Alice Taylor
Giovanna Lauro
Marcio Segundo
Margaret Greene
Cuando se
trata el tema del matrimonio infantil, normalmente se enfoca a zonas
activas como África subsahariana y el sur de Asia. Sin embargo, un nuevo
informe publicado por Promundo titulado 'She goes with me in my boat' (Ella va conmigo en el barco) saca a relucir la realidad de esta práctica en Latinoamérica, y más concretamente en Brasil.
El informe muestra que en Latinoamérica se
registran tasas elevadas de matrimonio infantil, siendo Brasil el país
que lidera la lista, seguido por la República Dominicana y Nicaragua. En
el caso de Brasil, aunque no es el único país sudamericano que presenta
un debate con respecto al matrimonio infantil, el 38% de las niñas
menores de 18 años contraen matrimonio y además, es el cuarto país en el
mundo con matrimonios de niñas menores de 15 años.
El informe analiza las percepciones y los
sentimientos de la sociedad brasileña respecto al matrimonio y la
sexualidad. Tal y como sugiere el informe, es común que niñas de hasta
15 años contraigan matrimonio o vivan con hombres varios años mayores
que ellas. A través de encuestas y recopilación de datos podemos conocer
cuáles son las razones principales que hay detrás de esta tendencia, y
cuál es la mejor manera de afrontar esta cuestión.
Según este informe, hay diversas razones por las
que existe un alto porcentaje de niñas jóvenes que contraen matrimonio.
Una de las predominantes es el embarazo no deseado o no planeado. Si una
niña se queda embarazada, a menudo son presionadas por su familia a
contraer matrimonio para preservar su “honor”.
Muchas niñas también son obligadas a este tipo de
uniones debido a lo que se concibe como “comportamiento arriesgado” o
relaciones prematrimoniales que puedan llevar al embarazo". Esto se
encuentra estrechamente relacionado con el alto valor que la comunidad
da a la virginidad. Las niñas se convierten en menos deseables o
respetables si pierden su virginidad, por tanto, a menudo las obligan a
casarse con el hombre con el que hayan mantenido su primera relación
sexual.
La pobreza puede ser también una fuerza impulsora
del matrimonio. Las niñas procedentes de entornos pobres probablemente
vean el matrimonio como una manera de conseguir estabilidad económica.
Según las encuestas realizadas, la mayoría de los hombres trabaja y
sustenta a sus esposas, mientras que ninguna de estas mujeres jóvenes
participa activamente en un empleo remunerado. Esto puede ser el
resultado de los prejuicios de género que existen en la sociedad. Las
mujeres tienen que hacerse cargo de todas las responsabilidades en el
hogar, incluyendo los hijos, que limitan la capacidad de las niñas para
acceder a la educación.
El estudio pone de manifiesto que el matrimonio
infantil no es un problema para muchos de los profesionales que trabajan
con adolescentes. Esto, unido a la debilidad en el sistema legal cuando
se trata con casos de explotación sexual, puede volver a las niñas
vulnerables y dejarlas sin protección. Los autores sugieren que ésta es
una de las zonas clave que necesita fortalecerse para luchar contra este
problema, empezando por una enmienda de la legislación, de manera que
los 18 años sean la edad más temprana a la que una niña pueda contraer
matrimonio.
Además, es necesario que haya una modificación de
las normas sociales, primeramente en el ámbito escolar, para que los
niños reciban una mejor educación sexual y de género. Esto debería
fomentar y empoderar a las chicas para tener aspiraciones profesionales y
no depender de los hombres para conseguir una estabilidad económica.
Asimismo, los niños necesitan recibir una buena educación en estos temas
y aceptar la igualdad de roles de género.