“Ciudadanía digital y generación Alpha: nuevos desafíos para la intervención socioeducativa con la infancia y la adolescencia”.

 Monográfico Research in Education and Learning Innovation Archives, 28 (2022)*





Editores invitados:
Dra. Antonia Picornell-Lucas. Profesora Titular de Universidad. Departamento de Derecho del Trabajo y Trabajo Social. Universidad de Salamanca (USAL), socia de la Asociación GSIA y 
Dr. Antonio López Peláez. Catedrático de Universidad. Departamento de Trabajo Social. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)


Núm. 28 (2022)

MONOGRÁFICO: “Ciudadanía digital y generación Alpha: nuevos desafíos para la intervención socioeducativa con la infancia y la adolescencia”

Editores invitados:
Dra. Antonia Picornell-Lucas. Profesora Titular de Universidad. Departamento de Derecho del Trabajo y Trabajo Social. Universidad de Salamanca (USAL) y Dr. Antonio López Peláez. Catedrático de Universidad. Departamento de Trabajo Social. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)
 

ARTÍCULOS

EDITORIAL

NÚMERO TEMÁTICO

The digital citizenship of children and adolescents: Challenges for social work education.

 La ciudadanía digital de niños y adolescentes: Desafíos para la formación en trabajo social.

Antonia Picornell-Lucas​,Universidad de Salamanca*, 
Antonio López-Peláez​, UNED, España.
Research in Education and Learning Innovation Archives,
Realia Nº. 28 (2022).




Resumen
Las sociedades digitales y superdiversas de las que ahora formamos parte requieren una redefinición del trabajo social y los servicios sociales para abordar la ciudadanía digital de niños, niñas y adolescentes. Este artículo analiza los principales retos en este ámbito, que pueden ser abordados a través del trabajo social digital.

Introducción
La protección integral de la niñez y la adolescencia es una de las características más importantes de las democracias contemporáneas y se ha convertido en una prioridad de los sistemas de bienestar. A lo largo de los años, la definición de protección integral del niño ha evolucionado para abarcar un enfoque integrado del desarrollo del niño en el que el interés superior del niño es la consideración principal, tal como se establece en la Convención sobre los Derechos del Niño (ONU, 1989). Este enfoque ha dado lugar a nuevas prácticas de trabajo social (Liebel, 2021) y ha puesto el foco en la participación de niños, niñas y adolescentes de diversas regiones y contextos sociopolíticos.

Existe una larga tradición de trabajos empíricos y estudios longitudinales sobre las teorías de la infancia (James, Jenks, & Prout, 1998), el derecho de los niños a la ciudadanía (Gaitán, 2018; Villagrasa & Lepin, 2021) y la capacidad pública redistributiva y predistributiva y políticas de infancia (Ayala, Cantó, Martínez, Navarro, & Romaguera, 2020; González-Bueno, 2020). También se han realizado investigaciones comparativas sobre el bienestar subjetivo de los niños (Casas et al., 2014) y los niños migrantes (Skivenes, Barn, Kriz y Pösö, 2015). Además, dado el enfoque en la protección infantil dentro de los sistemas de bienestar, las políticas de austeridad y su impacto en la prestación de servicios ha sido objeto de análisis comparativos (, 2019), mientras que el debate en torno a los principios éticos y legales en conflicto que guían las decisiones de los profesionales de bienestar infantil también ha sido examinado (Berrick, 2018).

La transformación digital y su efecto en los procesos de exclusión e inclusión social ha sido un tema de creciente preocupación entre profesionales, ciudadanos y legisladores y ha llevado a la promulgación de los derechos digitales de los ciudadanos. En 2018, antes de la pandemia de COVID-19, se aprobó por unanimidad la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales [LOPDGDD], en España. El Título X de la Ley incluye disposiciones sobre los derechos digitales de todas las personas. La Ley también establece específicamente la obligación de proteger los derechos fundamentales de los niños (Art. 76) y garantizar el uso responsable y equilibrado de los dispositivos digitales y las redes sociales (Art. 84) y el tratamiento de datos personales (Art. 7).

La pandemia ha acelerado el ritmo de los procesos de digitalización en los que estamos inmersos desde hace décadas. Como resultado, las prácticas profesionales han cambiado, han surgido nuevas necesidades y demandas, y la formación en habilidades digitales se ha vuelto imprescindible tanto para los usuarios como para los profesionales del trabajo social. Desde un punto de vista legislativo, el 14 de julio de 2021 el Gobierno español presentó la Carta de Derechos Digitales (CDD) para proteger los derechos digitales de todos los ciudadanos. Asimismo, los estados miembros de la UNESCO adoptaron el primer acuerdo global sobre la ética de la inteligencia artificial (EIA) el 22 de noviembre de 2021.  Ambos documentos subrayan la importancia de monitorear los riesgos y prácticas potenciales en el entorno digital que pueden atentar contra la libertad y el desarrollo de niños y jóvenes.

Ciudadanía digital de niños y adolescentes: una prioridad en las sociedades digitales del siglo XXI
En las discusiones sobre la protección de la niñez y la adolescencia, es necesario recordar que el ser humano es ante todo hacedor de tecnología; somos constructores de máquinas, y que no sólo las relaciones físicas, sino también las sociales y las estrategias son tecnologías. En este sentido, en una sociedad digital no hay sociedad.
.......


Conclusiones:
En las sociedades digitales, la democracia solo puede ser viable si se basa en una digitalización inclusiva. Los derechos de los niños y jóvenes deben extenderse al entorno digital porque su ciudadanía está condicionada precisamente por este mundo virtual. Muchos de sus problemas y oportunidades, sus formas de comunicación y relación, su manera de entender el mundo, estarán intrínsecamente ligados al modelo de digitalización en el que estamos inmersos.

Para lograr que los niños, niñas y adolescentes estén debidamente cuidados, apoyados y protegidos en el entorno digital, y para dar respuesta a los desafíos que hemos analizado anteriormente, es fundamental desarrollar un modelo de intervención profesional basado en una triple estrategia:

.- Colonice democráticamente las plataformas virtuales, incluido el metaverso, y proporcione espacios para la participación activa.
.- Asegurar la presencia de profesionales dedicados a la defensa de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades, así como profesionales que puedan implementar estrategias y metodologías innovadoras y comprender y transformar los riesgos inherentes a la realidad digital.
.- La formación en competencias digitales es ya una prioridad en el ejercicio profesional pero también debe jugar un papel relevante en la formación de los futuros trabajadores sociales y profesionales de la previsión social. La formación debe centrarse en la práctica profesional polivalente y en la investigación. La formación desde el enfoque de ciudadanía digital infantil garantizará un entorno digital seguro y gratuito para todos los niños, niñas y adolescentes en sus nuevas realidades vitales y virtuales.

Este es un reto decisivo en la formación de los futuros trabajadores sociales. En este sentido, el trabajo social digital se ha convertido en los últimos años en una especialización y se integra cada vez más en los programas de formación del trabajo social con un objetivo básico: el diseño de mejores intervenciones profesionales en el entorno digital (González, Astray, & Puelles, 2021) .

Citation: *Picornell-Lucas, A.& López-Peláez, A. (2022).The digital citizenship ofchildren and adolescents:Challenges for social workeducation.Research in Education and Learning Innovation Archives,28,32--37. DOI: 10.7203/28.23001

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Guía sobre el nuevo complemento a la infancia del IMV. Seguridad Social.

Nuevo Complemento de Ayuda para la Infancia.
Una de las principales novedades que incluye 
la recién aprobada Ley del Ingreso Mínimo Vital, BOE 21 de diciembre
es la entrada en vigor del nuevo complemento de ayuda para la infancia.

Acceder a la información en sede/web de la Seguridad Social.

Aquí puedes resolver tus dudas y saber cómo comprobar si tienes derecho a percibirlo o cómo solicitarlo.

¿Qué es el complemento de ayuda a la infancia?

El complemento mensual de ayuda para la infancia es una de las mejoras introducidas en el trámite parlamentario de la Ley del Ingreso Mínimo Vital (IMV) como un instrumento clave para luchar contra la pobreza infantil.

El importe se establece en función del número de menores de edad miembros de la unidad de convivencia, y en función de la edad cumplida el día 1 de enero del correspondiente ejercicio, con arreglo a los siguientes tramos:

  • Menores de tres años: 100 euros.
  • Mayores de tres años y menores de seis años: 70 euros.
  • Mayores de seis años y menores de 18 años: 50 euros.

¿Quién tiene derecho?

Pueden tener derecho a este complemento las unidades de convivencia que incluyan menores de edad entre sus miembros, cumplan todos los requisitos necesarios para la concesión del ingreso mínimo vital y los establecidos respecto de los límites máximos sobre ingresos computables, patrimonio neto y test de activos:

  • El 300% de la renta garantizada del IMV para su tipo de hogar.....
...-.-.-.-.-

¿Cómo puedo solicitarlo si no cumplo con los requisitos para el reconocimiento de oficio?

Para la tramitación de este complemento, se debe solicitar del mismo modo que la solicitud del IMV:

En esta guía práctica encontrarás toda la información y un vídeo tutorial sobre cómo identificarte para solicitar el IMV a través del formulario on-line, sin necesidad de certificado digital o cl@ve.

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“Mis derechos en la red”, consulta a chicas y chicos y sus propuestas de mejora.

La Plataforma de Infancia lanzó esta consulta en 2020, en el marco de su trabajo en participación infantil y seguimiento de los derechos de la infancia.


Mis Derechos en la Red.    #misderechosenlared.

Se trata de una consulta que se nició en el marco del anterior proyecto SIC-Spain, en la que participaron más de 400 chicas y chicos de 12 a 17 años de distintos puntos del territorio estatal. 
El objetivo de la consulta era conocer sus opiniones sobre el cumplimiento de sus derechos en el entorno digital y recoger sus propuestas de mejora.  

Los resultados y conclusiones están disponibles en esta dirección:

En ella podéis ver qué han dicho las chicas y chicos participantes sobre cuestiones como el derecho a la participación, a recibir información, el derecho a la no discriminación y educación entre otros. Sobre la posibilidad de opinar en sitios web o apps (derecho a la participación), la actitud con que son recibidas las opiniones publicadas en Internet por chicas y chicos, la adaptación de los contenidos web para el público adolescente (derecho a recibir información), las oportunidades que tienen para usar dispositivos y conectarse a Internet (derecho a la no discriminación), la relación entre la educación y el entorno digital, las amenazas a la privacidad o las situaciones de acoso y maltrato que se pueden vivir online. 

Os dejamos un enlace a la presentación con sus propuestas: https://www.canva.com/design/DAEymu-WTxY/watch?embed 

Entre las acciones del Panel de Jóvenes (La Pinza de Cibercorresponsales) para 2022, se plantean actividades relacionadas con la difusión e impacto de estos resultados.   

Hacer eco en vuestros espacios y redes, desde hoy mismo, con el hashtag #misderechosenlared #participación y mencionando a @platdeinfancia y @ccorresponsales.


Cibercorresponsales,

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Los matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados:

 prácticas nocivas profundizadoras de la desigualdad de género 
en América Latina y el Caribe.

Acceso  al  Documento.

DESCRIPCIÓN

Los matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados son una realidad en América Latina y el Caribe, pese a su falta de visibilidad. Constituyen fenómenos complejos relacionados con las desigualdades de género, la violencia, la pobreza, el abandono escolar, el embarazo adolescente y legislación y políticas inadecuadas o insuficientes, que ponen en riesgo a niñas y adolescentes.

Estas prácticas son causa y consecuencia de una limitada autonomía física, económica y en la toma de decisiones de las mujeres y afectan desproporcionadamente a niñas y adolescentes de zonas rurales y hogares en situación de pobreza y con un menor nivel de acceso a la educación. En algunos países, asimismo, la pertenencia a pueblos indígenas se vincula con una mayor prevalencia de este fenómeno.

El objetivo de este documento es visibilizar esas prácticas nocivas que profundizan las desigualdades de género. A través de información estadística y cualitativa, se busca hacer un aporte innovador al presentar las brechas en diferentes dimensiones de su desarrollo —incluido el tiempo que niñas y adolescentes casadas o unidas dedican a las tareas domésticas y de cuidados—, así como recomendaciones para enfrentar esta situación a nivel regional y local.

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La pobreza y la exclusión social deben erradicarse en beneficio del bien común

La desigualdad, la pobreza y la exclusión social no son algo que solo padecen determinados grupos humanos, sino que es algo que revierte sobre la propia sociedad. En beneficio del bien común de todos y todas necesitamos erradicarla.


I
Hace poco me preguntaron por qué debe erradicarse la pobreza y la exclusión social[1]. Y después de un momento de duda pensé que me lo estaban preguntando por considerar que las personas en esa situación eran personas en situación de injusticia, debido a que la pobreza y la exclusión social es negación de derechos dado que en ella la dignidad humana queda negada y, por lo tanto, es injusto. Pero me decidí por pensar que me lo estaban preguntando desde otro punto de vista, el de una sociedad que conoce y sabe que la pobreza y la exclusión existe y, sin embargo, no acomete su erradicación. ¿No lo acomete porque no lo considera posible, rentable, beneficioso?, ¿porque considera que no es de su responsabilidad, o por un sin número de explicaciones que demoran el asunto para cuando se pueda? Sin olvidar que todo ello queda aderezado por la duda de si la sociedad tiene alguna responsabilidad, no sea que, si es cuestión de la responsabilidad, quede remitida a la competencia o incompetencia, a la responsabilidad o irresponsabilidad de los individuos, y, en concreto, de quienes están en esas situaciones.


La pobreza, por tanto, es un hecho que, como tal, oscila entre la paradoja de su realidad y de su invisibilidad; entre ser reconocido como un hecho existente, y ser considerado como un fenómeno social secundario a la hora de la toma de decisiones, especialmente en las decisiones que estructuran la sociedad. No cabe duda de que nuestra sociedad sabe que tiene un problema histórico en este tema, no en vano somos la 4ª economía del euro con una de las tasas de pobreza más altas. Pero la sociedad ha ido deglutiendo que la pobreza no tiene por qué estar en la primera página de la agenda, preocupada como está por salir de dos crisis sistémicas y prácticamente seguidas, la del 2008 y la de la pandemia. ¡Ahora lo que debe primar es el crecimiento! Cuestión en la que nunca se para nadie a pensar más en ello, porque se considera evidente y porque nunca se hace una retrospectiva de cómo, después de la crisis y con un nuevo crecimiento en expansión, se está haciendo frente a la desigualdad, a la pobreza, a la exclusión. ¿Es que una vez retomado el crecimiento se absorbe algo más que determinados efectos surgidos por tal crisis? ¿Todos? ¿Y la pobreza y la exclusión ya existente ante-crisis? ¿Y la estructura de la propia realidad de pobreza, y su dimensiones y condiciones, y su reproducción, y su permanencia, y su futuro dadas las decisiones que organizan y estructuran la propia sociedad?

Hubo una expectativa, allá por la década de los 80 y 90 en la que la pobreza estuvo en la agenda de la sociedad, de modo que la pobreza tenía toda una serie de retos que el propio modelo social tenía que afrontar. La pobreza estaba en el debate público, el famoso debate de los ocho millones de pobres, y eso ponía encima de la mesa que la problemática social tenía que contemplar este aspecto. Podíamos decir que ello nos llevaba a hacernos cargo de la pobreza en la construcción del Estado del bienestar. Y eso nos debía llevar a encargarnos de la pobreza ante la sociedad del crecimiento. Pero esto empezó a pesar cada vez más, y a lo más que llegamos fue a cargar con la pobreza en un modelo de desarrollo social precario. En definitiva, la pobreza siguió siendo un reto estructural.

Porque, a partir de la puesta en la primera página de la agenda, pronto las aguas volvieron a su cauce, y en el desarrollo de la Agenda Lisboa 2000, volvió a ser puesto todo bajo el paradigma del crecimiento. De modo que la propia actuación por la inclusión social, la propia política contra la pobreza, quedaba bajo el signo de lo que contribuía al crecimiento económico, que es lo que sancionaba las decisiones como acertadas o no. Cierto que se puede decir que esto es demasiado simple. Sí, si no se considera que una realidad compleja no se puede reducir a uno solo de sus elementos. Pero no, si se tiene presente cuál es el parámetro que articula esa complejidad. No se trata de olvidar las políticas por la inclusión social, como elemento significativo más elocuente de la complejidad. Pero tampoco se puede olvidar que esa misma estrategia se definía desde el parámetro del crecimiento. La inclusión lo debía ser en la sociedad del crecimiento, y eso en todos los ámbitos, empleo, formación, protección social, actividad de la economía verde, incluso inteligente, con todo lo que eso supone de gestión y construcción de sociedad desde las NTI.

Y cuando la respuesta se enfrenta con este proceso de pérdida de vigencia de la pobreza en la sociedad como cuestión sustantiva, la respuesta ante la pregunta formulada apunta a ponerlo de nuevo en valor. Dicho esto, debo reconocer que la pregunta que me formularon ha quedado sin responder. Porque para mí, la pobreza y la exclusión social hay que erradicarla por el Bien Común. Soy consciente de que esta respuesta se enfrenta con el muro que la ha dejado fuera de la agenda. Por otra parte, parecería lógico que la erradicación de la pobreza deba ser en beneficio de quienes la padecen. Y no es ilógico proponerlo así. ¿Por qué entonces focalizarlo sobre el Bien Común?

En primer lugar, precisar que en este enfoque no solo no están ausentes quienes se encuentran en estas situaciones, sino que están incluidos. Y, en segundo lugar y más importante, porque es un enfoque que no invisibiliza la responsabilidad de la sociedad, sino todo lo contrario. La cuestión es: si la pobreza es un hecho que hay que analizar como fenómeno social, es decir, como una relación social estructurada y estructurante de la sociedad, tenemos que contemplar los dos polos de esa relación, la pobreza y la sociedad en la que la pobreza existe, y la relación que se establece entre los dos. Análisis en el que ahora no podemos entrar, pero en el que me parece muy importante insistir en la conexión que se produce entre los dos polos.

Sin vida en común no hay sociedad. Por ello son decisivos los principios y valores que se tomen como los referentes que estructuran las grandes decisiones. Para ser sociedad deben girar en el sentido de construir vinculación social. Por ello, las formas de sociedad, las relaciones societales, en todos los ámbitos, no pueden quedar vinculadas a una sola, como está sucediendo en nuestra sociedad que están centradas en la relación de intercambio, guiada por el mercado. Así se trasmutan las relaciones de sociabilidad y societalidad que se generan desde las relaciones de reciprocidad y de redistribución.

Si tomamos como paradigma lo que es una red, sabemos que una red tienes conexión con todos los puntos. La red no tiene un principio y un final, sino que es la conexión entre todos; cualquier cosa que afecta a un punto, afecta a toda la red. Esa imagen de red sirve para analizar el conjunto de la sociedad, que es sistémica. Cada elemento tiene un gran valor, pero sus objetivos y fines están interrelacionados e interconectados; como en la sociedad. Hay que tener una visión holística y retroactiva, integral y global para desvelar todas sus potencialidades.

Esto es básico para poder plantear el tema del Bien Común como condicionante de lo que supone y exige la perspectiva de la erradicación de la pobreza. Y lo primero que constatamos es que el Bien Común es un referente que en nuestra sociedad ha quedado para el discurso, y este en muy contadas ocasiones. Y con ello no nos referimos solo a la pérdida de derechos, sino de la pérdida de las condiciones de acceso a los bienes necesarios para la satisfacción de necesidades básicas basadas en los derechos. Porque sin ello ni la dignidad de las personas ni lo que supone y exige una sociedad digna, son viables. Pero hoy constatamos que, cada vez más, todo gira en torno al individuo con olvido y menos aprecio de lo colectivo, de lo público. En esta lógica, aparece la culpabilidad individual ante la pobreza y la exclusión ocultando así que es un fracaso colectivo, e invisibiliza la responsabilidad colectiva.

Como una derivada, hoy no existe un concepto compartido (consenso) de lo que es el Bien Común. Su lugar lo ocupa el crecimiento económico, en el que la competitividad y la meritocracia ocupan los valores centrales. En una sociedad así, las estructuras generadoras de desigualdad quedan sin cuestionamientos, intocadas; ¿absueltas? Porque cuando se plantea el tema de la distribución, no es el Bien Común el eje del debate, sino la tributación. Y, junto con ella, la sospecha. No la sospecha de si así se puede mantener lo que con la tributación queríamos obtener, como la salud, la educación, la protección social, etc. La sospecha es que se da por entendido que es algo que le corresponde al individuo, y que eso está en la naturaleza de las cosas. ¿Qué espacio le queda al Bien Común? Y, desde ahí, ¿a la erradicación de la pobreza?

Si queremos una sociedad pacificada, donde sea posible la convivencia en la diferencia, necesariamente tenemos que generar condiciones para que todos puedan disfrutar de lo que significa ser sociedad, donde todos los seres humanos se puedan desarrollar. Justamente eso es lo que pretende la erradicación de la pobreza. Conviene señalar que lo contrario genera sociedades agresivas, muy agresivas. Y lo estamos viendo a nivel mundial con las guerras continuas, con los millones de refugiados y de inmigrantes económicos que hay hoy en el mundo. Y no nos damos cuenta de que la pobreza y la exclusión social no son algo que solo padecen determinados grupos humanos, sino que son algo que revierte sobre la propia sociedad. Por ello, decimos que en beneficio del Bien Común de todos necesitamos erradicarla.

Lo que, entre otras cosas implica que los recursos necesarios para ello no deben ser considerados como un gasto, sino como una inversión. Y es una inversión social que genera beneficios de todo orden: todos los seres humanos pueden contribuir a la sociedad y esto genera incluso crecimiento económico. Las crisis que estamos sufriendo no pueden ser superadas simplemente con recortes de gasto, exigen, necesitan inversión. ¿No es la pobreza y la exclusión una crisis estructural, sistémica, permanente? Para salir de una crisis hay que invertir en generar oportunidades de todo tipo.

 
II
¿Focalizar la erradicación de la pobreza y la exclusión social desde el Bien Común hace olvidar a las personas? Nada más lejos de la realidad. La cuestión es, ¿desde dónde se plantea y se construye el Bien Común? Recordemos que estamos hablando de la dignidad humana como fundamento del orden político y social, según el art. 10 de la Constitución, que es lo que anda en juego en la erradicación de estas situaciones. De esto trata el Bien Común, de la dignidad de la persona, especialmente en las situaciones que está más negada. Esto es lo que debe demandar la máxima atención de la sociedad, de los poderes públicos y de la propia ciudadanía, pues en ello definimos qué sociedad somos y queremos ser.

El art. 9.2. de la Constitución dice: Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social. ¿Por qué no está en la primera página de la agenda, social, económica, política y cívica, cuando se trata de la pobreza y la exclusión social? El Bien Común se la juega cuando pretendemos hacer frente a las desigualdades, a la pobreza y a la exclusión social. Y ello solo se consigue promoviendo las condiciones de la libertad e igualdad, y removiendo los obstáculos que impiden el bienestar de todos. Llama la atención que eso no aparezca cuando se está tratando de personas y grupos que no tienen tales condiciones, pues su propia pobreza y exclusión social se convierte en obstáculo para su erradicación.

¿Cómo afrontarlo? Depende del lugar social desde donde nos situemos, pues desde ahí veremos los obstáculos y las condiciones imprescindibles. Y para ello solo hay una respuesta: El bienestar social implica que hay que mirar desde los últimos y desde ahí ver a toda la sociedad. Y al ver toda la sociedad ver todo lo que necesita para que realmente todos podamos seguir siendo sociedad en plenitud y en dignidad.

La cuestión, pues, hay que llevarla a este lugar. ¿Qué ocurre cuando se hace la pregunta desde el lugar social de los últimos? ¿Qué se escucha ahí? ¿Alguien les está oyendo? Cuando se comparten estas preguntas con ellos mismos, la visión resultante responde a la cosmología social que está gobernando la intervención social en las situaciones de pobreza y exclusión, pues la intervención social es la concreción de la relación entre los dos polos de la relación pobreza-sociedad. ¿Una cosmología social? [2] La antropología dice que nunca quedamos al margen de una comprensión de la realidad, de unos valores a los que da cuerpo en su facticidad, de la suma acabada de representaciones del mundo y de la sociedad. Esto es, de una cosmología del espacio, tiempo, cuerpo (ser corpóreo), mundo. Así pues, ¿qué cosmología está sucediendo en el abordaje de la pobreza y la exclusión social?

En una cosmología social el espacio es un espacio existencial, lugar de experiencia de relación con el mundo de un ser esencialmente situado en relación con un medio. Pero lo que constatamos es que se está produciendo un no-lugar. No hay espacio, no hay lugar de relación con el mundo institucional que está cerrado, no abierto incluso físicamente, pero también relacionalmente, del que el mundo de la pobreza y la exclusión está EX-pulsado y no puede plantear sus condiciones de vida. Se ha cerrado lo presencial especialmente para quien necesita acompañamiento y asistencia incluso en la propia comprensión de su situación; o sea, para la relación persona (en pobreza y exclusión) y sociedad (la institución de la sociedad que debe hacerse cargo y encargarse de ello). Quien carga con la realidad no es el compromiso entre institución y persona, sino la persona sola, fuera de y abajo, ante unas instituciones que se han cerrado incluso a la propia reclamación, pues cuando se logra conectar, es muy habitual escuchar: no hay citas disponibles. Está perdida en ese no-lugar.

Pero ni las relaciones de las personas con quienes tienen la legitimidad, autoridad, capacidad para la intervención social, quedan enclaustradas en ese espacio, porque los procesos ni se paran ni se detienen. Por lo que la lógica de esa cosmo-logía, es también la del tiempo, del tiempo de los procesos que recorren la vida de los EX-pulsados. Por una parte, el tiempo de la urgencia ante los obstáculos para la supervivencia, con el que no se conectado ni se ha comprendido. Se trata de hechos que acaecen, no de los discursos o explicaciones. Por otra, del tiempo del proceso, largo y complejo, de ejercer su libertad y dignidad; su proceso de desarrollo humano. Pue si el espacio se clausura en el propio marco institucional, el proceso del tiempo de afrontar su realidad, ni es considerado ni es reclamable.

Qué corporeidad, como dimensión de esa cosmo-logía, qué concreción, qué comprensión, tienen sus necesidades. Prácticamente se puede resumir en la i-lógica de las carencias. ¿Y todo lo que las necesidades implican de desarrollo de capacidades y potencialidades? En estas situaciones ni son consideradas, ni se relacionan con los sujetos. Desde esta cosmo-logía no aparece este real y determinante cambio de concepción de la necesidad. Los sujetos, comprendidos como carentes, quedan igualmente comprendidos como no activos, y, por tanto, como no-actores. Vale preguntar en qué queda remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social. Quedan sin presencia, sin ser sujetos, sin ser sociedad. O sea, son los fuera de, los EX.

En esta cosmo-logía, ¿qué relación hay con el otro, con el mundo de los otros? Los otros no están ni en la agenda, ni en la comprensión de la relación pobreza-sociedad. Hay una relación abstracta derivada del distanciamiento entre el polo institucional (sociedad), y el polo personal (situación de pobreza y exclusión) que hace imposible el diálogo del encuentro. Se ha producido la pérdida de los vínculos sociales. No es extraño, pues, que nos cueste pensar en la alteridad. Se cierra la capacidad de comprender el sentido, o sea, la relación sujetos-medio social y sociedad. Con ello nos referimos al sentido que los seres humanos pueden dar a sus relaciones recíprocas; el sentido social. Y es precisamente de ese sentido del que hablan también los individuos cuando se preguntan o se inquietan por el sentido de su vida.

Pudiera parecer esta cosmología algo abstracto y desconectado del mundo de las personas, de los últimos de la sociedad. No es así. ¿Por qué? Lo que se escucha cuando se “está con y en” sus situaciones, espacios, tiempos, necesidades, y se oyen sus expresiones y vivencias, todo empieza por “SIN”: sin ingresos; sin RMI/IMV (y encima con requerimiento de una devolución imposible por la incongruencia entre esas tibias prestaciones); sin atención; sin posibilidad de que alguien presencialmente les ayude, oriente, acompañe; sin información: sin informática, cuestión dada por supuesto pues se impone como la única vía de intentar hacer algo; sin saber por qué  (o sea, por qué se ha creado este laberinto en el que se pierden, por qué no te oyen, por qué no te cogen el teléfono, por qué no te escuchan ni te contestan, por qué no te dan cita; por qué se dilatan hasta …); sin tiempo de respuesta, …..

Perdidos en un laberinto en el que se han visto instalados, sin que nadie explique por qué. Sin el acompañamiento que cualquier otra situación, aun menos grave, exige. Sin retornar a la atención presencial que en otros ámbitos sociales es real hace tiempo, pero que en este sector brilla por su ausencia. Sin que ni siquiera los servicios sociales comunitarios puedan resolverlo, encontrándose ellos mismos con el cuello del embudo que impide realizar su función. Sin dudar en exigir que las personas sean expertas telemáticas como quienes realizan este trabajo. Pero, eso sí, sin abordar ni la brecha digital, ni sus deudas, ni su desempleo, ni los fracasos escolares, formativos, laborales de los que siempre son acusados, ocultando así el fracaso de la sociedad en estos ámbitos, etc.

En resumen, ¿quiénes son? Ya ni siquiera son el grupo de pobres y excluidos. Son simplemente el grupo ‘sin’; o sea, el grupo de los nadie y los nada, de los que quedan invisibilizados; los sin grupo. Y, de remate, a su costa, porque resulta que la cuestión acaba siendo que no han resuelto ni afrontado su inexperiencia, incluso su incapacidad para ser los expertos tecnológicos que se exige como una evidencia indiscutible. Y se oculta el propio sentido de la pobreza y la exclusión. Y se niegan sus potencialidades y capacidades. Y se inutiliza su capacidad de actor de su propia realidad.

¡¡Paradójico, si no fuera sangrante!! ¡¡Cómo es posible que, en los momentos de máxima necesidad, se coloquen las máximas dificultades para los máximos necesitados!! ¿Que esto suena tremebundo? Hagamos comunidad, al menos de vivir en sociedad, de vivir en común las condiciones que no existen y los obstáculos que sí existen. Hagamos la comunicación de experiencia de vida para que cuenten, relaten, narren su realidad, lo que les dicen y lo que no les dicen, … Y luego vemos si esto es exagerado, o simplemente sangrante.

El Bien Común dice que para poder saber de qué estamos hablando, debemos ponernos en el final de la sociedad para poder ver los obstáculos a la justicia, la igualdad, la solidaridad, la libertad, la participación, el bienestar y la dignidad de todos y todas, para así poder erradicar la pobreza y la exclusión en beneficio de toda la sociedad. ¿No será que es esto lo que está en cuestión?

[1]  EAPN-ES (2021). «La pobreza y la exclusión social deben erradicarse en beneficio del bien común» Entrevista a Víctor Renes Ayala. Recuperado de: https://www.eapn.es/noticias/1460/%2522la-pobreza-y-la-exclusion-social-deben-erradicarse-en-beneficio-del-bien-comun%2522 [04 de enero de 2022].

[2] Hemos tratado este tema en Renes, V.: “Una nueva cosmología social”. En Documentación Social, nº 187. Madrid, 2017.

*Víctor Renes Ayala, ha recibido recientemente el premio EAPN de Participación a la Trayectoria para actuaciones a nivel individual, en reconocimiento de su experiencia y dedicación al fomento y promoción de la participación desde el ámbito social. 
Víctor Renes ha sido responsable del servicio de estudios de Cáritas Española y de la Fundación FOESSA, donde ha coordinado los informes de Cáritas  'Las condiciones de vida de la población bajo el umbral de la pobreza' y el 'V Informe FOESSA sobre exclusión y desarrollo social en España'. 
Además, ha participado en diversas redes del Tercer Sector de Acción Social, como la Plataforma de Voluntariado, y ha dirigido la Revista española del tercer sector (RETS)'

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