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¿Cómo viven y sienten los niños migrantes y refugiados en Europa?

Aún existen algunas verdades rotundas en esta época de opiniones encontradas y descreimiento. Que los niños son el futuro es una de ellas. Si, además, tenemos en cuenta la inocencia y la vulnerabilidad que definen la infancia y la transición a la vida adulta, y que lo que sucede en esta etapa es clave para el desarrollo cognitivo, emocional y social de cualquier niño, resulta también indiscutible la necesidad de garantizarles una protección especial. Así lo reconoce la Convención para los Derechos del Niño.


THE CONVERSATION

Inmaculada Serrano

Universidad Pontificia Comillas

Publicado: 1 enero 2024 21:23 CET



Aún existen algunas verdades rotundas en esta época de opiniones encontradas y descreimiento. Que los niños son el futuro es una de ellas. Si, además, tenemos en cuenta la inocencia y la vulnerabilidad que definen la infancia y la transición a la vida adulta, y que lo que sucede en esta etapa es clave para el desarrollo cognitivo, emocional y social de cualquier niño, resulta también indiscutible la necesidad de garantizarles una protección especial. Así lo reconoce la Convención para los Derechos del Niño.


En el caso de los niños de origen migrante se dan, además, muchas otras vulnerabilidades. A los estereotipos a los que se enfrentan en la calle o en el aula se añade, con frecuencia, un estatus administrativo más o menos precario para ellos o para sus familias, que puede limitar el acceso a servicios y que genera miedo e incertidumbre.


Muchos de estos niños se enfrentan, además, a un idioma y cultura desconocidos. Empiezan de cero en centros educativos donde todo resulta extraño, no entienden a nadie y tampoco se pueden hacer entender. Algunos han sufrido también experiencias traumáticas, ya sea en su país de origen o en el camino. Y a todo ello se enfrentan a veces sin apoyo familiar o bien con dificultades familiares de todo tipo, arrastradas por la experiencia migratoria y el desarraigo.


En total, en los 27 países de la Unión Europea hay casi cinco millones de niños nacidos en el extranjero y 6,6 millones con nacionalidad extranjera. De ellos, más de medio millón y casi un millón, respectivamente, residen en España. Estas cifras incluyen desde recién llegados y solicitantes de asilo a niños nacidos en este país de padres extranjeros.


Todos ellos son nuestra responsabilidad y también nuestro futuro. En esta etapa de sus vidas se decide en qué tipo de adultos se convertirán, cómo se relacionarán con la sociedad, qué esperarán de ella y de sí mismos. Esto debería llevarnos a plantear algunas preguntas importantes: ¿cómo les va en aspectos fundamentales para su desarrollo, bienestar e inclusión? ¿Cómo les va a los colegios que trabajan con esta diversidad y qué políticas se están aplicando para sostener y apoyar a unos y a otros?


Hasta ahora estas preguntas tenían difícil respuesta por falta de marcos de referencia y datos, pero los recientes resultados del proyecto IMMERSE intentan empezar a responderlas. El proyecto, liderado por la Universidad Pontificia Comillas y financiado por la Comisión Europea, se ha desarrollado durante cinco años en Alemania, Bélgica, España, Grecia, Irlanda e Italia.


Contando con la participación de niños, familias, educadores, entidades sociales y responsables políticos, se han seleccionado 30 medidas clave y se han recogido datos secundarios y datos de encuesta entre más de 24 000 niños y más de 400 centros.


Los resultados, presentados recientemente en Madrid (España) y en el Parlamento Europeo, nos permiten empezar a despejar muchas dudas.


Acceso a los derechos básicos


Por un lado, el acceso a derechos básicos como la educación obligatoria o la atención médica está fundamentalmente consolidado en los seis países analizados, aunque con déficits significativos en los niveles de escolarización en Grecia y Alemania. Sin embargo, los indicadores de rendimiento académico y escolar exponen claras desventajas entre los niños de origen migrante en todos los países.


De acuerdo con los datos de encuesta recogidos, la inmensa mayoría de estos niños (alrededor del 80 %) se declaran felices, un dato que muestra ante todo el optimismo y resiliencia a estas edades, que son compartidos por niños de cualquier condición. Además, la mayoría de estos niños confían en las instituciones (educativas, sanitarias, de seguridad).


En el colegio


En contraste, otros indicadores claves para el bienestar de estos niños arrojan peores resultados: tan solo alrededor de la mitad declaran un fuerte sentido de pertenencia en su colegio, o dicen contar con el apoyo de amigos y compañeros o de sus profesores, de nuevo en clara desventaja con otros niños no migrantes. En muchos de estos indicadores España está, no obstante, a la cabeza entre los países analizados, destacando el nivel de apoyo por parte de los profesores y la confianza en las instituciones educativas, donde apenas existen diferencias con niños no migrantes.


En contraste, los resultados referidos a políticas que intentan garantizar no solo el acceso a derechos, sino también apoyos específicos necesarios para niños, profesores y centros educativos, son mucho menos satisfactorios en todos los países. Particularmente en lo referido al apoyo para el acceso a la educación superior y la política de educación intercultural en el caso de España.


Compromiso con la interculturalidad


En los centros educativos emerge un compromiso claro con la interculturalidad en casi todos los países, y especialmente en España. Pero falla la implementación en el día a día de las clases, y en la comunicación con los padres. Y, de manera clave, en todos los países se da una preocupante ausencia de servicios de salud mental y apoyo psicosocial en los centros.


Por todo ello, a la pregunta de si lo estamos haciendo bien cabe responder: en gran parte sí, pero existe mucho margen de mejora. En particular, los resultados en España deberían motivarnos a apoyar decididamente la labor que se realiza desde los centros, particularmente desde el ámbito de las políticas sociales y educativas.


Este esfuerzo de mejora no solo es necesario, sino que merece mucho la pena. Partimos de una buena base: derechos básicos consolidados, confianza en las instituciones y una declaración de optimismo que, eso sí, va claramente disminuyendo con la edad, en el camino de la transición a la edad adulta.

Los datos deben ir de la mano de la reflexión y el análisis y motivarnos en la dirección de mejoras que están al alcance de la mano. Se lo debemos y nos lo debemos.

La digitalización de la educación y la alfabetización digital: desafíos para la infancia y la adolescencia. Revista Sociedad e Infancias 7.2.

La digitalización de la educación y la alfabetización digital:
desafíos para la infancia y la adolescencia
Revista Sociedad e Infancias, Vol. 7 Núm. 2 (2023): 

Presentación

La digitalización de la educación y la alfabetización digital: desafíos para la infancia y la adolescencia.

 Equipo SIC SPAIN 3.0 UCM

[en] Foreword. The digitization of education and digital literacy: challenges for children and adolescents
[pt] Apresentação. A digitalização da educação e a alfabetização digital: desafios para crianças e adolescentes

El  acelerado  avance  de  la  innovación  digital  en  el  ámbito  educativo  ha  desencadenado  profundos  cambios  en  el  ecosistema  de  aprendizaje.  En  esta  constante  transformación,  la  digitalización  del  aula  irrumpe  como  una  fuerza  omnipresente que redefine la manera en la que los actores de la comunidad educativa, y especialmente, niños, niñas y adolescentes interactúan con el conocimiento y los procesos de enseñanza-aprendizaje. Si bien esta situación está reconfigurando las dinámicas en las aulas, también proyecta nuevas perspectivas y oportunidades para repensar el sistema educativo en su totalidad y la necesidad de adoptar enfoques pedagógicos y metodologías innovadoras que se  ajusten  a  las  exigencias  de  este  nuevo  contexto.  Las  transformaciones  no  solo  llegan  a  ser  perceptibles  en  las  aulas, sino que trascienden más allá de ese espacio, involucrando a toda la comunidad educativa. Docentes, niños, niñas y adolescentes, padres y madres, responsables educativos, así como organismos de administración pública, convergen en un diálogo necesario sobre los impactos de la innovación digital en la educación.

De  manera  paulatina,  y  con  mayor  o  menor  intensidad,  los  centros  educativos  se  adaptan  a  un  cambio  en  un  sistema  educativo  tensionado  entre  paradigmas  tradicionales  y  las  demandas  emergentes  de  la  digitalización.  Y,  aunque  la  rapidez  con  la  que  se  implementan  estas  adaptaciones  varía,  la  urgencia  de  responder  a  las  dinámicas  cambiantes del entorno educativo se muestra cada vez más evidente. Los desafíos que se presentan en este contexto son  variados.  La  introducción  de  nuevos  agentes  en  el  proceso  de  digitalización  del  aula  como  es  el  caso  de  las  grandes tecnológicas, la permisividad del uso de dispositivos en el aula como el teléfono móvil, la aceleración en el impulso  constante  de  metodologías  educativas  y,  sobre  todo,  como  aspecto  crucial,  la  emergencia  de  una  nueva  agencia  por  parte  de  los  niños,  niñas  y  adolescentes  en  el  espacio  escolar  en  esta  transformación  digital,  añaden  capas de complejidad y oportunidades, generando una tensión inherente en el sistema educativo. 

El conjunto de estos factores ha arrojado a la luz numerosos desafíos, algunos arraigados en el pasado y otros que se manifiestan en el presente. Estos desafíos encuentran su núcleo en argumentos fundamentales: la necesidad de garantizar la equidad, promover la integración social, la defensa irrestricta de los derechos de los niños, niñas y adolescentes y el fomento del pensamiento crítico como piedra angular del aprendizaje en la era digital. Desde este escenario emerge además la alfabetización digital y mediática como elemento crucial, que a través de la capacitación nutre y promueve la autonomía y la cultura participativa, comprendiendo tanto los aspectos técnicos de la digitalización como los contextos comunicativos. Esto no solo incluye la capacidad de discernir entre fuentes confiables y no confiables, sino también la habilidad de cuestionar suposiciones, entender la perspectiva de los creadores de contenido y evaluar el impacto social y ético de la información digital. 

De esta forma, desde el proyecto europeo “Safer Internet Centre – Spain” SIC SPAIN 3.0 liderado por el Instituto Nacional de Ciberseguridad –INCIBE–, el equipo de la Universidad Complutense de Madrid ha coordinado en estrecha colaboración con el equipo de la revista científica Sociedad e Infancias, el tema monográfico de este segundo volumen del año 2023. 
El número 7(2) surge de esta sinergia y del compromiso conjunto por entender, profundizar y abordar la digitalización de la educación y la alfabetización digital en el proceso de innovación educativa, centrándose especialmente en los desafíos, impactos y preocupaciones relacionados con la infancia y la adolescencia. Así, con el objetivo de desentrañar los matices de esta transformación en el aula, el monográfico ha querido explorar las múltiples facetas de un cambio que, de manera paulatina pero inminente, está reclamando la remodelación de los cimientos del sistema educativo. Se erige así, un espacio dedicado a visibilizar y comprender los desafíos de la digitalización educativa y la alfabetización digital, examinando la adaptación de la educación tradicional a un entorno digital marcado por la presencia de dispositivos, plataformas y herramientas tecnológicas. 

El monográfico se ha sumergido en un complejo espacio para buscar contribuciones que dieran cuenta de los desafíos actuales y futuros, así como los elementos necesarios en esta transformación de la digitalización del aula en el ecosistema de aprendizaje, poniendo en el centro la opinión de los niños, niñas y adolescentes, su papel social, la permeabilidad al cambio y las relaciones con los demás miembros de la comunidad educativa. Para ello, se hizo un llamado a la postulación de textos para participar en este diálogo esencial. La convocatoria se realizó tanto a la comunidad  académica  y  profesional,  como  a  los  propios  protagonistas  de  esta  situación,  a  saber,  niños,  niñas  y  adolescentes, para poder abordar las siguientes subtemáticas:  
– La equidad y la no discriminación de los niños, niñas y adolescentes en el proceso de innovación tecnológica y la integración metodologías innovadoras en el aula.
– El logro de la autonomía progresiva y la capacitación digital de los niños, niñas y adolescentes en el sistema educativo
– Los desafíos de la educación digital en la transformación del espacio educativo tradicional en relación con los tiempos y espacios del ecosistema de aprendizaje.
– El desarrollo de las competencias digitales de los niños, niñas y adolescentes
 – Rupturas de estructuras de poder (docente y alumno/a) en el aula a partir de la innovación digital en el aula
– Y cualquier otro donde, a través de la investigación con niños, niñas y adolescentes, se reconozca su agencia en la transformación y construcción del ecosistema de aprendizaje en la educación.

A partir de estas orientaciones, el actual número de la Revista Sociedad e Infancias presenta una compilación de siete textos que abordan la temática monográfica centrada en la digitalización del aula en el proceso de innovación educativa. 
Las contribuciones que se presentan en torno al tema monográfico de este número ofrecen una perspectiva plural y diversa acerca de los desafíos inherentes que conlleva la incorporación de las tecnologías en el entorno educativo.  
Desde este enfoque encontramos el artículo sobre Los Retos de la Educación Digital en Adolescentes con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo. Estudio de Caso,  el cual examina la brecha digital entre adolescentes con discapacidad en un instituto de educación secundaria en Calamonte (Badajoz). El texto resalta los desafíos en la educación digital para este grupo, con el objetivo de fomentar la conciencia colectiva y mejorar el bienestar social y educativo para todos los niños, niñas y adolescentes, independientemente de su discapacidad.
Abogando por una educación inclusiva, participativa e innovadora, pero desde un espectro más amplio, se sitúa el artículo Los niños, niñas y adolescentes frente al aula digital tensionada: Elementos para (des)problematizar la escuela, desde el cual se identifican y analizan aspectos estructurales y funcionales en la integración de las tecnologías en entornos escolares, con el objetivo de promover el cambio educativo en un contexto tensionado marcado por la coexistencia de paradigmas educativos tradicionales y digitales.
Con un enfoque disruptivo a la idea hegemónica establecida en la sociedad, el análisis del texto Teléfono móvil en educación secundaria: Seis interrogantes para su inclusión desde el enfoque del Desarrollo Positivo Adolescente, plantea posibilidades para la inclusión de los teléfonos móviles inteligentes en los centros de educación secundaria. La autora aborda tanto las potencialidades como las limitaciones de su uso desde la perspectiva del Desarrollo Positivo Adolescente.
Dando  un  giro  notable  a  la  convencionalidad  de  las  revistas  científicas,  el  monográfico  presenta  un  enfoque  singular con la contribución La educación digital vista por chicos y chicas. Este artículo, redactado por niños, niñas y adolescentes de diversas regiones de España, destaca por transmitir, en sus propias palabras, opiniones y vivencias cotidianas relacionadas con el proceso de innovación educativa, señalando tanto oportunidades como desafíos en este nuevo entorno educativo. 
A través de la reseña La quinta ola. La transformación digital del aprendizaje, de la educación y de la escuela, se nos invita a repensar sobre la importancia de la educación y el motivo detrás de su configuración actual. El texto se ofrece a los lectores tanto en versión en castellano como portugués, ampliando así, su alcance a la población lusoparlante. 
A partir de un análisis crítico se presenta la reseña sobre el Libro blanco de la educación digital para una reflexión comunitaria, destacándolo como una valiosa y práctica contribución para la comunidad educativa en tanto permite una mejor comprensión del proceso de digitalización de las escuelas, alentando al mismo tiempo al debate y la reflexión sobre los desafíos asociados a este fenómeno. 
Culminando la serie de obras dedicadas al tema monográfico se presenta la reseña del libro Educación digital y el pensamiento de diseño, una producción colectiva que recoge una completa y exhaustiva revisión teórica proveniente de Europa y América Latina para conocer el panorama de las Tecnologías de la Información y la Comunicación -TIC- en la educación primaria y secundaria, y a su vez, comprender la educación digital y la propuesta del pensamiento de diseño. Su enfoque busca facilitar la implementación de un plan de educación digital de manera colaborativa.

Ahora bien, como en anteriores números, la revista Sociedad e Infancias incluye la sección Miscelánea que en este caso, recopila cinco artículos que abordan diversas temáticas de interés para los estudios de la infancia y adolescencia. Dos de estos textos abordan las experiencias escolares en diferentes contextos geográficos. En el primero de ellos, titulado Experiencias escolares desde la mirada y voces de niñas que viven en Centros de Asistencia Social en Guadalajara, Jalisco, México, se reflexiona y se analiza la influencia de las experiencias de vida de niñas que viven en un Centro de Asistencia Social ubicado en Guadalajara, México, en su desempeño escolar. El segundo artículo, Niñez, familia y escuela en Engabao: etnografía escolar en un pueblo de pescadores en Ecuador, utiliza la etnografía para explorar cómo niñas, niños y adolescentes en este pueblo ecuatoriano experimentan la niñez y la familia de manera culturalmente única en comparación con las normativas occidentales, y cómo estas experiencias influyen en su proceso educativo.
Dentro de esta misma sección se encuentra el artículo Nociones sobre poder, política y participación en grupos de  niños  y  niñas  de  educación  primaria  en  Querétaro  (México),  desde  el  cual  se  aborda  una  discusión  sobre  los  significados que niñas y niños atribuyen a los conceptos de política, poder y participación, con el propósito de ex-plorar alternativas para definir la política desde perspectivas no adultocéntricas, trascendiendo enfoques exclusiva-mente centrados en el Estado y la instrumentalidad.
Con la intención de profundizar y aportar a los estudios sobre la infancia trans, se presenta el texto Acercamiento panorámico en español a lo estudiado sobre las infancias trans en los últimos 22 años (2000-2022), que muestra una revisión bibliográfica panorámica para identificar oportunidades y vacíos en la investigación sobre esta población, con el fin de impulsar áreas de investigación e intervención en diversos países.
La sección miscelánea cierra con el artículo Las relaciones de los bebés entre sí, el llanto y la enseñanza en la guardería, desde el cual se describe cómo el llanto de los bebés afecta las interacciones con sus pares etarios, teniendo un impacto en sus acciones y expresiones al mismo tiempo.
Este número presenta también una sección especial, que en este caso consiste en un artículo coral, elaborado colectivamente por trece investigadoras e investigadores los cuales, desde la perspectiva de sus diferentes disciplinas y trayectorias personales, exponen su visión sobre la realidad de la infancia colombiana. Así, el texto Un acercamiento a la complejidad de las nociones de niño, niña e infancia en Colombia muestra la diversidad y la apertura de miras con la que debe abordarse el estudio de la infancia y las vidas de niños y niñas teniendo en cuenta el con-texto histórico, social, político y cultural, sea de este o de cualquier otro país.

En la sección de reseñas bibliográficas, además de las expuestas anteriormente, se encuentran dos textos que incorporan las experiencias de niños, niñas y adolescentes. La recensión del libro Experiencias participativas infantiles y juveniles. Perspectivas sobre procesos de democratización y gobernanza, nos permite reflexionar sobre el protagonismo de la infancia y la adolescencia, apostando por una democracia deliberativa y una ciudadanía inclusiva. Finalmente, la reseña del libro  ‘Labour Class’ Children’s Schooling in Urban India. A Sociological Account, nos introduce en una obra que explora la relación entre las lógicas socioeconómicas y las experiencias de los niños y niñas trabajadores en la escuela; en este contexto, se examinan detalladamente los procesos educativos en el aula, poniendo especial énfasis en las complejas interrelaciones sociales de género, clase social y casta.
Desde el equipo SIC Spain 3.0 de la Universidad Complutense, aspiramos a que esta sea una obra que contribu-ya significativamente en la comprensión de las situaciones y desafíos en la infancia y adolescencia. Por ello, exten-demos una invitación a todas las personas interesadas en estas temáticas a explorar, leer, debatir y reflexionar sobre este monográfico, cuidadosamente concebido. 


Financiado por la Unión EuropeaNo obstante, los puntos de vista y las opiniones expresadas son únicamente los del autor  o  autores  y  no  reflejan  necesariamente  las  de  la  Unión  Europea.  Ni  la  Unión  Europea  ni  la  autoridad  que  concede la subvención pueden ser considerados responsables de los mismos.





Informe PISA

Hay una caída generalizada en todo el mundo, salvo 2 países, 
que se explica en principio por el cierre de los centros educativos por la Covid. 

España empeora su nivel de matemáticas, lectura y ciencia, 
pero aguanta frente al resto en “el peor PISA de la historia”.
Dentro de ese descenso general, España ha aguantado mejor el tirón 
que otros países, con lo que en términos relativos hemos mejorado. 
Es la primera vez que nuestro alumnado está 
en la media europea en matemáticas, ciencia y lectura.




El resultado de esta edición, que llega un año tarde por la pandemia, es atípico. Se esperaba malo, pero ha sido todavía un poco peor del que la gente que sabe de esto auguraba. Hay una caída generalizada en todo el mundo, excepto algunos países asiáticos como Japón y Corea, que se explica en principio por el cierre de los centros educativos por la Covid. Pero dentro de ese descenso, España ha aguantado mejor el tirón que otros países, con lo que en términos relativos hemos mejorado. Es la primera vez que nuestro alumnado está en la media europea en matemáticas, ciencia y lectura.

Es por demérito ajeno en parte, sí, pero también hay que valorar (algo al menos) el esfuerzo que se hizo para mantener los centros abiertos y la labor del profesorado. Fuimos de los países que menos días cerraron, 45. Y eso, dicen los expertos, se nota en un contexto en el que en media en Europa se han perdido conocimientos equivalentes a dos trimestres escolares.

Por lo demás, a la espera del análisis profundo de los microdatos que permita localizar otras historias y circunstancias con más detalle, es parecido a otras ediciones. En España las comunidades del norte dan mejor, bastante mejor que las del sur. Los chicos ofrecen mejor rendimiento por las materias evaluadas (ciencias, matemáticas y lectura) pese a que en la escuela en general suelen ir peor, y además ellos se desploman en lectura. Ellas tienen unos resultados más equilibrados.

Hemos preparado una pieza con unos cuantos gráficos para que miréis los datos de vuestra comunidad (¿cómo ha rendido? ¿tiene mucho alumnado excelente, poco?) y otras cuestiones como los resultados por países. También incluiremos las reacciones del Ministerio de Educación, que va a valorar el resultado de España este mismo martes. 


Bilingüismo: mejor inglés, peores conocimientos

Esta semana también os hemos contado una encuesta entre el profesorado para medir su opinión sobre los programas bilingües en la escuela. Los resultados no van a sorprender tanto, pero siempre es necesaria información fehaciente para confirmar lo que la experiencia personal indica. El bilingüismo, opina el profesorado que lo imparte y lo ve a diario, eleva el nivel de inglés (solo faltaba), pero lo hace a costa de perjudicar el aprendizaje de los contenidos de las asignaturas. El pensamiento es unánime: el 97,9% de los preguntados coincide en este diagnóstico.

Además, estos programas tienden a aumentar la segregación del alumnado, porque la tendencia es a agrupar a los estudiantes por nivel de inglés. Y, ¿quién maneja mejor el idioma? Quien tiene los medios para pagarse las clases, otro ejemplo de que intuición y realidad estudiada pueden coincidir. Además, las clases en inglés provocan que el alumnado se retraiga y participe menos en clase, con la pérdida para la riqueza del aprendizaje que eso implica. Os dejo aquí el enlace, con un montón de gráficos con los resultados y la consecuencias del método bilingüe.                         

El coordinador de bienestar, al año de instaurarse: "Falla en la teoría y en la práctica"

Más de un año después de implementarse el coordinador de bienestar en los centros educativos, la nueva figura no cumple las funciones para las que fue creada porque "falla en la teoría y en la práctica", ninguna comunidad autónoma le destina presupuesto y el profesorado se siente solo y desbordado.

LA VANGUARDIA / AGENCIAS

30/10/2023 08:05


Madrid, 30 oct (EFE).- Más de un año después de implementarse el coordinador de bienestar en los centros educativos, la nueva figura no cumple las funciones para las que fue creada porque "falla en la teoría y en la práctica", ninguna comunidad autónoma le destina presupuesto y el profesorado se siente solo y desbordado.


Son algunas de las conclusiones del informe publicado hoy por la ONG Educo "Coordinador/a de Bienestar y Protección: balance del primer año, donde analiza y repasa este cargo nacido con la Ley Integral de Protección a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI), e instaurado en los colegios con "desiguales e insuficientes resultados".


“Hay un incremento de casi el 40 % de las notificaciones de violencia, los abusos sexuales contra la infancia y la adolescencia han aumentado un 300 % y las cifras de suicidios de niños y niñas entre los 10 y 14 años nunca han sido tan altas. Es inadmisible que no se vuelquen los esfuerzos en intentar resolver este problema y que esta figura (...) se haya convertido en un mero trámite”, afirma la directora general de Educo, Pilar Orenes.


Una norma insuficiente y diferente según la autonomía


Al no haber un decreto estatal que exija unos mínimos obligatorios sobre las funciones del rol, unas horas exclusivas para desarrollarlas, y una formación eficaz y previa al desempeño del puesto, la figura falla, subraya Educo.


Cada comunidad ha desarrollado la norma a su manera y, salvo ejemplos contados, lo ha hecho sin apenas profundizar en ella.


"Urge un decreto estatal que clarifique”, explica Paula San Pedro, coordinadora de Incidencia de Educo y coautora del informe.


En siete comunidades (Asturias, Cantabria, Cataluña, Comunidad de Madrid, Murcia, Navarra y País Vasco) el coordinador se regula mediante una circular que no tiene ni carácter obligatorio.


Se une a ello que ninguna autonomía tiene presupuestado el nuevo puesto: “El presupuesto es pieza clave para que puedan desempeñar sus funciones. Los colegios no pueden asumir estos gastos. Sin la inversión de las administraciones competentes, la propuesta fracasará porque los procedimientos e iniciativas que el o la coordinadora de Bienestar identifique para generar entornos seguros y protectores han de estar sostenidos por un presupuesto específico”, dice.


Dentro del presupuesto debería estar contemplada también la remuneración, para poner en valor la figura, como se hizo con el coordinador COVID19. Actualmente, solo Canarias, Cataluña y Galicia proponen algún tipo de complemento, y no necesariamente económico.


A la falla normativa le sigue la falla práctica. Para empezar, dice Educo, se ha observado que hay un gran desconocimiento sobre las funciones del coordinador.


De hecho, en el desarrollo normativo de Andalucía, Asturias, Cantabria, Cataluña, Comunidad de Madrid, Navarra, Murcia y La Rioja no se incluye una mínima definición de las características del puesto.


“Hemos hablado con numerosas personas que ejercen el rol y el sentimiento es común: se encuentran perdidas y sin apoyo de los distintos niveles de la administración”, explica Paula San Pedro.

Además, solo Extremadura y Galicia establecen la necesidad de formación inicial.


“El éxito de esta figura dependerá en gran medida de su formación. No puede ser que nosotros recibamos una capacitación de 30 horas mientras que la de los monitores de tiempo libre sea de 270 horas. Es una vergüenza.”, se queja un coordinador de Bienestar y Protección de un colegio de Madrid consultado para el informe.


Falta de horas liberadas


Normalmente cuentan con entre una y tres horas semanales, sin importar si existen protocolos abiertos o el número de alumnado del centro. En cuatro comunidades la normativa ni siquiera establece la liberación de horario (Cantabria, Navarra, Murcia y País Vasco).


Esto contrasta significativamente con las dificultades burocráticas, algo que Educo también recalca, abogando por facilitar y simplificar los procedimientos en caso de abrir un protocolo.


“Es un marrón”


La suma de carencias asociadas al puesto repercute directamente en la seguridad y confianza de la persona que tiene que asumirlo: “Yo acepté este rol porque creo firmemente que puede ayudar a mejorar la salud emocional del alumnado. Pero la realidad es muy distinta. Es un marrón, dejas todo a medias, no lo pagan y no hay horas. No sé si seguiré el próximo curso”, aseguraba una coordinadora de Bienestar y de un colegio de primaria en Huesca.


Por último, falta apoyo externo de las consejerías de Educación, los servicios sociales, los centros de salud y la Policía. “Derivamos un caso grave de un alumno a los servicios sociales al principio de curso, siete meses más tarde seguimos sin tener respuesta. No hay suficientes recursos”, comentan desde un IES en Santiago de Compostela.


Hay que pasar de la cultura de la violencia a la del buen trato

El director de la Cátedra Infancia y Adolescencia de la Universitat Politècnica de València (UPV), Vicente Cabedo, reclama pasar de la actual “cultura de la violencia” a la del “buen trato”, un “cambio de paradigma” que debe comenzar en los centros escolares, que además tendrían que convertirse en “escuelas de ciudadanía en la que formarse en valores”.

Conche Tejerina | València (EFE) 
29 octubre 2023

Cabedo dirige desde hace una década esta Cátedra -que comenzó como Aula-, una iniciativa “abierta a la sociedad” cuya finalidad es la promoción y el desarrollo de actividades de formación y sensibilización tanto para los menores, en ocasiones “invisibilizados” y “no escuchados”, como para sus familias, haciéndoles a ambos protagonistas y partícipes de la mismas.

También creó hace dos años la Red de Universidades por la Infancia y Adolescencia (RUIA), un proyecto de colaboración interdisciplinar en el que ya participa una treintena de universidades españolas y que pretende la promoción y garantía de los derechos de los menores, la investigación, la innovación, la formación y divulgación y la transferencia del conocimiento.

Infancia y adolescencia, una situación “nada halagüeña”

En una entrevista con EFE, Cabedo señala que la situación de la infancia y la adolescencia “no es nada halagüeña” en el contexto actual de conflictos bélicos, por los problemas que afectan a los menores migrantes no acompañados (Menas) o por la pobreza infantil, que en España afecta a un porcentaje importante de la población.

También se refiere a la violencia vicaria, que hasta no hace mucho ha sido “invisibilizada” y que hace de los menores víctimas porque al ser testigos del maltrato que sufren sus madres lo “interiorizan” y “ven como algo normal los valores de la cultura de la violencia”.

Sobre el uso y abuso de las nuevas tecnologías y las redes sociales de los menores, considera que más que prohibirles hacerlo, los adultos deben “acompañarles” e intentar enseñarles a hacer un uso responsable de sus contenidos y a que aprendan que debe ser “una parte” de su ocio, como leer, hacer algún deporte o jugar con sus hermanos o amigos.

Pornografía a edades cada vez más tempranas

También indica que el acceso a pornografía se hace a edades cada vez más tempranas y supone un problema porque no están aún formados en las relaciones sexuales y esa concepción del sexo les daña, y ante el auge de violaciones grupales de menores afirma que “algo está fallando porque las relaciones no son negativas, pero sí los abusos y las violaciones”.

Ante problemas como el repunte de las violaciones grupales o del acoso, tanto en centros escolares como a través de las redes sociales, Cabedo aboga por hacer un “cambio de paradigma cultural desde la infancia” porque, afirma, “no puede negarse que vivimos en una cultura de la violencia, pero se debería pasar a la cultura del buen trato”.

“Hay que hacer mucha pedagogía. A la infancia y adolescencia les hace falta educarse más en valores y en el ámbito de la igualdad y del respeto a la diversidad de género, sexo, raza o religión. Tenemos que hacer una mayor inversión en educación en este sentido”, afirma este profesor titular de Derecho Constitucional en la UPV.

Regreso de Educación para la ciudadanía o Ética

A su juicio, deberían volver a las escuelas asignaturas como Educación para la Ciudadanía o Ética, aunque reconoce que el problema es que esto “se politiza”, y se muestra convencido de que los colegios e institutos deberían ser una “escuela de ciudadanía en la que formarse en valores”.

Hay que “crear ciudadanos respetuosos con los derechos de las personas, solidarios y no violentos”, asevera este doctor en Derecho Constitucional, quien cree que desde edades tempranas se debería empezar a conocer la Constitución, para que sepan de dónde derivan los derechos y la dignidad de los ciudadanos.

También aboga por “modificar” el artículo 39 de la Constitución, en el que asegura se piensa en niños, niñas y adolescentes como “objetos de protección”.

Y lo explica así: “No me gusta la visión de proteger al niño porque es desvalido, destierro la palabra proteger, lo que hay que garantizar es que tenga una vida con un desarrollo físico, psicológico y sin ningún tipo de agresión, una autonomía progresiva”.

Ley de Protección Integral

Cabedo subraya que la Ley Orgánica de Protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia (Lopivi), aprobada en junio de 2021, significa un “hito” en materia de protección y es una norma “moderna, muy consensuada y modélica” pero que hay que “llevar a la práctica”.

Destaca que supone un “cambio de paradigma trascendental” en el abordaje de la lucha contra la violencia y su erradicación, ya que el foco de atención “no se concentra ya en dar una respuesta a la violencia consumada, sino en la prevención, en su evitación y, especialmente, en la creación de los denominados entornos seguros y en la promoción del buen trato”.

Considera que las dos figuras para la prevención y protección frente a la violencia que crea -el coordinador o coordinadora de bienestar y protección del alumnado, y el delegado o delegada de protección en el ámbito del ocio, deporte o tiempo libre- deberían ser personas con la formación suficiente que se dedicaran de forma expresa a este tema y no profesores que compaginen esta labor con sus clases.

“Lo importante es detectar el problema de forma precoz para evitarlo y no cuando el menor haya sufrido ya un acoso”, explica Cabedo.

Por último, subraya que la Cátedra ha impulsado ayudas para jóvenes tutelados en los sistemas de protección a la infancia para que, cuando cumplan 18 años, puedan acceder a una universidad, y destaca que la Universidad de Alicante ha lanzado una convocatoria similar y espera que el resto de universidades se sumen a esta iniciativa.


Un país de extraescolares

 Admitamos que la idea de madrugar para que todos entremos a trabajar a la misma hora, como hacían los primeros obreros bajo la tutela estricta de algún silbato, o de fichar en alguna máquina para demostrar que estamos ahí encadenados durante el tiempo suficiente debería hacerse extraña en el capitalismo volátil y globalizado de ese mismo siglo XXI. Pero, como las filas a la entrada del colegio, son realidades que resisten tozudas incluso tras una pandemia planetaria que –decían los agoreros- vendría a cambiar para siempre nuestras vidas.


La Encina

POR IVÁN RODRÍGUEZ

PUBLICADO EL: 9 DE OCTUBRE DE 2023



Pasó septiembre y volvió a dejarnos la imagen de ver caminar a nuestros hijos cabizbajos hacia su fila en el primer día de clase tras el receso estival. Y este texto quizás podríamos dedicarlo a preguntarnos por qué la educación del siglo XXI necesita todavía de filas cuartelarias. En su lugar me ha llamado la atención cuánto nos parecemos niños y adultos en aquello de dejar atrás la ficción vacacional.


Convertimos un tiempo que sabemos excepcional y conquistado a lo ordinario –el verano de nuestras vacaciones pagadas- en una improvisada realidad en la que nos sentimos más auténticos que nunca, lejos de rutinas, horarios y tareas en las que no nos vemos reflejados; por eso dejar ese tiempo es un poco como sellar una traición contra nosotros mismos y por eso se cobra su precio en la moneda del malestar emocional. Debe de ser eso lo que las psicohuestes de la posmodernidad han bautizado como depresión posvacacional. Una tristeza que brota de comprobar que lo que hemos tomado por realidad es una brillante invención, una hermosa pompa de asueto y holganzas varias que explotará cada año al morir agosto, dejando al descubierto lo que somos el resto del año: gente capaz de entregar sin resistencia su tiempo y sus energías a labores que, en muchos casos, ni nos llenan ni nos importan, y en otros nos laceran. ¿Acaso no es este el más pleno triunfo de las sociedades capitalistas que surgieron de la revolución industrial, que nos brindemos voluntaria y rutinariamente a los lazos inflexibles de la jornada laboral?


Admitamos que la idea de madrugar para que todos entremos a trabajar a la misma hora, como hacían los primeros obreros bajo la tutela estricta de algún silbato, o de fichar en alguna máquina para demostrar que estamos ahí encadenados durante el tiempo suficiente debería hacerse extraña en el capitalismo volátil y globalizado de ese mismo siglo XXI. Pero, como las filas a la entrada del colegio, son realidades que resisten tozudas incluso tras una pandemia planetaria que –decían los agoreros- vendría a cambiar para siempre nuestras vidas.


No es casualidad que el trabajo y el colegio hayan aparecido juntos mientras pergeño estas letras para La Enzina. Sería imposible entender el uno sin lo otro en cualquier sentido que se quiera considerar. Se mire como se mire la escuela sigue siendo, en su sentido más básico, un adiestramiento para la realidad laboral de nuestra sociedad. Es una vieja (y difícilmente contestable) idea de la Sociología de la Educación la de que existe alguna clase de correspondencia entre la organización escolar y la laboral. Es decir, que las rutinas escolares, los madrugones, sus rígidos horarios, las tareas repetitivas, los odiosos deberes que se siguen encargando a machamartillo por más que se demuestre su futilidad pedagógica o la nula relevancia de nuestros deseos en el seno de una institución orientada a la contención en la que hay que levantar la mano y pedir permiso hasta para ir al servicio, son un apropiadísimo entrenamiento para, el día de mañana, poder entregar dócilmente nuestra fuerza de trabajo. Miren que bien lo vio venir Irvine Welsh cuando tituló irónicamente su libro de ácidos relatos Si te gustó la escuela te encantará el trabajo (If You Liked School You’ll Love Work). Más que recomendable.


Pensemos en la realidad cotidiana que viven niñas y niños en España. A tenor de la impresión generalizada de la población adulta, que cree firmemente que hoy la educación no educa, que nadie estudia porque no se repite, que el profesorado pasa medio año de vacaciones y que no se exige lo suficiente; los colegios, en fin, son algo muy parecido a un spa vacacional. Pero vaya, no es este el día a día de la chavalada nacional. Un dato que desconoce la mayor parte de nuestra ciudadanía es que la población infantil española pasa más horas escolarizada por término medio que los niños alemanes, británicos o finlandeses. Y que en la secundaria obligatoria supera ya las 30 horas semanales (es decir, rondando una jornada laboral, pero no piensen mal, que es casualidad) y es una brecha con nuestro entorno que se ensancha. Esto por no mencionar que fabricamos los horarios escolares contra los niños y sus ritmos biológicos, en lugar de con ellos, como bien explicaba hace poco mi colega de riñas sociológicas Daniel Gabaldón. Añadan a este panorama de jornadas escolares que las familias tendemos a alargarlas con la parrilla (interminable) de actividades extraescolares, lo que posibilita que haya muchas niñas y niños que ingresen a un centro escolar a las 9 de la mañana pero no lo abandonen –inglés, judo o baile mediante- hasta las 5 de la tarde: 8 horas más tarde (¡ándele, otra jornadita laboral!). ¿Adivinan por qué? Exacto, hacemos coincidir el tiempo escolar con el ritmo de nuestros (locos e inflexibles) horarios laborales. A la fuerza ahorcan, se suele decir.


Ahora simplemente piénsenlo e imaginen los deberes como ese trabajo que –qué remedio- uno tiene que llevarse a casa; o conciban ese tiempo de extraescolares que no deseamos como unas horas de trabajo extra en las que habrá que “calentar la silla”. Eso por no hablar del fenómeno de la prolongación fraudulenta de la jornada laboral (es robar nuestra fuerza de trabajo, pero llámenlo así que suena más chic). Y junten el producto de su imaginación con un dato: en España se trabaja más tiempo que en la mayor parte de los países que se tienen a sí mismos por “la Europa que trabaja”[1]. Lo revelaba Eurostat con datos de 2022: el número promedio usual de horas semanales trabajadas en España y (sobre todo) Grecia y Portugal superaba con creces el dato alemán, holandés y danés. Vaya con los PIGS. Y ahora si quieren, sigan pensando que esta coincidencia entre la resignación al tedio escolar que se prolonga, que parece ser esa cosa tan de aquí, y la aceptación sumisa de que nuestras jornadas laborales deben estirarse más que un día sin pan son sólo una funesta casualidad.


En fin, que en esto del adocenamiento escolar y laboral es mejor no seguir al sentido común y fiarse un poco más de los datos. Eso y no descuidar la memoria porque gran parte del problema radica en una organización de nuestros tiempos laborales y sociales que roza el desvarío sistémico. Deberíamos trabajar menos y ser más productivos justamente para poder olvidar antes el tiempo del trabajo y entregarnos a ese otro en el que sí nos reconocemos y en el que, entre otras cosas, podríamos cuidar mejor de nuestros hijos. Para esto es perentoria e ineludible en nuestro paisaje sociopolítico una ley de racionalización de horarios que apueste, de una vez por todas, por acabar con este imperio de la insensatez que atenta contra nuestra salud física y emocional. Pues lo dicho, hagamos memoria: ¿cuál fue una de las iniciativas legislativas más novedosas de la pasada legislatura que quedó por poco en el tintero tras la convocatoria de las tórridas elecciones del pasado 23-j? Adivinen.


[1] El asunto, por cierto, no puede ser más paradójico si tenemos en cuenta que España fue uno de los estados pioneros, a principios del XX, a la hora de regular la jornada laboral para que esta no excediera de las ocho horas diarias. A veces el devenir histórico es como un chiste, no precisamente de los más logrados.