Publicamos este artículo sobre
la significación que la participación de los jóvenes chilenos ha tenido
en sus luchas y defensa de su derecho a la educación pública y
de su derecho al acceso igualitario a la misma.
Su autora es miembro del Grupo GSIA
Y acaba de poner en marcha el Sociología de la Infancia y la Adolescencia en Chile
Por Iskra Pavez Soto
Desde hace meses que la creciente y sostenida participación de niñas, niños y jóvenes en el actual movimiento estudiantil en Chile refresca, sorprende y gusta a la propia sociedad que le vio nacer. Gracias a esto, se ha generado un debate público sobre la educación de las actuales y futuras generaciones como uno de los principales tema-país. Y es que la educación no solo es el capital humano –base de la riqueza y el desarrollo de un país en la actual sociedad del conocimiento–; sino que además, la educación y las credenciales educativas son vistas como la principal llave que abrirá las puertas de la movilidad social, ya que promete la superación de la exclusión.
Según Qvortrup (1992), Gaitán (2006) y Liebel (2007), existen una serie de asuntos de interés público que afectan directa e indirectamente a la infancia y la juventud. Cuando, las niñas, los niños y jóvenes opinan, participan y se organizan para intentar incidir en algunos de estos aspectos que afectan sus vidas –como la educación– están demostrando su capacidad de ser “actores sociales”, es decir, protagonistas del mundo social. En el actual movimiento estudiantil, particularmente el sector secundario, podemos comprobar cómo se re-construye el concepto mismo de infancia y juventud que había imperado en la sociedad chilena, superando los viejos estereotipos del “no estar ni ahí” y perfilándose como una generación ciudadana comprometida de manera protagónica con los cambios políticos, sociales y culturales de la sociedad chilena.
Según Qvortrup (1992), Gaitán (2006) y Liebel (2007), existen una serie de asuntos de interés público que afectan directa e indirectamente a la infancia y la juventud. Cuando, las niñas, los niños y jóvenes opinan, participan y se organizan para intentar incidir en algunos de estos aspectos que afectan sus vidas –como la educación– están demostrando su capacidad de ser “actores sociales”, es decir, protagonistas del mundo social. En el actual movimiento estudiantil, particularmente el sector secundario, podemos comprobar cómo se re-construye el concepto mismo de infancia y juventud que había imperado en la sociedad chilena, superando los viejos estereotipos del “no estar ni ahí” y perfilándose como una generación ciudadana comprometida de manera protagónica con los cambios políticos, sociales y culturales de la sociedad chilena.
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