Isabel López de la Usada
Socia Asociación GSIA
El
pasado 16 de Octubre fue el Día Mundial de la Alimentación y este año viene
marcado por el objetivo principal “Sistemas
alimentarios sostenibles para la
seguridad alimentaria y la nutrición”.
En
relación a la infancia este Día se traduce en lo ya señalado por el Artículo 24
de la Convención de los Derechos del Niño que resalta la necesidad y obligación
de los Estados miembros de “asegurar que todos los sectores de la sociedad, y en
particular los padres y los niños, conozcan los principios básicos de la salud
y la nutrición de los niños, las ventajas de la lactancia materna, la higiene y
el saneamiento ambiental y las medidas de prevención de accidentes, tengan
acceso a la educación pertinente y reciban apoyo en la aplicación de esos
conocimientos”
En primer lugar porque un sistema alimentario sostenible
quiere decir, la construcción, o mejor dicho la recuperación de un modelo de
desarrollo no agresivo con el medio ambiente, respetuoso con los ecosistemas y
la biodiversidad necesaria para nuestro abastecimiento futuro de alimentos.
Desde el convencimiento más firme, pienso que es posible
mantener un sistema alimentario que garantice los derechos de los agricultores
y de los consumidores, sin necesidad de recurrir a prácticas abusivas de
recursos como el agua, explotación infantil como mano de obra barata, uso de pesticidas, fertilizantes y
transgénicos en la agricultura y uso de edulcorantes, grasas saturadas y
procesamiento de los alimentos en la agroindustria. Es
necesaria la estimulación de formas alternativas de producción y consumo ya que
el sistema actual que conocemos está agotando los recursos de los que
disponemos, hecho incompatible con la posibilidad de garantizar un sistema
alimentario saludable para la infancia de hoy y del futuro. Porque la palabra
consumidores define a toda persona o colectivo
que demanda bienes o servicios
proporcionados por el productor o el proveedor de bienes o servicios.
En segundo lugar porque cuando un sistema alimentario es
sostenible tiene la capacidad de asegurar la disponibilidad y accesibilidad
final de alimentos variados y nutritivos y, por lo tanto, la capacidad de los
consumidores de elegir dietas saludables sin perjudicar la economía del
agricultor y producción.
Por último, porque la desnutrición
y malnutrición infantil son un hechos que hay que erradicar tanto aquella que afecta a millones de niños que carecen
de los alimentos básicos para su desarrollo y nutrición integral, y de la que
son victimas los niños y niñas habitantes de los principales países
suministradores de alimentos o recursos naturales del planeta, allí donde la
riqueza y biodiversidad es enorme. Como aquella que afecta a millones de niños que
carecen de alimentos saludables y que padecen obesidad, problemas nutricionales
graves y alergias alimentarias, estos viven principalmente del lado de los
países consumidores.
Es obligación de los gobiernos el
regular, estimular y crear los caminos que conduzcan a un desarrollo sostenible
de la producción de alimentos, de igual forma que es responsabilidad de los
ciudadanos el reclamar que esto se cumpla y de los progenitores en particular
garantizar que sus hijos vivan esta realidad y la perciban como parte de sus
derechos. Tener conciencia de la importancia que tiene la alimentación
sostenible a nivel global y particular ayuda a mejorar el conjunto.