#AyotzinapaSomosTodos. Sobre la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”

¡Mamá! ¡Papá!, un niño informado, 
¡jamás será engañado!
Infancia y adultos ante Ayotzinapa
Diciembre 2014

Vamos a encontrarlos y vamos a hacerles justicia.
Autor de foto sin identificar.
  A poco más de dos meses de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, situada en el poblado de Ayotzinapa, Municipio de Tixtla, estado de Guerrero, la emergencia de niños y niñas manifestándose en las calles comienza a llamar cada vez más la atención de los medios de comunicación, y a generar debates entre adultos en las redes sociales sobre si deberían o no participar y por qué. 
No es casual ni lo uno ni lo otro, es el reflejo de la crisis de la política gobernante mexicana.

Muchas preguntas nos provocan a los adultos, la cada vez más creciente necesidad de hablarles a los niños y niñas sobre las atrocidades cometidas por el gobierno y la delincuencia en el caso de los estudiantes. 
Hermann Bellinghausen, en Qué es eso, se pregunta  cómo  explicarles  a  los  niños  lo  sucedido,  ante  una  noticia  ampliamente difundida  y de  la que  todo adulto opina, discute  o protesta, hasta los distraídos, los frívolos, los apartados, los ignorantes, los tibios, los cínicos.

Pero muchas más preguntas provocan a los adultos, las preguntas de los niños y niñas sobre los detalles del caso de los estudiantes desaparecidos, estudiantes como ellos mismos. Cómo explicar el horror y responder las dudas sobre un cuento que jamás hubiésemos querido contarles, se pregunta Ximena Antillón en Ayotzinapa para María. Justamente el primer paso es ese: No dejar sin respuestas a María.

A la par de las preguntas, muchas inquietudes nos provocan a los adultos la necesidad de hacer  participes  a  niños  y  niñas  de  la  tristeza,  indignación,  dolor  y  rabia  ante  los
estudiantes agredidos, muertos, desaparecidos impunemente, ante la complicidad de aquellos quienes se dicen nos proporcionan bienestar, sí, #FueElEstado. Es la hora de la creatividad,  aciertan  en señalar  Soren  García y Adriana Segovia  cuando se preguntan
¿Cómo hablar a los niños sobre Ayotzinapa?, para proponer a niños y niñas acciones simples y concretas como hacer un dibujo, escribir una carta para los desaparecidos, para sus padres, para el presidente; inventar una canción o un poema que recuerde a los estudiantes. La  Carta a los niñonautas, porque ellos también tienen que saber, el Podcast de MVS Noticias, es también un ejemplo.

Podría suceder que, una vez superado el avasallamiento de preguntas e inquietudes adultas,  decidimos  que  nuestras  expresiones  y  emociones  deben  de  buscar  otros similares, encontrarse con otros adultos y otros niños y niñas, quienes han generado la misma solidaridad con padres y familiares de los estudiantes, así como la misma exigencia de justicia. No fue casual que una de las primeras marchas infantiles visibles, sucedida el
24 de octubre, fue la del Jardín de Niños “Vicente Guerrero”, en el Municipio de Tixtla, lugar donde nación el independentista Vicente Guerrero y donde está la Escuela de los estudiantes desaparecidos,  Marchan Niños en Tixtla por caso Ayotzinapa.

Si como adultos, hemos llegado a este punto en nuestras prácticas sociales con niños y niñas sobre el caso Ayotzinapa, deberíamos darnos cuenta que hemos ya construido un proceso reflexivo con ellos, niños y niñas que comprenden, de acuerdo a su edad, lo que sucede y el motivo por el cual hay que salir a marchar, protestar y manifestarse. Así lo demuestran, quienes organizaron y promovieron la participación de un contingente de niños y niñas, en la manifestación del 20 de Noviembre de 2014, en la Ciudad de México, Niños Por Ayotzinapa.

Pero  también,  los  niños  y  niñas  han  visto  u  oído  que  los  policías  atacan  a  los manifestantes, que cuando hay marchas salen encapuchados a generar violencia, que protestar es peligroso, que lo mejor es quedarse en casa, cada quien con su miedo y su indignación. Es entonces cuando surge otra inquietud, otro temor, el favorito de los gobiernos corruptos y asesinos: qué tal que si salimos a manifestarnos, acompañados de niños y niñas, sean hijos, familiares, amigos o alumnos, nos sucede algo parecido a lo que vivió Juan Martín Pérez con su hijo de 3 años, durante la misma marcha del 20 de noviembre,  La policía llegó a agredirnos directamente; no escuchaba nada.

Tal como escribió Andrea Bárcena, el 29 de noviembre, en  Marchas, monstruos y poesía, a los niños y niñas hay que hablarles siempre con la verdad, sin horrorizarlos, pues se trata de que los participantes expresen sus angustias y temores para superarlos al convertirlos en belleza. También Andrea anunciaba que habían pospuesto el proyecto de una marcha de menores, programada para el día siguiente, hasta saber si las autoridades capitalinas y federales pondrían límites a sus policías.


Sin embargo, así como los adultos debemos garantizar la seguridad, física y emocional, de niños y niñas, también debemos asegurarles la posibilidad de expresarse y manifestarse libremente por las calles, como un derecho que todos y todas tenemos, sin importan la edad.  Por  lo  que  diversos  adultos,  algunos  en grupo  y  otros  de  manera  individual o familiar, decidieron sí salir el 30 de diciembre a manifestarse, facilitando y acompañando a niños y niñas para expresarse porque los 43 estudiantes de Ayotzinapa regresen vivos y exigir justicia por la desaparición forzada que han sufrido.

Acompañados de padres, madres y adultos, niños y niñas realizaron carteles y dibujos expresando su preocupación por la violencia y su enojo hacia el presidente Peña Nieto,
#LosQueremosVivos. Los carteles fueron realizados en la explanada de  Bellas Artes, para posteriormente marchar por la Alameda, regresar a Bellas Artes y tomar la avenida 5 de mayo hasta llegar al  Zócalo donde, después de algunas consignas, tales como “Queremos crecer, no desaparecer”, “Estudiar, aprender, para al pueblo defender”, “Los niños conscientes, se unen al contingente”, “No somos de izquierda, tampoco de derecha, solo somos niños haciendo conciencia”, “¡Mamá, papá, Un niño informado, jamás será engañado!”, el contingente de niños y niñas menores de edad fueron a colgar los carteles en las vallas que resguardan al Palacio Nacional.

Cada vez son más los adultos que estamos convencidos que niños y niñas deben (in)formarse y manifestarse sobre cuestiones sociales y políticas para hacerse de su propia opinión. Así lo reafirmaron los padres y madres quienes, en la marcha del 6 de diciembre, conformaron al   “Contingente  Carriola”  , #NoTenemosMiedo. De lo contrario, declarar las manifestaciones públicas como espacios no aptos para infancia, es meterle  reversa a la Convención sobre los Derechos del Niño, es volver a la exclusión e  invisibilidad de la infancia, ha señalado Kathia Loyzaga en  El derecho a la participación política de las niñas y niños; pues  después  de  niños  y  niñas,  seguirían  las  personas  de  la  tercera  edad,  las mujeres, las personas con capacidades diferentes, y así, hasta que  en las calles sólo se encuentren  los  de  negro  contra  los  de  azul  o  verde,  intimidando  e  impidiendo  la participación y el ejercicio de nuestros derechos, 

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