El duelo infantil
“Explícame qué ha pasado”
¿Podemos hablar de la muerte con los niños y niñas?
Debemos hacerlo, como ante cualquier realidad.
Con mucho cariño
Con muchísimo amor
Pasando todo el tiempo del mundo juntos
Hablando con delicadeza
Sin atragantamientos
Sin mentiras
Con respeto a su mundo emocional
Sabiendo esperar
Escuchando mucho
Con mimo
Con caricias
Sin temor
Y SIEMPRE
Con disposición a la VERDAD
Loreto Cid Egea
Acceso a la Guía
Editada por la Fundación Mario Losantos del Campo, y escrita por la psicóloga Loreto Cid Egea, se trata de un documento de excepcional valor práctico, tanto para el entorno familiar del niño y la niña que sufre una pérdida como para los profesionales que deben enfrentarse a esta situación desde el ámbito escolar, social o sanitario.
Editada por la Fundación Mario Losantos del Campo, y escrita por la psicóloga Loreto Cid Egea, se trata de un documento de excepcional valor práctico, tanto para el entorno familiar del niño y la niña que sufre una pérdida como para los profesionales que deben enfrentarse a esta situación desde el ámbito escolar, social o sanitario.
Ningún niño es demasiado pequeño para darse cuenta de cuándo una persona importante ya no está allí. Los adultos a menudo tratamos de proteger al niño contra el dolor diciéndoles poco o nada sobre lo sucedido, pero por sí mismos, muchos niños no son capaces de entender la realidad de la muerte y los sentimientos que tienen ante una pérdida.
Pueden sentirse confusos, rechazados o
abandonados en un momento en que más necesitan consuelo, comprensión y
seguridad. Los adultos, que luchan para hacer frente a sus propias
reacciones ante la muerte, pueden sentirse totalmente impotentes para
hacer frente a los sentimientos de un niño afligido.
- La negación: Una
manera de hacer frente a algo que no es comprendido ni aceptado. El niño
puede fantasear acerca de la persona fallecida, hablar de él o ella en
tiempo presente, o seguir esperando a la persona en cuestión a pesar de
saber que él o ella no van a volver.
- La culpa: Esto puede
ser el resultado de la necesidad de encontrar una razón para la muerte.
Algunos niños sienten que ellos han causado la muerte de alguna manera, o
se siente culpables por estar vivos. Esta situación provoca un montón
de sentimientos difíciles de gestionar.
- La ira: Esta
puede ser dirigida a los compañeros que no han tenido una pérdida, a la
propia persona fallecida, o hacia otros miembros de la familia. Los
niños a menudo expresan su ira a través de un comportamiento rebelde y
oposicionista.
- La idealización: Los niños pueden llegar a idealizar a la persona fallecida y comienzan a imitar sus gestos.
- El pánico: Ante una
situación de pérdida los niños pueden desarrollar miedo de que otras
personas que están cerca de ellos pueden morir, o incluso temer por sus
propias vidas. Pueden sentirse inseguros y preocuparse en exceso por las
personas que tiene a su alrededor.
- Las quejas psicosomáticas: Muy
a menudo los niños pueden perder el apetito, tener pesadillas y
aparentar cansancio la mayor parte del tiempo. Se quejan de dolores de
cabeza o malestar estomacal. Algunos niños pueden llegar a quejarse de
tener los mismos síntomas mostrados por la persona muerta en la fase
final de su enfermedad.
Aunque las respuestas anteriores son muy parecidas a las que pueden mostrar los adultos en situaciones similares, en el caso de los menores hemos de contar con la complicación añadida de un entendimiento menos claro, o incluso inexistente, del proceso de la muerte, así como el hecho de que los niños no siempre tienen las palabras necesarias para expresar sus sentimientos.
Hoy ofrecemos para su descarga una extraordinaria Guía para ayudar a los adultos a hablar de la muerte y el duelo con los niños. Su título “Explícame qué ha pasado” indica con claridad su objetivo, que es resumido por sus autores en las primeras líneas:
“Ponerle palabras a este suceso no resulta nada fácil y menos aún si se
trata de comunicárselo a los más pequeños. Sin embargo, la muerte es un
hecho ineludible de la vida, es decir, todos los seres humanos vamos a
tener que enfrentarnos a ella, por ello es importante poder disponer de
recursos que nos ayuden a afrontar esta realidad de la mejor forma
posible”.
Magnífica guía, felicidades a la autora, al editor y a GSIA por difundirla.
ResponderEliminarLas situaciones de duelo que viven los niños (como también los adultos) no se limitan a las que se derivan de muerte de un ser querido, como se explica en el libro, sino también a pérdidas afectivas por otras ausencias, que son mucho más cotidianas para ellos.Me vienen a la mente los niños y niñas que nos cuentan en la investigación que un día se levantan, allá en su país, y se encuentran que su mamá o su papá no están porque han emigrado a España. La atención a este duelo estimo que es de importancia fundamental, y no solo para los propios niños....