Un año sin pisar la escuela.

365 días sin clase para 114 millones de niños en Latinoamérica y Caribe, 
la región que más ha tardado en abrir los colegios  por el coronavirus. 

En este especial de El País, Planeta Futuro es una inmersión en la realidad de Latinoamérica y el Caribe y los efectos colaterales de este paréntesis educativo sin precedentes.
Sobre los  temas de Brecha Digital, de Familia, de  Educación, de Profesores y de Nutrición se ve la panorámica, no muy alentadora, que la pandemia ha hecho en esos países con sus peculiaridades.

La crisis del coronavirus ha puesto patas arriba las vidas de millones de estudiantes en América Latina y el Caribe, pero no ha afectado por igual. Chile logró llegar a la mayoría de sus alumnos a pesar de la pandemia, mientras que los de Bolivia perdieron un año completo. Para un país fueron 365 días de educación ininterrumpida; para otro, 365 días en los que el sistema educativo pareció haber caído en el olvido.

Hoy Ingrid Graciela tampoco irá al colegio. Ni mañana. Tiene nueve años y ha pasado los últimos 365 días en casa, una humilde construcción hecha de adobe, sin electricidad ni agua. Allí viven “como pueden” los siete miembros de la familia de agricultores guatemaltecos Pop Chó. 

Tal día como hoy de aquel fatídico 2020, cuando la palabra coronavirus empezó a ser cotidiana, todas las clases escolares en Latinoamérica y el Caribe habían echado ya el candado –a excepción de Nicaragua, el único país de la región que no cerró– sin saber muy bien cuándo volverían al bullicio de los recreos, los comedores llenos y las mochilas repletas de metas. 
Un año después, la escuela es apenas un recuerdo para cerca de 114 millones de niños y adolescentes. 
En agosto, según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), llegaron a ser 160 millones.

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