“Tramados estéticos y pedagógicos”: 25º Congreso IRSCL2021.



Sociedad Internacional para Investigación en Literatura Infanti
En su versión en línea, el 25º bienal de la IRSCL tendrá un satélite virtual que se llevará a cabo desde el 19 de octubre hasta el 3 de noviembre de 2021.
La versión presencial del congreso se llevará a cabo en Santiago, Chile, del martes 26 al sábado 30 de octubre de 2021.

Tema del congreso
El tema central del congreso es “Tramados estéticos y pedagógicos”
Para más información, por favor diríjase a Convocatoria.

Los aspectos pedagógicos y estéticos de la literatura para la infancia y juventud han sido confrontados constantemente. Sin embargo, si pensamos en la literatura infantil como una práctica participativa y mediada, las dimensiones estéticas y pedagógicas dejan de parecer opuestas. En las últimas dos décadas, hemos sido testigos de un ‘giro educacional’ en las prácticas artísticas contemporáneas, donde el énfasis ya no está en el objeto estético acabado, sino en el proceso y en las relaciones establecidas con la audiencia y la comunidad, quienes pasan a formar parte del proyecto artístico; un proceso que también es facilitado por las plataformas digitales. Hablar de literatura infantil como una práctica mediada cuestiona la autonomía del arte y los límites del ‘no-arte’; no solo celebra el ‘nacimiento del lector’ ante la ‘muerte del autor’, sino que destaca y cuestiona las convenciones que sostienen lo artístico....

¡Está abierta la Convocatoria de Ponencias para IRSCL2021
El llamado para la presentación de ponencias permanecerá abierto hasta el 15 de Marzo de 2021. Enlace a formato, modalidades y registro de presentación


Ubicación del congreso
El 25º Congreso Bienal de IRSCL (presencial) será realizado por el Centro de Justicia Educativa (Pontificia Universidad Católica de Chile), en Santiago, Chile, en octubre de 2021


Para más información
diríjase a Información práctica.
Coordinadora: Macarena García González
Correo electrónico: mgarciay@uc.cl 

¡Bienvenidas y bienvenidos al Congreso IRSCL 2021 en Santiago!


Pornografía y adolescencia: la otra pandemia.

No seamos alarmistas, el porno no mata, pero sí puede convertirse en una crisis, 
una crisis de salud pública que ya se ha declarado en otros países del mundo, como EEUU. 
La pornografía puede generar adicción y otras consecuencias perjudiciales, 
deteriorando la vida sexual, académica, personal, familiar o social de los adolescentes.
Según estudios recientes, la pornografía puede alterar la visión 
que los hombres tienen en las mujeres en los más jóvenes generando una visión más 
machista, misógina y objetificante del sexo, favoreciendo los estereotipos de género. 
También diversos estudios argumentan que el consumo repetido de pornografía puede 
fomentar el desarrollo conductas sexuales de riesgo, aumentando las promiscuidad,...  

Alejandro Villena Moya*,  

La sensación de aislamiento, ansiedad, tristeza, aburrimiento, soledad y desesperación causada por el Covid-19 ha dejado una huella importante en los seres humanos de nuestra generación. Una nueva etapa para la que no estábamos preparados, y donde nuestros mecanismos de resiliencia y afrontamiento han tenido que sacar todo su armamento para mantenernos a flote.

El Mundo.
Mientras tanto la industria de la pornografía aprovechaba el efecto virus para esparcir y contagiar su material sexual explícito a más rincones, más hogares y más adolescentes. Utilizando estrategias de marketing asociadas a bienes sociales o benéficos, como: “Si ves este vídeo porno salvarás a las abejas de la extinción” o publicando de forma gratuita algunos de sus contenidos Premium, como si fuera un regalo a la sociedad, un consuelo a la tristeza para los que sobrevivían a los días más duros de la pandemia.

Fue así como el consumo de pornografía se convirtió en una fuente de alivio o refugio para muchas personas que pasaban horas y horas en casa matando el tiempo. Un alivio fugaz y efímero, cortoplacista, que no alcanzaba a ver más allá del placer instantáneo, algo, desgraciadamente, muy común en los seres humanos. Según un estudio publicado tras el primer confinamiento en la Journal of Behavioral Addictions el consumo de pornografía se vio incrementado a nivel mundial en un 11% durante el mes de marzo de 2020.

De esta manera muchos adolescentes, encerrados en casa y con un acceso ilimitado a internet, donde padres y madres hacían malabares para conciliar la vida laboral, personal y familiar, se iniciaron en un consumo cada vez más rutinario de la pornografía.

“En la pandemia empecé con el porno, antes no lo veía de forma habitual, pero la soledad me llevó a consumirlo cada vez más. Ahora necesito más cantidad y porno más intenso cada vez. Creo que me estoy enganchando y no soy capaz de dejarlo” (Raúl 17 años)

Estas palabras las relataba el primer adolescente que atendí de forma presencial después del confinamiento, me entristeció, y me hizo pensar sobre los paralelismos que la pornografía y un virus tan letal como el Covid-19 tienen: el efecto contagio y el deterioro de la salud.

El efecto contagio

Una industria que ha conquistado de forma totalitaria el internet, donde podemos encontrar más de 750 millones de webs pornográficas, 230 millones de apps pornográficas descargadas cada año y más de 219.000 vídeos vistos por minutos. Su capacidad de esparcirse es realmente potente.

Tanto es así que, en España según el último informe publicado por la Universidad de las Islas Baleares, el 62,5% de los adolescentes entre 13 y 17 años ha visto pornografía en algún momento de su vida, con una edad media para el inicio de contacto entre los 9-11 años, adelantándose incluso a los 8 años en algunos casos.

Además a nivel internacional el 37,7% de los varones y el 19,3% de las mujeres son usuarios de riesgos, porque presentan una mayor probabilidad de desarrollar una adicción a la pornografía, un porcentaje que debería preocuparnos.

El deterioro de la salud

No seamos alarmistas, el porno no mata, pero sí puede convertirse en una crisis, una crisis de salud pública que ya se ha declarado en otros países del mundo, como EEUU. La pornografía puede generar adicción y otras consecuencias perjudiciales, deteriorando la vida sexual, académica, personal, familiar o social de los adolescentes.

Según estudios recientes, la pornografía puede alterar la visión que los hombres tienen en las mujeres en los más jóvenes generando una visión más machista, misógina y objetificante del sexo, favoreciendo los estereotipos de género. También diversos estudios argumentan que el consumo repetido de pornografía puede fomentar el desarrollo conductas sexuales de riesgo, aumentando las promiscuidad, el número de parejas sexuales y favorecer el contagio de enfermedades de transmisión sexual.

El reciente informe de Save The Children alerta sobre como el consumo de pornografía puede afectar a la satisfacción sexual de los adolescentes, donde el 36,8% no distingue entre la realidad o la ficción y entre el 14,4%-35,3% de los adolescentes consumen más pornografía de la que les gustaría.

¿Cuándo se convierte en un problema?

“Los niños pobres postergan sus necesidades para no sumar estrés a sus familias”.

“No sirve ´sicologizar´ la pobreza, porque ella es el problema 
y los conflictos sicológicos que genera son su consecuencia.


Claudine, quien trabajó en un programa de prevención de explotación sexual comercial de niños y jóvenes en las poblaciones El Volcán y El Castillo en Puente Alto, sectores altamente vulnerables, dejó de hacer sicoterapia en esos grupos, cuando descubrió que “no sirve ´sicologizar´ la pobreza, porque ella es el problema y los conflictos sicológicos que genera son su consecuencia. “Descubrí que si quería trabajar en pobreza, la clínica no era lo mío.  Ahora de lo que se trata es de exigir ese piso mínimo. De conseguir que esté en la nueva Constitución y se cumpla.

Es parte de una investigación que verá la luz en septiembre que se llama “Nacer y Crecer en Pobreza o Vulnerabilidad en Chile”, representa a Hogar de Cristo en la campaña “Cuentos para Despertar” y cree que los niños, niñas y adolescentes de nuestro país requieren de un Piso de Protección Social que asegure sus derechos básicos, partiendo por un ingreso mínimo garantizado y un trabajo decente para sus madres y padres.

–Los niños pobres minimizan sus propias necesidades. Prefieren sufrir de dolor de pies antes que quejarse porque las zapatillas les quedan chicas para no sumar más estrés a sus padres, a la familia –dice la psicóloga y jefa de desarrollo de la Dirección Social del Hogar de Cristo, Claudine Litvak (40), que participa de la investigación “Nacer y Crecer en Pobreza en Chile”.

Su juicio es coincidente con el de la dirigente vecinal y reportera comunitaria de Bajos de Mena, Melyna Montes, cuando nos comentó lo que más le había conmovido en las ollas comunes que han proliferado en esa zona de Puente Alto como en todo el país junto con la pandemia. Dijo: “Ver a un niño de cuatro años comerse sólo la mitad de un yogurt y reservar el resto para su hermano, ver esa conciencia de la situación familiar en un chiquito tan pequeño, me partió el alma”.

Claudine abunda en el punto: "Hay niños que se saltan comidas porque saben que no hay más o que si ellos comen, sus padres no lo harán, y empiezan a pasar de largo. Así, sus necesidades empiezan a ser inadvertidas, a volverse invisibles, lo que resulta muy tóxico a nivel cerebral para ellos. Son cuestiones muy dolorosas, que dejan una profunda huella".

Ahora, la psicóloga de la Universidad Diego Portales, doctora en estudios políticos y sociales de la Universidad de Bristol, madre de tres hijos, es la vocera de una campaña que buscar sensibilizar a los adultos sobre la situación de más de 900 mil niños y adolescentes que viven en situación de pobreza multidimensional en Chile; de más de 700 mil que no tienen una cama propia, una mesa para hacer sus tareas, porque el hacinamiento es su paisaje personal; de los 416.622 menores de 10 años que sufren de mal nutrición; de los casi 187 mil que estaban fuera del sistema escolar antes de la pandemia y de los cerca de 220 mil que deben trabajar para subsistir. “Cuentos para Despertar”, se llama la campaña patrocinada por el Centro Iberoamericano de Derechos del Niño, Colunga, Unicef, Núcleo Milenio para el Curso de la Vida y la Vulnerabilidad y Hogar de Cristo. Y hace un paralelo entre los clásicos cuentos infantiles que se les leen a los niños para dormir, aunque aquí el propósito en sensibilizar a los adultos. “Blanca y sus 7 herman@s” es uno de esos cuentos y alude al hacinamiento, a la falta de una casa digna.

-Contar con una vivienda adecuadamente aislada y calefaccionada, con servicios sanitarios, con los muebles necesarios, con una cantidad de espacio acorde a la cantidad de personas que la habitan, son algunos de “los desde” de esta dimensión del bienestar –explica Claudine Litvak. Y luego se pregunta: ¿Qué implicancias tiene para un niño habitar en una casa y en un barrio que no cumple con esos estándares mínimos? Muchísimas, partamos con que dificulta el acceso regular a servicios de salud de calidad; sigamos con que reduce la oferta de establecimientos educacionales accesibles, aumentando el riesgo de asistir a uno de mala calidad. También limita las posibilidades laborales de los padres, obligándolos a tener largos tiempos de traslado de la casa al trabajo, con todas las implicancias que esto tiene para sus posibilidades de cuidar a los hijos y acompañarlos en su trayectoria escolar. Las viviendas hacinadas o de mala calidad impiden un buen sueño con consecuencias tanto para la salud como para el desempeño académico. Un barrio segregado y periférico no ofrece acceso a parques y espacios públicos seguros, además muchas veces se enfrentan problemas de contaminación, de violencia y delincuencia –enumera y podría seguir con una verdadera letanía de impactos negativos, pero el resultado es uno y claro: el  efecto corrosivo de la pobreza sobre los niños en las sociedades prósperas. “Nacer y crecer en pobreza o Vulnerabilidad en Chile”, el estudio del que es parte la psicóloga se centra en vivienda y barrio, trabajo e ingreso de los padres y salud y educación, será presentado en septiembre próximo y espera hacer partícipes a una treintena de jóvenes que nacieron y crecieron en condiciones de pobreza y/o vulnerabilidad para que desarrollen el relato retrospectivo de sus vidas y luego prioricen cuáles fueron sus carencias más significativas.

–¿Cuál es la diferencia entre ser pobre y ser vulnerable?

-Pueden ser cinco mil pesos de mayor ingreso para que quedes en situación de vulnerabilidad y no de pobreza. Hay un límite, que está cercano a los 450 mil pesos para una familia de cuatro, donde se ubica la línea de la pobreza, si el grupo familiar está sobre ella es vulnerable, no pobre. Los números son engañosos, porque cualquiera se da cuenta de que la situación de precariedad de ambos grupos es la misma. En Chile, ciertamente en materia de pobreza estamos mejor que hace 30 años, pero aún nos falta mucho para tener un sistema de protección social sólido que ayude a las familias que viven con ingresos totales de menos de 500 mil pesos, cifra que tampoco es la panacea. La media de los ingresos es muy baja en el país y la pandemia ha develado muchas cosas, como el sinfín de deudas y otras dificultades que enfrentan las familias para llegar a fin de mes.

Claudine obtuvo su doctorado en Inglaterra a partir de una investigación en terreno con 20 mujeres jefas de hogar de La Pintana. “Madres solteras viviendo en pobreza en Chile: Escuchando sus voces”, fue el título, por eso tiene conocimiento para analizar el duro golpe que ha significado para ese grupo la imposibilidad de generar recursos a causa de la pandemia.

-Falta mucho para que el Estado se ponga en los zapatos de esas mujeres que son las únicas responsables de sus hijos. Las transferencias de ayuda están llenas de condiciones y son de montos bajísimos, el marco de las políticas públicas es muy poco comprensivo de las realidades de las personas. Existe mucha esperanza en que el proceso constituyente y el texto constitucional resultante considere estas cuestiones y construya las políticas públicas con las personas que van a ser sus destinatarias...... 

Seguir leyendo el artículo......

Claudine Litvak Cooper: Sicóloga de la Universidad Diego Portales, doctora en estudios políticos y sociales de la Universidad de Bristol, lidiando con la crianza de tres hijos y el trabajo como jefa del área de desarrollo del Hogar de Cristo, logró obtener su grado académico en Inglaterra.

¿Qué series ven los adolescentes en Netflix? ¿De qué tratan estas series? ¿Hablan de sexo? ¿De drogas? ¿De consumo de alcohol?.

De ‘Élite’ a ‘Euphoria’: sexualidades, relaciones, sentimientos y preocupaciones adolescentes


Estas son algunas de las preguntas que muchos padres y madres se hacen en el actual ecosistema mediático en que vivimos.

Con la llegada de plataformas como HBO, Amazon Prime Video o YouTube, entre otras, hemos podido observar cómo las formas, aparatos y espacios de consumo mediático se han diversificado y modificado. El consumo se ha desplazado del salón de la casa a otros espacios más íntimos como las habitaciones e, incluso, el baño.

También a espacios públicos. De hecho, no es difícil encontrar adolescentes viendo una serie en el metro o visionando vídeos de YouTube con sus amigos mientras comparten tiempo en un parque.

Por su parte, el televisor se ha visto reemplazado por otros dispositivos, como el móvil o el portátil, y otras plataformas. La pequeña pantalla del móvil no es un obstáculo para los y las adolescentes y, a cambio, les permite un consumo individual y personalizado, a través de las plataformas de vídeo bajo demanda (ya hablaremos en otro momento de algoritmos y de la importancia del usuario).

El tránsito a la vida adulta y la representación

Todos estos cambios, de alguna manera, generan incertidumbre y preguntas, como las expuestas anteriormente, entre los padres y las madres.

De nuevo, ¿qué ven hijos e hijas en las plataformas de vídeo? En su último libro, Joan Ferrés señala que “las pantallas, como los espejos, sólo tienen valor en cuanto reflejan a la persona que interacciona con ellas”. Es decir, solo tienen sentido para el interlocutor cuando éste se ve representado en ellas.

Es lógico, por lo tanto, pensar que los y las adolescentes buscan productos juveniles que les hablen sobre ellos mismos y esto implica, necesariamente, hablarles del tránsito a la vida adulta y de la búsqueda del ‘yo’.

Se trata de series, películas y vídeos donde se ven reflejadas las primeras experiencias en el ámbito amoroso y sexual, pero también las relaciones con los amigos y con los padres, el consumo de alcohol y otras sustancias, el uso de las redes sociales, etc. Así que, respondiendo a las preguntas que iniciaban este artículo: sí, estas series hablan de sexo, de drogas y, también, de mucho más…

El papel que estas series tienen para los y las adolescentes es importante. Se trata de productos juveniles protagonizados por personajes adolescentes que presentan intereses y preocupaciones de los y las jóvenes. Por lo tanto, conocer los productos audiovisuales que ven significa, también, conocerlos a ellos y ellas, entender un poco más sus preocupaciones y sus mundos.

Por este motivo puede resultar interesante ser partícipes de estas experiencias. Tal vez sea difícil, pero sería interesante superar los consumos mediáticos individualizados e intentar promover una experiencia de visionado colectiva (padres y madres con hijos e hijas, por ejemplo). Esto nos puede ayudar a acercarnos al mundo adolescente y a sus inquietudes, a través de debates y conversaciones que despierten las narrativas de las propias series. Y, si no, como mínimo, servirá para compartir tiempo de entretenimiento en familia.

"16 AND RECOVERING", concurso de microrrelatos para autores con edades entre los 15 y los 29 años.

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Fad lanza el concurso de relatos

"16 AND RECOVERING"

en colaboración con MTV SPAIN

¡Queremos enviarle un mensaje de esperanza a las personas que están atravesando un bache en el camino! Buscamos historias, reales o de ficción, en las que se reflejen problemas relacionados con los consumos de drogas y/o la salud mental y se visibilicen formas para abordarlos y superarlos.

 

¡El ganador/a conseguirá un pack de merchandising MTV compuesto por gorra, camiseta y tote bag!

Texto alternativo
  • Pueden participar jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 29 años.
  • La extensión máxima de los relatos es de 500 palabras
  • El plazo para participar finaliza el 31 de enero de 2021.
  • Los y las participantes deberán seguir los perfiles en Instagram de @fadjuventud y @mtvspain.
  • Y comentar una de las publicaciones sobre el concurso mencionando a dos amigos.
  • Un jurado compuesto por Fad y MTV Spain valorará los relatos.
Texto alternativo

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Real Decreto-ley 1/2021, de 19 de enero, de protección de los consumidores y usuarios frente a situaciones de vulnerabilidad social y económica.

La norma crea, en consonancia con las directrices europeas, 
la figura de la persona consumidora vulnerable
un concepto variable (puede considerarse que se es por edad, conocimientos, ingresos, acceso a la información…) 
que se define como una persona en especial indefensión en relaciones concretas de consumo 
que le impide ejercer sus derechos en igualdad.
BOE Núm. de 17,  
20 de enero de 2021.  

A expensas de un análisis con más profundidad se adjuntan aquí 
los referencias que el Decreto Ley tiene con la infancia y la adolescencia: 

"....En esta línea, la Nueva Agenda del Consumidor subraya la necesidad de abordar las necesidades específicas de consumidores que, por sus características o circunstancias, requieran una mayor protección para garantizar la toma de decisiones en las relaciones concretas de consumo acorde con sus intereses.

Entre ellas, en la Agenda del Consumidor se destacan las siguientes: la necesidad de garantizar tanto la asequibilidad de los productos, bienes y servicios, como la disponibilidad de un información clara, accesible y fácil de manejar sobre ellos; la adopción de un enfoque justo y no discriminatorio en la transformación digital; la educación permanente, la sensibilización y la formación, especialmente a niños, niñas y menores de edad; o la protección frente a prácticas discriminatorias por razón de género... 

Asimismo, entre las dificultades que impiden el desarrollo en condiciones de igualdad en las relaciones de consumo por cuestiones de género, la violencia de género y la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual han de ser contempladas en razón de su especial incidencia. La violencia de género sitúa a las mujeres en riesgo de exclusión social, frustrando sus posibilidades de inserción en el mundo laboral o sus expectativas de  independencia económica, todo ello como consecuencia del control que ejerce el agresor  sobre las víctimas mujeres. Según datos de la Cruz Roja, el 84 % de las mujeres víctimas de violencia de género están en riesgo de pobreza y exclusión social, lo que afecta de una forma directa a sus relaciones de consumo.

Adicionalmente, y en el ámbito de la cuestión de género, se encuentran las familias monoparentales. Estos colectivos, encabezados por mujeres en un 81 % de los casos, afrontan necesidades que los sitúan en una posición de desigualdad en las relaciones de consumo. El 46,8 % de estos hogares se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social y tienen una tasa de pobreza infantil quince veces superior a la media. Asimismo, las mujeres que encabezan estos hogares han de enfrentarse a situaciones de empleabilidad inestables, debido a las escasas posibilidades de conciliación que ofrecen las empresas, lo que provoca que muchas de ellas se puedan encontrar en situación de  desempleo o de trabajo en situación irregular dada su condición.

También se debe prestar especial atención a la situación de los niños, niñas y adolescentes que, de acuerdo con el INE, suponen el 17,6 % del total de la población, siendo los menores de 16 años el colectivo más afectado por el riesgo de pobreza relativa  según la encuesta de condiciones de vida. En sus relaciones de consumo, los niños, niñas y adolescentes, por ejemplo, presentan una mayor sensibilidad a la publicidad y a las prácticas comerciales agresivas, disponen de menor capacidad para reconocer el peligro, pueden sentirse atraídos por la apariencia de productos que entrañen riesgos para su salud o seguridad, o pueden presentar mayor sensibilidad frente a la toxicidad de  determinadas sustancias químicas. Requieren, como la Nueva Agenda del Consumidor advierte, medidas de educación permanente, formación y sensibilización...."

Se modifica el artículo 1 bis introducido en el Real Decreto-ley 37/2020, de 22 de diciembre, de medidas urgentes para hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad social y económica en el ámbito de la vivienda y en materia de transportes, con objeto de dar cobertura a las situaciones en las que los procedimientos de desahucio y lanzamiento afecten a personas económicamente vulnerables sin alternativa habitacional, incluso en las causas penales en las que el lanzamiento afecte a personas que carezcan de título para habitar una vivienda....

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Eva Belmonte. 

Consumidores vulnerables, veto a algunos desahucios y etiquetado, todo en un nuevo Decreto Ley

La norma crea esa figura para dar paso a posibles reformas que protejan a estas personas y modifica las condiciones para que un juez pueda frenar el desahucio de personas en situación de extrema necesidad aunque no tengan contrato de alquiler o hayan ocupado la vivienda.

La norma crea, en consonancia con las directrices europeas, la figura de la persona consumidora vulnerable, un concepto variable (puede considerarse que se es por edad, conocimientos, ingresos, acceso a la información…) que se define como una persona en especial indefensión en relaciones concretas de consumo que le impide ejercer sus derechos en igualdad.

Pero no es un concepto 100% nuevo. La Ley General de Derechos de los Consumidores y Usuarios, que es la que modifica, ya enumeraba, entre los derechos de los consumidores, “la protección de sus derechos mediante procedimientos eficaces, en especial ante situaciones de inferioridad, subordinación e indefensión”.

Lo que sí marca la modificación son obligaciones para las empresas tanto en la información previa a un contrato como en sus ofertas, que deben ser, añade, “claras, comprensibles, veraces” y estar en formatos accesibles, especialmente de cara a estas personas vulnerables. También deberán tenerlas en cuenta de cara al etiquetado de sus productos.

Además, añade la obligación general de incluir en la etiqueta, además de toda la información obligatoria hasta ahora, instrucciones para una correcta gestión de los residuos.

Las administraciones, por su parte, deberán poner en marcha políticas públicas destinadas a la protección de estas personas consumidoras vulnerables y prestar especial atención a sectores en los que abunden (por su complejidad, por ejemplo, como pasa con los servicios financieros) en sus programas de formación del consumidor, también en aquellos que están obligadas a emitir en las teles y radios públicas.

Además, el Decreto Ley añade entre los sectores que podrán ser objeto de reglas más estrictas, junto a los servicios financieros y los bienes inmuebles, a los servicios de telecomunicaciones y energía. Y habla de esas personas consumidoras vulnerables o la complejidad de ciertos sectores como una de las razones que permiten que una administración haga controles de mercado para evaluar la calidad de productos y servicios.

Modificaciones al veto a los desahucios

Aunque se contó de pasada y sin entrar en detalles en la rueda de prensa de ayer martes tras el Consejo de Ministros, el Decreto Ley también modifica las condiciones para que se suspendan los desahucios en el caso concreto de personas sin contrato de alquiler o título similar, ya sea porque se cedieron sin papeles o porque fueron ocupadas.

El Decreto Ley que en diciembre prorrogó la suspensión temporal durante el estado de alarma de los desahucios de personas vulnerables (que no superen cierto nivel de ingresos y no tengan otro lugar donde vivir) añadió también un nuevo supuesto: casas habitadas sin contrato de alquiler, ya sea porque se han cedido sin papeles o porque han sido ocupadas. Pero, eso sí, en este caso concreto las condiciones son mucho más exigentes y solo se permite que permanezcan en la vivienda, si lo decide un juez, en casos extremos.

Así, además de no alcanzar esos ingresos mínimos y no tener otro lugar al que ir, para que un juez pueda frenar temporalmente el desahucio tienen que ser familias con algún miembro dependiente, víctima de violencia de género o menores a cargo. Y solo lo podrá hacer en caso de que el propietario sea una empresa o un gran tenedor (más de diez inmuebles) y vivan allí desde antes de la entrada en vigor, en diciembre de 2020, de ese Decreto Ley.

Pero hay más condiciones. Lo que hace la norma publicada hoy es modificar algunas de las ellas. Así, hasta ahora, no se podía frenar el desahucio si la entrada o permanencia era consecuencia de un delito. El Decreto que entra en vigor mañana permite que se pueda suspender también en caso de que se trate de un procedimiento penal (no solo civil) y aunque se haya cometido un delito (por ejemplo, de usurpación), siempre que no haya habido intimidación o violencia sobre otras personas.

Por otro lado, sigue estando prohibido suspender el desahucio si la vivienda es la vivienda habitual o segunda residencia de otras personas, pero a partir de ahora también si pasa eso y el inmueble es propiedad de una empresa (hasta ahora solo se aplicaba esta norma a casas propiedad de personas físicas).

Con todo esto, el juez tendrá en cuenta si es un caso de extrema necesidad y si han cooperado con las administraciones públicas para encontrar una solución antes de decidir si paraliza el desahucio o no. Pero la lista de condiciones que se deben cumplir para que pueda paralizar un desahucio sin papeles, y solo hasta el fin del estado de alarma, es larga:

Condiciones que se deben cumplir para que un juez pueda paralizar temporalmente un desahucio en casos de no tener contrato de alquiler

  • Personas vulnerables (condiciones iguales que para la paralización del resto de desahucios):
    • Que el responsable de pagar el alquiler se quede en paro, le hayan aplicado un ERTE, haya reducido su jornada por motivo de cuidados (en caso de ser empresario) o haya sufrido otras circunstancias similares que supongan una “pérdida sustancial de ingresos”.
    • Que los ingresos de la unidad familiar no superen, en el mes anterior a la solicitud: tres veces el IPREM (1.613,52 euros). Cuatro veces en caso de que la familia cuente con algún miembro con discapacidad, dependiente o incapacitado. Cinco veces si el deudor es discapacitado físico de al menos un 65%, o mental de un 33%, o en casos de enfermedad grave que no le permita trabajar, ya sea a la persona que paga la renta o a su cuidador. Estas cantidades se incrementarán 0,1 veces el IPREM por cada mayor de 65 años y por cada hijo (0,15 veces en familias monoparentales).
    • Que el pago del alquiler y los suministros básicos (electricidad, gas, gasoil para calefacción, agua corriente, telecomunicaciones y pago de la comunidad) supongan el 35% o más de los ingresos netos de la unidad familiar.
  • Que la vivienda sea propiedad de una empresa o entidad o de un gran tenedor (más de 10 inmuebles).
  • Que no sea residencia habitual de ninguna persona, ni segunda residencia, independientemente de quién sea el propietario (hasta hoy, este punto solo afectaba a casas propiedad de empresas, no de personas).
  • Tienen que ser familias con algún miembro dependiente, víctima de violencia de género o menores a cargo.
  • Haber entrado a la vivienda, que debe ser vivienda habitual, antes del 23 de diciembre de 2020.
  • Que estén en un proceso civil o penal iniciado por su propietario para recuperar la casa.
  • Que en la entrada o permanencia no haya habido intimidación o violencia sobre las personas.
  • Que no se realicen actividades ilícitas en el interior.
  • Que hayan cooperado con las administraciones para encontrar una solución.
  • Si se cumple todo lo anterior, que el juez decida que es un caso de extrema necesidad.

Hablando de Infancia y Adolescencia: HDIA Revista GSIA. Mes Enero 2021.

Hablando de Infancia y Adolescencia

La Asociación GSIA edita esta publicación periódica  y  digital,
que analiza la actualidad recogida por los medios 
en relación a la infancia y la adolescencia, 
aportando nuestro propio enfoque 
con distintos secciones, artículos y columnas de opinión.




Los niños y las niñas cuentan o no cuentan. Sabemos de muchas noticias que quisieron explicarnos cómo hay que contar o no contar niños y niñas en los reencuentros familiares por navidad. Pero más allá de la "anécdota" numérica nos llama la atención el papel que han jugado los niños/as en la actualidad durante la Navidad. Una Navidad en la que claro está, los niños y niñas cuentan para la ilusión, para el "cuento" de los Reyes Magos, pero
 ¿Cuentan realmente como sujetos participativos 
en las decisiones importantes para sus vidas?.

 ¿Damos visibilidad y escucha a sus propios relatos?.   
Esta cuestión nos hace rememorar las etapas por la que hemos transitado con los niños y las niñas desde la declaración del estado de alarma. Primero, nos dijeron que los niños eran hipercontagiadores, motivo de cerrar los parques; segundo, tuvieron que experimentar la nueva normalidad escolar, motivo de abrir las escuelas y las ventanas de las aulas de par en par como medida de seguridad; tercero sumar o restar a los niños y niñas en los reencuentros por navidad, motivo de garantizar reuniones familiares que no superaran la norma impuesta de cada Comunidad Autónoma. 

Todo esto da sólo para pensar una cosa, para los adultos y adultas los niños y las niñas no cuentan. Tanto, si por contar, se trata de una “cuenta”: una reunión familiar de 10 personas es una reunión de 10 adultos/as y por tanto “un niño no puede ser considerado como un adulto”, o si se trata de congregar a niños y niñas distribuidos en burbujas y en aulas donde sólo les sale a cuenta llevar abrigo y manta para atender a la lección, o si la cuenta o el cuento se convierte en responder a la pregunta: ¿pueden contagiar? Entonces, son niños y niñas nominales por asintomáticos, o sea personas que pertenecen a un determinado grupo de edad y que ponen en peligro la cohabitación entre adultos/as. Aunque todo es peor, las niñas y los niños no sólo no son un grupo humano desclasificado y no contabilizado sino tampoco les permitimos que cuenten su relato. 
La navidad para los niños, pero sin los niños....

En este número, la sección Escaparate GSIA se dedica al #CovidUnder19: La vida durante Coronavirus, Derechos de niños y niñas durante la pandemia por Coronavirus: puntos de vista y experiencia de la niñez.

No te lo pierdas.

Equipo GSIA.  

Acceso a números anteriores de 
la Revista "Hablando de Infancia y Adolescencia".

También en la web puedes encontrar Documentación relativa a la infancia y la adolescenciaartículos, documentación, investigaciones, estudios,  legislación, etc.

Justicia juvenil. Informe OIA 2020

 Berta Ruiz Benítez, 
Escuela Andaluza de Salud Pública, 
Junta de Andalucía. 


El cuaderno Justicia Juvenil forma parte de la serie monográfica Estado de la Infancia y Adolescencia en Andalucía, en la que abordamos la realidad de la población menor de 18 años en la Comunidad Autónoma centrándonos en aquellos contextos importante para su desarrollo vital, a partir de una serie de indicadores cuantitativos procedentes de fuentes como registros oficiales y encuestas consolidadas.

En el primer capítulo de este cuaderno incluimos información sobre personas menores de edad inmersas en procesos judiciales, en el segundo capítulo ofrecemos la información disponible sobre aquellos jóvenes condenados en sentencia firme, caracterizándolos según sexo y edad, así como recogiendo información sobre el tipo de infracciones cometidas y las medidas impuestas. Igualmente se incluyen datos evolutivos para trazar una tendencia temporal.

En Andalucía, según los datos recogidos por el Consejo General del Poder Judicial, durante 2019, el número de chicos y chicas entre 14 y 17 años enjuiciados fue de 4.858, con una tasa de 133 juicios por cada 10.000 jóvenes entre 14 y 17 años. Los chicos muestran un mayor porcentaje de juicios (80,3%) respecto a las chicas (19,7%); entre los 16 y 17 años (68,7%) son más frecuentes los juicios por infracciones. En estos últimos diez años, la evolución del número de juicios a menores de edad ha descendido un 33%. Del total de personas menores de edad enjuiciadas, un 85,8% obtuvo imposición de medidas, de los que tan solo un 28% fue por delitos leves.

Los datos proporcionados por el Registro Central de Sentencias de Responsabilidad Penal de los Menores, indican que, en el año 2019, en Andalucía, un total de 2.975 chicos y chicas de 14-17 años fueron condenados en sentencia firme, lo que supone 81,6 chicos y chicas condenados por 10.000 menores entre 14 y 17 años. Un 78,8% fueron chicos y un 21,2% chicas, alrededor del 60% cuentan con 16-17 años. Suponen un 20,3% de las personas menores de edad condenadas en España (14.112), y en cuanto a la evolución de este indicador, en Andalucía se ha mantenido una tendencia descendente desde 2013, disminuyendo en un 13% el número de chicos y chicas condenados en sentencia firme.

El total de infracciones cometidas fue de 5.179. Un 81% de las infracciones fueron cometida por chicos, y principalmente con edades comprendidas entre los 16 y 17 años (29,5% y 29,1% respectivamente). Por otro lado, se han dictaminado un total de 4.725 medidas, siendo las más frecuentes La libertad vigilada (42,7%), la prestación en beneficio de la comunidad (14,2%) y el internamiento semiabierto (11,5%) entre las tres supusieron más del 60% del tipo de medidas impuestas.

Por último, este año se ha incluido el apartado sobre personas menores de edad condenadas por delitos sexuales. En 2019, en Andalucía se registraron 88 chicos y chicas entre 14 y 17 años condenados en sentencia firme por delitos contra la libertad e indemnidad sexual, suponen un 21,2% del total de España (416). En Andalucía, se registraron 111 delitos sexuales cometidos por jóvenes de 14 a 17 años, suponen un 20,3% del total de delitos sexuales registrados en España (548 delitos contra la libertad e indemnidad sexual). Un 44,7% de los delitos contra la libertad e indemnidad sexual cometidos en España fueron abusos y agresiones sexuales a menores de 16 años (245), un 30,1% por abusos sexuales (165) y un 10,9% por agresiones sexuales (60). Se impusieron 185 medidas, suponen un 21,9% del número de medidas registradas en España (846 medidas). En España, la libertad vigilada es la medida más frecuente (36,8%), así como la prohibición de aproximarse o comunicarse con la víctima (28,1%) o el internamiento cerrado (12,9%)..

La situación de Cañada en Hoy por Hoy, y Pronunciamiento de Defensa de Niños y Niñas Internacional, España.

Àngels Barceló entrevista, en Hoy por Hoy, 
a Rocío García, responsable territorial de la FSG en Madrid, 
para conocer la situación que se vive en la Cañada Real tras los cortes de electricidad en la zona.
Programa: Hoy por Hoy
Editorial: Cadena SER
Emitido el 19.01.2021,



Pronunciamiento de DNI, España
ante las consecuencias nefastas en la vida de más de 4500 personas 
en los sectores V y VI de la Cañada Real Galiana.




La Sociología de la Infancia y los Desafíos de la Pandemia por COVID-19. Convocatoria CI-17 FES, Congreso Andaluz Sociología.

 

Reunión intercongresual CI-17 FES (Sociología de la Infancia)

 

LA SOCIOLOGÍA DE LA INFANCIA Y LOS DESAFÍOS DE LA PANDEMIA POR COVID-19

    Viernes, 22 de enero de 2021. De 18:20 a 20:20 horas

Abierto a miembros del CI17 de la FES y otros congresistas y personas interesadas

Programa

 1 - Plan de trabajo y actividades desarrolladas por el
Comité. Novedades y eventos próximos.

Lourdes Gaitán. Presidenta del Comité


    2 - La mirada sociológica ante la pandemia y su repercusión en la vida
de niñas, niños y adolescentes
(“sociología de urgencia” en el confinamiento).

Iván Rodríguez, Lucía del Moral, Elisabet Marco y Daniel Gabaldón. Equipo directivo del Comité


   3 - Coloquio: iniciativas en el campo de la investigación y la
intervención.


Todas las personas que asistan podrán presentar sus iniciativas

 Enlace de acceso.






La juventud como chivo expiatorio.

Para desarrollar una estrategia de contención del virus eficaz, 
es necesario dejar de lado la visión adultocéntrica 
e incorporar a los jóvenes a las decisiones de política pública.

                    Pablo Vommaro Pandemia y Juventud, 

Robert Pricop/Unsplash)

Sin evidencias para culpar a los jóvenes, se plantea un debate inconducente que nos debilita frente a desafíos que sólo van a crecer. ¿Quiénes son los trabajadores de reparto, delivery y plataformas que han continuado trabajando en condiciones cada vez más precarizadas aun en los momentos más estrictos de la cuarentena? ¿Quiénes son los que sostienen la primera línea del sistema de salud, las enfermeras que se inician, los médicos residentes? ¿Quiénes están en los barrios populares, en las comunidades y en los territorios de la economía popular trabajando junto a las mujeres para garantizar la alimentación, el apoyo escolar o las medidas de cuidado y protección ante el virus? ¿Quiénes han perseverado en la educación virtual a pesar de desigualdades crecientes en conectividad, acceso a dispositivos y condiciones habitacionales, contando con el apoyo de madres, padres y docentes?.

La respuesta: las y los jóvenes.
Por eso, plantear que las juventudes están en las fiestas clandestinas o aglomerados en playas, ríos y centros de veraneo es ver sólo una parte del guion y ocultar película. Ante el aumento sostenido de contagios y muertes por el virus se ha instalado un debate acerca de la responsabilidad de las juventudes, a partir de una nota publicada en el Dipló por José Natanson (1), donde llamaba la atención sobre el riesgo de cargar las tintas sobre los jóvenes, respondida por un artículo de Daniel Feierstein (2).
En esta nota sostengo que culpabilización de las juventudes ante el alza de la pandemia no responde a evidencias, sino más bien a un discurso contraproducente que no contribuye a evitar contagios o a promover políticas de cuidado y prevención. ¿A qué se debe este discurso acusatorio hacia los jóvenes?.

Culpables
Una de las causas que dan cuenta de este fenómeno es la falta de escucha hacia las voces juveniles, la ausencia de una mirada generacional en los discursos mediáticos y las políticas públicas y el predominio de una perspectiva adultocéntrica, que produce las juventudes a imagen y semejanza de lo que los adultos esperan que los jóvenes sean.
No se trata, como sugiere correctamente Feierstein, de pensar los jóvenes versus los adultos. Lo necesario, coincidiendo con Natanson, es incorporar la perspectiva generacional, escuchar, reconocer y visibilizar a las juventudes y sus diversas prácticas en tiempos de pandemia. Generar empatía, diálogo y comprensión, más que acusaciones morales, culpabilización y solo punición.
Estamos de acuerdo con Feierstein en que tenemos que entender los comportamientos juveniles dentro de una dinámica social más amplia. Las conductas de desaprensión, los discursos que critican o llaman a no cumplir las medidas sanitarias dispuestas por los gobiernos y quienes muchas veces no dan el ejemplo son dirigentes adultos y no las juventudes. Las y los jóvenes se producen y son producidos como expresión y parte de lógicas sociales más amplias y es por eso que depositar en ellos las causas de todos los males y usarlos como chivo expiatorio provoca rechazo y reacciones negativas por parte de los propios jóvenes, cuyos comportamientos supuestamente se busca cambiar.
Junto con las niñas y los niños, las y los jóvenes son quizá el sector social menos considerado en la pandemia. Como parte de una omisión más general que se arrastra desde hace años, la mirada juvenil estuvo ausente de las políticas públicas impulsadas para mitigar o contrarrestar el avance del virus.
Los jóvenes encararon la virtualización de la educación como pudieron, la mayoría vieron precarizadas sus vidas y sus condiciones laborales, muchos de los que habitan los barrios populares fueron criminalizados y perseguidos por fuerzas de seguridad. También protagonizaron las estrategias comunitarias y populares de cuidado y protección. Pero esto se invisibiliza enfocando sólo en las juventudes de sectores medios y medios altos urbanos que se aglomeran en las playas y los ríos y que concurren a las llamadas fiestas clandestinas.
La dimensión afectiva, vincular, de sociabilidad y encuentro es poco considerada en este debate. Fue subvalorada en los últimos meses y lo sigue siendo. Por un lado, la pandemia mostró una ambivalencia. Potenció las relaciones y comunicaciones a través de los espacios digitales (principalmente habitados por jóvenes). Al mismo tiempo, esta expansión del mundo digital mostró la necesidad de los encuentros presenciales. Lo virtual no es suficiente si de emociones y sociabilidad juveniles se trata. El encuentro corporal, cercano, sigue siendo fundamental, potente y valorado por las y los jóvenes.
Así las cosas, ¿qué previsiones se tomaron para incorporar las prácticas juveniles de esparcimiento, ocio y tiempo libre en la planificación de la temporada de verano en pandemia? Se hizo hincapié en los protocolos para los lugares de alojamiento, para el transporte o para el ingreso a las localidades. Pero, una vez más, la mirada generacional estuvo ausente a la hora de pensar qué harían las juventudes, protagonistas del verano, para encontrarse y celebrar.
La prohibición, la punición y las restricciones (necesarias para mitigar la pandemia) prevalecieron, sin pensar en alternativas que las complementen. Si hay cosas prohibidas, ¿qué es lo que se habilita? ¿Cuál es la posibilidad, lo que se ofrece como opción, lo que sí se puede hacer?.

Recreación responsable
Una idea concreta que aún es posible implementar: crear una mesa de trabajo con organizaciones y referentes juveniles para pensar alternativas que hagan posible la recreación y el disfrute del tiempo libre en el verano sin generar situaciones de descuido y riesgo. Es decir, convocar a las juventudes, escucharlas, reconocerlas, dialogar. Prevenir y prever, más que actuar luego de que los descuidos se produjeron.
Esta dimensión de interlocución y argumentación es fundamental, porque la evidencia muestra que solo apelar a una responsabilidad con el prójimo y con las personas mayores desde un discurso adultocéntrico no genera los efectos buscados. No se trata de justificar o resignarse a la irresponsabilidad social. Pero es necesario que las y los jóvenes comprendan la importancia del cuidado individual y social y sean convocados a pensar juntos las alternativas concretas para lograrlo.
Las dimensiones sociales y colectivas son fundamentales en estos esfuerzos. El relajamiento de los cuidados en las últimas semanas muestra, además del cansancio de grupos cada vez más amplios de la población, que el discurso de la responsabilidad individual tiene sus límites: se agota. Y que es necesario enfatizar un mensaje de prevención y cuidado social, colectivo, comunitario. No exigirles a las juventudes comportamientos que otros grupos sociales son incapaces de tener. Buscar a los jóvenes como aliados de estas iniciativas y no construirles como chivos expiatorios de los males sociales es un camino a explorar.
Por otra parte, sabemos que el aumento de los casos en los últimos días no se debe a las aglomeraciones juveniles o solo a la nocturnidad. Es más bien un efecto de discursos y prácticas sociales habilitadas desde las políticas públicas. Con bares repletos, transportes públicos sobreocupados y empleadores forzando a los trabajadores a regresar a la presencialidad, ¿el rebrote es causado por las juventudes? Ya se sabe que los contagios crecen en lugares cerrados poco ventilados. Quizá los gobiernos deberían preocuparse más por evitar estos comportamientos, promover el teletrabajo (para que haya producción con menos circulación) e incentivar una gastronomía estival únicamente al aire libre, que por culpabilizar a las juventudes.
Desde ya, para tomar medidas efectivas de mitigación de la pandemia hacen falta políticas públicas activas que promuevan los cuidados sociales y compensen la inevitable retracción de la actividad económica. El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la Ayuda al Trabajo y la Producción (ATP) fueron medidas acertadas en ese sentido; millones de jóvenes los recibieron. Su interrupción atenta contra las posibilidades de protección colectiva de los sectores que más la necesitan y que menos posibilidades tienen de encontrar alternativas al trabajo presencial.
Como señalamos en un reciente documento elaborado por el Grupo de Estudios de Políticas y Juventudes (3), es preciso implementar políticas públicas de prevención y promoción más eficaces, integrales, transversales, situadas y singularizadas, que incluyan las voces juveniles con un mensaje que focalice en las medidas necesarias para el cuidado y las alternativas permitidas ante las restricciones y no tanto en el castigo y la culpa. Es con y desde las juventudes -y no en su contra- que podremos afrontar más afectivamente la actual coyuntura de rebrote y proyectar un mundo mejor en la pospandemia.

1. https://www.eldiplo.org/notas-web/que-hacer-con-los-jovenes-irresponsables/
2. https://www.eldiplo.org/notas-web/apostar-a-nuestra-mejor-version/
3. “Ante la responsabilización de les jóvenes por la nueva ola de contagios”, comunicado del GEPoJu (IIGG-UBA): https://www.facebook.com/gepojuiigg/

* Pablo Vommaro, Profesor e investigador UBA/CONICET-CLACSO. Co-coordinador del Grupo de Estudios de Políticas y Juventudes (IIGG-FSoc, UBA).
Por Pablo Vommaro*
La responsabilidad de los jóvenes en el rebrote de coronavirus generó un debate en el Dipló acerca de su estigmatización y culpabilización. En esta nota, el especialista en juventudes Pablo Vommaro explica que, para desarrollar una estrategia de contención del virus eficaz, es necesario dejar de lado la visión adultocéntrica e incorporar a los jóvenes a las decisiones de política pública.