Otro día más, nos desayunamos con el tema de la pobreza infantil.
Esta vez con el informe de Save the Children. ¡Cuántas manos a la cabeza
y cuánta hipocresía a la vez! Solo “nos acordamos de Santa Bárbara
cuando trona”.
Pero es verdad. Los niños y niñas españoles cada día que pasan son
más pobres y son más numerosos; de momento, detrás de los niños y niñas
rumanos. Vaya carrerón que tenemos….
Mientras, hoy se conmemora en todo el mundo el “Día Internacional contra la Esclavitud infantil”. Y no nos damos cuenta que la Pobreza,
hace esclavos a los niños y a las niñas, condenándoles a la
invisibilidad, al analfabetismo estructural y funcional, a la
malnutrición, a la dependencia de la Caridad y no de los servicios
propios del Estado de Bienestar, -que sírvase de muestra, está para
otros asuntos más importantes como salvar la banca, la corrupción,
modificar y anular derechos fundamentales ya conquistados…. En fin, que,
según ellos, estamos ganando en PROTECCIÓN para los niños y las niñas
de nuestro país, pero la realidad del día a día nos dice todo lo
contrario. Los niños esclavos de hoy, serán los adultos esclavos del
mañana.
Claro está que, a nuestros políticos y políticas se les llena la boca
en decir que están trabajando para nosotros: adultos y niños. Pero
cuánto de esto es verdadero o meramente un discurso banal que solamente
justifica “en diferido” su nómina.
Porque señores, seamos cuerdos y apliquemos el sentido común: España
no está saliendo de la crisis, es más, la crisis económica está
enquistada, cual luto o depresión, en la sociedad, en su población, en
los ciudadanos que ahora tienen menos derechos gracias a políticas
basadas en los privilegios de la “puerta rotatoria” y no del trabajo, el
conocimiento y la inversión-investigación e innovación.
Y los niños y las niñas, siguen sufriendo lo que ellos ya tienen muy
asumido: que uno de sus padres –con suerte-, no tiene trabajo, que los
libros son prestados, que la ropa la aprovechan hasta no poder más, que
solo comen o cenan un plato, dando gracias a Dios, a Cáritas o a María
Santísima…. Eso sin olvidar que ya no pueden gozar de becas, porque
prima ser hijo o hija de consejera antes que de un obrero, empleado o
vendedor normalito y corriente. O que, si son niños discapacitados han
de pensar que tienen mucha suerte en tener un techo donde cobijarse,
aunque no coman, porque siempre hay algún consejero o consejera,
ministro o ministra que les retire las ayudas a la dependencia, que
antes disfrutaban justamente, o les eche a patadas del centro de
atención al que acudían. Una vez más, para eso está la caridad de las
instituciones benéficas laicas o religiosas, como en siglos anteriores,
las Casas de Beneficiencia.
Vamos, que al ministro de Hacienda actual, no se le ha ocurrido
pasarse con una de las miles de invitaciones del Padre Ángel a dar de
comer y servir comidas a esos niños que no ven “el final de la
recesión”. Y darse cuenta, con sus propios ojos que sus sentencias no se
ajustan a la realidad que el resto de los mortales padecen en el país
que le sigue pagando sus estipendios mensuales. Parece ser que el
cristianismo social, uno de los pilares en que basaba la enseñanza de la
institución “San Pablo CEU”, en su época de profesor de Economía en
dicho centro universitario, ahora se le olvida cuán rápida y veloz
similar a un alzheimer agresivo. Claro, ya va estando en edad de
padecer… y que suframos los demás, ciudadanos de cero a 100 años, en
este país.
Pero, ¿por qué nos tienen que vender que protegen a la familia, a los
niños y las niñas, a los mayores si realmente, nos han vendido cuán
esclavos?
Lo fácil es manipular. Y según estamos, no ponemos oposición a dichas
manipulaciones porque lo primero es comer y luego pensar. Y lo que es
pensar…. Ahora, los españoles con la que tienen encima no piensan como
debieran. El nutriente no nos llega adecuadamente. Vamos, que somos un
país de catetos, donde entran y salen a nuestro antojo, sirviéndose de
nosotros, como esclavos desde que la historia tiene conocimiento de
ello. Porque un esclavo es una persona propiedad de otra, en relación a
una deuda económica contraída o por apremio individual. Y qué mejor
deuda contraída que la que tenemos actualmente nosotros, que nos hace
esclavos del sistema productivo ineficaz y garante de privilegios de
unos pocos y deficiente y desprotector para el resto de la población.
Sírvase de muestra el botón de la Deuda Pública a más del 98% del PIB.
Echando la mirada atrás, los niños y las niñas de nuestra sociedad
actual española se parecen cada vez más, a los chavales que recorrían
las calles de nuestro país a finales de siglo XIX, donde la Restauración
monárquica nos trajo a los caciques de las provincias, que gestionaban a
su antojo diputaciones, alcaldías, provincias enteras con sus haciendas
incluidas; donde la corrupción era la nota dominante para el dominio de
la población trabajadora, sin estudios y dependiente de la caridad. Así
como no podemos olvidar la falta de cohesión social de la época
señalada, la creación de nuevos impuestos y la alternancia política que
hizo surgir movimientos secesionistas y nacionalistas. Calcadito a lo de
ahora. Y mientras, los niños corriendo descalzos por la calle, con un
mendrugo de pan que les daban en las iglesias o conventos, en los
famosos comedores de “la sopa boba”, igual que ahora, pero con el “Banco
de Alimentos”.
El declive de la sociedad de la monarquía de los Borbones a
principios del siglo XX, tuvo mucho que ver con ese caos social,
económico y político, que vendía en pasquines los “milagros
regeneracionistas” de sus políticos, y alternaba las cacerías del
monarca aireando la famosa vida social del insigne rey del momento. Y
así les fue: saliendo de España a todo correr, dejando una sociedad
española paupérrima y analfabeta, con una pobreza infantil elevadísima,
una educación clasista y exclusiva, con una administración en quiebra y
caótica gracias al despilfarro de sus gobernantes, y una salud pública
inexistente.
Hoy nos venden el ideario del PP porque les toca en el gobierno, y
antes nos vendían “los brotes verdes” porque les tocaba a los del PSOE.
Pero ¿qué clase de gobernantes tenemos en este país?
¡No pueden ser más mediocres e ineptos! Y pasan los siglos y seguimos en las mismas. No evolucionan, es más, involucionan.
Por esa razón, nos tenemos que preguntar si nuestros hijos, los niños
y las niñas españolas del siglo XXI son los mismos que hace siglo o
siglo y medio. Está claro que ,por muchos motivos, no. Pero en cuanto a
derechos, han retrocedido cien años. Han perdido sus derechos a la
educación digna y de calidad, gratuita y garante de su desarrollo y
bienestar personal. Han perdido sus derechos en cuanto a la salud
pública e inmediata. Han perdido sus derechos en justicia, en cuanto no
son atendidos en primera persona, escuchándoles y tomando en paridad su
discurso frente al del adulto. Han perdido su identidad, en cuanto han
regresado por las leyes aprobadas a la “propiedad” del pater familias,
anulándoles en libertad y responsabilidad en las elecciones de su
futuro, porque si no, se les etiqueta como “niños emperador”, “
maltratadores”, etc. Eso sin olvidar que solo existen y son visibles
para las estadísticas que interesan a los actores del momento: para
vendernos lo mal que se desenvuelven en la sociedad, o poco que aprenden
y lo mucho que hay que examinarlos para garantizar el sistema educativo
que los adultos les imponen.
Y a todo esto, si se rebelan y dicen que no, dicen que eso no lo
quieren, entonces es que son díscolos, disruptivos, y en casos
incontrolables para el adulto hay que ponerles la pastilla en la boca,
para que se calmen o simplemente, otra vez, someterles a las directrices
“adecuadas” que marcan los demás. Más esclavismo no se puede dar.
Qué singular, que fácil es volver al redil a los chavales cuando no
tienen herramientas para salir adelante, cuan esclavos de su tiempo y
sus circunstancias. Con el yugo del riesgo social, de la invisibilidad
funcional y la circunstancia inmediata de satisfacer sus necesidades más
básicas a priori.
Se busca reproducir el modelo adultísta, que da menos labor al
gobernante de turno, que se somete más fácilmente. Y cómo mejor que
bajándoles a los infiernos de la pobreza, dándoles unas migajas y
diciéndoles que ya están mejor que antes.
Rockefeller ya decía que una gran crisis sometería de nuevo a la
sociedad en su conjunto. Pues ya la tiene. Ahora toca a las nuevas
generaciones y a los niños y las niñas decir si quieren esto o prefieren
tirar por otro camino, aunque éste no sea el fácil.
- Myriam Fdez. Nevado es consultora internacional en Infancia y Derechos Humanos.