MÁS QUE UN CAMBIO EN LAS PALABRAS
No deja de llamar la atención el
hecho de que, en estos días en los que importantes ONGs nos están advirtiendo
del alarmante aumento del nivel de pobreza entre los niños y niñas españoles,
el Gobierno de la Comunidad de Madrid, por medio de sendas medidas de
“racionalidad administrativa” y de “ahorro presupuestario”, esté realizando una
auténtica operación de invisibilización
de la infancia.
A la desaparición, hace unos meses,
de la figura del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, se une ahora la
transformación del Instituto Madrileño del Menor y la Familia en el Instituto
Madrileño de la Familia y el Menor. El orden de las palabras importa mucho.
Recordando a Michel Foucault en Las
palabras y las cosas podemos pensar que no existe, ni aun para la más
ingenua de las experiencias, ninguna distinción que no sea resultado de una
operación precisa y de la aplicación de un criterio previo.
El organismo que ahora ve
trastocado su nombre nació como Instituto Madrileño de Atención a la Infancia,
para resaltar la idea de que su foco estaba puesto en el bienestar integral de
los niños y niñas de esta Comunidad, del cual todos sus habitantes eran, en
alguna medida, responsables. Luego el nombre de “infancia” cambió por el de
“menor”, término comparativo que refuerza la condición de “minoridad”,
dependencia y falta de autonomía de los niños, y asimismo se le añadió el
término de familia, en singular, como para evocar la existencia de un único y
universal modelo familiar. Ahora la familia va delante y así la figura de “el
menor” queda reforzada en su papel secundario y reducido su espacio al de
apéndice en la institución familiar, en detrimento de su papel y sus derechos
como persona humana.
La pobreza vivida en la infancia
compromete el desarrollo presente de niños y niñas y amenaza el futuro de toda
la sociedad. En cualquier momento, pero más aún en el presente, lo justo, y
además lo inteligente, sería volcar todos los esfuerzos y concentrar el mayor
número de recursos colectivos en el bienestar físico, afectivo, económico y
social de todos los niños y niñas. Ocultando la adversidad que amenaza a los
niños detrás de nombres de organismos que les ignoran no se resuelven sus
problemas, ni los nuestros.
LOURDES GAITÁN
Presidenta GSIA
A mi los nombres no de dicen nada. Las palabras,sin embargo, dicen mucho. No importa llama por un nombre, importa más cuánto que hay detrás del nombre: y esta claro que en política de infancia, y familia, el PP simplemente no tiene política: sólo le sirve para colocar a los amigos del marido de Esperanza, como es el caso de Gerente del Instituto Madrileño de..¿de qué...?. ¿Qué más da el de qué...?.
ResponderEliminarAl pp le importan un güevo y la yema del otro los niños y la familia.
La prueba evidente lo fue la creación de la Dirección de la Familia y lo es también, su misma extinción en estos días: Sólo sirvió para colocar a quien querían que colocar, ahora se jubila el vicho, y se jubila/disuelve al D.G. de la Familia