En estos tiempos de crisis,
en qué quedan los Derechos de los Niños rurales?
Doble Crisis en el Campo
Carmen Morán
El País, Octubre 2012
Los recortes de servicios,
justificados como inevitables por la crisis económica, están entrando
como una cuña entre el mundo rural y el urbano. Esa brecha, que nunca se
cerró del todo, corre ahora el riesgo de profundizar en abismos
superados hace décadas. El paro agrícola no deja de crecer y los
presupuestos presentados para 2013 clavan la puntilla en partidas
destinadas a la modernización y el desarrollo rurales. En territorios
que ya soportan importantes carencias, estos recortes tienen una
incidencia muy especial. Ocurre, por ejemplo, con el transporte escolar:
no es lo mismo poner trabas a este servicio en una ciudad, que dispone
de autobuses de línea o metro, que hacerlo en los pueblos, donde esta
decisión puede dejar en casa definitivamente a cientos de potenciales
bachilleres.
En Extremadura pelean por esa conquista, que allá donde no se ha perdido
está zozobrando: “Eliminar la gratuidad del transporte afecta en esta
región a unos 6.000 alumnos de bachillerato y FP, sobre todo de los
pueblos. El asunto todavía no se ha resuelto, pero las familias están
desconcertadas. Esto es un ataque a la educación pública y constituye
una desigualdad manifiesta para los chicos de campo frente a los de las
ciudades”, sostiene Joaquina López, presidenta de Ceapa-Extremadura, la asociación mayoritaria de padres de alumnos.
Muchos de estos ejemplos son coincidentes en otras comunidades
autónomas, con modalidades diversas. Es el caso de las escuelas rurales,
por seguir con la educación. Este año, las familias de Galicia,
Castilla-La Mancha, Castilla y León han secundado protestas por la
desaparición de estos centros o la reunión en ellos de más alumnos de
distintas edades de los que se pueden atender con profesionalidad. 13
alumnos siguen sin escolarizar en Cañada del Hoyo (Cuenca) “porque la
Administración quiere trasladarlos a Carboneras, un pueblo a 18
kilómetros y dos puertos de montaña. Dicen que con 11 chicos se puede
mantener la escuela, pues nosotros tenemos 13”, se queja José Dionisio
Béjar. “Se te quitan las ganas de vivir en un pueblo. Yo soy agricultor y
no descarto irme a Cuenca a vivir y ser yo el que se traslade al campo
por las mañanas”, añade.