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«Familias ayudando a familias: el eslabón perdido», Renovando desde Dentro, nº 13.


Marta Llauradó,
Renovando desde Dentro, nº 13.


Una familia en apuros

Laura[1] es una mujer venezolana, con residencia legal en España, viuda y madre de dos niños pequeños. Su marido murió después de una larga enfermedad coincidiendo con el deterioro de la economía del país. La emigración se vislumbró ante ella como la única posibilidad de no sucumbir a la pobreza. Desde el principio, tuvo claro que no iba a emigrar sin sus hijos. Tras un largo y difícil periplo, con diversos cambios de localidad y de domicilio, consiguió su permiso de residencia y de trabajo, y un contrato temporal en una empresa por el que está obligada a trabajar muchos fines de semana.

La familia vive en Barcelona, en una habitación alquilada. Laura tiene una hermana viviendo en la misma ciudad, cuyos horarios de trabajo por turnos y su propia vida personal no siempre le permiten ocuparse de sus sobrinos y , en ocasiones “no le quedaba otra” que dejarlos solos y trabajar con un ojo en la pantalla de su móvil.

Su trabajadora social le habló del Servicio de Familias Colaboradoras (SFC)[2]. Este servicio del ayuntamiento de Barcelona dispone de un banco de familias (personas) voluntarias que se ofrecen para dar un apoyo a familias en situación de vulnerabilidad que por distintas razones tienen dificultades para atender a sus hijos e hijas pequeños.

Laura tenía muchas dudas. Una madre del colegio de sus hijos, que también es atendida por los Servicios Sociales, la inquietaba. “Me coloca una cabeza grandísima, diciéndome que me van a quitar a los niños, que te lo pintan todo muy bonito y que presiente eso”. “A mí me dio tanto nervio que le dije a la trabajadora social: ‘No, tranquila. Ya veo con mi hermana cómo hago’”.

Sus hijos siguieron quedándose solos en algunas ocasiones y fue entonces cuando la trabajadora social le dijo a Laura que tenía que acudir al SFC sí o sí, porque en el caso de que los niños sufrieran algún percance debían estar protegidas, tanto ella, como madre, como la trabajadora social, por la responsabilidad que tiene de ofrecer este recurso.

“María, es que tengo miedo”, le dijo Laura a la trabajadora social.

Su principal miedo era que en la familia colaboradora hubiera una persona que pudiera tener una conducta abusiva con sus hijos, hasta el punto de que ya los iba advirtiendo de cómo detectarlo, cómo avisar y cómo salir corriendo. “Este es un miedo que tenemos la mayoría de las madres, una figura masculina desconocida que se quede a solas con nuestros hijos”.

Entre tanto, conoció a una familia atendida por el SFC, que le habló así del servicio: “Para mí es una bendición. Adriana ha estado ya en dos familias porque la primera tuvo que dejar de colaborar por atender otras necesidades”. A Laura esta idea de discontinuidad no le gustaba para sus hijos, pero la familia la tranquilizó: “Las dos familias han sido magnificas”, y siguió apartando sus temores.

Finalmente, decidió cerrar oídos a los comentarios negativos y aceptó la mediación del SFC. Por teléfono le informaron de las condiciones del servicio y de las características de la familia seleccionada para colaborar en su caso. “Cuando me dijeron que era Mónica, una mujer que vivía sola, me sentí muy aliviada”.

Una familia dispuesta a arrimar el hombro

Mónica es la persona que colabora con Laura. Se ofreció al SFC, deseosa de hacer un voluntariado social que para ella tuviera algún sentido. Tras un proceso de valoración psicosocial y de una visita a su domicilio por parte de las responsables del servicio fue admitida en el banco de familias colaboradoras. Aunque vive fuera de Barcelona, su disponibilidad horaria y sus circunstancias personales le permitieron aceptar la propuesta de cuidar a los dos hijos de Laura los fines de semana en los que esta tenía que trabajar.

Primero, tuvo una reunión en la oficina del SFC con la coordinadora y la familia al completo. Tras las oportunas presentaciones, se les explicó a los niños lo que iba a pasar y con quién, y se les pregunto por sus gustos, preferencias, rutinas, etc. A continuación, ambas familias plantearon sus condiciones, para finalmente acordar que Mónica recogería a los niños los viernes a la salida de la escuela y los llevaría a su casa para devolverlos el domingo a una hora y lugar convenidos. De este modo, llegaron a la firma de un acuerdo de colaboración por un periodo de seis meses, el tiempo máximo contemplado por el servicio, aunque renovable si continua la necesidad de apoyo.

Unos días después, Mónica propuso que Laura fuera con los niños a su casa, para conocerse mejor y para que pudiera tener un idea tranquilizadora de las condiciones en las que iban a estar sus hijos. También para que los niños se sintieran acompañados ante esta novedad en sus vidas. A partir de ese momento, los niños van solos a casa de Mónica, donde disfrutan de un tiempo de ocio en el campo: participan en algunas tareas, van en bicicleta, juegan a la pelota, ven la televisión, juegan a videojuegos…, y realizan salidas a la playa, a comprar, al cine, etc. Tanto Mónica como los niños se comunican con Laura en distintas ocasiones, ya sea para informar de alguna incidencia, mandar fotos o para darse las buenas noches o los buenos días.

Transcurridos los primeros seis meses de forma satisfactoria, Laura y Mónica se han sentado de nuevo en la mesa del SFC y han renovado el acuerdo para los siguientes seis meses.

La percepción del servicio por parte de Laura ha cambiado totalmente, tanto es así que cuando la mamá recelosa sigue con su discurso, Laura le dice: “Deja de ser tan obtusa. Tú no sabes la ayuda que te aporta el SFC. Te quitarías todas las dudas si solicitaras el SFC. Yo siento su apoyo cien por cien y estoy muy tranquila. Es una persona ideal. No me esperaba ver cómo la barrera de lo extraño desaparece”.

Esta es una de los cientos de historias que ha albergado el SFC desde su inició en 1984. En ella quedan reflejadas muchas de las características del Servicio. Como he dicho ya, su finalidad es ofrecer un apoyo temporal a familias en situación de vulnerabilidad que por distintas circunstancias (conciliación de la vida laboral y familiar, enfermedad, formación, respiro…) no pueden atender todo el tiempo a sus hijos e hijas pequeños.

Esta colaboración interfamiliar se apoya en cuatro principios básicos: proximidad, temporalidad, complementariedad y voluntariedad.

La proximidad entre las dos familias facilita la colaboración por razones prácticas y evita la desubicación de los niños de sus entornos habituales. Por su parte, el servicio se mantiene próximo a las dos familias, realizando un seguimiento y estando siempre disponible para atender cualquier duda o incidencia que pueda surgir a lo largo de la colaboración.

El principio de la temporalidad implica que la colaboración, ya sea por horas, por días concretos o por periodos de convivencia, es tan temporal como lo es la necesidad de apoyo por parte de la familia usuaria, con una duración máxima de seis meses, renovable por otros seis meses si la necesidad persiste.

El principio de la complementariedad implica que la familia colaboradora atiende solo aquellas necesidades de los niños que no pueden ser atendidas por su propia familia, en un marco de confianza mutua, basado en una relación fluida y colaborativa entre ambas familias.

Por último, el principio de la voluntariedad implica que las familia colaboradoras sean personas que se ofrezcan voluntariamente al servicio, sin recibir una prestación económica a cambio.

El Servicio se caracteriza también por su flexibilidad. La franja horaria en las que las familias usuarias necesitan este apoyo es tan diversa (determinadas horas, días o periodos de convivencia) como lo puede ser la disponibilidad de las familias voluntarias. De este modo, el servicio puede ajustarse a múltiples circunstancias.

Las familias usuarias llegan al servicio derivadas desde otros servicios del ámbito educativo, social o sanitario cuando se detecta una necesidad o se recibe una demanda de apoyo. El SFC les facilita el contacto con una familia colaboradora próxima a su domicilio (el caso de Laura y Mónica es poco frecuente en este sentido) cuya disponibilidad y circunstancias encajen con su demanda concreta de apoyo. Ambas familias, tras conocer la necesidad de una y la disponibilidad de la otra, acuerdan por escrito los términos de esta colaboración.

Este servicio tiene especial relevancia en los entornos de las grandes ciudades donde las condiciones y el ritmo de vida, la diversidad social y cultural, y el anonimato implican que no se den las relaciones de apoyo entre vecinos o, incluso, entre familiares que, de forma natural, se dan en núcleos de población más pequeños. En definitiva, este servicio provoca artificialmente el encuentro entre dos familias , en un marco garantista para ambas, que permite superar la barrera del miedo a lo desconocido.

Por otra parte, esta colaboración abre la puerta (o no) a una relación más sólida, de forma que, una vez finalizada la colaboración, la familia usuaria puede continuar contando con el apoyo de su familia colaboradora, si así lo desean , al margen del SFC.

“En la mayor parte de los casos se trata de una madre sola, una realidad familiar que no necesariamente está desestructurada… La mediación que realiza el SFC es muy importante porque da garantías a una y otra familia… Irene, la mamá con la que colaboro, alucinó cuando se enteró de que a las familias colaboradoras se les exigía un certificado de delitos de naturaleza sexual… Empiezas como vecina y puedes acabar siendo familia”. (Carolina, una familia colaboradora).

El perfil mayoritario de los usuarios de este servicio es el de una familia emigrante monoparental, encabezada por la madre, con serias dificultades económicas y que no cuenta con suficientes personas de confianza que puedan apoyarla en momentos en los que, por razones diversas, sus hijos pueden quedar desatendidos.

Alisha, nacida en Bangladesh y con residencia legal en España, tiene un hijo de seis años. Víctima de violencia de género, vive con unos familiares en un piso de cuarenta metros cuadrados, mientras espera (desespera) que le sea concedida una vivienda social. Desde hace un año se recupera de una grave enfermedad. Le preocupaba ver a su hijo encerrado durante los fines de semana, sin espacio para jugar y sin poder socializar con otros niños realizando actividades lúdicas. Los Servicios Sociales la derivaron al SFC.

Mis familiares me decían: ‘¿Te lo van a raptar o qué?’. Sí, tenía miedo. Un hijo único… Pero pensé que si firmaba un contrato no iba a pasar nada malo. El miedo desapareció en el momento en que conocí a la familia colaboradora. Son superamables y muy buenas personas. Tienen un niño y mi hijo está encantado de pasar con ellos los fines de semana alternos. Que él disfrute me hace disfrutar”.

“Con su carácter extrovertido, Alisha nos dio pie a establecer una rápida comunicación. Es una persona muy implicada en el bienestar de su hijo. El proceso de su enfermedad le llegó a afectar bastante y estuvimos pendientes para hacerle más fácil la entrega y la recogida del niño… El hacer calmoso de Kiran ha contagiado a mi hijo y a nosotros mismos”. (Lluïsa y Pau, la familia colaboradora de Alisha).

En la actualidad el banco de familias colaboradoras está constituido por 86 familias y se realiza una media de cien colaboraciones por año. La demanda es muy superior, indicando la necesidad de captar nuevas familias, objetivo en el que las profesionales del servicio dedican no pocos esfuerzos. Por otra parte, no tengo noticia de la existencia de un servicio similar en otros municipios españoles, salvo en Manresa, cuyo ayuntamiento ofrece el servicio “Fer de tiets (Hacer de tíos)”[3] con similares características.

La vida de las familias con hijos e hijas menores de edad tiene una dimensión relacional no exenta de carencias (soledad, enfermedad, estrés, obligaciones laborales, cuidado de otros familiares…) que van a determinar que los padres y madres no estén siempre disponibles para atender las necesidades de sus hijos e hijas y a tener que recurrir a apoyos externos.

En este sentido , las administraciones han articulado algunos servicios profesionales de apoyo. En Cataluña, por ejemplo, se ha creado el servicio CONCILIA, que atiende a niños y niñas de familias con pocos recursos económicos, fuera del horario escolar, en un lugar concreto y en una franja horaria determinada que no siempre se ajusta a la necesidades de las familias.

Sin embargo, tanto a los servicios de atención y protección de la infancia y la adolescencia como a la sociedad misma se nos escapa la importancia que para las familias con dificultades tiene la existencia de una red social de apoyo entre iguales. Quizás porque se les supone y la damos por hecha. Quizás porque pensamos que ya existen servicios profesionalizados que se ocupan de ello o porque “vete tú a saber quién es esta gente”.

La red social de apoyo ha demostrado ser fundamental para la estabilidad familiar y más, si cabe, en los momentos difíciles. Esta red la constituyen normalmente los parientes, los amigos, los vecinos, quienes de una forma natural y espontánea, sienten a la vez la necesidad y el deseo de arrimar el hombro, en una suerte de reciprocidad en la que el alivio de una es también la satisfacción de la otra. Estas relaciones naturales de apoyo mutuo se va forjando a lo largo del tiempo con la convivencia, con los relatos comunes y con las avenencias y las simpatías.

Un pez fuera del agua

Aunque la ausencia de red social se puede dar por diversas circunstancias, afecta en mayor grado a las familias inmigrantes o desplazadas de su lugar de origen y, entre ellas, a las familias monoparentales. Su aislamiento social puede verse agravado por la precariedad laboral y económica en la que malvivan. Por otra parte, la atención a sus hijos se convierte en un lastre para desarrollar sus proyectos laborales y de formación, y las mantiene en una vulnerabilidad crónica.

Las familias que han decidido salir de su país o de sus entornos de origen, huyendo casi siempre de la pobreza, a la que puede haberse sumado la violencia familiar o social, lo hacen porque vislumbran un futuro mucho más prometedor y liberador para ellas y para sus hijos, pero no deja de ser un salto al vacío. Tienen que empezar de cero, en ocasiones desconociendo el idioma o en la mas absoluta soledad.

Con el pretexto de controlar los flujos migratorios, las políticas de los países de destino no se lo ponen fácil. Su regularización está sujeta a que tengan un precontrato de trabajo que tarda años en llegar, viéndose obligadas a sobrevivir en la economía sumergida. Mientras la regularización no llega, no pueden acceder a los servicios sociales, con la excepción de la “gratuidad” de los servicios sanitarios y de los servicios de educación obligatoria.

Con la regularización no terminan sus dificultades en lo que se refiere al acceso a la vivienda, a unos ingresos suficientes y estables, y a las condiciones laborales que se ven obligados a aceptar, propias de los sectores en los que suelen encontrar empleo (hostelería, limpieza, cuidado de personas…). Su supervivencia es un constante y frágil equilibrio en el que cualquier incidente, cualquier pago inesperado, cualquier enfermedad, las puede llevar al traste.

El informe Abriendo ventanas. Infancia, adolescencia y familias inmigradas en situaciones de riesgo social publicado por UNICEF España[4] aborda la citada problemática a la que se enfrentan estas familias y las consecuencias que su no resolución tiene sobre sus hijos e hijas en todos lo ámbitos. En él se subraya (p. 151) como factor de riesgo la ausencia de redes familiares extensas y considera como factor protector la existencia de estas y de redes sociales con familias autóctonas en el lugar de residencia.

Aunque ese informe no distingue entre hogares biparentales y monoparentales, hay que añadir el dato de que, según un informe de 2021[5], ocho de cada diez familias monoparentales (cerca de   1,5 millones) están encabezadas por la madre, con un riesgo de pobreza veinte puntos superior (47,3 %) al riesgo medio estatal (27,4 %). No es de extrañar, por tanto, que las familias demandantes del SFC sean mayoritariamente familias monomarentales de origen extranjero.

Una pregunta y algunas posibles respuestas

¿Cómo ha sido posible que un servicio como el SFC, que lleva más de treinta y cinco años proporcionando algo tan importante (así lo reconocen numerosos informes sobre las familias en situación de dificultad) como es una red social de apoyo en la propia comunidad, no tenga apenas réplica en los 63 municipios españoles con más de 100.000 habitantes?

Desde la reflexión que esta pregunta ha suscitado entre los integrantes del grupo Renovando desde dentro, puedo apuntar algunas razones:

- Los servicios sociales, en lo que respecta a la atención a la infancia y a la adolescencia, están estructurados de tal forma que los ayuntamientos tienen atribuidas unas facultades determinadas y la administración autonómica otras, con una nítida separación entre ambas. De este modo, se ha llegado a consolidar una forma de intervención en la que los servicios sociales de base, al no disponer de otros recursos, ejercen una labor exclusiva de vigilancia. Cuando la situación de los menores es insostenible son derivados a los servicios especializados del sistema de protección de la Comunidad Autónoma. No existe o ha desaparecido en la filosofía de los servicios sociales la protección de los menores desde la propia comunidad, la protección de proximidad. Sin embargo, desde la lejanía, el sistema de protección autonómico, a través de un complejo entramado institucional, acude con toda la caballería.
- El soporte a las familias con hijos e hijas menores de edad que se articula desde los ayuntamientos es, en su mayor parte, de tipo económico, siendo una tarea ingente la gestión o tramitación de los mismos, dada la diversidad de estos apoyos (ingreso mínimo vital, ayudas por hijo o hija a cargo y por discapacidad, para el pago del alquiler y de los suministros, para los alimentos, becas comedor, etc.) y la letra pequeña de los mismos. En su diseño no están contempladas las redes sociales de apoyo ni otras soluciones creativas, dentro de la propia comunidad, a los problemas cotidianos de las familias.
- La lógica del mercado ha alterado las relaciones sociales hasta el punto en el que han desaparecido formas colaborativas que tradicionalmente han sido tablas de salvación en momentos de crisis personal, familiar o social. “Hoy por ti, mañana por mí. ¡No me debes nada, faltaría más!”. Todo se ofrece a cambio de dinero y bajo la ley de la oferta y la demanda. Esto explica, en parte, el auge de la especialización que hace a los profesionales y no a los ciudadanos responsables exclusivos de tales tablas de salvación.

Por último, no quiero acabar este apartado sin mencionar un aspecto que ha sido apuntado por las dos familias usuarias entrevistadas y que condiciona su percepción de los servicios sociales: el miedo a perder el control sobre sus hijos. Leyendas o no, muchas familias temen a los servicios sociales, que son vistos más efectivos controlando que ayudando, llegando, en algunos casos, a la desidia. “La asistenta social del distrito anterior solo me atendió por teléfono y nunca me habló del SFC”, explica Laura como familia usuaria.

El miedo también afecta a la comunidad autóctona en la que se asientan estas familias. Se trata tanto de un miedo real a lo desconocido, a lo extraño, como de una excusa para no acercarse a ellas: el antes mencionado “vete tú a saber quién es esta gente”.

No podemos esperar que este apoyo interfamiliar se produzca de forma espontánea. La dilatada experiencia del SFC nos demuestra que, por raro que nos parezca, la artificialidad inicial de esta colaboración es solo eso: inicial.

La creación del SFC significó un trabajo previo de análisis de las necesidades y de los recursos, de los pros y los contras, de los beneficios y de los riesgos, hasta llegar a la configuración de un modelo que corresponsabiliza a la sociedad en el cuidado de los niños, niñas y adolescentes a través del apoyo interfamiliar.

El modelo está listo para que, con las necesarias adaptaciones, pueda ser implementado, por parte de las administraciones locales, en las grandes ciudades, especialmente en aquellas con importantes porcentajes de población inmigrada.

Las familias usuarias de este servicio podrían ser la punta del iceberg de una demanda subyacente, que hoy por hoy no tiene a quién dirigirse, pero cuya atención puede significar acceder a un nivel de seguridad más alto del que muchas familias andan faltas y que, sin duda, mejoraría la atención que reciben sus hijos e hijas.

[1]Se han utilizado nombres ficticios para proteger la identidad de las personas que han sido entrevistadas.

[2]https://ajuntament.barcelona.cat/infancia/es/canal/servei-de-families-collaboradores (página en castellano) y https://ajuntament.barcelona.cat/infancia/ca/canal/servei-de-families-collaboradores (página en catalán).

[3]http://www.manresa.cat/web/menu/4360-atencio-a-la-infancia-adolescencia-i-familia (página web en catalán).

[4]Quiroga, V.; y Alonso, A. (2011). Abriendo ventanas. Infancia, adolescencia y familias inmigradas en situaciones de riesgo social. S.l.: UNICEF (España) y Fundació Pere Tarrés. https://www.unicef.es/publicacion/abriendo-ventanas-infancia-adolescencia-y-familias-inmigradas-en-situaciones-de-riesgo

[5]Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil. (2021). Madre no hay más que una: monoparentalidad, género y pobreza infantil. https://www.comisionadopobrezainfantil.gob.es/es/madre-no-hay-m%C3%A1s-que-una-monoparentalidad-g%C3%A9nero-y-pobreza-infantil.

“Voces para el cambio. Guía para realizar consultas a niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial”.

 Presentación online de la Guía,
incluye una metodología para realizar consultas a niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial que sirvan para llevar a cabo mejoras del funcionamiento de los centros y favorecer la participación consultiva desde la escucha y la expresión activa.

elaborada por 
Pepa Horno y F. Javier Romeo 
para UNICEF España 

 el 6 de octubre de 2021

 de 10:00 a 11:30 (horario de Madrid).

Lugar: online.

Para inscribirse se puede hacer de forma gratuita en este enlace.


No existe el derecho a ir a clase sin mascarilla, en situación COVID.

El derecho a la educación y a la salud son absolutamente compatibles, 
y la mascarilla preserva a los dos derechos,
es la que vela por la protección de ambos derechos fundamentales.

CEIP Alba Plata de Cáceres EFE/V. ROSO
El profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Extremadura, Gabriel Moreno González, asegura que en esta caso no hay colisión entre dos derechos fundamentales, la educación y la salud, y que son "absolutamente compatibles" porque los progenitores de las menores no han argumentado otros derechos que puedan conculcarse al obligarlas a ponerse mascarillas. "Podrían existir razones sanitarias, religiosas o de objeción de conciencia", explica, pero no es esta la situación.

A su juicio, este es el principal motivo por el que la norma del centro debe prevalecer, puesto que es la que vela por la protección de ambos derechos fundamentales. Si este reglamento no se respeta "de lo que estamos hablando es de la negativa de dos ciudadanos a cumplir con una normativa, lo que conlleva una sanción administrativa o la apertura de la vía judicial", que incluso podría llegar a reformular la patria potestad.    

Moreno González subraya que hay que tener en cuenta el interés superior de las menores, que está por encima del de sus propios padres, por lo que considera que lo más "sensato" es acudir a la justicia porque el derecho a no usar mascarilla no existe, sino que su uso es un deber que está recogido en una norma y en la ley. Al no haberse aducido otros derechos que podría vulnerarse, "es como si se violan las normas de un centro en cuanto al uniforme", afirma. Un caso "más complicado" sería la vacunación, ya que entraría en juego el derecho a la integridad física.

         En términos similares se ha pronunciado este jueves la fiscal de menores que investigará el caso, Yolanda Forte. Aunque ha precisado que hasta el momento solo tiene la información que le ha llegado a través de los medios de comunicación, la fiscal ha insistido en que la educación es un derecho fundamental y se debe proteger el interés de las dos menores.

Forte ha recordado que en varios casos "en los que se puede constatar una intencionalidad o una dejación intencional de los deberes parentales de los progenitores o tutores, se ha llegado a formular denuncia por abandono de familia".     


"Infancia y Cuidados Alternativos de Calidad: Hacia la innovación en las prácticas", Curso UIMP, Aldeas Infantiles SOS y GSIA.

 

CURSO UNIVERSIDAD INTERNACIONAL MENÉNDEZ PELAYO:
INFANCIA Y CUIDADOS ALTERNATIVOS DE CALIDAD: HACIA UNA INNOVACIÓN EN LAS PRÁCTICAS

OBJETIVOS


General: Contribuir a la aplicación de las recomendaciones contenidas en la Resolución de Naciones Unidas referidas a la calidad del cuidado alternativo que se ofrece a niñas, niños, y adolescentes carentes de atención familiar.


PONENTES
 
D. Luis Pedernera. Presidente del Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas

Dra. Lourdes Gaitán. Socia fundadora del Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia (GSIA)
 
Dª Ángela Rosales. Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS (Colombia).
 
Dra. Alicia Pérez. Universidad de Sevilla.

Dª Nadia Garrido. Directora de Incidencia Política en Aldeas Infantiles SOS España.

D. Carlos Martínez Martínez. Psicólogo en el Equipo de Tratamiento Familiar del Ayuntamiento de Granada.

Dra. Ainhoa Rodríguez García de Cortazar. Departamento de Sociología de la Universidad de Granada.

D. José Manuel Morell. Director Escuela Nacional de Formación – Aldeas Infantiles SOS España.

Dr. Miguel Melendro Estefanía. Facultad de Educación. Universidad Nacional de Educación a Distancia.

D. Kepa Paul Larrañaga. Presidente de GSIA. Investigador Universidad Complutense de Madrid.

D. Francisco Mielgo. Facultad de Trabajo Social. Universidad de Granada.

Dr. Ferrán Casas. Catedrático de psicología social, profesor emérito de la Universidad de Girona.

CONTENIDOS
  • Bloque I: Los cuidados

  • Bloque II: Los sujetos

  • Bloque III: La emancipación

  • Bloque IV: La calidad

  • Bloque V: Cuidar a los que cuidan

  • Bloque VI: Las políticas y la ética de los cuidados

Lugar de celebración: Granada, (Aldeas Infantiles SOS Escuela de Formación "Juan B. Belda")

Fecha: del 18 al 22 de octubre.


Matrícula e inscripción:
http://www.uimp.es/agenda-link.html?id_actividad=652K&anyaca=2021-22

(Secretaría UIMP‐Campus Madrid)

PROGRAMA completo:
https://wapps001.uimp.es/uxxiconsultas/ficheros/2/59041652k-.infancia.y.cuidados.pdf

Patrocinio:
Colaboración:
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GSIA es una asociación sin ánimo de lucro, de carácter independiente, que fue creada hace 10 años por un pequeño pero apasionado grupo de profesionales de diferentes especialidades.

Su finalidad principal es la de contribuir al reconocimiento de los derechos humanos en la infancia y la adolescencia, a través del estudio, la formación, la sensibilización y la difusión de los mismos.

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¿Cuánto tiempo tienes para mí?, Concurso.


¿Cuánto tiempo tienes para mí?. ARHOE
  • Este certamen permite a los más pequeños expresar la necesidad de compartir más tiempo con sus padres, invitando a estos a crear nuevos espacios de conciliación. El plazo de participación estará abierto hasta el 31 de mayo.

  • El Jurado valorará, además de la creatividad, la calidad plástica del dibujo o, en su caso, la claridad y corrección expositiva de la entrevista, la capacidad de transmitir —de manera implícita o explícita— la importancia y necesidad de conciliar la vida personal y familiar, y el grado de implicación de los padres en las actividades planteadas.
  • El X Concurso Escolar se enmarca en el programa con el mismo título «¿Cuánto tiempo tienes para mí?», subvencionado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (convocatoria IRPF 2018), que además del concurso propiamente dicho comprende la realización de talleres dirigidos a estudiantes de Educación Primaria y Secundaria (en Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana), y el envío del cuestionario ¿Cuánto tiempo tienes para tus hijos?, que recoge información relativa a los tiempos dedicados, actividades realizadas, la sensibilización promovida, etc.
Madrid, 26 de febrero de 2019.- 
ARHOE-Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles ha convocado el X Concurso Escolar «¿Cuánto tiempo tienes para mí?»
El plazo de presentación de candidaturas permanecerá abierto hasta el próximo 31 de mayo.
Este concurso permite a los estudiantes de Primaria y Secundaria expresar la necesidad de compartir más tiempo con sus padres, invitando a estos a crear nuevos espacios de conciliación. Para ello, se han creado dos modalidades distintas: por un lado, se anima a los alumnos de Primaria a que realicen un dibujo, y por otro, a los de Secundaria a que se pongan en la piel de un periodista y realicen una entrevista a sus progenitores. En ambos trabajos deben quedar explicados los conceptos de ‘tiempo’ y ‘conciliación’.
Desde ARHOE se prevé que alrededor de varios centenares de centros de enseñanza de toda España apoyarán esta iniciativa y promoverán la participación de su alumnado en el X Concurso Escolar. Esta actividad cuenta con el patrocinio de la Fundación Independiente, Grupo Anaya y Grupo SM, y la colaboración del Consejo Escolar del Estado, CONCAPA, ANPE y USO.
El X Concurso Escolar, además, se enmarca en el programa con el mismo título «¿Cuánto tiempo tienes para mí?», subvencionado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (convocatoria IRPF 2018), que aparte del concurso propiamente dicho comprende la realización de talleres dirigidos a estudiantes de Educación Primaria y Secundaria en centros educativos de Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana. Los talleres tienen una metodología participativa y tienen por finalidad reflexionar sobre el tiempo que los menores pasan con sus padres, qué dificultades impiden hacerlo, qué soluciones se proponen para ampliar los momentos en familia y qué actividades les gustaría realizar si sus padres pudieran llegar antes a casa.
Otra de las líneas del programa es el cuestionario ¿Cuánto tiempo tienes para tus hijos?, dirigido a los progenitores, que recoge información relativa a los tiempos dedicados, las actividades realizadas, la sensibilización promovida, etc. Asimismo, contribuye a que estos sean conscientes y reflexionen sobre el tiempo que pasan con sus hijos, identifiquen las barreras que se lo impiden y formulen propuestas para la mejora.
Según el presidente de ARHOE, José Luis Casero, «los objetivos que perseguimos con esta iniciativa son sensibilizar sobre la necesidad que tienen los menores de compartir más tiempo con sus familias; crear conciencia acerca del tiempo que realmente emplean los padres y las madres en el cuidado y educación de sus hijos, y su responsabilidad; promover cambios encaminados a incrementar el tiempo dedicado a ellos; y facilitar la creación de nuevos espacios y actividades de relación en familia».
«Consideramos que es esencial que desde edades tempranas se conciencie a los más pequeños en la importancia que tiene la buena gestión del tiempo, la racionalización de los horarios y la conciliación de la vida familiar y laboral. Esta es la décima edición del concurso y en cada nueva convocatoria nos sorprende la visión tan clara que tienen los menores acerca de estos conceptos que les afectan en su día a día», indica Casero.

Niños, los grandes consumidores de YouTube,

El 73 % de los menores de entre 5 y 15 años son usuarios de esta plataforma de vídeos, 
y no solo como espectadores, también como presentadores. 


Imagen: Tim Gouw
 En tan solo un minuto, en YouTube se reproducen 4,1 millones de horas de vídeo en todo el mundo. Esta cifra no hace más que poner de manifiesto el gran potencial de este híbrido entre plataforma de contenidos y red social. YouTube está presente en nuestro día a día y ha influido mucho en la evolución de los hábitos de consumo, y también de los más pequeños. Y es que los niños también forman parte de la comunidad de usuarios activos de esta plataforma. A continuación analizamos qué ven los menores en YouTube y a través de qué dispositivos, además de los peligros que más inquietan a los padres en relación a esta plataforma. También abordamos uno de los fenómenos en auge: los niños youtubers.

¿Cómo y qué ven los niños en YouTube?
El público infantil ha sido tradicionalmente uno de los grandes filones de la televisión. Sin embargo, en la era digital, los niños están desmarcándose cada vez más de soportes clásicos como la televisión e interactuando con nuevos tipos de contenidos y formatos.
En este sentido, YouTube ha sabido adaptarse a las preferencias de los más pequeños, que se han alzado como grandes consumidores de vídeo online a través de esta plataforma. Y es que las nuevas generaciones están muy presentes en YouTube. Según un estudio de Ofcom, el regulador británico de la industria de telecomunicaciones en Reino Unido, el 73 % de los niños de entre 5 y 15 años son usuarios de YouTube. Pero... ¿a qué se debe el éxito de esta plataforma entre los menores?

  • La tecnología

El continuo desarrollo de la tecnología y de nuevos dispositivos es una de las claves principales del auge de YouTube entre el público infantil. Y es que, en la actualidad, los niños tienen acceso a muchos aparatos electrónicos más allá del televisor, ya sea a tabletas o smartphones, dispositivos muy propicios para consumir contenido en plataformas digitales como YouTube.
Quizá hace años fuera impensable, pero hoy en día es muy común ver a menores con un teléfono móvil propio desde edades muy tempranas. Los nativos digitales disponen de grandes facilidades para acceder a estos dispositivos y tienen muy interiorizado el lenguaje digital y el manejo de estas herramientas. Por ello, en YouTube se mueven como peces en el agua.

  • Los contenidos

Conscientes de la creciente demanda infantil, YouTube lanzó en 2015 YouTube Kids, una aplicación para móviles y tabletas que recopila y organiza contenidos en vídeo para los más pequeños de la casa. Las series de dibujos animados y las películas cortas gozan de una gran aceptación entre esta audiencia, de la misma forma que las canciones infantiles.
Pero lo más llamativo es el surgimiento de nuevos tipos de contenido como las reviews o críticas de juguetes y productos infantiles, en las que los niños ven a otras personas -en muchas ocasiones, a otros niños- probar y jugar con estos artículos.

Imagen: Hal Gatewood
 Los riesgos que más preocupan a los padres
YouTube se está consolidando como una opción más de entretenimiento entre los menores. Sin embargo, este tipo de ocio no está exento de polémica, sobre todo por los riesgos en los que puede incurrir.
La cuestión de la seguridad infantil es una de las más alarmantes. Existe cierto temor a que los contenidos no sean los adecuados para la edad de los espectadores o que entre los vídeos infantiles de plataformas como YouTube Kids se filtren otros con contenido perjudicial o sensible como imágenes de violencia o de sexo. Precisamente el año pasado, la periodista Laura June detectó imágenes explícitas de violencia en vídeos de personajes infantiles como 'Peppa Pig'.

Por otro lado, también entra en juego la posibilidad de que se pueda gestar una adicción a Internet, lo que provoque que algunos niños puedan dejar de lado sus tareas escolares, sus relaciones interpersonales con la familia y amigos o el ocio al aire libre, entre otros.
En definitiva, el debate sigue abierto, pero quizá la clave esté en saber limitar y controlar el tiempo que pasan los menores frente a la pantalla para evitar problemas físicos de salud como cansancio, fatiga o lesiones visuales, además de otros de índole más psicológica como las propias adicciones. El control parental es una opción, pero también es importante una vigilancia presencial y, sobre todo, incidir en labores de concienciación para niños respecto al uso que hacen de Internet y de plataformas como YouTube.

Los niños youtubers
YouTube es un espacio donde también hay sitio para los más pequeños, pero no solo detrás de la pantalla, sino también delante, es decir, inmersos en el negocio de creación y gestión de contenido en YouTube.
En la plataforma de vídeo se ha construido toda una industria de niños youtubers que acumulan cifras astronómicas en lo que a seguimiento e interacción se refiere. Por ejemplo, Ryan ToysReview tiene apenas seis años y ya cuenta con 14.3555.651 suscriptores. En España destaca La diversión de Martina, un canal con más de dos millones de suscriptores que abarca temas tan diversos como juegos, maquillaje y recetas de cocina.
El problema es que el contenido creado por los youtubers infantiles muchas veces alude a aspectos sobre su vida personal y familiar, convirtiéndolos en pequeños influencers a edades muy bajas. Pero esta sobreexposición digital no es lo único que genera controversia, sino también la explotación comercial de los menores y problemas psicológicos derivados de ganar dinero tan jóvenes y de no ser capaces de asimilar la fama.

Todos los nombres del caso Juana Rivas: una reflexión.

"No tengo más remedio 
que pedir la libertad de Daniel y Gabriel".





Indagando sobre el quién es quién del caso “Juana Rivas” solo me topo con protagonistas adultos: Juana Rivas, Francesco Arcuri, Teresa Sanz, Paqui Granados, Isabel Rivas, María Castillo… Y ocultos y en silencio, entre los escombros de los acontecimientos, quedaron los niños Daniel y Gabriel. Sin embargo, frente a una realidad clausurada del adulto hay que habilitar un horizonte abierto para todas y todos sobre los sucesos objetivos -incluidas las niñas y los niños-.

Puede ser extenuante propiciar esta apertura del ‘mundo de la vida’. Más, si queremos transponer las categorías sociales de las representaciones colectivas: norma, rol, sistema, cultura, arte, tecnología, etc; en otros apriorismos que definan las relaciones entre individuos y por ende la intersubjetividad entre todas y todos. Quizá el límite de la Sociología es que no se pueda ‘incorporar sobre sí misma’, agotándose. Y así, ¿a qué momento queda emplazado el cambio y la transformación de los apriorismos?.

Tendremos que propiciar la apertura de “paréntesis” a la manera de Edmund Husserl -auspiciador tras ser alumno de Franz Brentano de la Fenomenología- o como denominaba a su ‘epojé’: un cambio radical en la actitud. Más allá del momento en que la Sociología se agota en sus propias categorías: norma, rol, cultura… Habrá que atender a la opinión de unas niñas y niños que están abiertos, intencionalmente, a descubrir el mundo consciente.

Pero obcecados como estamos en querer meramente desocultar el mundo, indagamos sobre el detalle por acumular un conocimiento que, en otros sentidos, no produce cambio. Seleccionado el mejor elenco, el escenario sólo es el “poder”. Y esta es su obra radical: situarnos en sus límites.

No tengo más remedio que pedir la libertad de Daniel y Gabriel. Nosotros, los adultos, nos les hemos permitido compartir su representación de la norma ni del rol ni de la cultura, generando una “cámara de eco” para comunicar y amplificar nuestras creencias, machaconamente.

No tengo más remedio que pedir la libertad de Daniel y Gabriel, dejando en suspenso y para compartir con ellos el horizonte abierto de la representación del ‘mundo de la vida’.

* Presidente de la Asociación GSIA.

Sujeto de castigos. Hacia una sociología de la penalidad juvenil, Libro.

A qué adolescentes se encierra, 
cómo se los encierra y para qué se los encierra.

Sujeto de castigos.
Hacia una sociología de la penalidad juvenil.
Coordinadoras: Alcira Daroqui, Ana Laura López 
Roberto Félix Cipriano García. 
Samanta_maqueta_2012La historia de las políticas de intervención sobre los denominados “menores” o, en términos más precisos, la historia de la “minorización”, debe ser leída a la luz de procesos más amplios de control social sobre determinados sujetos y poblaciones tenidas por problemáticas, peligrosas y/o en riesgo, y sobre las cuales se han desplegado diversas y  complementarias estrategias de gobierno, sean éstas abiertamente penales, tutelares o asistenciales, en un espectro que contempla tecnologías de cura, corrección, represión, protección, disciplinamiento, segregación o, en sus extremos, incapacitación y eliminación....

La apertura y posterior instalación del modelo neoliberal desde mediados de la década del ’70, que aún transita su desarrollo (nunca lineal, sino sujeto a contingencias y resolución de contradicciones, que es la dinámica propia del desarrollo capitalista), ha planteado un escenario diferente del modelo de sociedad de masas. Esta reorientación se delinea desde “un régimen productivo caracterizado por la carencia —y por el despliegue productivo de estrategias orientadas al disciplinamiento de esta carencia— a un régimen productivo definido por la excedencia y en consecuencia por el surgimiento de estrategias orientadas al control de la excedencia.” (De Giorgi, 2006:90)...

En definitiva, la constitución de una sociedad excluyente (Young, 2003; Svampa, 2005), producto de un modelo neoliberal fundado en la profundización de la desigualdad y la exclusión social, se corresponde con un modelo de gobernabilidad que gestiona el aislamiento social-espacial de aquellas personas expulsadas hacia un destino que la lógica del mercado “naturaliza” en clave de precarización, promoviendo un proceso de desciudadanización en un doble sentido: como cliente social y como enemigo social. Cliente-social en tanto consume política social de sobrevivencia y los residuos económicos y sociales que el mercado le asigna, y también clienteenemigo del sistema penal, en tanto “consumidor final” de la industria de la seguridad. (Young, 2003)... 

Indagar acerca de las continuidades y/o rupturas posibles, pensar en clave de reconfiguraciones y readaptaciones estratégicas, nos propone una serie de interrogantes acerca de las formas de gobernabilidad de la cuestión social en relación a los jóvenes y el sistema penal:
¿Qué significa en el presente el modelo securitario de gestión de lo social? 
¿Cómo se compatibiliza el “paradigma de la seguridad” con el “paradigma de la protección y garantías de derechos”? 
¿Cuáles son los sentidos de la defensa social y la peligrosidad en el marco de una inseguridad reducida a la cuestión de los delitos predatorios y callejeros? 
¿Quiénes representan actualmente al “enemigo” en el derecho penal? 

Ante la ruptura del modelo resocializador, su caída y rotunda deslegitimación: 
¿Qué objetivos justifican el modelo segregacionista de encierro de máxima seguridad para los jóvenes alojados en institutos? 
¿De qué modo se encarna el paradigma de la “protección integral de derechos” en las instituciones de privación de libertad? 
¿Qué modelo de intervención puede identificarse como emergente en estas instituciones? 
¿Qué sentido se le confiere a la pena, siempre reñida entre lo educativo y lo coercitivo?

En síntesis, nos preguntamos desde una mirada situada en el aquí y el ahora, a quiénes se encierra, cómo se los encierra y para qué se los encierra.
Y esas preguntas no obtienen respuestas en las referencias doctrinarias, abstractas o idealistas. La búsqueda de las mismas pretende perforar la materialidad de instituciones y agentes, que da un cierto sentido subyacente a la tensión entre excedencia social, precariado, juventud, pobreza, peligrosidad y segregación, y que de algún modo específico anuda con nuevas retóricas que enuncian derechos y garantías como aval o legitimación para el poder de castigar. Observar y problematizar desde la sociología del sistema penal esos nudos y esos sentidos subyacentes es uno de los principales objetivos de este libro.





ÍNDICE


PRIMERA PARTE


SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

QUINTA PARTE