¿La educación secuestrada?.

Heike Freire

Nuestra democracia representativa ha terminado convirtiéndose 
en una democracia para los representantes, 
una forma de oligocracia en la que una pequeña élite dispone 
y al resto nos toca obedecer…


Hace unas semanas, Yaacov Hecht, creador del concepto de “educación democrática”, con más de 1000 escuelas repartidas por todo el mundo, explicaba en Madrid uno de sus principios esenciales: el plan de aprendizaje personalizado en el que cada alumno decide qué, cómo, cuándo, dónde y con quién desea aprender. 
Al escucharle comprendí que nuestra democracia representativa ha terminado convirtiéndose en una democracia para los representantes, una forma de oligocracia en la que una pequeña élite dispone y al resto nos toca obedecer… 

En educación, como en los demás sectores, son los políticos quienes disfrutan del poder de decidir, da igual que no posean los conocimientos ni la experiencia necesaria y que se dediquen “a estudiar por las noches”.... Legitimados por unas urnas indolentes y clientelistas, a nadie deben rendir cuentas. Gobiernan simplemente porque están ahí y desde la cúspide de esa pirámide eligen pomposamente las materias que, por ejemplo, Tristán (una persona de 16 años, madura y responsable), estudiará este curso en primero de bachillerato, sus contenidos y exactamente el número de horas que dedicará a cada una de ellas. 
Por supuesto, en otra comunidad, con otros señores, ese mismo alumno tendrá más o menos horas de matemáticas, lengua, plástica, educación para la ciudadanía, religión o música. La arbitrariedad, los intereses partidistas, la falta de consideración y un completo desprecio hacia los complejos procesos que rigen el aprendizaje y la motivación humanas dictan nuestras leyes. 
Nadie ha preguntado a Tristán ni a sus compañeros, auténticos protagonistas de esta historia, por las cosas que les gustan, las que les apasionan y en las que brillan sus talentos. Incluso algunos se escandalizan con la idea: “¿cómo sería una sociedad en la que todo el mundo hiciera lo que le diera la gana??!!!”, preguntan asustados. 
Y sin embargo, encuentran aceptable que por afán de control e incapacidad para desempeñar su trabajo A Su Nivel (plantear metas, crear sentidos, dar valores y definir grandes objetivos), nuestras élites estén haciendo precisamente lo que deberían hacer los alumnos. El caos de los de arriba parece ordenado porque contiene órdenes. Y la escuela no puede ser mejor espejo del mundo en que vivimos. 

Heike Freire, es miembro de la Asociación GSIA
(Publicado en el periódico Escuela)

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