Aprender a participar desde la infancia.

Los talleres sobre participación infantil muestran la teoría en torno a ese derecho de la infancia y varios ejemplos prácticos, como los Enredaderos de Madrid.
“Es un espacio de ocio gestionado por adolescentes en el que nosotras y nosotros decidimos qué nos apetece hacer”, explica Laura, del Enredadero de Villaverde Bajo.
Barrio Más Joven realizará un curso de técnicas participativas para chicos y chicas a finales de febrero 

 Ciudades Amigas de la Infancia, UNICEF.



La participación infantil y adolescente es un derecho y uno de los cuatro principios fundamentales de la Convención sobre los Derechos del Niño. Y no se trata de algo simbólico. El enfoque de derechos implica la obligación de apostar por metodologías basadas en la rendición de cuentas y faculta a los niños y niñas a reclamar sus propios derechos. Sin embargo, ¿cómo lograr que los chicos y chicas se impliquen en sus comunidades y adquieran la motivación, el conocimiento y los recursos para tomar las riendas de su derecho a participar?

“Lograr participación protagónica continuada sin aprendizaje en participación es muy complicado”, opina Alexis Ávila, de la Federación de Asociaciones para la Promoción de los Derechos de la Infancia y la Juventud en la Comunidad de Madrid (Injucam). La clave está en facilitarles los múltiples procesos de participación. Ávila ha ofrecido estas ideas en una formación para personal técnico de municipios de Guadalajara que pertenecen a la red de Ciudades Amigas de la Infancia de UNICEF España. La formación, que fue impartida el 4 de noviembre de 2020, está basada en la experiencia de los chicos y chicas que participan en el proyecto Enredadero, un espacio autogesionado de adolescentes de Madrid entre 12 y 18 años.

Durante la formación los técnicos han reflexionado sobre la importancia de figuras como los Consejos de Participación locales o la de los Plenos de Infancia y Adolescencia, que siguen sin ser realidad en algunos municipios. También han hablado de otros desafíos: por ejemplo, cómo integrar el trabajo comunitario a la hora de trabajar con participación infantil, o de qué forma ocupar espacios de participación intergeneracionales.

En esa línea, se están impartiendo otras formaciones, tanto de forma presencial como online, como la que llevará a cabo la organización El Barrio Más Joven sobre técnicas participativas dirigida a chicos y chicas, que se realizará en Madrid a finales de febrero principios de marzo (y cuya fecha límite de inscripción es el 12 de febrero).

Qué es la participación infantil y qué hace falta para garantizarla

Querer, saber y poder: esas son las condiciones para que se dé la participación infantil. En primer lugar, los chicos y chicas tienen que querer participar, es decir, tener una motivación, una ilusión y un compromiso. En segundo lugar, los chicos y chicas deben saber cómo hacerlo: algunas claves para facilitar la participación son informarles sobre sus derechos y adaptar la información a lenguajes accesibles a la infancia. Finalmente, poder participar consiste para estos chicos y chicas en contar con el espacio, los recursos, el acceso (que incluye el alcance geográfico o económico), una sostenibilidad (acciones continuadas), etc.

La participación debe ser protagónica, lo cual significa que debe tener estas características:

  • Es un proceso, se sostiene en el tiempo y tiene una finalidad.
  • Debe estar basada en indicadores y evidencias: es importante concretar qué queremos conseguir y cómo, y medir no solo los resultados sino también los procesos, el impacto y la transferencia.
  • Existe retroalimentación.
  • Es voluntaria, no debe ser impuesta.
  • Es inclusiva, ha de reconocer que cada niño o niña tiene características, intereses y capacidades de aprendizaje diferentes.
  • Es transparente: toda la información tiene que ser accesible y los niños y niñas deben conocer el alcance de su participación.
  • Es representativa: si bien la participación es a título individual y voluntaria, al mismo tiempo los niños y niñas que participan en estos procesos son altavoces de otros colectivos de infancia (de su municipio, barrio, centro educativo, asociación…)

Por otro lado, es importante recordar que en escenario de pandemia la participación infantil debe ser garantizada. En contextos de emergencias se tiende a dar más prioridad a otros derechos de la infancia, como el derecho a la salud o la seguridad; sin embargo, la participación es el derecho que garantiza el resto, y de ahí su importancia. Durante la crisis sanitaria por el covid-19, desde UNICEF España hemos apoyado a los Consejos locales y otros órganos de infancia y adolescencia que han continuado con su actividad a pesar de todas las dificultades; para ello hemos publicado el Cuaderno de acción local enfocado a técnicos municipales y miembros de los consejos de participación con pautas para garantizar este derecho de la infancia también en este escenario de la pandemia.

De la teoría a la práctica: la experiencia de los Enredaderos de Madrid

Alexis Ávila es, además, coordinador del proyecto Enredadero de Injucam, uno de los ejemplos de espacios autoorganizados donde los chicos y chicas pueden poner en práctica toda esta teoría. Se trata de una red de espacios de ocio autogestionado por adolescentes de la ciudad de Madrid. En otra dinamización online para el personal técnico de Infancia de municipios de Toledo pertenecientes a la Red de Ciudades Amigas de la Infancia de UNICEF España, del día 1 de diciembre de 2020, varias chicas del grupo INJUVOCES dieron a conocer el proyecto.

“Conocí los Enredaderos un día que llovía”, cuenta Alba, de Villaverde. “Sabía que había un espacio para estar un rato con unos amigos. Empecé a ir más seguido y surgieron proyectos a los que me fui uniendo”. Algo parecido le pasó a Laura: “Yo estaba en un grupo de baile y buscábamos sitio para ensayar porque era invierno y hacía frío. Los educadores nos dijeron que teníamos este sitio. Empezamos a ir y nos empezaron a proponer cosas de participación”. Su tocaya Laura, de Villaverde Bajo, participaba en una radio comunitaria y descubrió el Enredadero de su barrio mientras preparaban un evento de Halloween. “Cuando llegué la primera vez no había ni muebles”, cuenta. Luego empezó a ir regularmente y a involucrarse en la organización y en diferentes eventos.

El proyecto Enredadero surgió en el 4º pleno Infantil del Ayuntamiento de Madrid, celebrado el 20 de noviembre de 2015, como propuesta de los adolescentes que participaron. El objetivo era que, ante la falta de espacios de tiempo libre para la adolescencia (que en algunos barrios fomentan la aparición de casas de apuestas como única alternativa de ocio joven), los chicos y chicas tuvieran estos espacios para realizar acciones y actividades saludables. Pero también busca fomentar el derecho de los y las jóvenes a participar en la vida pública. “Empezó con un solo distrito como prueba piloto, y en tres meses de apertura hemos superado 5.000 asistentes”, explica Alexis. “Es una muestra de que el proyecto está funcionando y que da respuesta a la propuesta de los propios chicos y chicas”. Los Enredaderos se ubican en cinco distritos de la capital y no todos están bien comunicados, pero una muestra de su éxito es que a ellos acuden chicos y chicas no solo de Madrid, sino de municipios de los alrededores.

“Es un espacio de ocio gestionado por adolescentes en el que nosotras y nosotros decidimos qué cosas nos apetecen hacer”, explica Laura, del Enredadero de Villaverde Bajo. Aunque existe la importante figura de los facilitadores, dos adultos por centro con formación en infancia y adolescencia que gestionan determinados temas, los chicos y chicas son quienes toman las decisiones. Por ejemplos, sobre las actividades que realizan: “Las planificamos nosotros mismos. Algunas actividades requieren cierto compromiso, por ejemplo los grupos de baile han hecho exhibiciones”, explica Laura. Tampoco hay horario fijo: “Está abierto desde las 17h hasta las 20h o 21h. Más que nada porque como los adolescentes tenemos épocas en las que nos apetece más ir, por no imponer un horario, porque nos quita las ganas de ir. Esto no es obligatorio, es ir cuando apetezca y tengas tiempo”, añade Alba.

Pero también deciden ellos otros aspectos que habitualmente no se dejan en manos de la infancia, cómo gestionar el presupuesto: cada Enredadero tiene un presupuesto anual de 1.500 euros y un grupo de cada centro, elegido en asamblea, decide qué hacer con él. “Nosotros decidimos cómo lo gastamos. Tenemos que tener un registro de facturas para los gastos”, explica Alba.

En el año 2018 los chicos y chicas organizaron más de 190 actividades de ocio y se crearon más de 50 grupos en torno a sus propios centros de interés. La llegada de la pandemia paralizó, como es lógico, muchas de esas actividades, y a día de hoy casi todos los centros abren solamente a un 30% de capacidad. Sin embargo, la participación sigue siendo muy alta. “Es una pasada”, comenta Alexis, para quien es muy positivo “que el espacio sea abierto y cada uno pueda participar a un nivel”: desde acudir simplemente a sentarse y charlar con los compañeros, contando con un espacio propio, a irse involucrando, poco a poco, hasta llegar a una participación protagónica.



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