Ciudades Amigas de la Infancia, UNICEF.
La pobreza en la infancia y adolescencia supone uno de los mayores retos de la actualidad. En Europa, un total de 19,4 millones de niños y niñas (uno de cada cuatro) está en riesgo de pobreza o exclusión social en Europa, como ha recordado Olivier De Schutter, relator especial de las Naciones Unidas sobre la pobreza extrema y los derechos humanos, en un comunicado. En España hoy, 3 de febrero, el presidente del Gobierno ha presentado la Alianza de país Pobreza Infantil Cero, formada por 75 entidades, para realizar avances en la lucha contra esta lacra y que parte de la idea de que la pobreza infantil es un problema estructural.Pero la pobreza infantil tiene, además, una fuerte dimensión territorial. Es decir, que la oportunidad de un niño o niña de realizar todo su potencial o bien de sufrir riesgo de pobreza y exclusión está muy ligada a aspectos como su situación socio-económica y, también, la ciudad, el vecindario o las características del hogar donde vive.
Las ciudades tienen una tasa de pobreza infantil más alta que el resto del país, según el estudio de Eurocities Fighting child poverty in European cities, Lessons from cities for the EU Child Guarantee, publicado en diciembre de 2020. Nueve de cada 10 ciudades encuestadas para este informe confirmaron tener una mayor proporción de niños que viven en la pobreza que el promedio de su país. Esto se debe a que las familias que viven en ciudades enfrentan desafíos urbanos específicos que aumentan su riesgo de pobreza, como un coste de vida más elevado, falta de vivienda asequible y de lugares de cuidado infantil, etc. Para los autores del informe esto es, en parte, el resultado del crecimiento dinámico de los núcleos urbanos, que ahora albergan al 75% de la población europea.
Además, dentro de las propias áreas urbanas también hay fuertes desigualdades: casi todas las ciudades encuestadas para el estudio (32 de 35) señalan que en algunos de sus distritos urbanos la pobreza infantil es considerablemente más alta que el promedio de la ciudad, y en la mayoría existen grandes disparidades entre sus distritos o vecindarios.
Qué pueden hacer las ciudades: aprendizajes de la pandemia
Esta dimensión territorial de la pobreza infantil tiene, en la otra cara de la moneda, un aspecto esperanzador: las ciudades y municipios juegan un papel clave en la lucha contra la pobreza en la infancia y en la ruptura del ciclo intergeneracional. Al ser el gobierno más cercano a la gente, las autoridades locales son las primeras en ver y responder a las necesidades de sus habitantes: es algo que quedó patente durante la crisis del COVID-19.
Para hacer frente a esta realidad, muchos gobiernos locales están llevando a cabo una estrategia local integrada para reducir la pobreza infantil, combinando a menudo un enfoque sistémico de apoyo a las familias con medidas específicas para abordar las necesidades concretas de los niños de grupos particularmente vulnerables (familias monoparentales, inmigrantes, romaníes, necesidades especiales).
¿Qué se ha hecho en esta línea desde la llegada de la pandemia? Las ciudades han actuado para mitigar el gran impacto que esta está teniendo en la infancia y adolescencia, especialmente desde el cierre de escuelas y guarderías en 2020. Lo han hecho con medidas como proporcionar ayuda alimentaria, equipos y dispositivos digitales para ayudar a los niños a seguir las clases en línea, e incluso apoyo a los ingresos, asesoramiento psicológico y recursos de juego, etc.
Estrategias municipales para luchar contra la pobreza infantil
De acuerdo con el informe de Eurocities, todas las ciudades encuestadas trabajan activamente para prevenir o reducir la pobreza infantil y la mayoría de tienen una estrategia específica para reducir la pobreza infantil a nivel municipal. Estas son las más comunes:
1. Un enfoque holístico, integrado y transversal: es, según el informe, especialmente efectivo para mejorar la situación de las familias (por ejemplo, mejorar el acceso a la vivienda, el empleo y los ingresos dignos para los padres). Entre los ejemplos de este enfoque, el informe menciona el Plan Local de la Infancia y la Adolescencia de Madrid, que incluye la participación infantil, el mantenimiento de un entorno urbano saludable y una línea de acción estratégica para la evaluación de las intervenciones en curso. También, el ejemplo de «Thriving«, estrategia contra la pobreza infantil de la ciudad de Leeds (Reino Unido), centrada en la creación de «asociaciones» entre todos los actores locales relevantes que trabajan con la infancia, incluyendo niños y jóvenes, para fomentar la responsabilidad conjunta y la propiedad compartida para abordar los problemas que afectan la pobreza infantil.
2. Otra tendencia es centrarse en mejorar el acceso a la educación y el cuidado de la primera infancia y la educación escolar (por ejemplo, aumentar el número de plazas en el cuidado de los niños, reducir las tarifas para las familias de bajos ingresos, proporcionar beneficios en especie como comidas escolares gratuitas, o apoyar el acceso a los deportes, la cultura y el ocio). El informe aporta el ejemplo de la ciudad de Liubliana, en Eslovenia, donde el cuidado infantil y la educación preescolar son asequibles y accesibles para todos.
3. Adoptar un enfoque local. La mayoría de las ciudades del informe, tres cuartas partes de la muestra (26 de 35), aplican un enfoque territorial basado en el lugar para abordar las necesidades específicas de los niños en los vecindarios con las tasas más altas de pobreza. Algunas han puesto en marcha planes territoriales integrados para cerrar las brechas en las condiciones de vida entre las diferentes áreas urbanas. Otras ciudades han desarrollado programas específicos para la regeneración urbana de sus zonas más desfavorecidas, que incluyen acciones para reducir la pobreza infantil.
Un ejemplo de esto último es la estrategia ‘Pla de Barri‘ de Barcelona para 2016-2020, consistente en «planes de vecindario» con acciones para mejorar las condiciones sociales de los niños y cuyo objetivo es reducir las desigualdades sociales en 16 barrios de la ciudad.
4. Prevención e intervención temprana. Las ciudades pueden adoptar mecanismos para identificar los factores de riesgo, como la vulnerabilidad económica debido a bajos ingresos familiares, las dificultades sociales familiares (estrés de los padres, conflictos familiares, violencia doméstica, etc.) o las dificultades educativas. Un ejemplo: para prevenir la vulnerabilidad económica, muchas ciudades han implementado ayudas como comidas escolares gratuitas, subsidios para familias, becas sociales, etc.
5. Promover la participación infantil. Los responsables de la formulación de políticas a nivel local, nacional y de la Unión Europea deben involucrar a los niños y niñas en las decisiones que los afectan directamente. Para ello, es importante garantizar que las voces de los niños y niñas se escuchen y representen la diversidad de la infancia. Un elemento clave para esta estrategia son los consejos infantiles y juveniles.
De acuerdo con el informe, tres cuartas partes de las ciudades consultadas han establecido estructuras o procesos específicos para la participación de niños y jóvenes en sus políticas. Los enfoques más comunes son los Parlamento y consejos de infancia, los procesos participativos (encuestas, grupos focales de niños y niñas para co-crear ideas para nuevas políticas…), o los presupuesto participativos.
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