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«Familias ayudando a familias: el eslabón perdido», Renovando desde Dentro, nº 13.


Marta Llauradó,
Renovando desde Dentro, nº 13.


Una familia en apuros

Laura[1] es una mujer venezolana, con residencia legal en España, viuda y madre de dos niños pequeños. Su marido murió después de una larga enfermedad coincidiendo con el deterioro de la economía del país. La emigración se vislumbró ante ella como la única posibilidad de no sucumbir a la pobreza. Desde el principio, tuvo claro que no iba a emigrar sin sus hijos. Tras un largo y difícil periplo, con diversos cambios de localidad y de domicilio, consiguió su permiso de residencia y de trabajo, y un contrato temporal en una empresa por el que está obligada a trabajar muchos fines de semana.

La familia vive en Barcelona, en una habitación alquilada. Laura tiene una hermana viviendo en la misma ciudad, cuyos horarios de trabajo por turnos y su propia vida personal no siempre le permiten ocuparse de sus sobrinos y , en ocasiones “no le quedaba otra” que dejarlos solos y trabajar con un ojo en la pantalla de su móvil.

Su trabajadora social le habló del Servicio de Familias Colaboradoras (SFC)[2]. Este servicio del ayuntamiento de Barcelona dispone de un banco de familias (personas) voluntarias que se ofrecen para dar un apoyo a familias en situación de vulnerabilidad que por distintas razones tienen dificultades para atender a sus hijos e hijas pequeños.

Laura tenía muchas dudas. Una madre del colegio de sus hijos, que también es atendida por los Servicios Sociales, la inquietaba. “Me coloca una cabeza grandísima, diciéndome que me van a quitar a los niños, que te lo pintan todo muy bonito y que presiente eso”. “A mí me dio tanto nervio que le dije a la trabajadora social: ‘No, tranquila. Ya veo con mi hermana cómo hago’”.

Sus hijos siguieron quedándose solos en algunas ocasiones y fue entonces cuando la trabajadora social le dijo a Laura que tenía que acudir al SFC sí o sí, porque en el caso de que los niños sufrieran algún percance debían estar protegidas, tanto ella, como madre, como la trabajadora social, por la responsabilidad que tiene de ofrecer este recurso.

“María, es que tengo miedo”, le dijo Laura a la trabajadora social.

Su principal miedo era que en la familia colaboradora hubiera una persona que pudiera tener una conducta abusiva con sus hijos, hasta el punto de que ya los iba advirtiendo de cómo detectarlo, cómo avisar y cómo salir corriendo. “Este es un miedo que tenemos la mayoría de las madres, una figura masculina desconocida que se quede a solas con nuestros hijos”.

Entre tanto, conoció a una familia atendida por el SFC, que le habló así del servicio: “Para mí es una bendición. Adriana ha estado ya en dos familias porque la primera tuvo que dejar de colaborar por atender otras necesidades”. A Laura esta idea de discontinuidad no le gustaba para sus hijos, pero la familia la tranquilizó: “Las dos familias han sido magnificas”, y siguió apartando sus temores.

Finalmente, decidió cerrar oídos a los comentarios negativos y aceptó la mediación del SFC. Por teléfono le informaron de las condiciones del servicio y de las características de la familia seleccionada para colaborar en su caso. “Cuando me dijeron que era Mónica, una mujer que vivía sola, me sentí muy aliviada”.

Una familia dispuesta a arrimar el hombro

Mónica es la persona que colabora con Laura. Se ofreció al SFC, deseosa de hacer un voluntariado social que para ella tuviera algún sentido. Tras un proceso de valoración psicosocial y de una visita a su domicilio por parte de las responsables del servicio fue admitida en el banco de familias colaboradoras. Aunque vive fuera de Barcelona, su disponibilidad horaria y sus circunstancias personales le permitieron aceptar la propuesta de cuidar a los dos hijos de Laura los fines de semana en los que esta tenía que trabajar.

Primero, tuvo una reunión en la oficina del SFC con la coordinadora y la familia al completo. Tras las oportunas presentaciones, se les explicó a los niños lo que iba a pasar y con quién, y se les pregunto por sus gustos, preferencias, rutinas, etc. A continuación, ambas familias plantearon sus condiciones, para finalmente acordar que Mónica recogería a los niños los viernes a la salida de la escuela y los llevaría a su casa para devolverlos el domingo a una hora y lugar convenidos. De este modo, llegaron a la firma de un acuerdo de colaboración por un periodo de seis meses, el tiempo máximo contemplado por el servicio, aunque renovable si continua la necesidad de apoyo.

Unos días después, Mónica propuso que Laura fuera con los niños a su casa, para conocerse mejor y para que pudiera tener un idea tranquilizadora de las condiciones en las que iban a estar sus hijos. También para que los niños se sintieran acompañados ante esta novedad en sus vidas. A partir de ese momento, los niños van solos a casa de Mónica, donde disfrutan de un tiempo de ocio en el campo: participan en algunas tareas, van en bicicleta, juegan a la pelota, ven la televisión, juegan a videojuegos…, y realizan salidas a la playa, a comprar, al cine, etc. Tanto Mónica como los niños se comunican con Laura en distintas ocasiones, ya sea para informar de alguna incidencia, mandar fotos o para darse las buenas noches o los buenos días.

Transcurridos los primeros seis meses de forma satisfactoria, Laura y Mónica se han sentado de nuevo en la mesa del SFC y han renovado el acuerdo para los siguientes seis meses.

La percepción del servicio por parte de Laura ha cambiado totalmente, tanto es así que cuando la mamá recelosa sigue con su discurso, Laura le dice: “Deja de ser tan obtusa. Tú no sabes la ayuda que te aporta el SFC. Te quitarías todas las dudas si solicitaras el SFC. Yo siento su apoyo cien por cien y estoy muy tranquila. Es una persona ideal. No me esperaba ver cómo la barrera de lo extraño desaparece”.

Esta es una de los cientos de historias que ha albergado el SFC desde su inició en 1984. En ella quedan reflejadas muchas de las características del Servicio. Como he dicho ya, su finalidad es ofrecer un apoyo temporal a familias en situación de vulnerabilidad que por distintas circunstancias (conciliación de la vida laboral y familiar, enfermedad, formación, respiro…) no pueden atender todo el tiempo a sus hijos e hijas pequeños.

Esta colaboración interfamiliar se apoya en cuatro principios básicos: proximidad, temporalidad, complementariedad y voluntariedad.

La proximidad entre las dos familias facilita la colaboración por razones prácticas y evita la desubicación de los niños de sus entornos habituales. Por su parte, el servicio se mantiene próximo a las dos familias, realizando un seguimiento y estando siempre disponible para atender cualquier duda o incidencia que pueda surgir a lo largo de la colaboración.

El principio de la temporalidad implica que la colaboración, ya sea por horas, por días concretos o por periodos de convivencia, es tan temporal como lo es la necesidad de apoyo por parte de la familia usuaria, con una duración máxima de seis meses, renovable por otros seis meses si la necesidad persiste.

El principio de la complementariedad implica que la familia colaboradora atiende solo aquellas necesidades de los niños que no pueden ser atendidas por su propia familia, en un marco de confianza mutua, basado en una relación fluida y colaborativa entre ambas familias.

Por último, el principio de la voluntariedad implica que las familia colaboradoras sean personas que se ofrezcan voluntariamente al servicio, sin recibir una prestación económica a cambio.

El Servicio se caracteriza también por su flexibilidad. La franja horaria en las que las familias usuarias necesitan este apoyo es tan diversa (determinadas horas, días o periodos de convivencia) como lo puede ser la disponibilidad de las familias voluntarias. De este modo, el servicio puede ajustarse a múltiples circunstancias.

Las familias usuarias llegan al servicio derivadas desde otros servicios del ámbito educativo, social o sanitario cuando se detecta una necesidad o se recibe una demanda de apoyo. El SFC les facilita el contacto con una familia colaboradora próxima a su domicilio (el caso de Laura y Mónica es poco frecuente en este sentido) cuya disponibilidad y circunstancias encajen con su demanda concreta de apoyo. Ambas familias, tras conocer la necesidad de una y la disponibilidad de la otra, acuerdan por escrito los términos de esta colaboración.

Este servicio tiene especial relevancia en los entornos de las grandes ciudades donde las condiciones y el ritmo de vida, la diversidad social y cultural, y el anonimato implican que no se den las relaciones de apoyo entre vecinos o, incluso, entre familiares que, de forma natural, se dan en núcleos de población más pequeños. En definitiva, este servicio provoca artificialmente el encuentro entre dos familias , en un marco garantista para ambas, que permite superar la barrera del miedo a lo desconocido.

Por otra parte, esta colaboración abre la puerta (o no) a una relación más sólida, de forma que, una vez finalizada la colaboración, la familia usuaria puede continuar contando con el apoyo de su familia colaboradora, si así lo desean , al margen del SFC.

“En la mayor parte de los casos se trata de una madre sola, una realidad familiar que no necesariamente está desestructurada… La mediación que realiza el SFC es muy importante porque da garantías a una y otra familia… Irene, la mamá con la que colaboro, alucinó cuando se enteró de que a las familias colaboradoras se les exigía un certificado de delitos de naturaleza sexual… Empiezas como vecina y puedes acabar siendo familia”. (Carolina, una familia colaboradora).

El perfil mayoritario de los usuarios de este servicio es el de una familia emigrante monoparental, encabezada por la madre, con serias dificultades económicas y que no cuenta con suficientes personas de confianza que puedan apoyarla en momentos en los que, por razones diversas, sus hijos pueden quedar desatendidos.

Alisha, nacida en Bangladesh y con residencia legal en España, tiene un hijo de seis años. Víctima de violencia de género, vive con unos familiares en un piso de cuarenta metros cuadrados, mientras espera (desespera) que le sea concedida una vivienda social. Desde hace un año se recupera de una grave enfermedad. Le preocupaba ver a su hijo encerrado durante los fines de semana, sin espacio para jugar y sin poder socializar con otros niños realizando actividades lúdicas. Los Servicios Sociales la derivaron al SFC.

Mis familiares me decían: ‘¿Te lo van a raptar o qué?’. Sí, tenía miedo. Un hijo único… Pero pensé que si firmaba un contrato no iba a pasar nada malo. El miedo desapareció en el momento en que conocí a la familia colaboradora. Son superamables y muy buenas personas. Tienen un niño y mi hijo está encantado de pasar con ellos los fines de semana alternos. Que él disfrute me hace disfrutar”.

“Con su carácter extrovertido, Alisha nos dio pie a establecer una rápida comunicación. Es una persona muy implicada en el bienestar de su hijo. El proceso de su enfermedad le llegó a afectar bastante y estuvimos pendientes para hacerle más fácil la entrega y la recogida del niño… El hacer calmoso de Kiran ha contagiado a mi hijo y a nosotros mismos”. (Lluïsa y Pau, la familia colaboradora de Alisha).

En la actualidad el banco de familias colaboradoras está constituido por 86 familias y se realiza una media de cien colaboraciones por año. La demanda es muy superior, indicando la necesidad de captar nuevas familias, objetivo en el que las profesionales del servicio dedican no pocos esfuerzos. Por otra parte, no tengo noticia de la existencia de un servicio similar en otros municipios españoles, salvo en Manresa, cuyo ayuntamiento ofrece el servicio “Fer de tiets (Hacer de tíos)”[3] con similares características.

La vida de las familias con hijos e hijas menores de edad tiene una dimensión relacional no exenta de carencias (soledad, enfermedad, estrés, obligaciones laborales, cuidado de otros familiares…) que van a determinar que los padres y madres no estén siempre disponibles para atender las necesidades de sus hijos e hijas y a tener que recurrir a apoyos externos.

En este sentido , las administraciones han articulado algunos servicios profesionales de apoyo. En Cataluña, por ejemplo, se ha creado el servicio CONCILIA, que atiende a niños y niñas de familias con pocos recursos económicos, fuera del horario escolar, en un lugar concreto y en una franja horaria determinada que no siempre se ajusta a la necesidades de las familias.

Sin embargo, tanto a los servicios de atención y protección de la infancia y la adolescencia como a la sociedad misma se nos escapa la importancia que para las familias con dificultades tiene la existencia de una red social de apoyo entre iguales. Quizás porque se les supone y la damos por hecha. Quizás porque pensamos que ya existen servicios profesionalizados que se ocupan de ello o porque “vete tú a saber quién es esta gente”.

La red social de apoyo ha demostrado ser fundamental para la estabilidad familiar y más, si cabe, en los momentos difíciles. Esta red la constituyen normalmente los parientes, los amigos, los vecinos, quienes de una forma natural y espontánea, sienten a la vez la necesidad y el deseo de arrimar el hombro, en una suerte de reciprocidad en la que el alivio de una es también la satisfacción de la otra. Estas relaciones naturales de apoyo mutuo se va forjando a lo largo del tiempo con la convivencia, con los relatos comunes y con las avenencias y las simpatías.

Un pez fuera del agua

Aunque la ausencia de red social se puede dar por diversas circunstancias, afecta en mayor grado a las familias inmigrantes o desplazadas de su lugar de origen y, entre ellas, a las familias monoparentales. Su aislamiento social puede verse agravado por la precariedad laboral y económica en la que malvivan. Por otra parte, la atención a sus hijos se convierte en un lastre para desarrollar sus proyectos laborales y de formación, y las mantiene en una vulnerabilidad crónica.

Las familias que han decidido salir de su país o de sus entornos de origen, huyendo casi siempre de la pobreza, a la que puede haberse sumado la violencia familiar o social, lo hacen porque vislumbran un futuro mucho más prometedor y liberador para ellas y para sus hijos, pero no deja de ser un salto al vacío. Tienen que empezar de cero, en ocasiones desconociendo el idioma o en la mas absoluta soledad.

Con el pretexto de controlar los flujos migratorios, las políticas de los países de destino no se lo ponen fácil. Su regularización está sujeta a que tengan un precontrato de trabajo que tarda años en llegar, viéndose obligadas a sobrevivir en la economía sumergida. Mientras la regularización no llega, no pueden acceder a los servicios sociales, con la excepción de la “gratuidad” de los servicios sanitarios y de los servicios de educación obligatoria.

Con la regularización no terminan sus dificultades en lo que se refiere al acceso a la vivienda, a unos ingresos suficientes y estables, y a las condiciones laborales que se ven obligados a aceptar, propias de los sectores en los que suelen encontrar empleo (hostelería, limpieza, cuidado de personas…). Su supervivencia es un constante y frágil equilibrio en el que cualquier incidente, cualquier pago inesperado, cualquier enfermedad, las puede llevar al traste.

El informe Abriendo ventanas. Infancia, adolescencia y familias inmigradas en situaciones de riesgo social publicado por UNICEF España[4] aborda la citada problemática a la que se enfrentan estas familias y las consecuencias que su no resolución tiene sobre sus hijos e hijas en todos lo ámbitos. En él se subraya (p. 151) como factor de riesgo la ausencia de redes familiares extensas y considera como factor protector la existencia de estas y de redes sociales con familias autóctonas en el lugar de residencia.

Aunque ese informe no distingue entre hogares biparentales y monoparentales, hay que añadir el dato de que, según un informe de 2021[5], ocho de cada diez familias monoparentales (cerca de   1,5 millones) están encabezadas por la madre, con un riesgo de pobreza veinte puntos superior (47,3 %) al riesgo medio estatal (27,4 %). No es de extrañar, por tanto, que las familias demandantes del SFC sean mayoritariamente familias monomarentales de origen extranjero.

Una pregunta y algunas posibles respuestas

¿Cómo ha sido posible que un servicio como el SFC, que lleva más de treinta y cinco años proporcionando algo tan importante (así lo reconocen numerosos informes sobre las familias en situación de dificultad) como es una red social de apoyo en la propia comunidad, no tenga apenas réplica en los 63 municipios españoles con más de 100.000 habitantes?

Desde la reflexión que esta pregunta ha suscitado entre los integrantes del grupo Renovando desde dentro, puedo apuntar algunas razones:

- Los servicios sociales, en lo que respecta a la atención a la infancia y a la adolescencia, están estructurados de tal forma que los ayuntamientos tienen atribuidas unas facultades determinadas y la administración autonómica otras, con una nítida separación entre ambas. De este modo, se ha llegado a consolidar una forma de intervención en la que los servicios sociales de base, al no disponer de otros recursos, ejercen una labor exclusiva de vigilancia. Cuando la situación de los menores es insostenible son derivados a los servicios especializados del sistema de protección de la Comunidad Autónoma. No existe o ha desaparecido en la filosofía de los servicios sociales la protección de los menores desde la propia comunidad, la protección de proximidad. Sin embargo, desde la lejanía, el sistema de protección autonómico, a través de un complejo entramado institucional, acude con toda la caballería.
- El soporte a las familias con hijos e hijas menores de edad que se articula desde los ayuntamientos es, en su mayor parte, de tipo económico, siendo una tarea ingente la gestión o tramitación de los mismos, dada la diversidad de estos apoyos (ingreso mínimo vital, ayudas por hijo o hija a cargo y por discapacidad, para el pago del alquiler y de los suministros, para los alimentos, becas comedor, etc.) y la letra pequeña de los mismos. En su diseño no están contempladas las redes sociales de apoyo ni otras soluciones creativas, dentro de la propia comunidad, a los problemas cotidianos de las familias.
- La lógica del mercado ha alterado las relaciones sociales hasta el punto en el que han desaparecido formas colaborativas que tradicionalmente han sido tablas de salvación en momentos de crisis personal, familiar o social. “Hoy por ti, mañana por mí. ¡No me debes nada, faltaría más!”. Todo se ofrece a cambio de dinero y bajo la ley de la oferta y la demanda. Esto explica, en parte, el auge de la especialización que hace a los profesionales y no a los ciudadanos responsables exclusivos de tales tablas de salvación.

Por último, no quiero acabar este apartado sin mencionar un aspecto que ha sido apuntado por las dos familias usuarias entrevistadas y que condiciona su percepción de los servicios sociales: el miedo a perder el control sobre sus hijos. Leyendas o no, muchas familias temen a los servicios sociales, que son vistos más efectivos controlando que ayudando, llegando, en algunos casos, a la desidia. “La asistenta social del distrito anterior solo me atendió por teléfono y nunca me habló del SFC”, explica Laura como familia usuaria.

El miedo también afecta a la comunidad autóctona en la que se asientan estas familias. Se trata tanto de un miedo real a lo desconocido, a lo extraño, como de una excusa para no acercarse a ellas: el antes mencionado “vete tú a saber quién es esta gente”.

No podemos esperar que este apoyo interfamiliar se produzca de forma espontánea. La dilatada experiencia del SFC nos demuestra que, por raro que nos parezca, la artificialidad inicial de esta colaboración es solo eso: inicial.

La creación del SFC significó un trabajo previo de análisis de las necesidades y de los recursos, de los pros y los contras, de los beneficios y de los riesgos, hasta llegar a la configuración de un modelo que corresponsabiliza a la sociedad en el cuidado de los niños, niñas y adolescentes a través del apoyo interfamiliar.

El modelo está listo para que, con las necesarias adaptaciones, pueda ser implementado, por parte de las administraciones locales, en las grandes ciudades, especialmente en aquellas con importantes porcentajes de población inmigrada.

Las familias usuarias de este servicio podrían ser la punta del iceberg de una demanda subyacente, que hoy por hoy no tiene a quién dirigirse, pero cuya atención puede significar acceder a un nivel de seguridad más alto del que muchas familias andan faltas y que, sin duda, mejoraría la atención que reciben sus hijos e hijas.

[1]Se han utilizado nombres ficticios para proteger la identidad de las personas que han sido entrevistadas.

[2]https://ajuntament.barcelona.cat/infancia/es/canal/servei-de-families-collaboradores (página en castellano) y https://ajuntament.barcelona.cat/infancia/ca/canal/servei-de-families-collaboradores (página en catalán).

[3]http://www.manresa.cat/web/menu/4360-atencio-a-la-infancia-adolescencia-i-familia (página web en catalán).

[4]Quiroga, V.; y Alonso, A. (2011). Abriendo ventanas. Infancia, adolescencia y familias inmigradas en situaciones de riesgo social. S.l.: UNICEF (España) y Fundació Pere Tarrés. https://www.unicef.es/publicacion/abriendo-ventanas-infancia-adolescencia-y-familias-inmigradas-en-situaciones-de-riesgo

[5]Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil. (2021). Madre no hay más que una: monoparentalidad, género y pobreza infantil. https://www.comisionadopobrezainfantil.gob.es/es/madre-no-hay-m%C3%A1s-que-una-monoparentalidad-g%C3%A9nero-y-pobreza-infantil.

«La presentación entre la familia biológica y la familia de acogida. Una necesidad a corto, medio y largo plazo», Renovando desde Dentro, nº12


Antes de empezar quiero pedir disculpas, porque la herramienta que voy a presentar parte de la experiencia en acogimiento familiar y en adopciones abiertas. Pondré muchos ejemplos de casos de acogimiento familiar, con el propósito de transmitir como mensaje que la mesa del cambio requiere que primero todos y todas sus protagonistas se conozcan, se pongan cara, como primer paso para poder más adelante empezar a pensar juntos en cómo ayudar a los chicos y chicas.

Un mini-ejemplo real de hace menos de un mes y medio …

Hola Alberto, buenas noches. Te agradecemos mucho tus palabras porque no estamos habituados a que nadie nos explique ni cómo está nuestra hija ni mucho menos cómo nos sentimos nosotros.

Te voy a dar una alegría. Hoy la visita ha sido estupenda. María nos ha hablado de José y Marián (la familia de acogida con la que está empezando a salir poco a poco) y estaba muy orgullosa de la tarta en forma de corazón que les ha preparado. Ha sido muy natural y no se ha agobiado como otras veces. Le hemos dicho que nosotros mañana les íbamos a conocer y que, como ella, teníamos un poco de mariposas en el estómago.

Se ha sentido relajada y hablando con normalidad, lo que nos ha dado paz y cierta tranquilidad en la visita. Le hemos visto muy bien creo que se sintió a gusto ayer. Y eso para mí es todo.

Este mensaje de una madre biológica que no puede cuidar de su hija viene a dar continuidad a las preguntas que en el artículo de hace un año “Diseñando la mesa del cambio” [1]escribía…

Quiénes deben participar en la intervención especialmente planteando si las familias negligentes y/o desprotectoras pueden y deben participar en el cambio de sus hijos e hijas.
Cómo debe ser esa intervención: si se debe priorizar el trabajo individual con los chicos y chicas, o si se debe privilegiar la participación tanto de las familias que han generado el daño como las familias de acogida y adoptivas.
Y qué papel deben tener los profesionales que participan en esa mesa.

El mensaje de esta madre biológica, que podría ser cualquier madre de cualquier sistema de protección que no puede cuidar de su hija, sorprende porque transmite que hay otra mirada posible en el sistema de protección, una mirada que no se centra en lo que los profesionales deben hacer, sino en cómo ayudar a que los chicos y chicas atendidos puedan contar con la implicación, colaboración y participación de sus familias: tanto las de acogida, las adoptivas, las biológicas como los referentes técnicos emocionales de muchos chicos y chicas en centros de acogida.

Sus palabras transmiten cuestiones clave que debemos plantearnos y sobre las que queremos reflexionar en este artículo:

- La necesidad de que los padres y madres biológicos puedan tener información acerca de cómo están sus hijos e hijas, fotos y mensajes en momentos clave que les ayuden a sentir que siguen formando parte de su vida, aunque no vivan juntos. ¿Qué información reciben las familias de origen sobre sus hijos e hijas a lo largo de la intervención de protección?
- La importancia de que los chicos y chicas sepan que no deben elegir entre familias, porque las familias (de origen, de acogida o adoptivas) pueden pensar de manera conjunta o al menos de manera compartida, las soluciones para ayudar en las dificultades, miedos o inseguridades de cualquier chico o chica. ¿En cuántas ocasiones se plantea la búsqueda de soluciones a síntomas que muestran el miedo, el conflicto de lealtades y el sufrimiento no resuelto de manera conjunta con las familias de origen? Sin ellas, es difícil reparar todo el dolor que esconden las conductas difíciles de muchos chicos y chicas.
- La urgencia de que los espacios de visitas se conviertan en espacios donde poder hablar de la vida del chico o chica, donde se pueda manejar el conflicto de lealtades y donde se pueda explicar la historia de vida. Aún no se pueden juntar las dos familias de María, pero en breve lo van a hacer e incluso planificarán cómo poder contar la historia de lo que ha pasado para que reciba un mensaje coherente. ¿Podemos confiar en que esto lo pueden hacer las familias de origen o están dispuestas a participar en esto las familias adoptivas o de acogida, por el bienestar del chico o la chica?
- ¿Creemos posible que sean los propios padres y madres biológicos quienes presenten a sus hijos e hijas a las familias de acogida y esto dé paso a iniciar el proceso de acoplamiento?
Esta madre nos decía lo siguiente un par de semanas más tarde, habiendo participado en la presentación con la familia de acogida y habiendo entendido la necesidad de que ambas familias realicen gestos continuos que ayuden a María a sentir el permiso de sus dos familias para vivir tranquila este paso…

😉😉😉😉 muchísimas gracias por irnos contando estos momentos tan importantes para nuestra hija. Por lo que parece la niña va bien y se va poco a poco adaptando a la familia de acogida. A nosotros como padres nos da muchísima paz.

Hemos pensando en comprar nosotros un pijama divertido y alegre para su primera noche en casa de José y Marián así como el Gusiluz que creemos le puede ayudar por las noches. La idea es que se lo podáis dar a José y Marián y lo dejen en su casa así para que mi hija tenga eso preparado.

Eso lo haríamos encantados.

La presentación con ellos fue un día muy positivo y de comienzo de una fase distinta y de respeto. Nuestra hija no merece menos. Aquí nos va a tener la familia para todo.

Era la propia madre la que había respondido a la pregunta que solemos hacer a las familias que acogen: ¿cómo podría la familia de origen ayudar a la estabilidad de tu acogimiento familiar en situaciones de crisis? Ya lo veis, algo tan complicado y tan sencillo como que María descubra al llegar a su casa un pijama que le han regalado sus padres y que ha llegado de manos de su familia de acogida.

La presentación entre las familias de acogida y las familias de origen es una intervención imprescindible para que cualquier medida de protección contribuya a reparar dolor. Todas las medidas de protección generan dolor y sufrimiento, y es esta presentación la que minimiza uno de los talones de Aquiles del acogimiento familiar o la adopción, como es el conflicto de lealtades.

¿Qué buscamos con esta intervención?

Unos meses antes esta madre biológica hacía esa misma pregunta: “¿Para qué esa presentación?, ¿Qué aporta…?”. Y le respondíamos que sus beneficios eran muchos, pero que sobre todo buscábamos que al finalizar la misma pudiéramos hacer una foto de ambas familias juntas con los o las profesionales que intervienen en el centro, para que el niño o la niña pueda visualizar a todas las personas que van a hacer todo lo posible por mejorar su situación.

Y es una pregunta oportuna porque estos encuentros generan mucho miedo de entrada en ambas familias: cómo le va a ver la otra parte, qué reacción van a tener cuando nos vean (rechazo, culpa, rabia…). Y esa pregunta me hace recordar una escena en que un padre biológico con muchos descontroles y muy violento participó en la presentación de la familia que iba a acoger a su hija de manera permanente, y fue vestido con sus mejores galas, hizo lo posible por estar muy educado, tanto que no paraba de sudar y de pedir perdón. Sólo quería que su hija supiera que había estado ahí y que se había portado bien con su nueva familia…

En el fondo buscamos que los chicos y chicas sepan que los mayores (sus familias y el equipo de profesionales) somos capaces de buscar todas las vías de encuentro, comunicación y diálogo necesarias para minimizar su dolor y su sufrimiento.

Una madre biológica hace un año le decía a su hija de 6 años en acogimiento familiar permanente en el intercambio de la visita con su acogedora delante: “Yo he hecho muchas cosas mal y voy a hacer lo posible por arreglarlas, pero quiero que te portes bien con Nekane, ella es tu mamá todo el tiempo y yo soy tu mamá en las visitas”. El gesto de la niña cambió.

Este gesto, este cambio es lo que buscamos, porque las consecuencias de una presentación bien hecha, impactan en los chicos y chicas en protección, en sus cuerpos, en su mirada y en lo que sienten.

¡Esto no puede ser posible! No vamos a conseguir con padres y madres complicadas lo que no se logra ni en los divorcios más funcionales.

Esta frase se repite muchas veces entre los profesionales y es un prejuicio de muchas familias. Nadie cree que esto sea posible. Las familias de origen participan en esta presentación por sus hijos e hijas. Y no requiere un gran trabajo convencerles de sus beneficios, porque cuando se les transmite que eso va a dar tranquilidad a sus hijos e hijas, como para la madre de María, dicen  “Eso para mí es todo”.

No sé si a lo largo de mis 25 años de intervención en casos de acogimiento familiar he podido participar en muchos milagros, pero puedo decir que esto es una práctica sistematizada, estructurada y ritualizada, que permite que esto se lleve a cabo en todos los casos, no solo con los padres y madres biológicas colaboradoras o sencillos (es decir los que no van a dar problemas), sino en todos los casos, independientemente del tipo de maltrato que hayan vivido los chicos y chicas.

Es decir, la presentación sigue siendo buena y necesaria, aunque haya sospecha de que un padre biológico haya podido tener conductas abusivas con su hijo o hija, o le haya maltratado físicamente. Porque el conflicto de lealtades es igual de intenso y contenerlo es igual de prioritario en todos los tipos de maltrato infantil.

Al menos considero imprescindible que se intente técnicamente desde antes de empezar la acogida y, si no se consigue, se mantenga el esfuerzo a lo largo de la medida para lograrlo. Es posible que en algunos casos no se consiga, pero son los mínimos.

Si la pregunta es en qué casos de acogimiento familiar en familia ajena debe favorecerse esta presentación, mi respuesta es que hay que intentarlo en todos los casos. Algunas aclaraciones:

- Independientemente del tipo de maltrato previo. Porque una cosa es que esta herramienta ayude a disminuir el conflicto de lealtades y otra es el proceso emocional de reparación y elaboración del daño vivido de cada chico o chica. Esta presentación no interfiere. Ayuda.
- A veces se considera que, si hay algún tipo de orden de alejamiento entre el chico o la chica y su familia de origen, tampoco sería deseable. Pero tenemos que explicar que las órdenes de alejamiento son de los padres o madres biológicos respecto al chico o la chica, no respecto a la familia de acogida ni respecto a los profesionales, argumento en que se ampara a menudo la ausencia de intervención con los padres y madres biológicos en estos supuestos.
- Las familias biológicas que colaboran presentan problemáticas muy graves, pero la capacidad de expresar frases como las recogidas aquí es porque, como suele señalar coloquialmente mi compañero Javier Múgica, las familias no son 100 % buenas ni malas, y lo que hacen lo hacen por sus hijos e hijas. Las familias biológicas a menudo quieren a sus hijos e hijas y son capaces de participar en estos espacios solo por evitarles sufrimiento.
- Intentarlo debe implicar ser capaz de planteárselo a todos los casos; en muchos se consigue antes de empezar el acoplamiento, pero, cuando no es posible, seguimos intentándolo, porque las familias biológicas también necesitan tiempo para desatascarse y entender lo que se les propone.

No es cuestión de términos, pero las palabras sí importan

¿Qué debemos buscar en la participación de una familia biológica en el acogimiento familiar? Su aceptación de la medida, suimplicación, la colaboración o su consentimiento formal.

- Consentimiento: cuando la intervención busca este, normalmente los esfuerzos se dirigen a que dejen por escrito su aceptación.
- Aceptación de la medida: cuando se habla de aceptación se entiende la capacidad para reconocer la imposibilidad de cuidar de los propios hijos e hijas, y asumir la medida de acogimiento familiar como una medida necesaria y beneficiosa.
- Colaboración en el acogimiento: cuando se trabaja desde esta perspectiva, no se necesita tanto que los padres y madres consientan el acogimiento ni que lo acepten emocionalmente, ya que se considera que es un objetivo que se logra a largo plazo. Sino que se busca que la familia biológica participe dando mensajes que no interfieran en el acogimiento, ayuden a sus hijos e hijas reconociendo que no pueden cuidarles, y faciliten la presentación de la familia de acogida en un primero momento.
Pero la colaboración implica necesariamente una actitud positiva y favorable de la familia de origen a lo largo de la acogida. Por eso, si bien este es el objetivo que se persigue con las familias de origen, los y las profesionales debemos tomar otro término como referencia: la implicación de la familia de origen.

La implicación supone todas aquellas estrategias que son dirigidas o fomentadas por los equipos profesionales y que favorecen esta colaboración. Presentamos algunas de estas medidas, respecto a las cuales la madre de María se mostraba sorprendida porque no se había sentido así atendida en muchos momentos:

- No dar ningún paso con el chico o la chica hasta informar a la familia biológica y buscar su participación y colaboración.
- Fomentar que la familia biológica valide al profesional que va a preparar a sus hijos o hijas para cualquier decisión.
- Dar explicaciones claras a las familias de origen y realistas, destacando su papel en la estabilidad emocional de sus hijos o hijas.
- Ofrecer una explicación sencilla que puedan trasladar a sus hijos e hijas de por qué no pueden cuidarles y en qué situación van a estar (acogimiento familiar, residencial, adopción…).
- Preparar a la familia de origen ante eventuales o posibles preguntas de sus hijos e hijas que se les haga difíciles poder responderlas.
- Trabajar la disponibilidad a conocer a la familia de acogida que va a cuidar de sus hijos e hijas, para que les trasladen directamente las características de estos y así evitar una triangulación compleja que sostiene el conflicto de lealtades a largo plazo.
- Ofrecerles ejemplos y pautas de cómo dar permiso emocional a sus hijos e hijas (el ejemplo del pijama de los padres de María…).
- Ayudarles a transmitir a sus hijos e hijas una explicación adecuada y realista de su actitud inicial cuando no están de acuerdo con el acogimiento. Porque se puede no estar de acuerdo e incluso oponerse judicialmente a las medidas establecidas por los equipos técnicos, y colaborar en el acogimiento de sus hijos e hijas. El ejemplo de María es uno de ellos.
- Y el más importante de todos, mantener informados a los padres y madres biológicos a lo largo de toda la intervención. Por ejemplo, una madre que el día de Reyes recibe un mensaje con la foto de su hija abriendo los regalos de su familia biológica en casa de su familia de acogida o la posibilidad de que algo tan sencillo y a la vez tan complejo como organizar los regalos de Navidad, se haga de manera compartida entre ambas familias.
Ambos son ejemplos de cuestiones sencillas, fundamentales para muchos chicos y chicas, que, cuando no se buscan soluciones entre las familias y los equipos técnicos, los chicos y chicas terminan asumiéndolas. Entonces hablamos de chicos y chicas parentalizados, y en la práctica son chicos y chicas que buscan soluciones cuando los mayores han renunciado a la posibilidad de establecer canales de comunicación centrados exclusivamente en las necesidades de los niños, niñas y adolescentes acogidos.

Porque la familia de origen puede no estar de acuerdo con una medida de protección y al mismo tiempo puede colaborar y ayudar a minimizar el daño de su hijo o hija. Pero lo que no se puede hacer es exigir a una familia de origen que colabore y que a nivel técnico no se promueva y se busquen todas las estrategias y recursos creativos para favorecer su implicación, aunque cueste técnicamente.

Pero ¿por qué la insistencia en una técnica tan específica como la presentación?

Porque la presentación entre la familia de acogida y de origen, evita el proceso de dilución o disolución familiar que tanto ha denunciado Jorge Colapinto[2]. La dilución del proceso familiar se basa en la tendencia de los equipos técnicos a centralizar todas las decisiones de las familias en cualquier medida de protección, cuando los profesionales deben ser quienes ayuden a construir la red de relaciones que deberán funcionar cuando el sistema de protección haya dejado de intervenir por ejemplo tras la mayoría de edad.

La presentación pone en el centro del tablero a las dos familias y sitúa a los equipos técnicos con una función clave que es establecer inicialmente las reglas de la comunicación (que siempre es una, todo lo que se aborde debe estar relacionado con lo único que tienen en común, que es el niño o la niña) y luego favorecer una comunicación donde se ayude a la traducción de las emociones subyacentes.

Suelo contar como un recuerdo emotivo cómo hace ya casi diez años una chica que había atendido y que había estado en acogimiento familiar, me invitó a su boda y me explicó que el motivo era que quisiera que me sentara entre su madre de acogida y su madre biológica. Sin duda fue una boda diferente, pero tenía sentido en el proceso de ayudar a construir una red de relaciones entre dos familias en situaciones diferentes, que se han vivido como competencia y con miedo a que una le quite a la otra el niño o la niña. Porque son familias condenadas a entenderse con el tiempo para ayudar a que la fragilidad y vulnerabilidad de estos chicos y chicas no les haga más daño cuando tengan que gestionar sus dos familias ellos solos.

La presentación entre ambas familias ayuda a transmitir que no hay familias mejores y peores, sino que ambas son necesarias. Permite huir de una tendencia a establecer prejuicios morales contra la familia de origen y a tener una visión heroica de las familias de acogida y adoptivas. Todas son necesarias para construir ese canal de comunicación de mínimos que facilite la vida y la reparación del daño y del sufrimiento en todos ellos.

Una intervención profesional práctica que prioriza el encuentro continuo entre ambas familias

Es necesario huir de idealizaciones de esta práctica. Esta metodología es pragmática porque tiene como objetivo minimizar el impacto doloroso de cualquier medida de protección, entre otras cosas. Por eso necesitamos clarificar qué se busca y qué no se busca en esta relación con intermediación profesional continua…

- No se busca crear relaciones de afecto entre ambas familias, sino de colaboración y cordialidad… Pero no descartemos que estos lazos se generen a medio y largo plazo, momento en el que la intermediación profesional deberá ser menor.
- No se trata de conseguir una relación abierta. La relación entre ambas familias requiere de límites que con el tiempo se puedan ir diluyendo y que se vaya facilitando que ambas familias puedan buscar soluciones de manera más autónoma. Este paso requiere tiempo.
- No busca tampoco fomentar la empatía ni el apoyo mutuo entre ambas familias, sino fomentar una colaboración centrada en el chico o la chica exclusivamente. La comprensión mutua ayuda sin duda.
A modo de ejemplo, hace muchos años un niño acogido les dijo a sus acogedores si podían regalarle a su madre el sofá que ellos iban a cambiar, porque la madre no tenía apenas dinero para uno nuevo. El equipo técnico dijimos que no, porque el límite de su relación se centraba en las necesidades del niño y el sofá no tenía que ver nada con eso. Este límite debe ser muy claro al principio y diluirse conforme las familias han comprendido los límites de la comunicación y de la relación entre ambas.
- Implica mantener espacios de encuentro continuados entre ambas familias (en los intercambios de las visitas, en reuniones cada dos o tres meses para planificar por ejemplo cómo trabajar la historia de vida, abordar dificultades del chico o la chica…).
- Requiere ofrecer estrategias de respuesta para posibles encuentros casuales informales entre ambas familias en la calle, en la playa, en un partido de fútbol, en un centro comercial o en la Cabalgata de los Reyes Magos, ejemplos todos ellos donde se han producido estos encuentros. Si estos encuentros no han sido organizados con ambas familias presencialmente, cuando llegue el momento, es altamente posible que se genere una situación incómoda para las personas adultas y de alta angustia para el chico o la chica.
- Facilitar que sea la familia biológica quien cuente la historia del niño, niña o adolescente y que sea la familia de acogida la que ayude a dar continuidad a la misma, o que participe transmitiendo a la familia de origen dudas que pueden tener los chicos y chicas.
- Garantizar una transmisión continuada de información sobre el niño o la niña ayudándole a transmitir que el mayor gesto de respeto hacia la otra familia es trasladarle la información real de lo que vive el niño o niña. En este caso son los acogedores quienes transmiten al principio de la visita cómo ha estado el chico o chica desde la última visita y son los padres y madres biológicos quienes transmiten a la familia de acogida todo lo que han hecho en la visita.
- Implica un trabajo de estructuración de límites, normas de relación y de gestión del régimen de visitas que favorezca actitudes de flexibilidad por todas las partes.
- Y, sobre todo, supone ayudar a comprender a todas las personas que participan (familias y profesionales) que ambas familias son necesarias.

Cómo se prepara a las familias para este encuentro

La presentación forma parte de un modelo de intervención global, integral y continuado que tiene como base un modelo teórico específico y propio. No es necesario llevar a cabo la preparación de la familia de acogida ajena porque una familia de acogida que no está dispuesta a conocer a los padres y madres biológicos no debería participar en un acogimiento familiar y porque en la formación previa se trabaja con ejemplos y dinámicas concretas.

Por su parte la preparación de la familia biológica se lleva a cabo desde que se propone que su hijo o hija vaya a vivir con una familia de acogida y de manera continua a lo largo de toda la acogida. Esta preparación implica trasladar firmeza y determinación al tiempo que trasladar la importancia de su implicación para la tranquilidad de su hijo o hija. A menudo cuando empezamos a preparar a una familia biológica le decimos: “El acogimiento lo vamos a poner en marcha sí o sí, pero podemos hacerlo contigo o sin ti; preferimos hacerlo contigo” y, a continuación, les explicamos los pasos clave y cómo pueden participar y colaborar.

Esta preparación implica una intervención muy intensiva durante tres semanas como mínimo, intentando que en esa tercera semana se pueda llevar a cabo la presentación entre las familias. Se explica a las familias todo el ritual, su papel, cómo se les va a ayudar, trasladando desde la convicción que son figuras relevantes para sus hijos e hijas. Si la figura profesional no se cree este mensaje, será difícil que pueda gestionarla adecuadamente. No nos pagan por juzgar a las familias, sino por buscar soluciones al dolor y sufrimiento que sus familias de origen han generado.

Un modelo de intervención sistematizado, ritualizado y de sentido común

Me maravilla cuando me dicen que esta intervención que hacemos es maravillosa porque nunca olvidaré que el día que me planteé dejar a mi hijo pequeño con alguien que le cuidara porque yo no podía hacerlo. Sencillamente estuve un rato largo con esa persona, lo que facilitó que mi hijo se fuera de mis manos a las de ese otro amigo, sin problema confiado y tranquilo. Este es el sentido común que intentamos promover con el siguiente modelo de trabajo: que los chicos y chicas pasen de manos a manos en todos los procesos y cambios de medidas. Aunque los ejemplos no son iguales, la acción genera el mismo impacto: tranquilidad a las personas menores de edad y eso es lo que vale.

La presentación entre la familia de origen y la de acogida se intenta llevar a cabo en todos los casos de familia ajena antes de que se inicie el acoplamiento. Esta presentación se prepara durante varias semanas con ambas familias y se organiza hasta el más mínimo detalle.

Esto supone que no se activa la presentación del niño o la niña a la familia de acogida (salvo contadas excepciones) sin que se hayan conocido ambas familias y sin que se haya intentado que sea la propia familia de origen quien presente a su hijo o hija a la familia de acogida. Esta segunda presentación daría para otro artículo y la experiencia habla de su gran potencial a nivel emocional. 

Suena bonito, pero la realidad y las numerosas fotografías que hemos venido haciendo a lo largo de los años, muestran que el sistema de acogida requiere que en la mesa estén ambas familias y el equipo técnico con el niño o la niña.

La propia presentación requiere en torno a un espacio de 45 minutos.

- Se inicia con un saludo formal entre ambas partes, sentados en torno a una mesa redonda, con la participación de dos profesionales (uno que se centre más en atender a la familia de acogida y la otra profesional a la familia biológica) que van a hacer una presentación inicial que ayude a clarificar los límites de la relación entre ambas y los beneficios para el niño o niña de dicho encuentro.
- A continuación, se pide que sea la familia de origen la que traslade información relevante sobre su hijo o hija (salud, hábitos, dificultades, estrategias que le ayudan)…
- … Para ir dando paso a una conversación en la que es la familia de acogida la que pregunta y la familia de origen la que aporta información y sugiere.
- Y finaliza el ritual con una foto conjunta que será utilizada para trabajar con el niño o niña y que ambas familias van a tener diluyendo el miedo a la reacción o rechazo de la otra parte.

En muchos de estos encuentros es común ver cómo el equipo técnico empieza en la mesa dirigiendo la conversación y termina poco a poco echando el cuerpo hacia atrás y dejando a ambas familias compartir información. Todos los gestos técnicos ponen en el centro de la reunión al niño o niña y el esfuerzo de ambas familias, generando un proceso de dilución de los profesionales necesario. Porque cuando podemos conseguir esta comunicación, el conflicto de lealtades no es una prioridad técnica y podemos enfocarnos en reparar el daño concreto que las experiencias adversas en sus familias de origen generaron.

Presentar a ambas familias no significa tener que promover la reunificación. Esta presentación es independiente de la modalidad de acogida (excepto en los acogimientos de urgencia), del tipo de maltrato que ha originado la situación de desprotección y de la familia de acogida. Sin embargo, no es posible llevarlo a cabo cuando la familia de acogida mantiene una visión muy negativa, crítica o cargada de prejuicios de la familia de origen. En nuestra forma de trabajar, este modelo de intervención implica evaluar la disposición a esta colaboración en la familia de acogida también. Por tanto, es un modelo que condiciona el tipo de valoración psicosocial previa al acogimiento o la adopción, la intervención a lo largo de la medida y en especial todo el trabajo de historia de vida y de reparación traumática.

Y después de esta presentación, ¿qué más se hace?

La presentación solo es el primer paso de una forma de relación que va a promover entre otras acciones a lo largo de toda la acogida que…

- Ambas familias se encuentren en los intercambios de las visitas y compartan la información sobre el niño o niña.
- Que se puedan organizar encuentros entre ambas familias cuando hay que hacer frente a situaciones de crisis del acogimiento, conductas complejas o pensar en cómo abordar la historia de vida, o responder a preguntas importantes de la persona menor de edad.
- Favoreciendo que en temas tan pequeños como los regalos de Navidad, cumpleaños, etc.,  se promuevan formas colaborativas que eviten la confusión cuando una persona menor de edad debe celebrar su cumpleaños en diferentes días con sus dos familias, recibe los mismos regalos por no haber sido posible una comunicación entre las partes…

Porque se puede trabajar para que las familias biológicas aprendan a cuidar de sus hijos e hijas en la distancia cuando se encuentran con medidas de protección a la infancia.

Sentido y sensibilidad

El título de esta película, que emociona a mi mujer desde hace años, está a la base de lo que quiero transmitir: este modelo de intervención REQUIERE…

- SENTIDO, porque es una intervención que requiere una visión en la que nadie sobra y todas las partes son necesarias para reparar el daño y sufrimiento. Esto no supone ni una visión edulcorada ni ingenua de la familia biológica, porque el foco está en lo que el niño o niña necesita para poder superar sus vivencias y recuerdos dolorosos.
- Y SENSIBILIDAD, porque es una intervención que no se debe improvisar, muestra una estrategia continuada de la necesidad de intermediar en la comunicación y relación entre ambas familias. Los gestos son claves para transmitir la importancia de ambas familias y este proceso solo se puede llevar a cabo cuando uno mismo como profesional está convencido o convencida.

Un ejemplo transferible a todas las medidas de protección

Si bien hemos hablado del acogimiento familiar en familia ajena, esta herramienta se puede trasladar con matices y con la misma eficacia a los acogimientos en familia extensa, los procesos de mediación de orígenes en adopción, las adopciones abiertas, los acogimientos referenciales o de fin de semana y vacaciones, los acogimientos familiares especializados, el papel de la familia de origen cuando un chico o chica se incorpora a un centro de acogida…

En el fondo, más que una técnica concreta, este proceso materializa un modelo de intervención en el que se busca que el chico o la chica cuente con una red bien tejida entre sus familias y los profesionales, para que con el tiempo oriente su vida y decida lo que más le ayude, pudiendo saber que cuenta con el apoyo de todos los referentes emocionales, familiares y profesionales que han participado en su proceso.

Vuelvo a traer a Colapinto con esta frase que ya puse en mi artículo anterior: “Una vez que el valor de la conexión familiar es reconocido, las ‘intervenciones’ no son tan complicadas de diseñar”[3]. Pero para ver cómo valoramos esa conexión familiar, debemos preguntarnos:

- ¿Qué información transmitimos tanto a las familias de origen, las de acogida, adoptivas, etc., a lo largo de la intervención de protección? Cuanta más información, más capacidad y autonomía de las familias para pensar conjuntamente.
- ¿En cuántas ocasiones se plantea la búsqueda de soluciones a síntomas o problemas graves de los chicos y chicas con la participación e implicación de ambas familias?
- ¿Qué importancia doy a promover esta relación pensando en la mayoría de edad de los chicos y chicas que atendemos?
- ¿Puedes imaginarte que las dos familias de un chico o chica acogido o adoptado, o la familia de origen y los profesionales con importante referencia emocional para un menor en un centro de acogida, colaboren y faciliten explicaciones sobre su historia de vida pensadas conjuntamente?
- ¿Creemos posible que sean los propios padres y madres biológicos quienes presenten a sus hijos e hijas a las familias de acogida o a los equipos técnicos de los centros de acogida y esto dé paso a iniciar la medida de protección?
- ¿Qué procesos deberíamos cambiar técnicamente y en los protocolos para que este tipo de presentación ayude a minimizar el daño que toda medida de protección genera?

Y para terminar y tomando como referencia al personaje del Principito de Antoine de Saint-Exupéry diré, después de toda la extensión de este artículo, una frase que resume mi experiencia con esta metodología de trabajo y el impacto que he observado de la misma en muchos chicos y chicas y sus familias: LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS. Porque el impacto de una presentación se siente, se incorpora a la memoria corporal y permite un conocimiento más profundo de los chicos y chicas a través del conocimiento previo de sus padres y madres. Y eso, para cualquier niño, niña o adolescente, al igual que para la madre del principio LO ES TODO. Quiero dar especialmente las gracias a Javier Múgica, que fue el primer profesional que abogó por esta técnica hace más de 25 años y que el tiempo nos ha ayudado a perfeccionarla, afinarla y generalizarla en nuestros equipos técnicos. Con mucho cariño, Javi. Este artículo también es tuy

[1]Rodríguez González, A. (2022). Artículo 4 (enero 2022): Diseñando la mesa del cambio. ¿Qué tipo de intervención es más eficaz en la reparación de daños por desprotección infantil? https://renovandodentro.wordpress.com/2022/01/19/articulo-4-disenando-la-mesa-del-cambio-que-tipo-de-intervencion-es-mas-eficaz-en-la-reparacion-de-danos-por-desproteccion-infantil-por-alberto-rodriguez/

[2] Colapinto, J. (1998) La dilución del proceso familiar en los servicios sociales: Implicaciones para el tratamiento de las familias negligentes. Redes: revista de psicoterapia relacional e intervenciones sociales, 1(2), pp. 9-36. Recuperado de: https://www.colapinto.com/files/Dilucion_Proceso.pdf

[3] Minuchin, P., Colapinto, J., y Minuchin, S. (2013). Pobreza, institución y familia. Barcelona: Amorrortu

Consulta pública Estrategia estatal de desinstitucionalización para una buena vida en la comunidad.

Se inicia (6 de marzo 2023) la consulta pública en el marco del diseño 
de la Estrategia estatal de desinstitucionalización 
para una buena vida en la comunidad.

Esta consulta está dirigida a cualquier persona relacionada con los diferentes grupos de población a los que se dirige esta Estrategia: personas mayores, personas con discapacidad, personas en situación de sinhogarismo, niños, niñas y adolescentes en el sistema de protección.

En ella, pueden participar personas que tengan una experiencia personal de institucionalización o sean susceptibles de tenerla, sus personas cuidadoras, profesionales del sector social, personas expertas o que brinden apoyo o servicios a estos grupos de población, y toda aquella persona que tenga interés en participar en el desarrollo de la Estrategia estatal de desinstitucionalización.

Se puede acceder a la consulta pública a través del siguiente enlace:
ACCEDE DESDE AQUÍ

Nos interesa contar con la opinión de todas las personas, por ello es de vital importancia contar con el máximo de opiniones, para de este modo obtener unos resultados robustos que apoyen el desarrollo de la Estrategia.

Pedimos vuestra ayuda para darle la mayor difusión posible a esta encuesta compartiendo este enlace entre todos vuestros contactos, pudiéndolo compartir a través de redes sociales, páginas web o cualquier otro canal de comunicación que se considere oportuno.

Para cualquier duda, se puede escribir a: estrategiadesinstitucionalizacion@fresnoconsulting.es ¡Muchas gracias!

 

KIKO Y LA MANO Manual de Formación para Profesionales. Maestras y maestros protectores, niñas y niños protegidos:

Formación en Educación Infantil para prevenir el abuso sexual infantil.

F. Javier Romeo-Biedma
y Pepa Horno (Espirales Consultoría de Infancia)
Consultores internacionales del Consejo de Europa/Niños
www.coe.int/children
Construyendo una Europa para y con los niños y niñas.



Introducción:  ¿por qué un manual para la formación de profesionales en la prevención del abuso sexual infantil?
El objetivo de este manual es proporcionar a los maestros y maestras, educadores y educadoras y profesionales en general que trabajan con niños y niñas de 3 a 6 años los conocimientos, habilidades e ideas necesarios para llevar a cabo sesiones de formación para la prevención del abuso sexual infantil.
Para ello, necesitan tener un conocimiento profundo sobre el abuso sexual infantil y sus consecuencias.

Estos conceptos son difíciles de asimilar. A las personas adultas nos gustaría creer que los niños y niñas mantienen la inocencia durante toda su infancia y que nunca les sucede nada perjudicial, pero esa no es la realidad. El abuso sexual infantil tiene lugar con más frecuencia de lo que podríamos esperar, y sigue siendo un problema oculto, invisible, que no se detecta, que no se nombra y que no se atiende. Por tanto, es necesario desarrollar e integrar esas competencias a través de actividades experienciales: unos ejercicios que crean consciencia tanto en las personas adultas como en los niños y niñas.

Las orientaciones proporcionadas en este manual tienen como objetivo brindar a quienes trabajan con niños y niñas de Educación Infantillas herramientas necesarias para desarrollar, a través de la práctica y la teoría, una comprensión básica del abuso sexual infantil, las diferentes formas que adopta, y sus consecuencias e indicadores, con el fin de que tengan un concepto claro de este fenómeno tan complejo y de que así puedan proteger a los niños y niñas a su cargo.

El abuso sexual infantil es una problema oculto: Según las estimaciones del Consejo de Europa, el abuso sexual infantil afecta a uno de cada cinco niños, niñas y adolescentes en Europa. Sin embargo, es un tema delicado en la mayoría de las sociedades y resulta difícil de comentar abiertamente. Los mitos y tabúes en torno a la sexualidad abundan en todas las culturas, especialmente en relación con los niños y niñas, y el abuso sexual infantil sigue siendo un problema oculto: las personas se sienten incómodas hablando sobre el tema y evitan pensar en ello porque les angustia. No pueden entender cómo puede abusar alguien de un niño, niña o adolescente. Y, sin embargo, sucede, y más a menudo de lo que pensamos, vemos o detectamos...

Estrategia estatal de desinstitucionalización: Para una buena vida en la comunidad.

Acceso a la web de la Estrategia

Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 20-30


"Se trata de promover servicios que permitan a las personas 

vivir con independencia y autonomía 

en su entorno familiar, social y comunitario".


La Estrategia

¿Qué se quiere conseguir con ella?


Dar un impulso en el desarrollo de los servicios comunitarios y la transformación del modelo de apoyos y cuidados, poniendo en el centro los derechos

y el proyecto de vida de cada persona.


Por eso nos dirigimos a grupos de población diversos.

Como personas mayores, personas con discapacidad. Niños, niñas y adolescentes.

Personas en situación de sinhogarismo

y otros colectivos institucionalizados.


¿Cómo será el proceso?

El proceso se dividirá en tres fases, entre noviembre de 2022 y enero de 2024.


El Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 tiene entre sus objetivos la transformación de los servicios de apoyo y cuidados dirigidas a las personas que más lo necesitan para garantizar que todas las personas puedan vivir donde ellas elijan. 
Actualmente, muchos de estos servicios dirigidos a personas con más necesidades de apoyo se prestan en grandes instituciones y precisamente el objetivo de la futura Estrategia es tratar de promover servicios que permitan a las personas vivir con independencia y autonomía en su entorno familiar, social y comunitario. 
La futura Estrategia de Desinstitucionalización y desarrollo de servicios de apoyo comunitarios quiere priorizar la atención personalizada en la comunidad. Para niños y niñas, esta atención tiene que realizarse en el entorno familiar, prioritariamente. 
El compromiso del Gobierno es garantizar que todas las personas tengan acceso a los servicios que más les pueden ayudar y sobre todo asegurarnos de que pueden ejercer sus derechos en igualdad de condiciones que cualquier otra persona. Evento de presentación 8 de febrero de 2023 
De esta manera estaríamos reforzando el cumplimiento de nuestra Constitución, pero también del Pilar Europeo de Derechos Sociales y de varias convenciones de Naciones Unidas como la de los Derechos de las Personas con Discapacidad o de los Derechos de la Infancia. 

La Sociología de la Infancia en tiempo de incertidumbre, II Encuentro Nacional, CI-17, FES.


II ENCUENTRO NACIONAL

LA SOCIOLOGÍA DE LA INFANCIA EN TIEMPO DE INCERTIDUMBRE

15 de febrero de 2023

Escuela de Gobierno. Universidad Complutense de Madrid

 

Tomamos la palabra incertidumbre en su genuino significado, esto es, la falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo. Cuando todo el mundo estaba sufriendo la pandemia y luchando para contrarrestar sus efectos, la incertidumbre se cernía sobre cuál sería la forma de salida y cómo sería el mundo después de que la sociedad hubiera experimentado que ciertos riesgos anunciados podían materializarse. Sin apenas haber tenido tiempo para rehacerse y aprovechar las enseñanzas de este fenómeno, tan inusual hasta el momento, otras amenazas globales han tomado cuerpo, invadiendo nuestra vida cotidiana: la evidencia de la crisis climática, la guerra en Europa, los conflictos largamente larvados que estallan en otros lugares, las consecuencias políticas, económicas y sociales de todo ello.

Los niños, las niñas y las y los adolescentes, no son seres de otro planeta, sino que habitan el mismo que las personas adultas, y experimentan las consecuencias de los cambios estructurales de cualquier orden igual que ellas, como seres humanos, pero también como niños, circunstancia que amplía su vulnerabilidad.

En el Encuentro se presentarán las aportaciones que han sido presentadas, respondiendo a la convocatoria que se realizó el pasado mes de diciembre. Dentro de la diversidad, todas ellas comparten algunos rasgos en común, como son la forma de aplicar una perspectiva genuinamente sociológica a fenómenos que afectan a la infancia y la adolescencia y hacerlo con un enfoque reflexivo y crítico que invita y da pie a la construcción teórica al servicio del estudio de las vidas de niños y niñas en nuestro país.

El Encuentro se desarrollará en 3 sesiones, dedicadas a aportaciones teóricas, investigación y jóvenes investigadoras, respectivamente.

Todas las personas que presentan sus trabajos, habrán recibido previamente los resúmenes correspondientes al resto de ponencias, con el fin de facilitar el diálogo entre las distintas aportaciones. Y así, el tiempo de cada presentación se distribuirá entre mitad para exposición y mitad para discusión.

Al encuentro podrán asistir presencialmente otras personas que no presenten ponencias. Estas podrán participar en los debates y recibirán el correspondiente certificado de participación.

El Encuentro también podrá seguirse online a través del enlace que se facilitará oportunamente y participar a través de sus comentarios en el oportuno chat.

Inscripción aquí

Información y consultas: comitedeinfancia@gmail.com

 PROGRAMA

Horario

Sesión

Presentaciones

De 9,15 a 9,30

 

Recepción de participantes. Entrega de documentación

De 9,30 a 10,00

Saludo y presentación del Encuentro

Diana Jareño Ruiz. Vicepresidenta de la FES para la Formación y Escuela de Doctorado

Equipo CI17

De 10,00 a 10,30

Descanso, café

 

De 10,30 a 12,30

I.Aportaciones teóricas

 

Ø  Educación y emociones en la infancia: El mercado de las ilusiones. Eva María Jiménez Andújar. U. Zaragoza

Ø  Adultismo: una propuesta de demarcación conceptual desde el marco teórico e investigador de la Sociología de la Infancia. Iván Rodríguez Pascual. U. Huelva.

Ø  El papel de los niños en la construcción social del cuidado. Lourdes Gaitán Muñoz. Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia (GSIA).

Ø  Desincronización en la organización del tiempo escolar: una forma latente de violencia estructural hacia la infancia y la juventud. Daniel Gabaldón Estevan. U. Valencia.

De 12,30 a 14, 30

II.Investigación

 

Ø  Protección social y pobreza infantil: ¿Vamos bien?. Mª Carmen Mesa Raya. U. Zaragoza.

Ø  Las dimensiones de la desinstitucionalización de los niños tutelados en España. Kepa Larrañaga Martínez y Francisco Mielgo García. UCM y U. Granada.

Ø  Experimentando los comunes educativos. Niñas, Niños y Adolescentes en torno a prácticas de (pro) común. Mizzy Arciniega (UPF), Lucía del Moral (UCA), Cristina Serván (UCA), Sonia Páez (UPF)

Ø  La autonomía a debate en las políticas de emancipación. Elisabet Marco Arocas. U. Valencia.

De 14,30 a 16,00

Comida

 

De 16,00 a 18,00

I y II.  (continuación)

III.Jóvenes investigadores

 

Ø  Navegación social de niños y niñas migrantes no acompañados en Andalucía: adaptación en procesos de (in) movilidad. José David Gutiérrez Sanchez, Mariana Gómez Vicario. U. Pablo de Olavide.

Ø  La construcción de la identidad en Las adolescentes de ascendencia Magrebina en la comarca de la Ribera. Neus Sanchís Niclós. U Valencia.

Ø  Adolescentes y jóvenes adoptadas de origen chino: racismo daltónico en contexto de pandemia. Lucía Rabadán Gómez, Ainhoa Rodríguez García de Cortázar. U. Granada.

Ø  La Metodología Participativa Audiovisual: una propuesta de construcción teórica. Mª José Palacios, Mizzy Arciniega, Mónica Figueras, Sonia Paez. Grupo de Investigación en Juventud, Sociedad y Comunicación. U. Pompeu Fabra.

De 18,00 a 18,30

Conclusiones y despedida

Equipo CI17


Localización del encuentro
Escuela de Gobierno
Universidad Complutense de Madrid. 
Edificio B. Mas Ferré - Campus Somosaguas. 28223 Madrid. 
(Autobús A, desde Moncloa, Pº Ruperto Chapí).