"Los espacios sin niños son síntomas de una enfermedad social"
elespañol.com
"Estamos en una sociedad que cree legítimo
que existan restaurantes, hoteles o aerolíneas 'sin niños'.
Y eso nos estigmatiza a los que somos padres" - denuncia.
"Y es discriminación por razón de edad, tal y cómo la entiende la Constitución.
Una sociedad que segrega, no es una sociedad sana".
Verse relegados de los espacios para adultos,
lleva a los que los niños vean retrasado su proceso de socialización.
Aceptar los espacios sin niños, argumenta, normaliza un hecho "aberrante".
"Pensar que es legítimo prohibir entrar a niños porque molestan es aberrante" .
En una tierra privilegiada en la que la buena mesa es casi una religión, el Aita Mari, sito en la parte vieja de San Sebastián con vistas al mar, goza de una reputación que hace honor a la fama de la cocina vasca. Una puntuación de 4,5 sobre cinco en Tripadvisor con
más de 260 reseñas que alaban sus platos, vinos y la atención al
cliente. Hay un borrón, sin embargo, en un comentario reciente, aupado
en votos por más de 60 personas: "Mal para niños".
La reseña está escrita por Andrés Palomino,
guionista de televisión, dibujante de cómics y - más importante para el
tema que nos ocupa - papá de dos mellizos. La familia de origen
barcelonés se encontraba de visita de fin de semana cuando entraron a
comer al restaurante. "Fuimos con dos niños pequeños y nos insinuaron muy desagradablemente que entonces no les salía a cuenta atendernos" - denuncia el comentario.
Palomino recurría a su arte - y a su blog personal - para extenderse sobre el incidente en forma de tira cómica.
El encuentro fue breve: pidieron mesa para seis, pero el propietario
les preguntó primero si habían visto el menú. A continuación inquirió si los pequeños iban a comer. "Porque si no comen, no me sale a cuenta darles la mesa".
La familia se marchaba entonces airada por el comentario, y tanto la
viñeta como la reseña eran la forma de dejar patente que la "niñofobia"
acababa saliendo cara.
"Estoy destrozado" - cuenta el propietario del Aita Mari, Pablo Lara,
al teléfono con EL ESPAÑOL en referencia a las críticas recibidas en
las redes sociales a raíz de la denuncia de Palomino. "Llevamos catorce
años en el negocio y nunca nos ha sucedido nada parecido. Por supuesto
que los niños son bienvenidos, nunca le hemos negado la mesa a nadie. Somos padres, tíos, abuelos... que me acusen de 'NiñoFobia' es como si me llamasen racista" - lamenta el restaurador.
Según explica, el intercambio ocurrió en tono "jocoso". "Pregunté por el menú porque no tenemos uno específico para niños aunque intentamos adaptar el de adultos". Asegura que se hubiera disculpado de inmediato de haberse dado cuenta de que estaba ofendiendo al cliente.
Ahora teme ser el blanco de una campaña online en su contra porque,
según confiesa, "no sabe mucho de redes sociales". En cualquier caso, la
réplica "no me sale a cuenta" no habría sido pronunciada.
"Será
que el humor vasco no se parece al catalán" - comenta con ironía
Palomino al escuchar la versión del restaurante. Se atiene a la versión
que tradujo en su viñeta. "Soy guionista, me quedo con las frases". En
cualquier caso acepta las disculpas de Aita Mari y subraya que denunciar
el incidente era indispensable para abrir el debate sobre la
'NiñoFobia' en la sociedad.
"Es el síntoma de una sociedad enferma"
Andrés
Palomino se arrancó a dibujar sobre los 'problemas de padre' durante el
embarazo de su mujer, un trabajo continuado que ha plasmado en su obra
editada, Manual para padres frikis. También ha cultivado en él un férreo compromiso a favor la inclusión de los niños en todos los niveles de la sociedad, una causa comprometida con los blogs, comunidades y páginas que se suman a #stopniñofobia.
"Estamos en una
sociedad que cree legítimo que existan restaurantes, hoteles o
aerolíneas 'sin niños'. Y eso nos estigmatiza a los que somos padres" - denuncia. "Y es discriminación por razón de edad,
tal y cómo la entiende la Constitución. Una sociedad que segrega, que
decide relegar a las familias al McDonalds, no es una sociedad sana".
Verse relegados de los espacios para adultos, explica, lleva a los que
los niños vean retrasado su proceso de socialización. Aceptar los
espacios sin niños, argumenta, normaliza un hecho "aberrante".
El
autor se revuelve contra el argumento de que está en la libertad de
cada cual el reclamar un espacio en que los "niños no molesten". Se
trata de una "necesidad" creada artificialmente, responde, fruto de un "egoísmo exacerbado" obsesionado con el "bienestar individual". Palomino subraya que la decisión libre y legítima es la de que las parejas tengan hijos o no. "Pero no puedes pretender aislarte en una burbuja de los hijos de los demás. No vives sólo en esta sociedad. Son nuestro futuro, el tuyo también".
Los
niños son revoltosos, movidos, ruidosos: siempre lo han sido, asegura, y
solo en los últimos tiempos hemos estado convirtiéndolo en un problema.
"Opinar sobre cómo educan los demás a sus hijos es complicado.
Seremos mejores o peores padres, pero todos hacemos lo que podemos. Y
somos los primeros interesados en que se comporten bien a la hora de
comer".
Palomino es consciente de que su opinión no se
comparte de forma unánime. "Estoy recibiendo multitud de reacciones a
favor y en contra", explica. Y se congratula, porque afirma que el
debate de la 'NiñoFobia' es uno que tocaba plantear. Su postura está
clara. "Defender los espacios libres de niños nos lleva por un mal camino"
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