El
autor, quien sufrió graves abusos en la infancia, sugiere cambios
legales para proteger a los menores.
Como una reforma judicial para que
en casos de violación infantil, niños y niñas declaren en privado,
con
la presunción de que dicen la verdad
*.- 06/07/2018.Fuente Save the Children, última hora.
Nosreunimos con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno Español.
Nos reunimos con Pedro Sánchez, el actual presidente del Gobierno, tras la petición que le hacía el pianista James Rhodes en la carta abierta que publicó en El País el pasado viernes.
"Tenemos un grave problema y tiene que ver con su sistema judicial y con el trato que da a los menores", decía en su carta.
James Rhodes, quien sufrió graves abusos en la infancia, pide junto a Save the Children la creación urgente de una ley que proteja a los niños y niñas de todas las formas de violencia. Es necesario trabajar la prevención, la formación y la protección estas víctimas, de los más vulnerables.
El abuso sexual es una de las violencias más graves y difíciles de detectar. Esto es una realidad que no se puede seguir ignorando: los fallos de la administración pública que denunciábamos en nuestro informe y denuncia James Rhodes en su carta se siguen cometiendo a día de hoy.
Muchas veces estos casos de abusos sexuales no son denunciados y las consecuencias emocionales y sociales para estos niños y niñas pueden ser irreparables.
*.- Hace año y media este
*.- James Rhodes
El País.es
Apreciado señor Sánchez:
*.- James Rhodes
El País.es
RAQUEL MARÍN |
Llevo más de un año viviendo en España. Para mí, este país es mi
casa; me he enamorado completamente de él, hasta la médula. Pago
impuestos aquí, intento contribuir de manera productiva y mi deseo es
que, en algunos años, me haya ganado (y elijo esta palabra con
intención) el derecho a ser ciudadano de este maravilloso, generoso,
fantástico y bonito país.
Cuando usted fue nombrado presidente del Gobierno y eligió un Consejo
de Ministros integrado en sus dos terceras partes por mujeres, me
pareció que teníamos un nuevo mandatario con una mentalidad más abierta
en muchos temas. Por eso le escribo esta carta.
Tenemos un grave problema. Y tiene que ver con su sistema judicial y
con el trato que da a los menores. Quiero que sepa que hablo con
conocimiento de causa: de niño me violaron repetidamente. Los años
ochenta fueron una gran época para los pederastas: aunque los adultos
veían que sangraba, lloraba y me ponía histérico, me enviaban de vuelta a
los brazos (piernas, mejor dicho) de mi violador. Una y otra vez. Esa
gente que tenía puestos de responsabilidad sabía que algo malo pasaba,
pero nadie hacía nada y, de nuevo, me mandaban junto a él. Durante cinco
largos años.
Solo el 15% de los casos se denunció a la policía. De ese 15%, el 70% nunca llegó a juicio
Todavía estoy pagando el precio de haber tenido esa infancia. También
mis seres queridos. Tengo prótesis de metal en la espalda, resultado de
las tres operaciones a las que tuve que someterme para intentar reparar
el daño que me habían causado las agresiones sexuales. He intentado
suicidarme demasiadas veces y me he pasado también demasiados meses en
instituciones psiquiátricas. He probado todos los medicamentos que las
grandes farmacéuticas han tenido a bien inventar, he destruido
relaciones, me he autolesionado con rabia y he hecho todo lo que se me
ha pasado por la cabeza para intentar detener ese zumbido incansable y
violento que me retumba en la cabeza. Desde que vivo en Madrid, ese
zumbido se ha convertido al fin, milagrosamente, en un rumor lejano la
mayor parte del tiempo que estoy despierto. Lo que quizá explique por
qué este país significa tanto para mí. Pero cuando veo en las noticias
que hay tantísimos fracasos en la protección de los derechos de los
niños, de consecuencias catastróficas, no puedo evitar sentir náuseas.
He aceptado que nunca se haga justicia por lo que me pasó (mi
violador murió antes del juicio). Pero también me he prometido a mí
mismo que si alguna vez tenía frente a mí un altavoz, por pequeño que
fuera, lo usaría para hablar de este tema. Y por eso le escribo esta
carta. Aquí, en España, me siento afortunado. Puedo hablar de ello en la
Cadena SER y comentarlo con Buenafuente en la televisión o en las
entrevistas de los periódicos. Puedo darles copias de mi libro Instrumental
a todos los jueces del país, porque explica claramente qué secuelas
tienen los abusos. Pero, al final, todo acabará cayendo en saco roto. La
única persona que puede cambiar las cosas de verdad ahora mismo es
usted.
Tengo ante mis ojos unas hojas con miles de palabras, enviadas por
Save the Children España, que harán que se le salten las lágrimas. Aquí
tiene algunos ejemplos:
Aunque el 70% de las víctimas infantiles diga que avisó a un adulto
de lo que pasaba, solo el 15% de los casos se denunció a la policía. De
ese 15%, el 70% nunca llegó a juicio.
En cinco de las diecisiete comunidades prestan un servicio universal gratuito a las víctimas infantiles.
El proceso judicial dura como promedio tres años; en algunos casos se
llega a los cinco. El abuso sexual dura como promedio cuatro años.
En el 86% de los casos, el menor tiene que declarar en sesiones
plenarias, en juicios a puerta abierta, delante de tres jueces y también
del presunto autor de los hechos.
En España, solo cinco de sus diecisiete comunidades autónomas prestan
un servicio universal gratuito a las víctimas infantiles de los abusos
sexuales. En el caso más tristemente célebre de España, el de los
Maristas, de las 17 acusaciones que hay contra Benítez, el autor
confeso, 13 han prescrito. ¿Cómo puede ser que no vaya a ser juzgado por
todos estos crímenes cometidos? Además, ¿qué ha fallado tan
estrepitosamente para que durante más de treinta años un profesor
pudiera abusar de sus alumnos sin que nadie lo denunciara?
Podría seguir y seguir…
Sé que usted leerá esta carta. Y sé que en la política y en la ley
las cosas van despacio. Pero también sé que si entrara en una habitación
y sorprendiera a alguien violando a un niño, no se movería con
lentitud. Le sorprendería ver que uno es capaz de actuar con muchísima
rapidez. Y de soltar un puñetazo la hostia de fuerte. Estoy aquí para
decirle, para prometerle, para asegurarle que, aunque en este momento no
vea con sus propios ojos cómo violan a un niño, está sucediendo ahora
mismo. Cuando usted lea esto, estará pasando. Siempre está pasando. Y
necesito que actúe rápido.
Me han sugerido (en Twitter, claro) que, como soy anglosajón, un
huésped de este país, mejor “no me meta en política”. Pero esto no tiene
que ver con la política, sino con la humanidad. El sistema creado
específicamente para proteger a los más vulnerables se ha roto y ya no
sirve.
Estoy seguro de que este asunto no es nuevo para usted; que ya tiene
una idea de lo que quiere conseguir y de cómo va a hacerlo. Yo solo
quiero ayudar. Me gustaría, junto con Andrés Conde, director general de
Save the Children España, reunirme con usted un par de horas y ayudarle a
lograr que España sea un lugar más seguro para sus niños y niñas.
Sabemos lo que hace falta: lo más urgente es una formación obligatoria,
unos protocolos y una reforma profunda del proceso judicial para que en
los casos de abuso sexual infantil se respeten de verdad los derechos
del niño y también sus necesidades particulares: que haya juzgados
específicos, con jueces preparados y juicios rápidos para que el menor
declare solo una vez, en privado, con la presunción de que está diciendo
la verdad. Cuando se trate de niños, hay que dejar de distinguir por
ley entre abuso y agresión: siempre es agresión.
Quiero que apruebe una nueva ley que erradique la violencia contra
los menores y adolescentes, y que se centre especialmente en las medidas
preventivas, tal y como le ha sugerido en dos ocasiones el Comité de
los Derechos del Niño de las Naciones Unidas al Gobierno de España.
Un periódico publicó hace poco un artículo que decía que “a Rhodes lo
violaron repetidamente durante su infancia y Bach lo salvó, pero ni
siquiera esa experiencia límite lo convirtió en un músico excepcional”.
Y, aunque quizá suene raro, por desgracia es verdad. No soy para nada un
músico excepcional. Pero creo que sí puedo ser un recurso excepcional
para usted y su equipo en la tarea de cambiar las cosas a mejor de forma
permanente para los niños y niñas de este país. Por favor, contésteme,
veámonos y pongámonos manos a la obra.
James Rhodes
es pianista, autor del libro Instrumental. Memorias de música, medicina y locura (Blackie Books). @JRhodesPianist
es pianista, autor del libro Instrumental. Memorias de música, medicina y locura (Blackie Books). @JRhodesPianist
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