Porque, a veces, veo niños/as riéndose y jugando
Cito a Sherry Turkle en su libro “La vida en la pantalla” diciendo «La tecnología nos cambia como personas, cambia nuestras relaciones y el sentido de nosotros mismos».
La investigadora del MIT forjó en los 90 ese concepto que ha calado tan
hondo en el público, el dualismo online/offline, consagrando la
virtualidad a otro tipo distinto de topología, por lo menos distinta de
lo que se insinúa la realidad.
La virtualidad es un tema que nos toca,
por lo menos aparentemente. Durante mi asistencia al “Gamification Open
Day-Madrid” invitado por la Asociación ANAGAM formulé algo parecido,
precedido por esa insinuación constante sobre todas esas marcas que se
pretenden generar sobre lo actual o lo actualizable y lo no-precedente.
Parece que antes nada ocurrió. Agradezco la intervención de Bernardo
Crespo, Director de Marketing Digital del BBVA, quien pronunció la
palabra mágica, virtualización, al referirse al “Making of… BBVA Game”.
El juego es siempre virtualización. Es la
manera como el niño aprende a escapar del control y el poder adulto,
virtualizando su realidad habitada, su realidad urbana adulta, para
transformarla o mejor dicho reutilizarla. Y digo niño, porque no fue
necesario ningún experto programador de aplicaciones o haber leído a
William Gibson para comenzar a entender la mecánica de la
virtualización. El niño virtualiza y virtualizó siempre su espacio al
reconstruirlo a través del juego en el tipo de espacio que requería la
interacción necesario de los roles de su juego. No sólo es un fenómeno
actual ni tan siquiera meramente digital.
Esta topología bipolarizada,
online-offline, ha resuelto de golpe los quebraderos filosóficos de
miles de años sobre el entendimiento de qué era la realidad. Desde que
comenzaran los estudios etnográficos como el de Turkle, la realidad
comenzó a ser para la común percepción, lo-que-no-es-internet.
Me confieso un “hackerista”.
Quizá en mi visión de niño aún pretendo hackear performances, y lo digo
porque todo tipo de espacio o de performances puede ser transformada
reutilizando el mismo espacio o sus mismos elementos constitutivos. Para
ello sólo se precisa de participantes que quieran interactuar y
hacerles hablantes para escucharles, porque desean regular los procesos
de acción y crear nuevas normas reutilizando los nuevos espacios. Tal y
como lo explicaba en el encuentro Bernardo Crespo del BBVA y dicho en
mis palabras, el mundo de representaciones de lo que entendemos que debe
de ser una web bancaria se transforma en el imaginario propio del
participante, para adelantar variaciones posibles a la representación
inicial y generar un reto continuo variante en la interrelación, también
con un banco.
El juego sólo es una manera esencial, global, total, sin game over,
de poder conversar, al poder contextualizar una dinámica de acción
reglada. Siempre hacemos esto socialmente, y siempre pretendemos que
existan expectativas tendentes a ser variables hacia lo inesperado.
Quiero que me sorprendan, que a veces todo sea paradógico y disruptivo.
Porque, sencillamente, nos gusta divertirnos.
El juego sin risa sólo es norma, una
constante. Al jugar siempre se requiere de esa dosis de espontaneidad
propia del que a veces, también, hace trampas. Debe de haber toda una
sociología detrás de la trampa como elemento regulado en un plano que no
es observable. Otras veces, las trampas generan otras variantes que
acaban con el tramposo. Porque simplemente el fin del tramposo fue esa
complacencia del que deseaba ganar. Es la estrategia del juego de la
“tragaperras”, generar ciclos de satisfacción cortos y rápidos para
reforzar al participante. Por esto el juego es risa porque nos reímos
con otros, nos gusta sentirnos acompañados cuando nos reímos, y
apuntamos al otro, normalmente, lo mismo que nos ha parecido hilarante.
Para que se pueda reír contigo, y pueda ocurrir continuadamente.
El juego es comunicación y diversión
co-creada. Y, a su vez, tanto interacción digital como analógica
comunicada y co-participada. Da igual si el resultado es el mismo, y si
lo digital-analógico es esta misma realidad.
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