Siempre se pensó que todo lo referido a la infancia acarreaba fáciles consensos. Parece que no es así.

Quizá merecería la pena saber qué opinan los niños y las niñas 
sobre este bloqueo de una Ley que afecta a las niñas y los niños 
que siguen siendo violentados. 

Hablando de Infancia y Adolescencia, 
Revista GSIA, Mes de Febrero, 
Presentación.
Siempre se pensó que todo lo referido a la infancia acarreaba fáciles consensos. Grandes consensos, pero poca intencionalidad para producir cambios de impacto.  El consenso es medible, además de ser parte de un proceso dialógico en el que las partes aprenden a incorporar la argumentación de quien disiente para cobijar las ideas del debate que pudieran ser excluidas.  Pero la reflexión a veces debe de protagonizarse en la intimidad del grupo y el acto de pensar, y el diálogo como proceso de elaboración de ideas, debe resonar en cámaras donde los ecos y finalmente el ruido mediático no interrumpan la acción última.

Nos ha vuelto a pasar, y esta revista se ha querido hacer eco de la nueva instrumentalización de la infancia en un debate de una normativa que les afecta directamente, el proyecto de Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la violencia.  El asunto está en primer término en el desacuerdo entre los socios de gobierno en la inclusión de un concepto en el propio proyecto de ley.  El concepto de “discriminación por razón de identidad de género”.  Y en segundo término en hacerse público el disenso sobre un concepto que puede tener un recorrido mayor, seguramente, en la futura “Ley trans”.

Quizá merecería la pena saber qué opinan los niños y las niñas sobre este bloqueo de una Ley que afecta a las niñas y los niños que siguen siendo violentados.  Sí, ahora, en este preciso instante.  Claro, no importa, los niños no votan.

Equipo GSIA

Siempre se pensó que todo lo referido a la infancia acarreaba fáciles consensos. Grandes consensos, pero poca intencionalidad para producir cambios de impacto.  El consenso es medible, además de ser parte de un proceso dialógico en el que las partes aprenden a incorporar la argumentación de quien disiente para cobijar las ideas del debate que pudieran ser excluidas.  Pero la reflexión a veces debe de protagonizarse en la intimidad del grupo y el acto de pensar, y el diálogo como proceso de elaboración de ideas, debe resonar en cámaras donde los ecos y finalmente el ruido mediático no interrumpan la acción última.

 

Nos ha vuelto a pasar, y esta revista se ha querido hacer eco de la nueva instrumentalización de la infancia en un debate de una normativa que les afecta directamente, el proyecto de Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la violencia.  El asunto está en primer término en el desacuerdo entre los socios de gobierno en la inclusión de un concepto en el propio proyecto de ley.  El concepto de “discriminación por razón de identidad de género”.  Y en segundo término en hacerse público el disenso sobre un concepto que puede tener un recorrido mayor, seguramente, en la futura “Ley trans”.

 

Quizá merecería la pena saber qué opinan los niños y las niñas sobre este bloqueo de una Ley que afecta a las niñas y los niños que siguen siendo violentados.  Sí, ahora, en este preciso instante.  Claro, no importa, los niños no votan.

 

Equipo GSIA

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