exactamente igual. Creo que en la violencia de género ya lo empezamos a ver, no hace falta que un hombre pegue a una mujer para que esté siendo violento y aún así nos cuesta, pero con los niños no lo vemos y está super normalizado. Si no le ponemos palabras, aunque suenen muy feas, yo creo que es imposible dejar de normalizarlo.

Comentabas al principio de la entrevista que tendemos a quedarnos con algunas pinceladas de la infancia pero no rebuscamos en ella tanto como deberíamos. ¿Cómo saber si nuestra infancia fue o no realmente feliz?.

Hablo de algunos síntomas que nos pueden dar pistas. Empieza a haber una corriente de psicología que habla cada vez más fuerte de que todos estos síntomas que llamamos enfermedades o trastornos psiquiátricas igual nos toca revisarlos porque cuando miramos hacia atrás encontramos muchas situaciones estresantes y traumáticas de la vida de la gente. El tener este tipo de síntomas puede ser: la dificultad para decir que no, el ser adicto al trabajo o ‘workaholic’ que llaman ahora, la dependencia emocional… Todo ese tipo de cosas que son muy cotidianas nos dan pistas de que algo ha ocurrido durante la infancia para queesa seguridad que no se haya podido dar.

La dificultad para decir que no, el ser adicto al trabajo, la dependencia emocional… nos dan pistas de que algo no fue bien durante la infancia

Un niño que haya tenido una mala infancia, con traumas, soledad, falta de autoestima, al que le prestaban poca atención… ¿Puede ser un buen padre? ¿Cómo le afecta el poso de su propia infancia?.

Por supuesto que puede ser un buen padre. De hecho el trabajo que muchas veces hago con mis pacientes en consulta va por ahí: entender un poco cuáles son las heridas, los puntos de conflicto y dónde están las cosas en las que saltamos, proyectamos e incluso tratamos mal y ver cuáles son los recursos que se van desarrollando para poder hacerlo diferente. Hay historias increíbles de infancias durísimas y que tras la toma de conciencia, cuando la persona aprende a cuidarse en lo que no le pudieron cuidar, aprende a la vez a cuidar de forma diferente. Por eso los libros de pautas están muy bien a veces pero no tienen raíz, si no hay un lugar desde el que estés preparado para llevar las pautas a cabo no durarán ni diez días, porque lo otro es mucho más grande. Estamos hablando de la configuración del sistema nervioso, del cerebro, de un montón de carencias muy profundas, de defensas psicológicas.

Cuando una persona aprende a cuidarse en lo que no le pudieron cuidar, aprende a la vez a cuidar de forma diferente

Dedicas una parte en tu libro a desmentir algunos mitos sobre la infancia basándote en la neurociencia, ¿cuál crees que es el que más va a sorprender?.

Una de las más grandes puede ser aquella de que la infancia es la etapa más feliz de la vida. Es una frase categórica que decimos y no dudamos, que cuando los adultos estamos cargados de responsabilidades añoramos y por supuesto los niños juegan porque es su lenguaje pero toca ponernos en el lugar de que los niños son absolutamente dependientes de los adultos y que los adultos por lo general creemos ue no tienen problemas. Es imposible que se sientan escuchados cuando creemos que todo está bien. Son seres humanos como nosotros, sienten como nosotros y además no tienen los recursos para afrontar las cosas, se los tenemos que dar y enseñar nosotros. El hecho de ser totalmente dependiente de alguien que cree que no te pasa nunca nada es en sí mismo un problema.

*Beatriz Cazurro: es psicóloga y psicoterapeuta. Dispone de un máster en Psicoterapia Infantil, otro en Psicoterapia Humanista Integrativa y ha cursado diversas formaciones de especialización en apego y trauma con algunos de los mayores expertos nacionales e internacionales. Presenta más de quince años de experiencia trabajando tanto con niños como con sus familias, también con adultos, apoyándose en técnicas de enfoque corporal como el Focusing y en recientes descubrimientos de la neurociencia. Creadora de campañas virales por los buenos tratos como #Ensuszapatos o #Childrentoo, para la autora cada persona es única: cada cual ha tomado las mejores decisiones que ha podido y, de la misma manera, tiene el derecho y la capacidad de tomar nuevas decisiones desde la libertad y el contacto con su poder personal. www.beatrizcazurro.com

COVID-19 | Recomendaciones para una desescalada que respete los derechos de la infancia





Acceso a Recomendaciones para una desescalada que respete los derechos de la infancia.

Realizar un cierre de curso escolar presencial, establecer un marco estatal con las normas de prevención y seguridad necesarias para organizar actividades de ocio y tiempo libre este verano, flexibilizar las condiciones actuales de salidas de los niños y niñas, garantizar que ningún niño o niña se queda atrás con el comienzo del curso escolar o aprobar medidas que permitan a las familias conciliar son algunas de las propuestas recogidas en el documento “Recomendaciones para una desescalada que respete los derechos de la infancia”  que la Plataforma de Infancia ha hecho llegar a los Ministerios de Derechos Sociales y Agenda 2030, de Transición Ecológica, de Educación y Formación Profesional, y al Alto Comisionado para la lucha contra la Pobreza Infantil
”El proceso de desescalada debe tener enfoque de infancia, asegurando que las políticas públicas incluyen una mirada transversal de infancia, junto con medidas específicas para proteger a los niños y niñas, especialmente a los más vulnerables, y promover  los derechos que se han visto afectados en el estado de alarma” explica Ricardo Ibarra, Director de la Plataforma de Infancia.

Las organizaciones de infancia piden que se den soluciones realistas a las familias para poder atender y cuidar a los niños y niñas a su cargo durante el verano y mientras los centros educativos no aseguren la actividad presencial con normalidad. Por ello se reclaman medidas con enfoque de infancia y que no aumenten la brecha de género, como los permisos retribuidos que permitan la reducción de la jornada de hasta el 50% para cada uno de los dos progenitores, a partes iguales, sin reducir sus ingresos, y que tengan en cuenta la situación de las familias monomarentales pudiendo llegar en estos casos al 100% de la jornada.

Durante este tiempo de confinamiento la atención a las tareas y actividades educativas ha ocupado en muchas ocasiones más tiempo del que debiera, limitando el tiempo de ocio de los niños y niñas. A esto hay que sumar las pérdidas familiares, la preocupaciones económicas, los miedos y las angustias generadas por la pandemia. Tras más de tres meses confinados, los niños, niñas y adolescentes necesitan cerrar una etapa y dedicar tiempo al esparcimiento, a jugar al aire libre en contacto con la naturaleza y a socializar con otros niños y niñas. Por ello, se plantea que durante el verano se incrementen el número de salidas diarias, el tiempo y sin limitaciones espaciales para que los niños y niñas puedan disfrutar del aire libre, jugar y realizar actividad física.

La Plataforma de infancia propone permitir que los centros educativos puedan hacer desde la fase 1 un cierre del curso 2019-2020 de manera presencial, con todas las precauciones necesarias, en grupos reducidos, de acuerdo con las limitaciones establecidas para los encuentros sociales para cada fase. “Se trata de una medida que redundará en el bienestar emocional de los niños y niñas. Además, los equipos educativos podrían detectar posibles situaciones de violencia, negligencia o pobreza que necesiten intervención y/o apoyo urgente” explica Ibarra.

Por otra parte, las organizaciones de infancia piden que se establezca un marco regulatorio estatal con normas sanitarias de prevención y seguridad para organizar y planificar actividades de ocio y tiempo libre para el verano, así como protocolos específicos de actuación, en coordinación con los centros de salud, en caso de que se produzca algún contagio durante dichas actividades. “Es necesario ofertar actividades de ocio y tiempo libre en todo el territorio que aseguren la participación de los niños y niñas económicamente más vulnerables. Los beneficios de estas actividades para los niños y niñas son innumerables, y además son fundamentales para garantizar la conciliación de las familias que no pueden contar con la red familiar” señala Ibarra.

El verano también es un buen momento para contar con un refuerzo educativo en coordinación con la escuela. Por ello se recomienda proporcionar la financiación suficiente para reforzar los programas educativos de verano en los centros escolares, como el Programa VECA, para el alumnado más vulnerable. Además, en verano es fundamental garantizar medidas de ayuda alimentaria para la población infantil más vulnerable, por ello será necesario un fondo específico que sustituya al de las  las becas comedor.

De cara a septiembre, las organizaciones de infancia recomiendan la reapertura de los colegios o centros educativos con el inicio del curso escolar, con las medidas y adaptaciones necesarias (tamaño de los grupos, horarios, espacios o metodologías) para minimizar los riesgos, priorizando la atención a las necesidades de salud mental de los niños, niñas y adolescentes y el cuidado de su bienestar emocional y asegurando que se continúa con el aprendizaje sin dejar a nadie atrás. Señalan que las consecuencias negativas para los niños y niñas, son muchos e inasumibles para una sociedad como la española que tiene una de las tasas más altas de abandono escolar de la Unión Europea (17,9%).
“La educación es uno de los pilares de la sociedad y tiene un papel fundamental en la recuperación de la crisis” señala Ibarra. “Es, además, la principal herramienta que tenemos para luchar contra las desigualdades sociales”.

En el caso de tener que continuar con la educación a distancia será necesario tomar medidas para reducir el impacto de la brecha digital, garantizando el acceso a internet y a dispositivos electrónicos adecuados (ordenadores, impresoras, etc.) a los alumnos y alumnas de todas las etapas educativas para el curso 2020-2021, establecer medidas para garantizar la accesibilidad universal a los contenidos, acompañar a las familias en la educación online y proporcionar formación digital para toda la comunidad educativa.

Otras recomendaciones que se plantean son involucrar a los niños y niñas activamente en la respuesta de los centros educativos, retomar la actividad del Sistema de Salud pública para la atención a pacientes pediátricos reduciendo los tiempos y listas de espera, y también preparar y formar a los profesionales que estarán a cargo de los niños y niñas en las actividades de ocio y tiempo libre, y de los profesores y profesoras para poder detectar la verbalización de situaciones de violencia vividas durante el confinamiento.

La caída del adultocentrismo.



El adultocentrismo está en crisis y 
no logramos verlo detrás de todas las cifras que nos muestran dicha situación,
 buscando siempre a los culpables fuera 
y responsabilizando a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Analizando los pilares que sustentan esta caída del adultocentrismo.

por Juan Pablo Venegas,




La caída del adultocentrismoLa situación actual de la niñez en el país (CHILE) se explica en gran medida por un olvido sistemático y negligente de las instituciones adultas respecto de las necesidades principales de niños, niñas, adolescentes y jóvenes (NNAJ), así como también por los resultados de problemáticas sociales que ligan conductas y comportamientos validados culturalmente en la crianza y que sustentan la pobreza infantil, las altas incidencias en violencia y una severa crisis de salud mental, entre otros flagelos. 
Lo anterior obliga a analizar los pilares que sustentan esta verdadera caída del adultocentrismo.

El Fracaso de las Instituciones Adultas: Estado, Iglesias, Escuelas, la Justicia, SENAME, todos espacios de relacionamiento que han devenido en rotundas crisis de legitimidad, de funcionamiento y resultados, de generación de desigualdad, de equidad jurídica y de oportunidades. En particular, hacia la niñez, el Estado no ha cumplido con su promesa de brindar protección y garantías de derechos para NNAJ; la cantidad de niños, niñas vulnerados al interior del mismo SENAME y, en los últimos dos años, la crisis de los colegios emblemáticos que ha sido tratada principalmente desde la crítica, la sanción y la reacción coercitiva, con poco y nulo diálogo resolutivo y un acercamiento real a sus demandas.

El Fracaso Ético – Cultural de la Adultez: Un segundo ámbito a destacar es el de la cultura y las costumbres, en donde la crisis ética y moral de la adultez, que ha amparado la violencia, el maltrato, la discriminación, el abuso y en donde existe una cultura de subestimar la niñez, la adolescencia y la juventud
El científico Pablo Razeto lo define como “una crisis sistémica y generacional, donde se ha subestimado a los adolescentes”. Clave en esto han sido las inconsecuencias mostradas tanto en fallos judiciales para delitos económicos, donde connotados empresarios han sido condenados a multas y a clases de ética, y jóvenes vendedores ambulantes son privados de libertad.
En el caso de las iglesias, la caída ética de la Iglesia Católica por abusos sexuales y el escándalo económico, así como las reacciones ultraconservadoras de iglesias evangélicas, distancian y decepcionan a la adolescencia y juventud de los valores tradiciones y costumbres que sustentan el contrato social.
En esta línea, en el estudio de Modelos Culturales de Crianza (WorldVision, 2017) se configura el concepto de “Complejo de Disciplinamiento”, entendido como un sistema de comportamientos que aloja de manera difusa y ambivalente formas de crianza basadas en la ternura y el afecto, con otras asociadas al castigo y el uso de la violencia.

El Fracaso Económico y Social: en este punto, tanto los datos como la vivencia cotidiana de la crisis de desigualdad de nuestro modelo de sociedad tiene un correlato directo con la niñez, adolescencia y juventud, pues junto con ser los más pobres entre los pobres, el 56,4% de los menores pertenecen a los primeros dos quintiles. Esto quiere decir que más de la mitad de los niños del país son parte del 40% más pobre de la población. Asimismo, el 13,9% de los menores de edad son catalogados como pobres según sus ingresos, y un 22,9% es considerado pobre multidimensional. Se suma a esto que la cifra de “NINI´s”, que supera los 520 mil en el país y que el desempleo entre los 15 y 29 años, la población más joven, bordea el 20%.

El adultocentrismo está en crisis y no logramos verlo detrás de todas las cifras que nos muestran dicha situación, buscando siempre a los culpables fuera y responsabilizando a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

«Queremos que los niños no sufran y eso, paradójicamente, les hace débiles».

Entrevista a Pepa Horno*.

¿Dónde están los límites y dónde hay ponerlos? 
He ahí la cuestión.
Ignacio Martín,
Fuente La contra:

Pepa Horno. - JAVIER BELVER
Pepa Horno. - JAVIER BELVER
Consultora en infancia, afectividad y protección, esta prestigiosa psicóloga se pasó ayer por Zaragoza para abordar los modos de construir vínculos sanos entre padres e hijos.

Lo hizo en un taller organizado por la Fundación Genes y Gentes en el centro Joaquín Roncal, que rebosó. ¿Dónde están los límites y dónde hay ponerlos? He ahí la cuestión.

—Se habla con ligereza de la importancia de construir vínculos con los niños, pero no es tan fácil lograrlos. ¿Cómo se alcanzan?
—La idea es crear un espacio de consciencia, un espacio donde las familias puedan sentarse, pararse y ser conscientes de todas esas cosas que hacemos sin darnos cuenta. El vínculo se genera a través de la vivencia. Cuando eres niño te levantas por la mañana y te encuentras el desayuno, la ropa preparada... Son cosas que das por hechas. Solo cuando eres padre te das cuenta de la cantidad de cosas que hay que hacer para que todo eso pase. Y es que el vínculo no se genera en la cabeza. Los niños no saben que les queremos, ellos se sienten queridos. Y se sienten queridos porque los cuidamos. El problema es que cuando vives una vida en la que no dispones de tiempo, toda esa vivencia sale dañada o incluso desaparece.

—¿No ve complicado entonces generar un vínculo?
—No. Aunque primero hay que expresar el afecto y no darlo por supuesto. Decirles a los niños que les queremos, abrazarlos, besarlos... Hasta ser pesados. En segundo lugar hay que pasar tiempo con ellos, encontrarlo. Por último, poner consciencia en los pequeños detalles, esas pequeñas cosas que dejamos ir por la vida acelerada que llevamos.

—¿Hay alguna estrategia que sirva como punto de partida?
—El punto de partida es el afecto. Pero hay que expresarlo para que se sienta. Los padres quieren a sus hijos, claro, pero tienen que demostrárselo, convertir ese afecto en evidencia, ya sea llamándolos cuando tienen un examen, yendo con ellos al cine, jugando, pintando... No hay que dar nada por hecho, sino expresarlo de forma cotidiana.

—¿Los padres de hoy en día están bien o mal preparados para educar a sus hijos?
—Las familias ahora son mucho más conscientes de la importancia de su rol y de lo que quieren para sus hijos. Pero al mismo tiempo han perdido algunas de las condiciones básicas para la crianza, como la red. Me refiero a que antes se criaba en comunidad, en una familia extensa, en el pueblo, en la calle... Los niños eran criados por mucha gente, hoy en día solo se cría en la familia nuclear. Además, tenemos la falta de tiempo y el nivel de exigencia en el que nos movemos. Eso hace que muchas veces perdamos la perspectiva. Hoy en día somos más conscientes de todo, pero eso también genera en ocasiones en algunas personas la sensación de culpa al darse cuenta de que no llegan. No es no quieran, es que no llegan.

—Se habla también de poner los límites a los niños. Pero cada uno tenemos los nuestros incluso dentro de una familia.
—No si se habla de límites de protección, de cuando un niño grita o pega. Hay límites que no se pueden cruzar, tampoco los padres. No se le puede decir a un hijo, por ejemplo: «Me avergüenzo de ti, te voy a dejar de querer si haces esto o cualquier día te mando a vivir con la abuela». Son frases que se dicen desde la desesperación, pero con una facilidad muy grande. Pero el vínculo no se puede cuestionar, y mucho menos hay que amenazar con abandonar.

—¿Y los límites educativos?
—Esos sí varían, en función de cada situación o de cada niño.

—¿Qué le parece aquello de una buena bofetada a tiempo...?
—Todavía hay personas que lo justifican, que creen que eliminar el castigo físico es dejar a los niños hacer lo que quieren, pero no tiene nada que ver. La gente justifica el castigo físico porque justifica a su familia, su propia historia.

—¿Viene a ser eso de ‘a mí me pegaban y mira qué bien he salido?
—Exactamente. Y más... «Esto es un gesto de amor». Las cosas están cambiando, pero hay gente que aún no entiende que esto es una cuestión de derechos humanos. Si a ti no te pega nadie como adulto por hacer mal tu trabajo, por ejemplo, por qué debe admitir eso en un niño.

—¿Por qué se repite entonces?
—Porque cuando uno educa recurre a los patrones que tiene, a los que conoce, que son mayoritariamente por los que ha sido educado. Es común escuchar: «Yo no haré con mis hijos lo que mis padres hicieron conmigo». Pero luego se encuentran soltando la misma frase que su madre le decía y de la misma manera. Es decir, ha recurrido a los referentes que tenía. No se trata de no imponer normas o límites, que todo eso hay que hacerlo. De lo que hablo es de no cruzar el límite de la violencia: de no insultar, de no pegar, de no humillar.

—¿También hay demasiada sobreprotección?
—Los mayores problemas tienen que ver con el miedo. 'No salgas no vaya a ser que..., no vayas a tal sitio, ten cuidado, ten cuidado, ten cuidado...' Les sujetamos tanto que les impedimos la experiencia del fracaso, del dolor. Y son experiencias esenciales para educarse y constituirse como persona.

—¿Qué hacemos?
—Hay gente que, cuando se muere el hámster, compra otro mientras el niño está en el cole y lo mete en la jaula. Pero esa experiencia de la muerte es parte de la vida y los niños deben vivirla naturalmente poco a poco.

—¿Exceso de miedo entonces?
—Claro. Aparte de que nos pasamos la vida diciéndoles a los niños lo mal que está todo. Desde los medios de comunicación, sin ir más lejos, se transmite el mundo como un lugar temible. Los niños se quedan paralizados por ese exceso de miedo.

—A los adultos también nos obligan a ser felices.
—A los padres nos sale querer meter en una burbuja a nuestros hijos. Querríamos que no les pasara nada, que nunca sufrieran, pero eso, paradójicamente, les hace débiles. Hay que enseñarles la vida poco a poco tal y como es, aunque siempre sostenidos por nosotros, sabiendo que cuando se caigan tendrá un abrazo detrás. Que sepan que siempre tendrán alguien detrás.

—¿Hasta dónde llegamos para que no sufran?
—Incluso hemos pasado a celebrar cumpleaños a la totalidad. Hay que invitar a todos los niños de clase al cumpleaños, ¡no vaya a ser que alguien viva la experiencia de no ser invitado! Pero los niños deben aprender que pueden invitar o no, que pueden ser invitados o no... Y que eso no les hace mejores o peores.

—¿Qué valor tiene una risa?
—La fortaleza emocional se consigue cultivando el lado positivo de la vida. Hay que hacer que los niños se rían. Yo suelo aconsejar que si un día no has oído reír a tu hijo, que le hagas cosquillas antes de dormir. La risa alimenta la serotonina, que es uno de los neurotransmisores esenciales en el desarrollo del ser humano. Hacer fuerte a alguien pasa por cultivar su parte positiva. Por otro lado hay que sostenerle en el dolor. Ambas cosas forman parte de la vida. Una cosa es la alegría y otra la felicidad, que es una utopía. Pero la alegría es real, se vive cada día y puedes cultivarla. Aunque, claro, volvemos al principio: hay que estar presente en su vida.

La venta de los recién nacidos: El crimen organizado se ha disfrazado de caridad.: “madres alquiladas en las granjas de los fetos vendidos”.


16 claves sobre “madres alquiladas en las granjas de los fetos vendidos”

Nazanín Armanian*,
Opinión: Punto y Seguido,
Ninguna sociedad ha tolerado la venta de los recién nacidos 
hasta hoy que los think tank patrocinados por las compañías de “salud” 
han conseguido camuflarla bajo un halo de “altruismo”
Salvo en excepcionales casos de la “solidaridad entre conocidos”, 
el vientre de alquiler altruista es un cuento.
El crimen organizado se ha disfrazado de caridad.

¿Conoce usted a alguna mujer voluntaria que “desde la generosidad” quisiera quedarse embarazada con el embrión de una pareja desconocida y después de nueve meses de llevar el feto en sus entrañas, le entregue el bebé a una empresa intermediaria que hasta le impide mirar o dar un beso de despedida al bebé que gestó?
Salvo en excepcionales casos de la “solidaridad entre conocidos”, el vientre de alquiler altruista es un cuento
Se trata de un nuevo negocio organizado por los viejos traficantes de bebés, quienes inseminaran a las mujeres pobres y desesperadas con el embrión de las parejas ricas, para que a cambio de unas monedas arriesguen su salud y su vida, gestando un ser humano para luego abandonarlo.

El crimen organizado se ha disfrazado de caridad para convertir el útero de las mujeres en la fábrica de bebés convertidos en objeto de transacciones mercantiles. 
Ninguna sociedad ha tolerado la venta de los recién nacidos hasta hoy que los think tank patrocinados por las compañías de “salud” han conseguido camuflarla bajo un halo de “altruismo”. Son los mismos que han inventado el término de “trabajadores del sexo” para llamar a millones de mujeres y niñas prostituidas y explotadas por las mafias de la industria de la trata de seres humanos.

Han adulterado hasta las palabras con el fin de vender este nuevo negocio: En Oriente Próximo se le llama “Madre sustituta” a las amas de crianza. El lazo que tienen los niños con estas “amas” es tal que las llaman “tía” y se les devolverán este favor de adulto, cuidando de ellas.

India: Una granja de bebés
India: Una granja de bebés
Ambos negocios ponen en alquiler, no la fuerza de trabajo de la mujer, sino su propio cuerpo, y consolidan las profundas desigualdades entre los seres humanos a nivel mundial.
Nos tratan como el ganado” revela Alina a Al Jazzira una de las Mujeres que Alquilan su Vientre (MAV) en Ucrania: confinadas durante un año en pisos (¡a veces dos mujeres embarazadas compartiendo una misma cama!), gestionados con un cuartel, donde las mujeres no pueden salir a partir de las cuatro de la tarde, y la multa de infringir las normas alcanza los100 euros. Encerradas bajo el pretexto de poder cuidar de ellas, proporcionarles alimentos nutritivos, y atención prenatal de alta calidad, a estas mujeres se les arrebatan, en realidad, la poca autonomía que les quedaba. La mayoría proceden de pequeñas aldeas, son humilladas, insultadas. “Pasamos la primera semana simplemente tumbadas, llorando. No podíamos ni comer”, cuenta Alina, a la que han prometido unos 9.000 míseros euros de los cerca de 30.000 que cobran los intermediarios. 
El fin del socialismo primero y el conflicto actual después, han destruido la protección social que gozaban las mujeres y los niños ucranianos, sumiéndoles en una pobreza extrema. Hoy, cerca de 100.000 niños abandonados abarrotan sus orfanatos.
El propio hecho de firmar un contrato (aunque no haya dinero por el medio), convierte a los bebés y a las MAV en esclavos, según la definición de la Convención de Esclavitud del 1956: las mujeres están siendo utilizadas (usus), y obligada a ceder su útero para incubar un fructus (hijos) que será entregado a otra persona, que se convierten en su dueño.

Aquí están los vientres de alquiler
El antiguo Triángulo de Oro del opio, formado por Tailandia, Laos y Camboya, es hoy uno de los paraísos de tráfico de recién nacidos.
Otras fábricas mundiales de bebés ganga son Nepal, India, Irán, Georgia, Israel, Kenia, o Guatemala, comparando con los casi 100.000 dólares que cuestan estos bebés en EEUU: ¡Esta es la clave de maximizar los beneficios de las multinacionales en el capitalismo: minimizar los costos!

Desmantelada un “piso granja” en Camboya con 37 mujeres, julio del 2018. ¿Qué pasará con ellas? ¿Qué pasará a sus bebés?
En la foto: Desmantelada un “piso granja” en Camboya con 37 mujeres, julio del 2018. 

¿Qué pasará con ellas? ¿Qué pasará a sus bebés?
Tras la denuncia de la prensa sobre los aberrantes abusos a las mujeres pobres, el gobierno indio fue forzado a prohibir en 2015 la gestación de bebés para extranjeros. Se estima que, hasta entonces, unos 25.000 niños habían sido transaccionados.


Mujeres “vientres de alquiler”, 12 Claves:
  1. Tienen entre 19 y 25 años, y siempre son de los estratos más pobres de la sociedad, forzadas por la necesidad o por la familia: son como Fantine, el personaje de Los Miserables, que prostituyó y vendió su pelo y hasta sus dientes para dar de comer a su hija Cosette. Pues, hay cientos de millones de mujeres como ella. Ninguna se convierte en MVA “libremente”: la pobreza es incompatible con la libertad. La joven vietnamita, Wuhan fue trasladada a Tailandia para gestar un bebé destinado a una pareja china, y así ganar un dinero para el tratamiento de su padre enfermo. Pero, él murió a pocos meses, y la agencia ni le permitió a la mujer embarazada asistir al funeral.
  2. Muchas de las MVA son engañadas: decenas de vietnamitas han denunciado que fueron a Tailandia con promesa de un trabajo bien remunerado, y confiscaron sus pasaportes: habían sido secuestradas, amontonadas en pisos lúgubres, violadas y embarazadas. Les quitaron a los bebés. Estos hechos suceden porque la demanda de bebés fabricados excede a la oferta. En febrero del 2011, la policía tailandesa liberó de un piso a 15 mujeres vietnamitas, la mitad embarazadas, reclutadas por la empresa Baby 101.
  3. Son escogidas por el color de piel, edad, nacionalidad, religión, y atractivo. A la mujer india de piel oscura se le paga menos que a otra de la clase media y blanca.
  4. Al ser el embrión un objeto extraño para el cuerpo de la mujer, deben recibir medicamentos con efectos adversos para su salud. Están sometidas a tratamientos para la fertilidad, nocivos a largo plazo, y expuestas a enfermedades relacionadas con números embarazos.
  5. Sufren durante todo el embarazo un tremendo estrés, y no sólo por vivir semi secuestradas en pisos clandestinos, sin recibir cariño y mismos, sino también por si sufren un embarazo ectópico, un aborto espontáneo, o dan a luz un bebé muerto. En tales casos, tendrían que devolver parte del dinero recibido y a veces incluso pagar una multa.
  6. Si el 99% de las cerca de 1000 mujeres que cada día mueren en el mundo viven en los países del Sur, está “cifra” se dispara por las condiciones en las que viven y paren las MVA. En 2012, se supo de la muerte de una india después de dar a luz a un niño para una pareja estadounidense. Dejó huérfana a sus dos hijos. Meses después, fallecía otra, cuando traía al mundo a los gemelos pedidos a la carta por una pareja.
  7. Sus partos suelen ser por cesárea (y lo que implica) ya que los contratantes extranjeros deben pedir visado para ir a recoger a los bebés.
  8. Las MVA son vistas, en muchos países de Asia y África, como prostitutas o malas mujeres: Los indios que creen en la reencarnación piensan que las parejas infértiles han sido castigadas por las divinidades a causa de sus pecados en las vidas anteriores, y las MVA interfieren en la decisión de los dioses. Este estigma social, y la identidad oculta de estas mujeres, son dos de los factores que dificultan una investigación exhausta sobre el efecto de este negocio en las partes implicadas.
  9. La mayoría, tras entregar al bebé, sufre remordimiento y trastornos emocionales. Ni por éstos ni por una posible depresión posparto recibirá atención médica alguna, ya que la totalidad de los cuidados estaba dirigidos a obtener un bebé perfecto, no a ella. Será su problema si sufre una hemorragia, o su depresión le conduce al suicidio.
  10. Les prohíben crear lazos emocionales con el feto. Algo, no sólo imposible, sino nocivo para el desarrollo del niño en el futuro. Tras el parto, impiden cualquier contacto “piel con piel” y ni les dejan ver al bebé siquiera. ¿Verdad que no se trata de ganar un “dinero fácil”?
  11. Al contrario de la adopción, en la que la madre biológica decide lo que es mejor para ella y para el bebé, en la “subrogación” son la pareja pagadora que determinan el destino del recién nacido.
  12. Se está creando un verdadero “proletariado reproductivo”, mercantilizando el cuerpo de mujeres cuyo número sube paralelo al incremento de las injusticias sociales. Detrás de cada bebé comprado hay un drama de mujer. ¿Cómo reacciona este niño una vez adulto cuando conozca su propia historia?
  13. Cerca del 11% de estos bebés nacen prematuros o con bajo peso. Algunos mueren en las clínicas semiclandestinas, otros son abandonados, sobre todo si tienen alguna discapacidad o enfermedad: El caso del “Bebé Gammy” fue sólo el más sonado: en 2014 una pareja australiana se llevó de Tailandia la niña Pipah que habían logrado con una MVA tailandesa, abandonando a su hermano gemelo Gammy con el síndrome de Dawn. Luego, resulta que el padre biológico había sido encarcelado por pedófilo. La madre tailandesa está reclamando la custodia de Pipah y el juez australiano se lo niega. ¡Que los adultos preparen alguna explicación medianamente humana para Dawn y Pipah!
  14. En 2016, la barbarie de este sórdido negocio tomó una nueva dimensión cuando un multimillonario japonés de 24 años fue detenido por engendrar a 16 niños por las MVA en Tailandia: pretendía tener entre 300 y 1000 hijos, afirmaba. La pregunta no es sólo ¿para qué? sino ¿qué clase de monstruos son los que dirigen esta forma de destrucción de tantas vidas? En otro caso, en EEUU, Allen dio a luz a dos gemelos. No se le permitió ver a los recién nacidos, aunque le mandaron sus fotos por el móvil. Dos meses después, descubrieron rasgos “extraños” en uno de ellos: ¡se descubre que era el hijo propio de Allen concebido durante el embarazo con el esperma de su marido! Ella reclamó a Max, su hijo, pero la agencia y los padres pagadores se negaron, pidiéndole los costos y otros 7.000 dólares por “daños”, sino pondrían a Max en adopción. Ella pagó y recuperó a su hijo.
  15. Estos niños pueden encontrarse confusos emocionalmente, tener problemas de identidades y con muchas preguntas de difícil respuesta. El vientre de alquiler divide la maternidad entre la biológica, la genética y la legal, desmontando el dicho latino de “Mater sempre certa est”. ¿Cómo hará su árbol genealógico? Al registrar el lugar de nacimiento del bebé el mismo que el de la pareja pagadora en sus documentos, se viola el derecho del niño a conocer su origen e identidad, como está garantizado en la Convención sobre los Derechos del Niño.
  16. Un niño adoptado puede llegar a creer que sus padres le querían, y le entregaron a otra familia porque deseaban lo mejor para él, mientras los hijos de la “subrogación” sabrán que 1) su abandono se decidió incluso antes de que se formara como feto, y 2) fue objeto de una transacción financiera entre unos adultos. La adopción está centrada en los intereses del niño, la subrogación, en los intereses de la pareja pagadora. Países como Alemania y Austria han prohibido no solo esta fórmula sino también la donación de óvulos para proteger la cuestión de la identidad del niño. La dignidad de las personas debe estar por encima del capricho de quienes creen que todo tiene un precio y con su fortuna pueden comprarlo. Buscan “hijos de su propia sangre” ignorando que el feto está regado por el líquido vital de la madre que la gesta. Hay millones de niños huérfanos en el mundo esperando un abrazo y un hogar. ¿Qué estúpida necesidad hay para causar tanto daño a tantas personas?.
*Nazanín Armanian: Dejé la mitad de mi vida en mis tierras persas, y cuando aterricé en esta península de acogida, entrañable plataforma de reclamo de pan y paz para todos, me puse a ejercer el desconcertante oficio de exiliado: conocer, aprender, admirar, transmitir, revelar y denunciar, estos últimos aprovechando las clases de la Universidad, los medios de comunicación y una docena de libros como 'Robaiyat de Omar Jayyam' (DVD ediciones, 2004), 'Kurdistán, el país inexistente' (Flor del viento, 2005), 'Irak, Afganistán e Irán, 40 respuestas al conflicto de Oriente Próximo' (Lengua de Trapo, 2007) y 'El Islam sin velo' (Bronce, 2009).

DILEMAS EN LA CRIANZA: Reflexiones en torno a primera infancia.

 por parte de padres, madres y tutores requiere de un debate actualizado. 
Los modelos de crianza asumidos deben replantearse 
para la incorporación integral de los derechos de los niños y niñas de 0 a 6 años 
y para la mejor cobertura de sus necesidades
protección, alimentación, escolarización, provisión, apego, etc.

3 de abril de 2019 
de 9:00 a 14:30 horas.
En Cruz Roja Española. Salón de actos. 
Avda. Doctor Federico Rubio y Galí, 3 
(28039) Madrid.

La estandarización y la exposición a continuas modas periódicas sobre los tipos de cuidados en la primera infancia conviven con la prescripción profesionalizada en la atención a los niños y niñas, generando un clima de exigencia social sobre el cuidado infantil y la percepción de la ampliación de los riesgos y dudas relacionados con la crianza. Este debate concierna a padres y madres, pero con él se ponen de relieve las carencias y la falta de una mirada a los derechos establecidos de los niños y niñas en su primera infancia.

La parentalidad positiva, paradigma del modelo de ser padres y madres, plantea el avance en la mejora de la calidad de vida de la infancia. Se trata de una evolución que debe concretarse en consonancia con diversas cuestiones en las que se encuentran, a su vez, implicados los niños y las niñas como son la escolarización temprana, la socialización y los recursos que se dedican a la etapa de 0 a 6 años y otros derivados de estos, como la conciliación de la vida familiar y laboral, o la profesionalización de la crianza.


La importancia y el reconocimiento social de esta etapa para el desarrollo personal y social de los niños y niñas se plantea en esta jornada en dos debates principales: el “DESEO DE SER PADRE Y/O MADRE Y LOS DERECHOS DE LA INFANCIA” y “REFLEXIONANDO SOBRE LAS PAUTAS DE CRIANZA: ¿MODAS, EVIDENCIAS, CULTURA Y RECOMENDACIONES?”.

Organizan:


Contacto GSIA:
infogsia@grupodeinfancia.org

Hace 70 años que un estudio que mostró que los bebés que no reciben amor corren riesgo de morir.

Por supuesto, no le creyó nadie, ni la "ciencia".


Sin embargo el trabajo del pionero René Spitz fue confirmado décadas después: 
los bebés que crecen sin amor pueden llegar a morir, 
y la mayoría de ellos crece con enfermedades físicas y mentales.

La importancia del afecto en la salud ha sido demostrada 
por estudios como este de Harvardpero nunca de manera tan radical 
como fue el caso de la investigación de Rene Spitz 
en la década de los años 50 del siglo XX.


Desde antes de Spitz se había notado que los orfanatos tenían un altísimo índice de mortandad, y a principios del siglo XX se creía que la causa debía de ser las enfermedades contagiosas producto de la falta de limpieza de estos lugares.

los infantes sufrían de falta de amor. 

Para probar esto, Spitz comparó un grupo de infantes que eran criados en cunas de hospital aisladas con infantes criados por madres en prisión. Si el problema eran los patógenos del lugar, entonces los niños criados en la cárcel debían de tener peores resultados. El estudio mostró que el 37% de los infantes criados sin madre en un hospital murieron, mientras que no se registró ninguna muerte entre los bebés encarcelados con sus madres. A su vez, los bebés de la cárcel crecieron más rápido y mostraron mejores resultados en diversas pruebas de salud. La investigación siguió algunos años más, y Spitz notó que los huérfanos que sobrevivieron tuvieron una tendencia mucho más marcada a contraer enfermedades y a tener problemas psicológicos.

En 1945, Spitz investigó el hospitalismo en niños en una residencia de menores protegidos. Encontró que el desequilibrio del desarrollo causado por las condiciones desfavorables ambientales durante el primer año de niños produce daño psicosomático irreparable a infantes (hijos) normales. 
Otro estudio de Spitz mostró que, en circunstancias favorables y con la organización adecuada, puede alcanzarse un desarrollo positivo infantil. 
Declaró que, por lo tanto, los métodos en hospicios deberían ser evaluados con cuidado.

Spitz también registró su investigación en filmes. La película "Enfermedad Psicogénica en la Primera Infancia" (1952) muestra los efectos de privación emocional y maternal sobre el accesorio. La película fue la causa de cambio principal, sobre todo en las secciones de cuidado de los niños de institutos, casas y hospitales, porque la gente ganó el conocimiento sobre el impacto de privació.

El trabajo de Spitz fue desprestigiado por la ciencia. Se argumentó simplemente que los genes de los padres que abandonan a sus hijos debían de ser deficientes en comparación, y otras ideas por el estilo. 
Sin embargo, la ciencia dio la razón a Spitz: en el 2007, un estudio controlado en Rumanía comparó el crecimiento de bebés en orfanatos y bebés que crecieron en hogares con padres adoptivos. Dicha investigación sólo tomó en cuenta a infantes sin defectos genéticos. En este caso el estudio probó que los niños de orfanato crecen menos, tienen un IQ menor y el 52% desarrolla una enfermedad mental, mientras que sólo el 22% de los niños con padres adoptivos lo hacen. Los investigadores explican estas cifras sugiriendo que este 22% podría deberse al hecho de que estos niños con padres adoptivos pasan tiempo en orfanatos antes de ser adoptados.

El doctor Bruce Perry lo dice de manera muy sencilla: "el problema básico de criar un infante en un orfanato es que la oportunidad de establecer una relación amorosa con un pequeño grupo de adultos es rara". Los bebés no están hechos para aprender a conectar con las personas cuando son expuestos a decenas de ellas durante períodos cortos. La realidad es que los orfanatos no son lugares sanos para que los bebés crezcan y esta información debe tomarse cuenta, para que en casos en los que no hay otra opción, se intente asignar a un adulto responsable que sea algo así como una madre temporal para el bebé, focalizando el tiempo y el trato e intentando prodigar afecto físico y emocional. Ciertamente es difícil encontrar muchas personas para hacer esto, pero hay que decir que aquellas que puedan llenar este vacío son verdaderamente heroicas.

Fuente web  pijamasurf.


De límites y libertades.

Revista Novedades Educativas, 

La confusión que se observa alrededor de ideas como libertad, autoridad, límites, autonomía, derechos y deseos, 
lleva a que los niños “malgasten” tiempo y energía, 
intentando tomar decisiones o manejar situaciones 
que exceden sus posibilidades. 
Ante la evidencia de algunos malentendidos que se vienen instalando en la sociedad, 
la autora ofrece orientaciones 
para que los adultos ocupen el lugar de referentes 
y –así– los chicos puedan recuperar el derecho a jugar, experimentar, investigar y abstraerse los intereses y espacios 
que les son propios. 

El entrelazamiento vincula el problema de los límites con las libertades a la vez que da cuenta de un tema que se ha instalado hace un tiempo y nos está interpelando a muchos de los que trabajamos con niños y adolescentes. 

Aún hoy, se escucha con mucha frecuencia, tanto en el trabajo con padres como con docentes, frases como “yo no le pongo límites porque quiero criar un hijo/alumno libre”, como si se tratara de conceptos opuestos e incompatibles. Ahora, vayamos por partes: Si el objetivo de la madre de un bebé es que su hijo a determinada edad, sea capaz de autovalerse (tomando un ejemplo sencillo) y prepararse una leche chocolatada, sería absurdo que lo deje con solo seis meses de edad sentadito frente a la heladera para que comience a ejercer esa destreza. Del mismo modo, si como padres nos proponemos como meta que nuestros hijos sean capaces de viajar solos en colectivo a los doce años, no los dejaríamos solos en la calle para que se arreglen como puedan a los cuatro años… Puede sonar descabellado, pero a lo que apunto es que, cuando nos proponemos ense- ñarle algo a un chiquito, tenemos conciencia de que ello implica un proceso y que solo habiendo transitado determinadas experiencias previas y accedido a cierta información, será factible que construya saber. En esa misma línea, si pensamos en que esperamos que nuestros hijos, a futuro, sean sujetos libres, con pensamiento crítico, capaces de defender sus elecciones y deseos, ¿esperaríamos que comiencen por decidir qué comer, a qué hora ir a la cama, cuántas horas dormir, qué quieren hacer en cada momento, desde sus primeros meses de vida? Muchas veces pareceríamos perder de vista que se trata de un proceso a largo plazo, cuando se trata de la libertad. 

La psicoanalista francesa Maud Mannoni (1979) solía decir que la libertad no se puede otorgar, no se puede entregar. La libertad “debe ser arrancada” por parte del sujeto; no se puede entregar, sino que debe ser conquistada, decía ella cuando supervisaba el trabajo en la escuela que presidía. Para alcanzar la libertad es necesario haber construido los recursos que permitan a cada uno hacerse cargo de la libertad. Pocas cosas resultan más complejas que eso. Cuando hablamos de construir libertad, aparece un concepto que puede parecer su opuesto, pero que resulta una condición necesaria. ¿Cómo pensamos este salto de la dependencia a la libertad en los chicos con los que trabajamos hoy, que en muchos momentos se están presentando desbordados, desorientados, que parecen incómodos para los demás y para sí mismos? La primera aclaración, tal vez, debería ser que ser libre no es sinónimo de estar suelto. Aquí resalto que muchas veces los chicos transmiten  más esa impresión: que están sueltos, librados a su suerte, pero sin recursos para manejarse en armonía, con bienestar, imagen que se relaciona más con la libertad. 

El límite como acto de protección 
Más allá de que este tipo de despliegue infantil nos está resultando “incómodo” a muchos, son ellos, los mismos chicos, los primeros que no la están pasando bien. Existe algo que parecería atravesarlos que no les permite la pausa, el andar relajado, jugando y aprendiendo sin preocupaciones más allá de sus propios intereses. Muchos chicos parecerían estar en un estado de alerta permanente, casi irritables, preparados para reaccionar ante el menor estímulo o, por el contrario, se muestran sumamente abstraídos, a veces, casi inconmovibles.
 Quienes trabajamos con niños y familias, estamos viendo con demasiada frecuencia situaciones en que los chicos quedan librados a su propio criterio, confundiendo muchas veces el derecho a ser escuchados con el derecho a decidir. Pero cuando este derecho es vivido por los chicos casi como una obligación, una carga (por supuesto que de modo inconsciente), resulta muy agobiante. Esta situación muchas veces les genera angustia y un desgaste innecesario. Estamos dejando a los chicos solos en esta situación, por lo cual se instala una pulseada en la que intentan ser decisores. Pero esta situación los excede, al mismo tiempo que carecen de recursos para salir de la escena. Ahí también aparece el desborde, ante la falta o labilidad de bordes o límites internos, que les permita organizarse.

 Son muchos los chicos que, cada uno con su modalidad, están pidiendo a gritos que alguien se haga cargo de tomar las decisiones necesarias para liberarlos de semejante peso. Reclaman al adulto que le permita ocuparse de lo suyo y no de su propia crianza. Cuando los adultos estamos seguros de que ese es nuestro lugar, aparece el límite como acto de protección, no de prohibición ni autoritarismo. Les devolvemos a los chicos el lugar de chicos, transmitiéndoles que no es necesario ni posible que desplieguen una pulseada por cada decisión, que ellos pueden dedicar su tiempo y energía a hacer lo suyo, porque nosotros estamos velando por su seguridad, por lo que consideramos conveniente, necesario y prudente en función de su edad y nivel madurativo. 

Y aquí nos adentramos en la temática de los límites. No entendidos como un reto o castigo; tampoco como un estímulo para lograr la modificación de una conducta, como se propone desde algunos sectores que a diario desde los medios de comunicación difunden propuestas con la modalidad de un plan de entrenamiento, que logre amedrentar a los chicos o hacerlos trabajar en pos del potencial premio que significaría el reconocimiento y valoración de sus padres o docentes. Podemos decir de esas propuestas que, mientras el estímulo externo se sostenga, en algunos casos se logrará conservar la ilusión de éxito. Pero es necesario tener claro que no estamos entrenando perros sino acompañando niños en un proceso de desarrollo. Nos estamos olvidando de que se trata de personas. 
Un límite no puede ser dado, armado desde afuera para “implantarlo” como si se tratara de un chip portador de una preciosa capacidad. Los límites devienen de experiencias en las que el niño necesita participar activamente y construir, a partir de pautas de crianza claras, sólidas y sostenidas en el tiempo. Lo que dará cuenta de los límites será el grado de organización interna que se pondrá en evidencia a partir de los procesos de pensamiento, creatividad, juego que despliegue cada niño. También estará en juego su habilidad para desenvolverse al haber armado un cuerpo que le pertenece y la capacidad de comunicación y para vincularse con otros. 

Un marco de previsibilidad. 
Hablar de pautas claras y sólidas implica varios aspectos que pueden parecer sencillos pero en el día a día, no lo son tanto. Hablamos de brindar a los chicos un orden, hábitos y rutinas previsibles. Lejos de referirnos a un orden rígido, todos estos aspectos dan un marco que les ofrece la posibilidad de anticipar, de saber qué resulta esperable. Este escenario les devuelve la tranquilidad necesaria para organizarse, para transitar uno de los procesos más complejos por los que pasa el ser humano, que consiste en el armado del aparato psíquico, de transformar un organismo nacido biológico en un cuerpo que le pertenece así como la vinculación con el afuera. Si no damos lugar a este proceso interno, nos seguiremos encontrando con padres, docentes, adultos, que repiten desconcertados: “te lo dije mil veces, ¡y lo seguís haciendo!”, sin comprender que la desobediencia no es una cuestión de voluntad, sino que se trata de falta de recursos o labilidad de la organización interna para armar algo diferente. 

Cuando los chicos dependen de estímulos externos que les ofrezcan pautas, se muestran ansiosos, intentan controlar cada momento, preguntan por el qué vendrá, con quién, dónde… Y, cuando obtienen las respuestas a esas preguntas, inmediatamente aparece una nueva pregunta: “¿y después qué vamos a hacer?”. Esta escena es frecuente tanto en el relato de padres como de docentes, que se muestran agobiados por la demanda insaciable de información, recursos y actividades por parte de los chicos. Situaciones semejantes suelen ser leídas como que “les sobra energía”. Se las interpreta como señal de necesidad de darles más y más, de llenar de propuestas, de actividades, sobrecargar las agendas, los estantes de juguetes, los programas y salidas sociales, acentuando cada vez más esta dificultad. Ante esta ansiedad y demanda insaciable, lo que los chicos necesitan es que los ayudemos a introducir la pausa, no a llenar los vacíos con más y más. 

Demarcar la cancha. 
Llevemos este concepto a una situación bien conocida. ¿Existe diferencia entre jugar un partido de futbol en una cancha demarcada o en otra que no lo está? Ciertamente, cuando el terreno está delimitado, las discusiones y desacuerdos se reducirán porque existen parámetros claros que acotan el margen de duda e incertidumbre, y con ello se reducen las confrontaciones. Si existe un arco con travesaños y red, el margen de duda acerca de si un tiro convirtió un gol o no, será mucho menor a que si contamos con dos remeras o buzos que simulan ser el arco. Pues bien, a los adultos, durante una buena cantidad de años, nos cabe la función de demarcar la cancha para que los chicos puedan jugar, sin preocuparse por si pueden ingresar en determinadas áreas o fijar las pautas para regular su propio despliegue. 

En este contexto, muchos chicos se encuentran “malgastando” un importante caudal de energía, intentando tomar decisiones y manejando situaciones que exceden sus posibilidades. Ese tiempo y energía deberían ser destinado a jugar, experimentar, investigar, abstraerse en sus propios intereses y espacios. El costo no es menor. 

En el campo de la recreación, se puede ver claramente el modo en que un encuadre claro, distiende el quehacer. Por ejemplo, al salir de campamento, si contamos con una planificación previa cuidada, aunque los chicos no conozcan en su totalidad esa planificación anticipada, percibirán un clima de seguridad y confianza, que bajará la carga de ansiedad al saber que hay adultos que se hacen cargo, que organizaron el viaje, que son capaces de darles contención y acompañarlos en la experiencia. Cuando hablamos de una planificación previa cuidada, damos por supuesto que será flexible, dejará margen para los cambios necesarios y la creatividad. Esto no se contrapone a una tarea de previsión sólida, en que los adultos que estarán a cargo de la coordinación de los grupos hayan anticipado qué, cuándo, con qué recursos y en qué espacios propondrán cada instancia. Cuando esta preparación previa tambalea, sabemos que aparecen con mayor frecuencia riesgos que van desde el desborde al boicot, o accidentes. 

Generar confianza 
Y aquí entramos en otro terreno, que es el de nuestro quehacer como adultos. Para que los chicos se entreguen al juego, antes, nosotros tenemos que haber generado la confianza necesaria. Y no hablamos de confianza desde las formas: de ser empático, divertido, afectuoso, sino desde lo más profundo, que tiene que ver con una cuestión más estructural. Haberles transmitido que se pueden ocupar de lo suyo porque tenemos espalda para sostener lo que devenga de la actividad propuesta. Son los chicos los que concurrirán al espacio de recreación para distenderse, jugar, acceder a experiencias novedosas y convocantes; no nosotros. Para que los chicos realmente experimenten la recreación en toda su riqueza, nosotros tenemos que ser aún más puntillosos y rigurosos en la organización que si fuéramos a enseñarles matemática. 

Y vuelvo a hacer hincapié en que sólidos no equivale a rígidos. Cuanto más desestructurada, en apariencia, sea la actividad que le propondremos a los chicos, más organización interna, invisible, subyacente, deberá tener. Si no, lejos de dar lugar a un acto creativo, dará lugar al desborde, al caos. Picasso decía: “Aprende las reglas como un profesional, para que así puedas romperlas como un artista”. Él transitó muchos años de formación clásica, tradicional, para luego poder hacer volar todas esas premisas por el aire. Logró ser creativo gracias a la formación inicial. Pero para cuestionar y desapegarse de las normas, hace falta haberlas conocido, manejado, experimentado. Uno no se puede separar de lo que nunca estuvo unido. 

Y volviendo al tema de inicio, para que un niño esté en condiciones de hacer suya la libertad, necesitará haber armado, previamente, muchos recursos que solo serán posibles a partir de un importante nivel de organización interna que actuará a modo de tope, de malla de contención. Para eso necesitan del sostén y la protección, para llegar a ser capaces de tomar por su cuenta el desafío que implica conquistar la libertad, hacerla propia y ahí sí, ser libres. 

El lugar de la autoridad. 
Y en este entretejido se nos presenta la necesidad de pensar cómo se llega a esta situación que muchas veces deviene en el desborde o, por el contrario, en la retracción. Y surge una problemática álgida en nuestra sociedad: ¿qué comprendemos por autoridad? La autoridad no equivale a autoritarismo, a despotismo, sino, muy por el contrario, ofrece el sostén organizativo para que cada uno pueda dedicarse a lo suyo. Una figura de autoridad, que fija pautas claras y ofrece un tope al despliegue infantil al mismo tiempo que escucha lo que el otro tiene para transmitir, es una figura de protección esencial para que el niño logre organizarse y transitar de modo despreocupado y placentero, abocándose a enfrentar los desafíos propios de su edad y nivel madurativo. 
La filósofa francesa Laurence Cornu (1999) plantea que no hay posibilidad de desarrollo sin incomodidad. Y eso rige tanto para los niños, como para los adultos en este desafío. Esta noción vale para todo aprendizaje: en el proceso de crianza, así como de trabajo con otras personas, sean niños, jóvenes o adultos, en el ámbito que fuera, es necesario que todos los que participamos estemos abiertos a compartir un espacio de aprendizaje, y por lo tanto, de cierta incomodidad. 

Vinculando este tema con la recreación, muchas veces se genera la confusión de pensar que los especialistas en recreación también están inmersos en un medio de improvisación y juego como el que se propone desde la actividad presentada. Es bien diferente pensarnos como facilitadores para que el juego tenga lugar a ser un par del grupo que jugará. Aquí suele aparecer cierta incomodidad, pero necesariamente, para que la recreación se despliegue, debe aparecer la asimetría: el facilitador no como figura autoritaria sino como referente, como quien brinda pautas que permiten la organización, los acuerdos, el juego. 
Por otra parte, Cornu (1999) toma el concepto de confianza, que se entrelaza en los vínculos de sostén y seguridad. Cita a Simmel, quien plantea que la confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Al mismo tiempo, para que los chicos construyan confianza en nosotros, será necesario sostener una actitud que genere seguridad en ellos. Esto no implica justificar nuestras decisiones, dar cuenta de nuestras acciones ante ellos, sino que necesitan saber que pueden respaldarse en nosotros, en nuestro criterio; que nuestra conducta presente y futura les brindará seguridad; que no tienen por qué inquietarse ni que estar en alerta, intentando controlar si estaremos en condiciones de sostenerlos en su desarrollo. Que somos confiables. A partir de ahí, de esto que puede parecer básico pero que es sumamente complejo, el niño podrá dedicarse a ser niño, a jugar, observar, experimentar, organizarse y armar límite, logrando, entre todos, construir un entretejido que fluya con placer y disfrute, que es lo que todos deseamos para nuestro día a día, para nosotros y para los chicos. 

Para lograr que los chicos alcancen el estado de libertad, no existen recetas ni estrategias infalibles, no existen materiales que puedan ser administrados como juegos o actividades que enseñen lo necesario para convertirse en sujetos libres. Lo que se nos impone es la necesidad de repensar, una y otra vez, nuestra propia práctica, desde el rol y la función que estemos desempeñando, en función de los chicos con los que estemos trabajando cada día. No hay recetas, solo invitaciones a sumarse al desafío. 
En este momento histórico particular, resulta esencial poner en juego el límite para no poner a nuestros chicos en juego, al límite. 

Bibliografía Agamben, G. (2001). Infancia e historia. Buenos Aires: Adriana Hidalgo. Cornu, L. (1999). “La confianza en las relaciones pedagógicas”. En Frigerio, G., Poggi, M. y Korinfeld, D. (comps). Construyendo un saber sobre el interior de la escuela. Buenos Aires: Novedades Educativas. Cots, J. (2005). “El derecho a la participación de los niños”. Revista de Educación Social, Nº 4. [Recuperado de http://www.eduso.net/ res/?b=7&c=52&n=141]. Di Marco, G. y otros (2005). Democratización de las familias [en línea]. Unicef Argentina. Disponible en http://www.unicef.org/argentina/ spanish/Democratizacion.pdf Mannoni, M. (1979). La educación imposible. México: Siglo XXI. Nino, C. (2011). Un país al margen de la ley. Buenos Aires: Ariel.