Estrategias regionales de medición de la pobreza infantil

Estrategias regionales de medición de 
la pobreza en niñez


La pobreza infantil tiene una naturaleza específica
es necesario avanzar en su redefinición y 
en el desarrollo de estrategias metodológicas 
que permitan abordarla como un fenómeno 
de naturaleza compleja, multidimensional y relacional.

Hasta alrededor del año 2000, la pobreza infantil se encontraba subsumida en la pobreza general no sólo en términos conceptuales sino también en las estrategias de medición. Siendo que el enfoque predominante para la medición de la pobreza ha sido y aún sigue siendo el método del ingreso o consumo, los datos que se obtenían no tenían un enfoque multidimensional y subestimaban estadística y conceptualmente el problema de la pobreza infantil. Ello tuvo profundas implicaciones respecto de las políticas formuladas para reducir la pobreza y da cuenta de la falta de una estrategia holística respecto de la infancia y la familia.[1]
Entre los estudiosos del tema, dicha concepción de la pobreza ha ido cambiando hacia otra comprensión del fenómeno que va más allá de las insuficiencias monetarias y de condiciones materiales, pasando a concebirlo como un problema que tiene múltiples causas así como implica distintas carencias en términos de capacidades y derechos. Del mismo modo, en cuanto a la pobreza infantil, se pasó a reconocer los aspectos específicos que la caracterizan tanto en la experiencia como en los impactos en el desarrollo y en el bienestar de los/as niños/as. Considerando que la pobreza infantil tiene una naturaleza específica, es necesario avanzar en su redefinición y en el desarrollo de estrategias metodológicas que permitan abordarla como un fenómeno de naturaleza compleja, multidimensional y relacional.

En este sentido, el conocimiento sobre la pobreza infantil y las políticas orientadas a su reducción y superación requieren tanto de marcos conceptuales específicos como de estrategias de medición propias. Del mismo modo, los diagnósticos generados no tienen un fin en sí mismos sino que deben permitir a los estados refinar sus respuestas, gatillar protecciones específicas, componer redes de servicios que sostengan una base común de calidad de acceso a los derechos sociales, pero suficientemente sensible como para garantizar los apoyos necesarios frente a las situaciones singulares que afectan a cada familia.[2]

Estrategias regionales de medición de pobreza en niñez
La centralidad del tema de la pobreza infantil para el bienestar de la niñez de la región y la necesidad de producir y socializar conocimientos pertinentes al respecto, han motivado multiples iniciativas entre las cuales, la formación del Grupo de Trabajo en Infancia, Desigualdad y Pobreza, el cual es impulsado por Equidad para la Infancia América Latina y reúne referentes académicos de la región.[3] Uno de los resultados del trabajo colaborativo e interdisciplinario en el marco de este GT es el informe de investigación Estrategias regionales de medición de pobreza en niñez, que Equidad para la Infancia tiene el agrado de poner a disposición de todos/as. Dicho documento presenta un marco regional de debates sobre la pobreza infantil, centrándose en su conceptualización y medición, tanto en relación con el debate teórico-académico como en vinculación con su uso en el diseño de políticas públicas para niños, niñas y adolescentes. Brindando informaciones específicas respecto a la situación de cuatro países -Argentina, Colombia, Chile y Uruguay-, los distintos capítulos toman énfasis peculiares que recogen su inscripción nacional y desde allí dialogan con América Latina.[4] Otra iniciativa importante en el marco de las acciones de este GT es el “Seminario Internacional “Pobreza infantil, políticas públicas y democracia, organizado por Equidad para la Infancia, CROP, FLACSO México y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, a  realizarse en febrero del 2014 en el DF, México. El principal objetivo del Seminario fue realizar una evaluación crítica y comparativa del estado del conocimiento y las políticas públicas con impacto en la reducción, prevención y/o erradicación de la pobreza y la inequidad infantil.

La labor colaborativa en la producción de conocimiento es una estrategia fundamental de Equidad para la Infancia en su objetivo de ampliar el conocimiento pertinente para el bienestar de la infancia en la región. También lo es la búsqueda de diálogo multiactoral e intersectorial en todas las acciones que promueve. Siendo así, la producción del informe Estrategias regionales de medición de pobreza en niñez no se limitó al escenario académico, involucrando tres instancias de diálogo validatorio y de complejización entre referentes académicos, actores estatales y organismos internacionales, a saber: un conversatorio, dos paneles de discusión, y una presentación en el V Congreso Mundial por los derechos de la Infancia y la adolescencia,[5] cada una de estas con sus pautas referidas a temas relacionados con las formas de comprender, conceptualizar y medir la pobreza infantil, las políticas públicas dirigidas a superar este problema en los distintos países, aportes y desafíos pendientes.
En lo que atañe a la definición de pobreza, el informe hace hincapié en que no es un concepto unívoco. Las diferentes valoraciones éticas, morales y políticas del orden social determinan, en última instancia, la variabilidad de perspectivas para abordar este fenómeno (Altimir, 1979).[6] Siendo así, para la pobreza infantil actualmente se cuentan con múltiples definiciones que enfatizan características diversas dependiendo del lugar de enunciación.[7]
Diferenciándose de las acepciones convencionales sobre pobreza que remiten a los abordajes eminentemente monetarios, las definiciones multidimensionales de la pobreza infantil se apartan de las perspectivas individualizantes y se acercan a las condiciones sociales determinantes, lo que se hace patente cuando se considera que las condiciones de vida de los/as niños/as dependen en gran medida del contexto de cuidado en el cual se encuentran inmersos.
Partiendo de estas premisas, múltiples definiciones de pobreza infantil fueron formuladas en los últimos años. De acuerdo con Minujin (2005), la pobreza infantil abarca tres dominios interrelacionados, la privación, es decir la falta de condiciones y servicios materiales esenciales para el desarrollo; la exclusión, entendida como el resultado de procesos de desajuste, a través de los cuales la dignidad, la voz y los derechos de los niños son negados o sus existencias amenazadas; y la vulnerabilidad, que es definida como la ineficiencia de la sociedad de poder controlar amenazas existentes en sus entornos que atentan contra los niños.
Una de las definiciones más conocidas es la de UNICEF, según la cual: “los niños y las niñas que viven en la pobreza sufren una privación de los recursos naturales, espirituales y emocionales necesarios para sobrevivir, desarrollarse y prosperar, lo que les impide desarrollar sus derechos, alcanzar su pleno potencial, o participar como miembros plenos y en pie de igualdad de la sociedad” (Unicef, 2005:18).[8] Aunque la anterior es una de las definiciones más utilizadas, no es la única. Como lo plantea Minujin et al (2006a:31) la mayoría de las definiciones y marcos conceptuales se basan “en la privación de las necesidades básicas con una perspectiva de derechos humanos”.[9] Siendo que la definición de necesidades y sus satisfactores apropiados no es un proceso sin disputas, constituyendo el punto central de debate político en cada sociedad.
La naturaleza particular de la pobreza infantil también alude a los impactos por ella causados. En la medida que la infancia es el período de la vida en el cual las personas desarrollan capacidades físicas, psíquicas (cognitivas y emocionales), sociales y de aprendizaje, los niños y las niñas son particularmente vulnerables a los efectos de la pobreza y la desigualdad. En este sentido, experimentar pobreza o indigencia durante la infancia y/o la adolescencia tiene consecuencias que se extienden en el tiempo y se inscriben en el cuerpo. La pobreza infantil supone un conjunto de adversidades que tienen impacto negativo en el presente, que siguen teniendo consecuencias negativas en el resto de la vida, y que se transmiten a las generaciones siguientes. Siendo así, una apuesta consiste en poner especial énfasis en el desarrollo infantil temprano desde un abordaje intersectorial que no solo busque garantizar la cobertura, sino también la calidad para igualar las oportunidades a quienes nacen en desigualdad.[10]
En cuanto a la medición de la pobreza, las reflexiones del informe invitan a pensarla como un proceso que remite a la transformación del concepto en indicadores que puedan dar cuenta, entre otros aspectos, de su magnitud y evolución. La relación entre el concepto de pobreza y el desarrollo de la metodología para su medición cobra especial relevancia una vez que las estrategias de medida tienden a deslindarse de los debates conceptuales y políticos sobre el fenómeno, sus matrices de determinación y vinculación con determinados modelos de desarrollo nacional y global.
Se puede establecer una línea divisoria entre los métodos de medición que utilizan el ingreso o consumo y los que utilizan un conjunto diverso de indicadores. Esto separa a las metodologías en unidimensionales (métodos de medición por ingresos) y multidimensionales (por ejemplo, el enfoque de las necesidades, el enfoque de las capacidades y el enfoque de los derechos humanos), las cuales usan un amplio conjunto de indicadores para identificar y medir la pobreza, creando una lista de derechos, necesidades o capacidades que son usadas para identificar si un individuo es pobre.[11]
A su vez, la combinación de estas vertientes metodológicas ha hecho posible una comprensión más compleja de la pobreza infantil. En este sentido cabe destacar el estudio Pobreza Infantil en América Latina y el Caribe, realizado por UNICEF-TACRO y CEPAL, el cual investiga el problema tanto desde un enfoque de derechos (a la alimentación, a la salud, al agua, al saneamiento, a una vivienda digna, a la educación y a la información) -y de sus privaciones-, como desde el enfoque monetario.[12] Desde la misma perspectiva, el Panorama Social de América Latina 2013 de CEPAL, analiza en uno de sus capítulos la situación de la pobreza infantil en el continente alertando, entre otras cosas, sobre la importancia de considerar la interacción entre las privaciones, ya que la insuficiencia en alguna dimensión de la pobreza puede tener consecuencias sobre la posibilidad de ejercer el derecho en otra(s) dimensión(es).[13]
Como abordaje metodológico, el enfoque monetario considera el ingreso o gasto como un indicador del modo en el cual las familias satisfacen su bienestar con los bienes y recursos que pueden adquirir en el mercado, desconociendo que el acceso a servicios sociales básicos de calidad, como agua y saneamiento o educación y salud, requieren de una combinación de elementos que supera largamente el ingreso disponible de las familias y requiere del Estado y las organizaciones de la sociedad civil.[14]
Otro punto de debate en cuanto a la medición basada en el enfoque monetario que señala el informe, refiere a la utilización del hogar como unidad de análisis, elección esta que se basa en el supuesto de que todos los miembros del hogar gozan de la totalidad de los recursos disponibles de la misma manera, ignorando las características de género y edad de sus miembros que tanto implican necesidades particulares como posibilidades de negociar y acceder a dichos recursos. Diferentemente de esto, diversos estudios han demostrado que, dentro de los hogares, el peso de la pobreza está desigualmente distribuido, de acuerdo con condicionamientos generacionales y de género que adversamente afectan a las mujeres y a los niños en particular (Feeny and Boyden, 2003).[15]
Cabe recalcar que se han desarrollado diversas iniciativas de medición de pobreza en la niñez, siendo esta un área importante de investigación.[16] Al respecto, se señala la importancia de ampliar los indicadores de pobreza con aspectos subjetivos y cualitativos que den cuenta de las percepciones y significados de la pobreza, incluyendo la percepción de los/as propios/as niños/as,[17] perspectiva esta que muchas veces está oculta o silenciada.

Erradicar la pobreza infantil en América Latina: un desafío ético y político
El fenómeno de la pobreza se muestra complejo y amerita un análisis que incorpore variables de tipo estructural que permitan comprender la manera como se limitan las condiciones para el ejercicio de la ciudadanía social por parte de niños, niñas y adolescentes, así como las tensiones que se presentan entre el discurso políticamente correcto de los derechos de la infancia y el discurso hegemónico del modelo de desarrollo económico global. Así, el problema de la pobreza y de la forma de combatirla no puede ser reducido a un problema técnico; es un problema ético sustancial que cuestiona el modelo de desarrollo en su capacidad de producir y redistribuir los capitales (económicos, culturales, sociales y simbólicos) de una manera justa y solidaria.[18]
Los capítulos que componen este informe ponen énfasis en la importancia de un debate conceptual que posibilite un análisis crítico de la pobreza desde una perspectiva contextual y política. Al fin y al cabo, la mera reproducción de cifras sin un amplio debate de cómo son producidas y a qué marcos teórico-ideológicos corresponden, tienden a la naturalización del fenómeno.
Desde Equidad para la Infancia entendemos que no se encuentra saldado el debate que vincula la reproducción de la pobreza con la inequidad, la desigualdad -de género, etnia, generacional- y la exclusión de los derechos económicos, sociales y culturales. Del mismo modo, un debate más claro sobre las ideas de infancia y de niño subyacentes a las distintas conceptualizaciones sobre la pobreza infantil está pendiente, y asimismo, resta aún clarificar los impactos en el control social sobre las familias pobres que tienen muchas de las acciones para mitigar los efectos de la pobreza infantil.[19]
Siendo que el modo en que se concibe y mide la pobreza es clave para definir las acciones para su superación, es imprescindible avanzar en los análisis complejos sobre el tema que auxilien el desarrollo de políticas públicas intersectoriales que apunten a la erradicación de la pobreza infantil y que sean capaces de romper la cadena de transmisión intergeneracional de este problema. El informe que socializamos aquí pretende ser un aporte en esta dirección.

AUTORES DEL ESTUDIO
Dirección: Alberto Minujin. Equity for Children. New School University.Coordinación: Valeria Llobet. Equidad para la Infancia. Programa de Estudios Sociales de Infancia y Juventud. UNSAMGrupo de Trabajo:Equidad para la Infancia. UNSAM: Ana CapuanoUniversidad Católica de Chile: Helia Molina, Alejandra VivesCentro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza- Espacio Interdisciplinario – UDELAR. Universidad de la República del Uruguay: Alicia Canetti, Ana Cerutti, Oscar Roba, Daniel Parafita, Deborah DuarteObservatorio sobre Infancia. Universidad nacional de Colombia: María Cristina Torrado, Ernesto DuránPrograma de Ciencias Sociales y Salud. FLACSO Argentina: Raúl Mercer




[1] Minujin, A.; Capuano, A.; Llobet, V.; El desafio de la Pobreza Infantil. Hacia uma reconceptualización y medición multidimensional. En: Voces en el Fénix, año 4, n. 23., Abril/2013, pp. 86-93 Disponible en: http://www.vocesenelfenix.com/sites/default/files/numero_pdf/N.23.baja_.pdf
[2] Ibid.
[3] Dicho GT nace con el fin de generar un conjunto de herramientas de información y análisis que aporten al debate y a la reflexión sobre pobreza y desigualdad en la vida de niños, niñas y adolescentes, así como a las políticas dirigidas a intervenir en la superación de estas problemáticas en el campo de la infancia y la adolescencia. Conozca más acerca de la propuesta: http://www.equidadparalainfancia.org/gt-en-infancia-desigualdades-y-pobreza/
[4] Dicho trabajo se basa en un proyecto que fuera apoyado por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia – SENNAF, Ministério de Desarrollo Social, Argentina, y que involucró la realización de las mencionadas reuniones de trabajo.
[6] Capítulo Argentina
[7] Capítulo Colombia.
[8] Capítulo Colombia.
[9] Capítulo Colombia.
[10] Capítulo Chile
[11] Capítulo Argentina
[14] Minujin, A.; Capuano, A.; Llobet, V.; El desafio de la Pobreza Infantil. Hacia uma reconceptualización y medición multidimensional. En: Voces en el Fénix, año 4, n. 23., Abril/2013, pp. 86-93. Disponible en: http://www.vocesenelfenix.com/sites/default/files/numero_pdf/N.23.baja_.pdf
[15] Capítulo Argentina
[16] Algunos de estas son los indicadores de privación Bristol (utilizados en el UNICEF Global Study on Child Poverty and Disparities), los Child Friendliness of Policy Indices, los Child and Youth Network Indicators, el Child Well-being Index, el Social Institutions and Gender Index de la OCED, entre otros.  
[17] Capítulo Uruguay.
[18] Capítulo Colombia.
[19] Minujin, A.; Capuano, A.; Llobet, V.; El desafio de la Pobreza Infantil. Hacia uma reconceptualización y medición multidimensional. En: Voces en el Fénix, año 4, n. 23., Abril/2013, pp. 86-93 Disponible en http://www.vocesenelfenix.com/sites/default/files/numero_pdf/N.23.baja_.pdf.

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