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Solos contra el Afuera.

Investigación sobre las trayectorias de los jóvenes posteriores 
a que vivieron bajo la tutela en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.




Doncel (fuente) investigó cómo es el trayecto hacia la vida independiente para jóvenes que vivieron en hogares y otros dispositivos de cuidado de la Ciudad de Buenos Aires. Los resultados demuestran que la mayoría enfrenta ese proceso sin preparación suficiente y con escaso apoyo económico ni emocional, generando así situaciones de vulnerabilidad extrema.

“Estamos solos contra el afuera”, graficó una joven entrevistada sobre el complejo proceso que se abre al momento del egreso de la institución de cuidado. Su frase se consolidó como título para la publicación, que puede descargarse completa aquí.

Cómo se hizo la investigación
El estudio fue realizado con la metodología entre pares, liderada por Guía E, el colectivo que agrupa a jóvenes que vivieron bajo el sistema de protección y que participó en todas las etapas de trabajo: desde la definición de indicadores, hasta las entrevistas a sus pares y la identificación de hallazgos. Las entrevistas se concretaron durante 2017 a 71 jóvenes de entre 18 y 30 años ya egresados del sistema de protección, a quienes se les preguntó sobre la experiencia de egreso y su situación actual en Educación, Trabajo, Vivienda y Salud. La publicación contó con el apoyo de la Dirección de Fortalecimiento de la Sociedad Civil del Ministerio de Desarrollo Urbano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

DESCARGAR  DOCUMENTO COMPLETO.  

Carta a Pedro Sánchez, de James Rhodes.

El autor, quien sufrió graves abusos en la infancia, sugiere cambios legales para proteger a los menores. 
Como una reforma judicial para que en casos de violación infantil, niños y niñas declaren en privado, 
con la presunción de que dicen la verdad


*.- 06/07/2018.Fuente Save the Children, última hora.


Nosreunimos con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno Español.

 Este fin de semana fue muy importante para todos los niños y niñas víctimas de abuso sexual y violencia infantil en España. 

Nos reunimos con Pedro Sánchez, el actual presidente del Gobierno, tras la petición que le hacía el pianista James Rhodes en la carta abierta que publicó en El País el pasado viernes.

"Tenemos un grave problema y tiene que ver con su sistema judicial y con el trato que da a los menores", decía en su carta.

James Rhodes, quien sufrió graves abusos en la infancia, pide junto a Save the Children la creación urgente de una ley que proteja a los niños y niñas de todas las formas de violencia. Es necesario trabajar la prevención, la formación y la protección estas víctimas, de los más vulnerables.

El abuso sexual es una de las violencias más graves y difíciles de detectar. Esto es una realidad que no se puede seguir ignorando: los fallos de la administración pública que denunciábamos en nuestro informe y denuncia James Rhodes en su carta se siguen cometiendo a día de hoy.

Muchas veces estos casos de abusos sexuales no son denunciados y las consecuencias emocionales y sociales para estos niños y niñas pueden ser irreparables.

*.- Hace año y media este 


*.- James Rhodes
El País.es




Carta a Pedro Sánchez
RAQUEL MARÍN
Apreciado señor Sánchez:

Llevo más de un año viviendo en España. Para mí, este país es mi casa; me he enamorado completamente de él, hasta la médula. Pago impuestos aquí, intento contribuir de manera productiva y mi deseo es que, en algunos años, me haya ganado (y elijo esta palabra con intención) el derecho a ser ciudadano de este maravilloso, generoso, fantástico y bonito país.






Cuando usted fue nombrado presidente del Gobierno y eligió un Consejo de Ministros integrado en sus dos terceras partes por mujeres, me pareció que teníamos un nuevo mandatario con una mentalidad más abierta en muchos temas. Por eso le escribo esta carta.


Tenemos un grave problema. Y tiene que ver con su sistema judicial y con el trato que da a los menores. Quiero que sepa que hablo con conocimiento de causa: de niño me violaron repetidamente. Los años ochenta fueron una gran época para los pederastas: aunque los adultos veían que sangraba, lloraba y me ponía histérico, me enviaban de vuelta a los brazos (piernas, mejor dicho) de mi violador. Una y otra vez. Esa gente que tenía puestos de responsabilidad sabía que algo malo pasaba, pero nadie hacía nada y, de nuevo, me mandaban junto a él. Durante cinco largos años.




Solo el 15% de los casos se denunció a la policía. De ese 15%, el 70% nunca llegó a juicio

Todavía estoy pagando el precio de haber tenido esa infancia. También mis seres queridos. Tengo prótesis de metal en la espalda, resultado de las tres operaciones a las que tuve que someterme para intentar reparar el daño que me habían causado las agresiones sexuales. He intentado suicidarme demasiadas veces y me he pasado también demasiados meses en instituciones psiquiátricas. He probado todos los medicamentos que las grandes farmacéuticas han tenido a bien inventar, he destruido relaciones, me he autolesionado con rabia y he hecho todo lo que se me ha pasado por la cabeza para intentar detener ese zumbido incansable y violento que me retumba en la cabeza. Desde que vivo en Madrid, ese zumbido se ha convertido al fin, milagrosamente, en un rumor lejano la mayor parte del tiempo que estoy despierto. Lo que quizá explique por qué este país significa tanto para mí. Pero cuando veo en las noticias que hay tantísimos fracasos en la protección de los derechos de los niños, de consecuencias catastróficas, no puedo evitar sentir náuseas.

He aceptado que nunca se haga justicia por lo que me pasó (mi violador murió antes del juicio). Pero también me he prometido a mí mismo que si alguna vez tenía frente a mí un altavoz, por pequeño que fuera, lo usaría para hablar de este tema. Y por eso le escribo esta carta. Aquí, en España, me siento afortunado. Puedo hablar de ello en la Cadena SER y comentarlo con Buenafuente en la televisión o en las entrevistas de los periódicos. Puedo darles copias de mi libro Instrumental a todos los jueces del país, porque explica claramente qué secuelas tienen los abusos. Pero, al final, todo acabará cayendo en saco roto. La única persona que puede cambiar las cosas de verdad ahora mismo es usted.

Tengo ante mis ojos unas hojas con miles de palabras, enviadas por Save the Children España, que harán que se le salten las lágrimas. Aquí tiene algunos ejemplos:
Aunque el 70% de las víctimas infantiles diga que avisó a un adulto de lo que pasaba, solo el 15% de los casos se denunció a la policía. De ese 15%, el 70% nunca llegó a juicio.




En cinco de las diecisiete comunidades prestan un servicio universal gratuito a las víctimas infantiles.

El proceso judicial dura como promedio tres años; en algunos casos se llega a los cinco. El abuso sexual dura como promedio cuatro años.
En el 86% de los casos, el menor tiene que declarar en sesiones plenarias, en juicios a puerta abierta, delante de tres jueces y también del presunto autor de los hechos.
En España, solo cinco de sus diecisiete comunidades autónomas prestan un servicio universal gratuito a las víctimas infantiles de los abusos sexuales. En el caso más tristemente célebre de España, el de los Maristas, de las 17 acusaciones que hay contra Benítez, el autor confeso, 13 han prescrito. ¿Cómo puede ser que no vaya a ser juzgado por todos estos crímenes cometidos? Además, ¿qué ha fallado tan estrepitosamente para que durante más de treinta años un profesor pudiera abusar de sus alumnos sin que nadie lo denunciara?

Podría seguir y seguir…
Sé que usted leerá esta carta. Y sé que en la política y en la ley las cosas van despacio. Pero también sé que si entrara en una habitación y sorprendiera a alguien violando a un niño, no se movería con lentitud. Le sorprendería ver que uno es capaz de actuar con muchísima rapidez. Y de soltar un puñetazo la hostia de fuerte. Estoy aquí para decirle, para prometerle, para asegurarle que, aunque en este momento no vea con sus propios ojos cómo violan a un niño, está sucediendo ahora mismo. Cuando usted lea esto, estará pasando. Siempre está pasando. Y necesito que actúe rápido.
Me han sugerido (en Twitter, claro) que, como soy anglosajón, un huésped de este país, mejor “no me meta en política”. Pero esto no tiene que ver con la política, sino con la humanidad. El sistema creado específicamente para proteger a los más vulnerables se ha roto y ya no sirve.

Estoy seguro de que este asunto no es nuevo para usted; que ya tiene una idea de lo que quiere conseguir y de cómo va a hacerlo. Yo solo quiero ayudar. Me gustaría, junto con Andrés Conde, director general de Save the Children España, reunirme con usted un par de horas y ayudarle a lograr que España sea un lugar más seguro para sus niños y niñas. Sabemos lo que hace falta: lo más urgente es una formación obligatoria, unos protocolos y una reforma profunda del proceso judicial para que en los casos de abuso sexual infantil se respeten de verdad los derechos del niño y también sus necesidades particulares: que haya juzgados específicos, con jueces preparados y juicios rápidos para que el menor declare solo una vez, en privado, con la presunción de que está diciendo la verdad. Cuando se trate de niños, hay que dejar de distinguir por ley entre abuso y agresión: siempre es agresión.

Quiero que apruebe una nueva ley que erradique la violencia contra los menores y adolescentes, y que se centre especialmente en las medidas preventivas, tal y como le ha sugerido en dos ocasiones el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas al Gobierno de España.

Un periódico publicó hace poco un artículo que decía que “a Rhodes lo violaron repetidamente durante su infancia y Bach lo salvó, pero ni siquiera esa experiencia límite lo convirtió en un músico excepcional”. Y, aunque quizá suene raro, por desgracia es verdad. No soy para nada un músico excepcional. Pero creo que sí puedo ser un recurso excepcional para usted y su equipo en la tarea de cambiar las cosas a mejor de forma permanente para los niños y niñas de este país. Por favor, contésteme, veámonos y pongámonos manos a la obra.

James Rhodes 
es pianista, autor del libro Instrumental. Memorias de música, medicina y locura (Blackie Books). @JRhodesPianist










¿Cómo influye el sistema de protección en el bienestar subjetivo de los adolescentes que acoge?.

A partir de sus propias percepciones, evaluaciones y satisfacciones.
Joan Llosada-Gistau, Carme Montserrat, Ferran Casas*

Diversidad en la infancia,
Ediciones Complutense,
Vol 1 (2017),
El bienestar subjetivo es un componente esencial de la calidad de vida. Conocemos muy poco sobre el bienestar subjetivo de los niños y niñas, y menos aún de los adolescentes de colectivos vulnerables como los que están acogidos por el sistema de protección. El objetivo de este trabajo es estudiar cómo influye el sistema de protección en el bienestar subjetivo de los adolescentes que acoge a partir de sus propias percepciones, evaluaciones y satisfacciones. Es un estudio transversal realizado en Cataluña. La población de estudio fueron los adolescentes entre 12 y 14 años acogidos en centro residencial (n=379) y familia extensa (n=219). Se administró el cuestionario International Survey of Children’s Well-Being que incluía tres escalas psicométricas: Overall Live Satisfaction (OLS), Students’ Life Satisfaction Scale (SLSS) y la Personal Well-Being Index (PWI) utilizadas cómo indicadores de bienestar subjetivo. La mayoría de los adolescentes acogidos en familia extensa están satisfechos con el tipo de acogimiento por solo la mitad de los que están acogidos en centro. Los adolescentes que llevan más tiempo en el mismo tipo de acogimiento, los adolescentes que viven en centros de menor tamaño, así como aquellos adolescentes que manifiestan estar satisfechos con sus acogedores, educadores y compañeros de centro, muestran medias de bienestar subjetivo más altas. Es muy importante tener en cuenta la opinión de los adolescentes acogidos por el sistema de protección si se pretende mejorar su bienestar subjetivo. La estabilidad y el vínculo afectivo con acogedores y educadores es clave en su bienestar.
* Ferran Casas es socio de honor de la Asociación GSIA
es una revista interdisciplinaria e iberoamericana, cuyo objetivo es promover el conocimiento científico sobre las vidas de los niños, niñas y adolescentes, principalmente en el ámbito español, portugués e iberoamericano y orientado en la línea de los nuevos estudios de infancia.

© 2017. Universidad Complutense de Madrid
Está permitida la difusión y reproducción no comercial de este artículo siempre citando al Autor, a la Revista Sociedad e Infancias y a Ediciones Universidad Complutense.

Con el Patrocinio de  Aldeas Infantiles SOS y Asociación GSIA 
          




Delincuencia en la etapa adolescente.

en la mayoría de los casos, los jóvenes dejan de delinquir de manera natural 
por la maduración cerebral, entre los 18 y los 22 años”.

Gema Calderón Aguado,    

El blog del Centro Reina Sofía 
sobre Adolescencia y Juventud.


Cometer actos delictivos durante la edad adulta es raro, pero es normal hacerlo durante la adolescencia. Así se deduce de algunos estudios recogidos en este artículo publicado en El País, que nos hacen pararnos a reflexionar acerca de las penas que se imponen a los actos delictivos en esta etapa adolescente y cómo esto puede llegar a repercutir en el desarrollo futuro de las personas simplemente por una mala decisión tomada en la juventud, que en la mayoría de los casos desaparecerá a medida que se va madurando.


Según menciona la investigadora Terrie E. Moffitt de la Universidad de Duke, más del 90% de los adolescentes varones cometen actos ilegales. Este comportamiento antisocial, se corrige casi siempre con el paso del tiempo. La edad del crimen comienza entre los 8 y los 14 años, alcanza su cumbre entre los 15 y los 19 años y se acaba progresivamente entre los 20 y los 29.  La adolescencia es la etapa con mayor potencial, pues presenta muchos riesgos, especialmente para los chicos. Podemos hablar de dos tipos de jóvenes delincuentes: una mayoría que solo lo será en la adolescencia y una minoría que lo seguirá siendo durante muchos años. Gran parte de estos individuos comparten una influencia marcada por los abusos y la falta de atención por parte de padres y cuidadores.

Santiago Redondo, profesor de criminología y psicología de la Universidad de Barcelona, dice que “en la mayoría de los casos, los jóvenes dejan de delinquir de manera natural por la maduración cerebral, entre los 18 y los 22 años”. Esto nos hace preguntarnos por el sistema de justicia y si se podría hacer una distinción entre los adolescentes de mayor riesgo, tratando de identificarlos desde una edad temprana para trata de aplicar intervenciones desde antes de ir a la escuela, y los que no, evitando así medidas que podrían convertir en delincuentes crónicos a jóvenes que abandonarían dicho comportamiento de forma natural.

Si hacemos una distinción por género, encontramos que menos de un 1% de las adolescentes llegan a convertirse en delincuentes a largo plazo. En el caso de los jóvenes, para cada chica que participa en infracciones no tan graves, lo hacen 5 chicos. Tal como menciona Redondo, las razones en la diferencia de la participación delictiva son muy variadas, desde elementos socioculturales a elementos psicobiológicos. En la adolescencia los varones tienden más a explorar el ambiente del barrio, los grupos de chicos realizan mayores desplazamientos y muchas veces se delinque por estar expuestos a una oportunidad.

El trabajo de Moffitt o Redondo trata de comprender los orígenes del comportamiento antisocial, fundamentalmente en la adolescencia, con la aspiración de influir en la creación de una mejor justicia para la sociedad y para los individuos. Podemos preguntarnos si frente a actos delictivos de cualquier magnitud ¿es siempre bueno el castigo o hay otros modos de llevar a las personas por el camino correcto?

El interés superior del niño en la Jurisprudencia penal juvenil de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Javier Llobet Rodríguez,
Catedrático de Derecho penal.
Universidad de Costa Rica.










RESUMEN
El artículo trata del principio de interés superior del niño, como principio de la justicia tutelar de la doctrina de la situación irregular, lo mismo que en la doctrina de la protección integral, a partir de su adopción por la Convención de Derechos del Niño. 
Se resalta la problemática que implica la adopción bajo la concepción de esta última de este principio y el cambio de la función que se le asigna, de modo que no puede restringir los derechos ante la justicia penal para los niños, sino más bien opera ampliando los derechos que se conceden en la justicia de adultos. 
A pesar de ello, el principio se caracteriza por su imprecisión y porque se corre el riesgo de que se aplique en el sentido en que operaba bajo la doctrina de la situación irregular. Precisamente esos son los problemas que se presentan en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en los que se nota una falta de precisión del concepto y el peligro, a partir de su relación con la necesidad especial de protección de los menores de edad, que se le otorgue la función de restringir los derechos de los niños ante la justicia penal juvenil, tal y como ocurría bajo el paradigma de la doctrina de la situación irregular. 

ÍNDICE
1. EL PRINCIPIO DE INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO EN LA CONVENCIÓN DE DERECHOS DEL NIÑO DE 1988. 
2. LA CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS Y LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS ANTE LA JUSTICIA PENAL. 
3. EL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO COMO PRINCIPIO DE LA JUSTICIA PENAL JUVENIL. 
4. EL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO Y EL DEBER DE PROTECCIÓN DE LOS MENORES DE EDAD EN LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. 
5. EXPRESIONES DE LA DOCTRINA DE LA SITUACIÓN IRREGULAR EN LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS SOBRE LA JUSTICIA PENAL JUVENIL. 
.- CONCLUSIONES. BIBLIOGRAFÍA 

CONCLUSIONES

 El principio del interés superior de niño desempeñó durante la llamada doctrina de la situación irregular una función de justificar la falta de aplicación de las garantías ante la justicia penal a los menores de edad, ello al afirmarse que estas garantías eran contraproducentes para la adopción de las medidas que se hacían necesarias en atención a la protección del interés de los niños. 
Con la Convención de Derechos del Niño se produjo un cambio de paradigma en la justicia penal juvenil, de modo que se estableció la vigencia para los menores de edad de las garantías que los instrumentos internacionales indicaban que regían para todos los seres humanos, pero que hasta ese momento habían  sido denegadas a los menores de edad. Sin embargo, en forma paradójica el principio del interés superior del niño se estableció de nuevo como el principio rector. 7
En el nuevo paradigma el principio del interés superior del niño debe operar en sentido inverso a como operaba en el antiguo, concediendo derechos adicionales a los niños, que no tienen los adultos ante su justicia penal, pero nunca disminuyendo los derechos que se concede a todos. A pesar de lo anterior, el principio de interés superior del niño no deja de ser problemático, por sus antecedentes con la concepción de la doctrina irregular y su relación con la protección especial que debe dárseles a los niños. 
Toda esta problemática se refleja en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la que ha tenido problemas para precisar el concepto del interés superior del niño, desarrollando sus consecuencias de una manera casuística y no dejando de hacer consideraciones que parecieran que tienen su origen en la concepción de la doctrina de la situación irregular. 

ISSN: 2531-1565 

Relatos ilustrados de adolescentes migrantes

La Fundación Terre des Hommes Italia lleva seis años trabajando en el puerto de Pozzallo (RG) con el Proyecto Faro de atención psicológica y psicosocial a los menores extranjeros y familias con niños migrantes. 
Estas son algunas de las cientos de historias que han recopilado entre los menores que atraviesan el Mediterráneo de forma irregular. 

Texto, fotografía e ilustración aliados para reflejar las vivencias de chavales 
que lo han arriesgado todo, hasta la vida.

Claudia Bellante, Mirko Cecchi y Michela Nanut


1
Del 1 de enero al 25 de octubre de 2017, más de 14.000 menores no acompañados desembarcaron en las costas italianas, el 13% de todos los migrantes que llegaron sin autorización por mar. Se trata de un fenómeno cada vez más importante que ha crecido a lo largo del tiempo, reflejando una migración predominantemente individual de jóvenes casi adultos que suelen llegar desde el continente africano. Al mismo tiempo, aumenta el número de niños y niñas alojados en los centros de recepción: el 30 de septiembre 2017 había más de 18.000, el 43% de ellos solo en Sicilia, suspendidos en un limbo donde muchos sienten que están perdiendo el tiempo, entre un curso de italiano y la espera de un documento que puede tardar meses. La Fundación Terre des Hommes Italia lleva seis años trabajando en el puerto de Pozzallo (RG) con el proyecto Faro de atención psicológica y psicosocial a los menores extranjeros y familias con niños, siguiendo los casos más vulnerables en los meses y años siguientes. Estas son algunas de las cientos de historias que el equipo de Terre des Hommes ha recopilado:
A., de Nigeria, llegó a Italia en agosto de 2016 a los 17 años. Dejó su país a la muerte de su padre para escapar de un matrimonio forzado con su tío. "Tenía 50 años, recuerda, una exesposa y otros hijos. Dije que no, me enojé y mi mamá lo entendió. La partida fue repentina, una tarde recibí una llamada y una voz me dijo que fuera a Benin City. Desde allí salimos. La persona que me había comprado en Benin estaba de acuerdo con un libio que me llevó al gueto de Saba, donde estuve seis meses porque nunca tuve suficiente dinero para irme. Salir de ahí es aún más peligroso. Una vez fui a buscar agua, estaba con otra chica, vinieron los chicos de Asma Boys y nos secuestraron, nos llevaron a un edificio abandonado e hicieron con nosotras lo que quisieron".


2

B., de Gambia, llegó a Italia en julio de 2016, a los 14 años. Abandonó la escuela y su país cuando su padre murió para ir a buscar trabajo y apoyar a su madre. "Le dije a mi mamá: 'Intentaré ir a Senegal, tal vez allí encuentre algo que hacer,' pero ella dijo que no, así que le insistí: 'Si me quedo aquí no tengo ninguna posibilidad, terminaré vendiendo drogas. Y yo soy musulmán, esto no está permitido".
"Mi libro favorito es: 'Things fall apart', de Chinua Achebe, dice B., pero desde que llegué aquí solo he leído: 'Yo hablo italiano".

"Estoy muy preocupado, agrega, porque no tengo un tutor. Comencé a asistir a la escuela secundaria aquí, en Sicilia, pero cuando cumpla 18 años me trasladarán a un centro para adultos que podría estar en cualquier parte y podría verme obligado a dejar de estudiar, una vez más".



3
C., de Gambia, llegó a Italia en julio de 2017 a los 17 años. "Pertenezco a parte pobre de la población de mi país y mis padres provienen de dos tribus diferentes: fula y mandinga".
"Cuando mi abuelo murió, dejó 40 vacas a mi padre. Él las confió a un señor de la tribu Fula para que las cuidara, le dijo que no vendiera una en concreto porque era "sagrada", pero el hombre la vendió y se fue, y las otras vacas murieron, una después de la otra. Fue así como mi padre perdió su riqueza y siempre bromea con mi madre, que viene de la misma tribu de ese hombre".
El viaje de C. duró casi tres años. En Libia fue secuestrado, encarcelado y torturado varias veces. "A veces tengo miedo", confiesa. "pero luego me digo a mí mismo: 'está bien, mantén la calma, estás aquí, estás a salvo'. He visto a gente actuar como en el cine: disparar, torturar, he visto todo esto suceder en la realidad". “Hay días en los que me siento “suspendido”, como cuando estaba en Gambia, que no hago nada. El tiempo pasa. Estoy acostado, no voy a la escuela, estoy tirando mi tiempo a la basura. Veo a otros chicos que han llegado hace uno o dos años y tengo miedo de que me espere lo mismo".


4
D., de Guinea, llegó a Italia en enero de 2017, a la edad de 17 años. "Me fui de casa con poca ropa, pero cuando llegué ni siquiera tenía zapatos", explica D. "Mi vida aquí ya ha cambiado, estoy tranquilo, estoy mejor, pero para estudiar tengo que ir a Francia. Estoy guardando el dinero: aquí en el centro nos dan 10,50 euros por semana y, a veces, trabajo afuera ayudando a un vidriero".
"Quiero ir a Niza -lo dice en inglés, 'Nice'-, y se ríe. "Tengo amigos allí".
"Tarde o temprano quiero ver el desierto otra vez porque es otro mundo, no hay nada, estudié en la escuela lo que era el desierto pero nunca había estado allí. Le gustaría volver en cinco o diez años, cuando en Libia terminen "estas cosas bastardas". Le gustaría ir con su familia.
"Dormía allí, en la arena, sin una manta. Hacía frío, cero grados, pero la arena estaba caliente porque había 70 grados durante el día. Estuvimos cuatro días en el desierto, tuvimos suerte, muchos mueren o se pierden. Dios nos ayudó".


5
M., de Nigeria, llegó a Italia en junio de 2017, a los 16 años. "Estoy aprendiendo italiano porque creo que es útil, puedo decir: buenos días, nos vemos mañana, soy M., soy de Nigeria, tengo 17 años, me gusta la manzana, mi abuela me llamó ayer". "Cuando a mi abuelo dejó de pagar la pensión, el dinero se agotó y tuve que abandonar la escuela", explica M. "Quería estudiar música y arte. Sé cantar y toqué en algunos espectáculos de la iglesia, quería ser actriz. Me fui a la ciudad a trabajar como mucama pero no ganaba lo suficiente, mis abuelos lloraban porque no podian ayudarme. Un chico con el que salía me preguntó si quería ir al extranjero porque tenía una hermana con su marido en Francia y dijo que se podía hacer. Me metieron en una casa donde me hicieron el Juju, me dijeron que era para protegerme. La deuda que había contraído para el viaje era de 35,000 euros, pregunté cuánto era en moneda nigeriana, pero me dijeron que no me tenía que importar. Después de tres días comenzamos el viaje. Ya no oí a mi novio, se había ido y mi teléfono no funcionaba. Estuve en Libia durante siete meses y medio, comencé a cocinar en el gueto donde estaba en Sabratha y me gané algo de comer, no pensé que sería una prostituta, pero me gritaron, me maltrataron, y lo hice. Yo no quería hacerlo". “Mi abuela es como mi madre para mí, es muy vieja, tiene un bastón, no puedo explicarle todo, podría tener un ataque al corazón. Ya no tengo miedo aquí porque creo en Dios".



6R., de Nigeria, llegó a Italia en julio de 2016, a los 16 años. "Un día lllovió mucho, mi hermana y yo estábamos en la escuela y cuando volvimos nuestra casa se había derrumbado y nuestros padres habían muerto. La casa se construyó con dinero prestado, y la deuda tenía que pagarse. La gente a la que mi padre había pedido el préstamo me amenazaba constantemente, pero yo no sabía cómo pagar, así que un día seguí a un amigo que se iba a Libia. No sabía que iba a llegar hasta a Italia. Solo me fui, porque de lo contrario me hubieran matado". Antes de llegar a Libia, R. nunca había visto el mar. "Cuando llegó el momento de irnos, los traficantes me empujaron en el bote, me golpearon y me hicieron volar un diente. En un momento, el agua comenzó a entrar; yo no sé nadar, estaba petrificado. Hasta que un barco italiano nos salvó. Estaba tan feliz de no estar muerto... ".


7
S., de Nigeria, llegó a Italia en septiembre de 2016, a los 17 años. La madre de S. la abandonó cuando ella tenía 10 años, aí que se quedó sola con su padre y su hermana menor. A los 16, S. salió de Nigeria por primera vez y siguió a una amiga a Mali. La mujer le había prometido un trabajo en una tienda con el que podría ayudar a su padre, que había quedado discapacitado después de un accidente. Pero el trabajo que S. encontró una vez allí era la prostitución. “Yo quería volver pero no tenía dinero. Ella me golpeó, me encerró en una habitación durante un mes. Y entonces tuve que hacerlo. Cuando regresé a mi casa, mi padre me preguntó lo que había pasado y no le dije nada, pero los vecinos se reían de mí, no pude resistirme y me fui de nuevo".
S. viajó sola a Italia, pagando con el dinero ganado en Mali y sin el control de ninguna Madame. "Cuando veo a otras chicas [víctimas de la trata] cada vez tengo un flashback y les digo: 'Créeme, te está mintiendo. Si vas con ellos va a ser esclava para siempre, tu vida será miserable, sin sentido..."
En el centro donde vive, S.controla las llamadas telefónicas que hacen las chicas con sus familiares para saber si las presionan para que se prostituyan y respeten al Juju. Y todos los miércoles va al hospital donde ayuda a los inmigrantes nigerianos recién llegados a hacerse entender.
S. tiene una cicatriz profunda en el brazo, marcada a fuego: "Un hombre en Mali me la hizo para vengarse. Me dijo: 'si algún día tienes hijos tendrás que explicar por qué tienes este signo, tendrás que contar tu historia".


8
W., de Marruecos, llegó a Italia en agosto de 2016, a los 17 años. "Vengo de una ciudad en el centro de Marruecos, es pequeña pero más grande que donde vivo ahora", explica W. "Me fui porque un día discutí con mis hermanos, y me enteré de que mis padres eran en realidad mis abuelos. Todavía estoy en contacto con ellos y nos queremos, pero ya no quería estar con mi familia. En Libia estuve encerrada en una habitación durante un mes y medio, pero no me maltrataron. Llegué a Italia gracias a la ayuda del hijo de mis vecinos en Marruecos, que ya había venido aquí hace tres años, y me explicó cómo hacer un Facebook.”
“Éramos muchos en el barco, yo iba sola y dos mujeres sirias que viajaban con un niño pequeño se ocuparon de mí y me protegieron".


Delincuencia de menores: cárcel o brazos cruzados: un falso debate.

Los que no pensamos que metiendo niños en la cárcel vaya a avanzar mucho la sociedad, 
no sufrimos menos por esos sucesos. 

Roberto Uriarte Torrealday,
Profesor de Derecho Constitucional 
de la UPV-EHU.

Copiar de los modelos represores y anticuados, 
todos los cuales tienen niveles de delincuencia muy superiores a los nuestros, 
es poco inteligente. 

Umberto Eco nos enseñó magistralmente en ‘El nombre de la rosa’ la necesidad que el pensamiento reaccionario tiene de inyectar en las personas el clima de miedo que justifique su perpetuación. La coincidencia en un tiempo reducido de varios delitos graves en Bilbao, protagonizados por menores de edad, ha generado una alarma social importante, al amparo de la cual personas que habitualmente predican la resignación y el sometimiento a las políticas que nos imponen los poderes fácticos nos descubren repentinamente su faceta más crítica. Al contrario de lo que predican respecto de otras políticas públicas, en materia de seguridad ciudadana no plantean la resignación, sino que se dedican a agitar la legítima indignación popular. 

Y lo hacen planteando atajos fáciles para resolver problemas complejos. Dicen que no podemos quedarnos de brazos cruzados ante la gravedad de los delitos cometidos por menores de edad. Que no puede ser que delitos tan graves queden impunes. Que es preciso rebajar la edad penal.

Aunque su argumentación esconde una falacia evidente, hay que reconocer que quienes así opinan han conseguido, por una parte, erigirse en portavoces del dolor que generan las muertes violentas y a la vez, establecer el marco del debate en unos términos que, aún siendo falsos, les resultan favorables. La pregunta sería, según ellos: ¿Debemos permanecer de brazos cruzados o hay que plantearse la rebaja de la edad penal?


Frente a esta maniobra, conviene recordar que los que no pensamos que metiendo niños en la cárcel vaya a avanzar mucho la sociedad no sufrimos menos por esos sucesos. 
Pero creemos que meter un niño en la cárcel es facilitar que se convierta en un delincuente de por vida. 
Es más, si echamos una mirada desprejuiciada al mundo, podemos comprobar que hay  diferencias importantes entre unos países y otros sobre cómo abordar el problema de los delitos cometidos por menores e incluso de los delitos en general. 
Y podemos comprobar también que los países que tienen sistemas penales más agravados coinciden exactamente con los menos civilizados y más atrasados y en los que la inseguridad y la delincuencia son superiores a las que tenemos nosotros. 
Es evidente que ninguno de nosotros tomaría como modelo para abordar nuestros problemas sanitarios o educativos los sistemas sanitarios o educativos de los países que aún siguen encarcelando a niños en pleno siglo XXI. Si no nos planteamos seguir sus sistemas sanitarios o educativos, ¿por qué tomar como modelo sus sistemas penales?   

No faltará quien alegue la excepción norteamericana: un país económicamente próspero y que sigue manteniendo uno de los sistemas penales más crueles. Es el país con mayor número de presos del mundo y con mayor proporción de su población encarcelada. Más de un millón y medio de sus habitantes abarrotan sus cárceles. A quienes plantean este modelo se les podría responder que, a pesar de ello, probablemente habrá pocos países con un desarrollo económico equiparable y que sean menos eficientes garantizando la seguridad de sus ciudadanas y ciudadanos.

En resumen, considero que el debate al que nos quieren llevar es un debate falso: 
.- no se trata de elegir entre la ley del Talión o la benevolencia; 
.- no se trata de elegir entre cárcel y brazos cruzados: 
.- se trata de que todas las políticas públicas se inspiren en los modelos más racionales y sensatos y no en la demagogia. 

Las políticas de reeducación de niños y adolescentes predelincuentes, como las políticas sanitarias, las políticas educativas o cualquier otra política pública, se deben basar en los mismos criterios, en la racionalidad y en la eficiencia, en los programas más vanguardistas, las técnicas más eficientes, el personal más capacitado; y deben tomar como modelo a los países que obtienen resultados más eficaces y que poseen unas sociedades con tasas menores de delincuencia.
Copiar de los modelos represores y anticuados, todos los cuales tienen niveles de delincuencia muy superiores a los nuestros, es poco inteligente. El debate no es entre aplicar la cárcel o no hacer nada. El debate es sobre cómo intervenir: o con políticas públicas eficientes o con las que ya se sabe que no funcionan, porque a todos los países que las aplican les dan malos resultados.

Es evidente que se han cometido errores en las políticas públicas relativas a estos menores. Que muchos de estos errores se han cometido por falta de coordinación suficiente entre los servicios forales, la policía y los jueces y fiscales; cuando no por omisión o dejación de responsabilidades por parte de las administraciones implicadas. 
Es evidente también que hace falta una mayor sensibilidad respecto del problema; que hay que revisar a fondo las políticas desarrolladas; que hay que diagnosticar los muchos puntos débiles del modelo; y que hay que rectificar cuanto antes los errores cometidos. 
Pero de lo que no cabe duda es de que nunca se rectifica un error cometiendo otro mayor. Es absurdo pretender mejorar la seguridad en nuestras ciudades tomando como modelo políticas de países que en materia de seguridad están muy por detrás de nosotros.

El modelo educativo es “antinatural”: no todos aprendemos lo mismo al mismo tiempo.

Los actuales planes de estudio no se adaptan a la realidad social que viven las nuevas generaciones, un hecho que es calificado como 'bullying institucional'.


Alumnos de un colegio público de infantil y primaria de Sevilla.
Alumnos de un colegio público de infantil y
primaria de Sevilla. Paco Puente
El sistema educativo en general, y el español en particular, no se adecua al modelo de sociedad en la que vivimos. Una conclusión que se extrae del análisis realizado por profesores, neuropsicólogos, especialistas en neurociencia, estudiantes, pedagogos o políticos y que recoge el investigador estadounidense Jürgen Klaric en el documental “Un crimen llamado educación
 Se trata de un estudio realizado en más de catorce países en el que muestra la realidad del sistema educativo ante un modelo que no logra cubrir las necesidades de esta época. Un hecho, la falta de sintonía entre los modelos educativos actuales y las sociedades en las que se aplican, del que se hace eco en un momento de la película Pepe Múgica, expresidente de Uruguay, quien afirma que “la educación en el mundo está en crisis. No encaja demasiado, al parecer, con las exigencias del mundo contemporáneo”.

El modelo educativo en nuestro país está desarrollado en la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa o LOMCE, que gira alrededor de la evaluación y que no tiene en cuenta tanto el proceso como los resultados. Un programa que, según los expertos consultados, se basa en que todos aprendan lo mismo, al mismo tiempo, y en el mismo lugar, no dando opción a que un niño vaya madurando y avanzando en su aprendizaje de forma distinta. Todos tienen que ser iguales: no se entiende que algunos aprendan de otra manera o más despacio. Una estandarización de la educación a la que algunas voces definen ya como bullying institucional.

Según Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y Doctor en Psicología de la Salud, “el sistema educativo tiene muchos problemas y el más grave de todos ellos es el bullying institucional. No hay más que ir a una consulta de psicología infantil en cualquier lugar de España y escucharemos casos de niños a los que la escuela invitó a cambiarse de colegio porque no encajaban o no daban el nivel”. Asimismo, Bilbao manifiesta que, “en ocasiones, la escuela está más interesada en conseguir resultados que en educar” y señala que “es un grave error que el centro educativo no se esfuerce más en integrar a los niños a los que les cuesta más o para que los que van mejor ayuden a los que van peor, porque de esta manera se pierde una oportunidad muy valiosa de enseñar a los niños a construir una sociedad mejor”.

Un modelo educativo “antinatural”

Montse Hidalgo, directora de la Universidad de la Felicidad, speaker motivacional y experta en Neurociencia e Inteligencia Emocional, coincide en que el actual sistema educativo obliga a que todos aprendan lo mismo, al mismo tiempo, y de la misma forma. Una propuesta que, según Hidalgo, es “antinatural, porque si observamos cómo aprendemos, vemos que no todos aprendemos a andar al mismo tiempo, ni a hablar a la misma edad. El sistema en lugar de enseñarnos a pensar lo que hace es llenarnos de conocimientos. No desarrollan en los jóvenes la capacidad de pensar por sí mismos”.

Pero, pese a las importantes contradicciones en las que incurre nuestro actual modelo educativo, Bilbao no es partidario de desechar todo lo antiguo frente a un modelo íntegramente nuevo. En este sentido, el autor del libro “El cerebro del niño explicado a los padres” (Plataforma Editorial) señala que “sabemos que algunas de las habilidades más importantes para el cerebro son la creatividad y la curiosidad que van en sintonía con las nuevas corrientes de educación. Sin embargo, también sabemos que la persistencia y el autocontrol (presentes en los modelos educativos anteriores) son igual de importantes”. Por ello, en palabras de Bilbao, “no se trata de elegir sino de integrar. Los cerebros más inteligentes son aquellos capaces de integrar información aparentemente contradictoria. Si queremos un buen modelo educativo, debemos tomar ejemplo del cerebro e integrar distintos conocimientos”.

Una transformación del actual modelo implantado en los colegios que pasa porque todos los agentes implicados en el desarrollo del programa educativo se pregunten: ¿Para qué se estudia? Administración, empresas, centros educativos y universitarios, expertos en las distintas áreas vinculadas con la educación y, también, las familias.

Nora Rodríguez señala que “en un mundo global, dominado por la técnica y la economía, es necesario que niños y adolescente se pregunten, indaguen y creen su propio aprendizaje, pero también que aprendan que necesitan tener conexiones sociales positivas porque eso es lo que les va a permitir desarrollarse y sacar lo mejor de sí”. En este sentido, es necesario según Rodríguez, que los colegios “pongan el acento en habilidades evolutivas como el altruismo, la empatía o la compasión. Educar en sintonía con el cerebro”. Para lograrlo, es fundamental que los niños y adolescentes se pregunten para qué estudian, porque según Nora Rodríguez, “no se trata de que repitan lo mismo que dicen sus padres. Es necesario que encuentren sus propias respuestas, porque ahí está la verdadera motivación”. Una motivación que pasa por el placer de estudiar, percibir el placer de aplicar lo que aprenden, que en opinión de Rodríguez, “es lo que se ha perdido”.

¿Para qué educamos?

Y la forma de educar en sintonía con el cerebro, según la Fundadora de Happy Schools Institute, consiste en ser conscientes de que primero está el ser, después el saber y finalmente el tener. Pero, ¿cómo incorporar este pensamiento a nuestro actual sistema educativo? Según Nora Rodríguez, “primero hay que ver despertar el cerebro social, educar para la paz, y a partir de ahí, hay que poner el acento en los conocimientos, para poder después experimentar con las habilidades, los talentos o los conocimientos adquiridos, y compartirlos con los demás, construyendo ideas y proyectos con los que transformar la sociedad”.

Una transformación de la sociedad que pasa obligatoriamente por un cambio en la educación que reciben las nuevas generaciones, más acorde con su realidad. Hoy, además de las habilidades y capacidades que tenga una persona para realizar un determinado tipo de tarea o actividad, son necesarias una serie de competencias conductuales: autonomía, autoliderazgo, coherencia, integridad, capacidad de atención y de escucha, autorregulación, interés, curiosidad, autenticidad, responsabilidad personal y social, capacidad de reflexión, proactividad, pasión, motivación intrínseca, lógica divergente, humildad, aprendizaje continuo, empatía, capacidad de síntesis y de argumentación, gestión del tiempo o confianza. Es decir, las conocidas como “habilidades blandas”.

Montse Hidalgo cree imprescindible que nos preguntemos para qué educamos. “¿Educamos para generar personas que sean creativas, resolutivas, que posean habilidades sociales, que puedan emprender, etc.? Porque si lo que pretendemos es que las personas tengan empatía, habilidades sociales, resiliencia, sepan gestionar la incertidumbre, el cambio continuo o motivar a los equipos, entonces, el actual sistema educativo no es válido”, afirma Hidalgo.

Por ello, una sociedad tan compleja, cambiante y volátil como la actual tiene, en opinión de Álvaro Bilbao, su cara y su cruz: “La cara es que la mortandad infantil casi ha desaparecido y tenemos unas cotas de seguridad ciudadana y bienestar sin precedentes. La cruz es que una sociedad cada vez más compleja requiere de más conocimientos y habilidades para sobrevivir”.

"Fortalecimiento de los sistemas de justicia para niños: desafíos, incluida la separación del extremismo violento", Congreso UNESCO.

sobre la Justicia para niños, niñas y adolescentes.

El fortalecimiento de los sistemas de justicia para los niños: 
Desafíos, incluyendo la desconexión del extremismo violento.

Sede de la UNESCO, París,
28, 29, 30 de Mayo 2018.


¿Por qué este Congreso Mundial? 

¿Cuáles son los objetivos?
Sobre nosotros?


Bajo el patrocinio de la UNESCO, este Congreso Mundial sobre la Justicia para los niños, niñas y adolescentes tendrá lugar del 28 al 30 de mayo de 2018, y abordará tres cuestiones principales:

➜ La tendencia mundial hacia la participación de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en el extremismo violento y las posibles respuestas,
➜ La necesidad de formas más efectivas de reducción de la delincuencia juvenil y de la reincidencia,
➜ La mejora- de los mecanismos de protección para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes vulnerable, incluyendo estrategias de prevención temprana.

El Congreso Mundial sobre Justicia para Niños, Niñas y Adolescentes tiene como objetivo Involucrar a profesionales y partes interesadas de todo el mundo con el fin de compartir sus opiniones sobre:
➜ La justicia juvenil y de familia,
➜ La prevención de la delincuencia y del extremismo violento.

El Congreso Mundial 2018 está organizado por un consorcio de organizaciones internacionales compuesto por la Asociación Internacional de Jueces y Magistrados de la juventud y Familia (AIMJF), Fundación Terre des hommes, y Penal Reform International (PRI) con la Red Internacional de Derechos del Niño (CRIN), Defensa para Ninos International (DCI), el Instituto de Capacitación Judicial de Bélgica (IGO-IFJ) y el Programa de Información para Todos (PIPT) de la UNESCO.

Una cara familiar: la violencia en la vida de niños y adolescentes.


UNICEF
Fuente OIJJ


Más allá del daño innecesario y el dolor que causa, la violencia socava el sentido de autoestima de los niños y obstaculiza su desarrollo. Sin embargo, la violencia contra los niños a menudo se racionaliza como necesaria o inevitable. Puede ser tácitamente aceptado debido a la familiaridad de los perpetradores, o minimizado como inconsecuente. El recuerdo o los informes de violencia pueden ser enterrados debido a la vergüenza o el temor a represalias. 
La impunidad de los perpetradores y la exposición prolongada pueden dejar a las víctimas creyendo que la violencia es normal. De esta manera, la violencia se enmascara, lo que dificulta su prevención y finalización. 
Una cara familiar: la violencia en la vida de niños y adolescentes utiliza la información más reciente para arrojar luz sobre cuatro formas específicas de violencia: la disciplina violenta y la exposición al abuso doméstico durante la primera infancia; violencia en la escuela; muertes violentas entre adolescentes; y violencia sexual en la infancia y la adolescencia. Las estadísticas revelan que los niños experimentan violencia en todas las etapas de la infancia, en diversos entornos y, a menudo, en manos de las personas de confianza con quienes interactúan a diario. Asegurar que la violencia en todas sus formas esté documentada a través de datos sólidos es un primer paso hacia su eliminación.