Los 5,2 millones de huérfanos de la pandemia: los niños y niñas en el mundo que perdieron a uno de sus padres, madres o cuidadores.

En comparación, tuvieron que pasar 10 años para llegar a los cinco millones de huérfanos por culpa del VIH, es uno de los datos que nos ofrece el estudio de la revista The Lancet: "Estimaciones mínimas mundiales, regionales y nacionales de niños afectados por la orfandad asociada a la COVID-19 y la muerte del cuidador, por edad y circunstancias familiares hasta el 31 de octubre de 2021: un estudio de modelado actualizado".

https://doi.org/10.1016/S2352-4642(22)00005-0.

Resumen
Antecedentes
En los 6 meses posteriores a nuestras estimaciones, del 1 de marzo de 2020 al 30 de abril de 2021, la proliferación de nuevas variantes del coronavirus, los datos de mortalidad actualizados y las disparidades en el acceso a las vacunas aumentaron la cantidad de niños que experimentaron la orfandad asociada a la COVID-19. Para informar las respuestas, nuestro objetivo fue modelar los aumentos en el número de niños afectados por la orfandad asociada con COVID-19 y la muerte del cuidador, así como la distribución acumulada del grupo de edad de la orfandad y las circunstancias (orfandad materna o paterna).

Métodos
Usamos datos actualizados de exceso de mortalidad y fertilidad para modelar aumentos en las estimaciones mínimas de orfandad y muertes de cuidadores asociadas con COVID-19 de nuestro período de estudio original del 1 de marzo de 2020 al 30 de abril de 2021, para incluir el nuevo período del 1 de mayo al 30 de octubre. 31, 2021, para 21 países. La orfandad se definió como la muerte de uno o ambos padres; la pérdida del cuidador principal incluía la muerte de los padres o la muerte de uno o ambos abuelos con custodia; y la pérdida del cuidador secundario incluyó a los abuelos o parientes co-residentes. Utilizamos la regresión logística y además incorporamos un efecto fijo para los países de Europa occidental en nuestro modelo anterior para evitar predecir en exceso la pérdida de cuidadores en esa región. Para todo el período de 20 meses, agrupamos a los niños por edad (0 a 4 años, 5 a 9 años y 10 a 17 años) y orfandad materna o paterna, utilizando contribuciones de fertilidad, y modelamos extrapolaciones globales y regionales de números de huérfanos. Se proporcionan intervalos de credibilidad del 95 % (CrI) para todas las estimaciones.
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Recomendaciones
Se estima que el número de niños afectados por la orfandad asociada a COVID-19 y la muerte del cuidador aumentó en un 90,0 % (95 % CrI 89,7–90,4) del 30 de abril al 31 de octubre de 2021, de 2 737 300 (95% CrI 1 976 100–2 987 000) a 5 200 300 (3 619 400–5 731 400). Entre el 1 de marzo de 2020 y el 31 de octubre de 2021, 491 300 (95 % CrI 485 100–497 900) niños de 0 a 4 años, 736 800 (726 900–746 500) niños de 5 a 9 años y 2 146 Se estima que 700 (2 120 900–2 174 200) niños de 10 a 17 años han experimentado la orfandad asociada a COVID-19. A nivel mundial, el 76,5 % (95 % CrI 76,3–76,7) de los niños eran huérfanos de padre, mientras que el 23,5 % (23,3–23,7) eran huérfanos de madre. En cada grupo de edad y región, la prevalencia de la orfandad paterna superó a la de la orfandad materna.

Interpretación
Nuestros hallazgos muestran que la cantidad de niños afectados por la orfandad asociada con COVID-19 y la muerte del cuidador casi se duplicó en 6 meses en comparación con la cantidad después de los primeros 14 meses de la pandemia. Durante todo el período de 20 meses, 5,0 millones de muertes por COVID-19 significaron que 5,2 millones de niños perdieron a un padre o cuidador. Nuestros datos sobre las edades y las circunstancias de los niños deberían respaldar la planificación de la respuesta a una pandemia para los niños en todo el mundo.

Fondos
Investigación e Innovación del Reino Unido (Fondo de Investigación de Desafíos Globales, Consejo de Investigación de Ingeniería y Ciencias Físicas y Consejo de Investigación Médica), Fundación Oak, Instituto Nacional de Investigación en Salud del Reino Unido, Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. e Imperial College London....

Extracto y Comentario del Diario.es

Por cada persona muerta con COVID-19 en el mundo, un niño ha quedado huérfano o ha perdido a una de las personas que le cuidaba. Tras veinte meses de pandemia, al menos 5,2 millones de menores de 18 años perdieron a su padre, a su madre o a uno de sus cuidadores tras infectarse de coronavirus. Esta es la cifra que aporta un artículo publicado en The Lancet sobre la salud de los niños y adolescentes, tras actualizar los datos de mortalidad de 20 países, entre los que se incluye a EEUU, India, España o Perú.

La investigación, que solo tiene en cuenta datos hasta el 31 de octubre de 2021 –por lo que quedaría fuera la gran ola de contagios y muertes provocada por ómicron– indica que dos de cada tres niños huérfanos por culpa de la COVID-19 son adolescentes de entre 10 y 17 años, y que en tres de cada cuatro casos fueron sus padres y no sus madres quienes fallecieron.

Desde marzo de 2020 hasta octubre de 2021, más de 3,3 millones de niños perdieron a su padre o a su madre y unos 1,8 se vieron afectados por la muerte de un abuelo o de un cuidador adulto que vivía en su casa.



El estudio alerta de que, de manera general, los niños que experimentan la pérdida de una de las personas que le cuidan "tienen mayor riesgo" de sufrir pobreza, explotación, violencia o abuso sexual, infección por VIH o problemas de salud mental y, en determinados contextos, "mayor vulnerabilidad a la participación en bandas". Por todo ello, los autores del estudio piden que los esfuerzos dedicados responder a la pandemia incluyan programas para niños huérfanos, tanto en lo económico como en los cuidados.

"Estar solo con niños supone estar desbordado, hiperexigido a la hora de realizar el aporte económico, la gestión del domicilio y la parte educativa", indica el director de Domínguez Psicólogos, Abel Domínguez, sobre lo que sucede cuando muere una de las personas encargadas del cuidado. "Una persona sobreexigida puede caer en el cansancio y, cuando esto pasa, cuesta más poner límites o entrar en una discusión. Esto puede provocar que se dejen de hacer labores de limitación de conductas adaptativas, por un lado. En cuanto a la violencia o a la probabilidad de entrar en bandas, se trataría de otro tipo de carencias afectivas", añade sobre los factores de riesgo a los que puede llevar la situación de orfandad.

Domínguez no distinguiría entre el impacto que supone la pérdida de una madre o un padre por la COVID-19 o por otras circunstancias. Sin embargo, el psicólogo sí que reconoce que un impacto emocional directo en las muertes que se dieron en la parte más dura de la pandemia, en los meses de confinamiento domiciliario, cuando los fallecimientos podían ser repentinos o sin despedidas. "Los niños de más de tres años, que sí que se acuerdan de sus papás y sus mamás, sí que van a notar mucho el cambio. Van a acordarse de que no se despidieron", apunta.

Prevención, red familiar y lucha contra la pobreza

"Calculamos que por cada persona que ha muerto como consecuencia de la pandemia, un niño ha quedado huérfano o ha perdido a su cuidador. Esto equivale a que, cada seis segundos, un niño se enfrenta a un mayor riesgo de adversidad a lo largo de su vida si no recibe el apoyo adecuado a tiempo", asegura una de las autoras del informe, la doctora Susan Hillis, miembro del equipo de respuesta contra la COVID-19 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés). Según Hillis, la respuesta debe centrarse en la prevención de la muerte de los cuidadores, en preparar a las familias para que se puedan hacer cargo de estos niños (otros miembros de la familia o en términos de acogida y adopción) y en la protección de los niños luchando contra la pobreza y la violencia.

El estudio indica que, antes de la pandemia, había unos 140 millones de niños huérfanos en todo el mundo. "Tuvieron que pasar 10 años para que 5 millones de niños quedaran huérfanos a causa del sida, mientras que el mismo número de niños ha quedado huérfano por la COVID-19", dice otra de las autoras, Lorraine Sherr, que pide "actuar con rapidez" para saber quién hay detrás de todas estas cifras y dar así apoyo.

"Las redes familiares van a ser fundamentales", dice el psicólogo consultado, que añade que una red de apoyo es fundamental y "a todos conviene tener una red o tribu" en el día a día, pero también en los momentos complicados. El apoyo económico por parte del Estado en forma de pensiones de orfandad, beneficios fiscales y supervisión psicológica adecuada deberían formar parte de la respuesta.

Otra de las autoras del estudio, la investigadora Juliette Unwin del Imperial College de Londres, considera que seguramente estas cifras estén muy por debajo de las reales. "La OMS estima que los datos precisos sobre las muertes por COVID-19 en África son limitados, y es probable que las estimaciones reales sean 10 veces superiores a las que se comunican actualmente".



Grandes diferencias entre países

Estos datos de orfandad varían en gran medida entre unos países y otros. Asia, América Latina y EEUU se llevan la peor parte según los datos de este informe, aunque los propios autores del informe reconocen que los datos para el continente africano están subestimados. En países como Perú, donde la COVID-19 se cebó con virulencia también con personas más jóvenes y en edad fértil, estiman más de 80.000 niños huérfanos, mientras que en países como España e Italia la cifra es mucho menor: 2.800 y 3.800, respectivamente.

El caso de India es incomparable por su cantidad de población. El estudio calcula que casi dos millones de niños indios han perdido a su madre o a su padre por la pandemia. En EEUU, por ejemplo, esta cifra asciende a 149.300.

El epidemiólogo Mario Fontán considera que ahora les toca a los países dimensionar y matizar el problema porque los impactos sobre los niños que se quedan sin tutores no será el mismo en cada territorio. "Este estudio hace una estimación global y ahora cada país tendrá que dimensionarlo. El impacto también será diferente dependiendo de la clase social a la que pertenece el niños y dependiendo de si quien muere es la madre o el padre. Tampoco será lo mismo para un niño migrante que no cuenta con red de apoyo", diferencia.

Según Fontán, la falta de datos oficiales en África supondrá un obstáculo a la hora de calibrar el problema real del continente. "En los lugares en los que falten infraestructuras sanitarias y haya dificultades de gestión de datos no se podrá dimensionar todo esto. La falta de estos análisis podrá hacer pensar que, si no existen, es que no hay ningún problema y de esto podría depender que se reciban o no recursos futuros", argumenta. Finalmente, el investigador piensa que estudios como este son necesarios para dejar de hablar en abstracto sobre la pandemia y poner el foco en realidades que generen debate.



Como parte del estudio, los investigadores han elaborado una calculadora a tiempo real que realiza estimaciones actualizada del número de casos de orfandad en todos los países del mundo. Para el caso español, la calculadora estima que 3.100 niños han quedado huérfanos por la muerte de uno de ambos progenitores; que 3.600 han perdido a uno de sus progenitores o a un cuidador; y que 7.700 han perdido a uno o ambos progenitores, a un abuelo que tenía su custodia o a uno de sus abuelos convivientes.

Los autores del estudio reconocen que la existencia de "algunas limitaciones" porque sus estimaciones se basan en modelos estadísticos y no en datos reales de niños afectados. Entre otras cosas, señalan que muchos países con cuentan con sistemas sólidos de notificación de muertes o fecundidad. El estudio se basa en un modelo estadístico que combina datos de fertilidad, exceso de mortalidad por la COVID-19, así como datos de Naciones Unidas sobre la composición de los hogares con adultos que conviven con menores de 18 años para establecer sus cálculos.

"Nuestros resultados sugieren la necesidad urgente de que las respuestas a la pandemia prioricen a los niños afectados por la muerte de sus padres o cuidadores", puede leerse hacia el final de artículo.


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