Mientras la ciudad es en términos geopolíticos una sola,
suele albergar en sí misma muchas ciudades.
Es decir, las ciudades están fragmentadas y
las condiciones de vida en sus distintos barrios o comunas
pueden ser verdaderamente diferentes.
La
temática de la pobreza requiere de un abordaje que subraye el carácter
multidimensional de este fenómeno e ilumine aquellas especificidades que
hacen de la pobreza infantil algo distinto a la pobreza de adultos. En
los últimos años se ha difundido una serie de medidas multidimensionales
para monitorear la pobreza infantil, asumiendo que se trata de una
problemática que trasciende a la disponibilidad de ingresos. Entran en
juego muchas otras dimensiones que van desde el acceso a servicios
sociales básicos de calidad, como agua y saneamiento o educación, al
padecimiento de las diversas formas que asume la exclusión. Desde
discriminaciones sociales -ser distinto por ser pobre- a
discriminaciones por género, étnica o religión. Aquí entran en escena
los diversos rostros que adquiere la desigualdad. Por un lado las
desigualdades verticales o jerárquicas deben su explicación a
disparidades sociales y de ingresos. Por su parte, lo que se conoce como
diferencias horizontales alude a la negación de derechos a causa de la
discriminación y el no reconocimiento. Mientras la ciudad es en términos
geopolíticos una sola, suele albergar en sí misma muchas ciudades. Es
decir, las ciudades están fragmentadas y las condiciones de vida en sus
distintos barrios o comunas puede ser verdaderamente diferente. Accesos
muy variados a los derechos de educación, recreación, saneamiento,
trabajo, circulación, implican diferentes posibilidades de experimentar y
participar en la ciudad.
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