No
podemos seguir parcelando y tratando los temas de infancia como algo
sectorial, ya que sin duda son un reto estratégico de país.
El futuro
depende de este importante cambio.
En esta pasada legislatura, las organizaciones
de infancia, y en general toda la sociedad, logramos que la pobreza
infantil esté en el corazón de la agenda política. El gobierno de Pedro
Sánchez ha generado nuevas medidas de protección a los niños más
vulnerables. Especialmente relevante es el aumento de la prestación por
hijo a cargo para las familias más pobres, los más vulnerables, una
constante y antigua petición de UNICEF Comité Español y otras organizaciones sociales. También se ha construido una institucionalidad alrededor del problema, con la creación del Alto Comisionado
para la lucha contra la pobreza infantil, y en general los partidos
políticos tienen en sus programas medidas de protección a los niños más
avanzadas y de más alcance que las actuales. Por ejemplo, la Ley Integral de Violencia contra la Infancia, que esperemos se apruebe lo antes posible y donde creemos que habrá un amplio consenso parlamentario.
Señalaba Nelson Mandela:
"después de escalar una gran colina, uno se encuentra solo con que hay
muchas más colinas que escalar". Quizá por ello vemos nuevas colinas,
más altas y aún más necesarias que las alcanzadas. Afrontamos
importantes retos; tal vez el más importante sea la necesidad de tener
una visión holística en clave de infancia de los desafíos de España en
temas capitales como el sistema de pensiones y las políticas sociales,
el valor social de los niños -muy especialmente en los problemas
demográficos y sociales como el envejecimiento de la población y la
España vaciada-, la educación como motor de desarrollo y competitividad
junto con el mercado laboral, y el acceso de los jóvenes al empleo.
No
podemos seguir parcelando y tratando los temas de infancia como algo
sectorial, ya que sin duda son un reto estratégico de país. El futuro depende de este importante cambio; un cambio que nos interpela a todos, no solo a los políticos.
Si
el primer desafío tiene que ver con la visión estratégica que damos a
la infancia y la relación que como adultos tenemos con nuestros niños y
jóvenes, el segundo tiene que ver con los actores y motores de este
cambio: el sector privado y el tercer sector.
Desde el tercer
sector hemos ampliado el espectro de colaboraciones con empresas y
fundaciones privadas. Y, sin embargo, nuestra visión compartida sigue
siendo parcelada. Está más orientada a la consecución de acuerdos
puntuales, alianzas o campaña concretas, sin duda muy necesarios, pero,
¿hemos logrado un movimiento de la sociedad civil que promueva un cambio
de mentalidad? Willy Brandt decía: "Las barreras
mentales por lo general perviven por más tiempo que las de hormigón".
Pareciera que con la visión impulsada por los Objetivos de Desarrollo
Sostenible estamos poco a poco derribando las barreras más sencillas. El
cambio, en la mentalidad y en la visión nos llevará más tiempo. Las
responsabilidades son compartidas y todos tenemos que aportar nuevos
pasos para subir esta colina donde nos jugamos tanto.
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