Antes de empezar quiero pedir disculpas, porque la herramienta que voy a presentar parte de la experiencia en acogimiento familiar y en adopciones abiertas. Pondré muchos ejemplos de casos de acogimiento familiar, con el propósito de transmitir como mensaje que la mesa del cambio requiere que primero todos y todas sus protagonistas se conozcan, se pongan cara, como primer paso para poder más adelante empezar a pensar juntos en cómo ayudar a los chicos y chicas.
Un mini-ejemplo real de hace menos de un mes y medio …
Hola Alberto, buenas noches. Te agradecemos mucho tus palabras porque no estamos habituados a que nadie nos explique ni cómo está nuestra hija ni mucho menos cómo nos sentimos nosotros.
Te voy a dar una alegría. Hoy la visita ha sido estupenda. María nos ha hablado de José y Marián (la familia de acogida con la que está empezando a salir poco a poco) y estaba muy orgullosa de la tarta en forma de corazón que les ha preparado. Ha sido muy natural y no se ha agobiado como otras veces. Le hemos dicho que nosotros mañana les íbamos a conocer y que, como ella, teníamos un poco de mariposas en el estómago.
Se ha sentido relajada y hablando con normalidad, lo que nos ha dado paz y cierta tranquilidad en la visita. Le hemos visto muy bien creo que se sintió a gusto ayer. Y eso para mí es todo.
Este mensaje de una madre biológica que no puede cuidar de su hija viene a dar continuidad a las preguntas que en el artículo de hace un año “Diseñando la mesa del cambio” [1]escribía…
Quiénes deben participar en la intervención especialmente planteando si las familias negligentes y/o desprotectoras pueden y deben participar en el cambio de sus hijos e hijas.
Cómo debe ser esa intervención: si se debe priorizar el trabajo individual con los chicos y chicas, o si se debe privilegiar la participación tanto de las familias que han generado el daño como las familias de acogida y adoptivas.
Y qué papel deben tener los profesionales que participan en esa mesa.
El mensaje de esta madre biológica, que podría ser cualquier madre de cualquier sistema de protección que no puede cuidar de su hija, sorprende porque transmite que hay otra mirada posible en el sistema de protección, una mirada que no se centra en lo que los profesionales deben hacer, sino en cómo ayudar a que los chicos y chicas atendidos puedan contar con la implicación, colaboración y participación de sus familias: tanto las de acogida, las adoptivas, las biológicas como los referentes técnicos emocionales de muchos chicos y chicas en centros de acogida.
Sus palabras transmiten cuestiones clave que debemos plantearnos y sobre las que queremos reflexionar en este artículo:
- La necesidad de que los padres y madres biológicos puedan tener información acerca de cómo están sus hijos e hijas, fotos y mensajes en momentos clave que les ayuden a sentir que siguen formando parte de su vida, aunque no vivan juntos. ¿Qué información reciben las familias de origen sobre sus hijos e hijas a lo largo de la intervención de protección?
- La importancia de que los chicos y chicas sepan que no deben elegir entre familias, porque las familias (de origen, de acogida o adoptivas) pueden pensar de manera conjunta o al menos de manera compartida, las soluciones para ayudar en las dificultades, miedos o inseguridades de cualquier chico o chica. ¿En cuántas ocasiones se plantea la búsqueda de soluciones a síntomas que muestran el miedo, el conflicto de lealtades y el sufrimiento no resuelto de manera conjunta con las familias de origen? Sin ellas, es difícil reparar todo el dolor que esconden las conductas difíciles de muchos chicos y chicas.
- La urgencia de que los espacios de visitas se conviertan en espacios donde poder hablar de la vida del chico o chica, donde se pueda manejar el conflicto de lealtades y donde se pueda explicar la historia de vida. Aún no se pueden juntar las dos familias de María, pero en breve lo van a hacer e incluso planificarán cómo poder contar la historia de lo que ha pasado para que reciba un mensaje coherente. ¿Podemos confiar en que esto lo pueden hacer las familias de origen o están dispuestas a participar en esto las familias adoptivas o de acogida, por el bienestar del chico o la chica?
- ¿Creemos posible que sean los propios padres y madres biológicos quienes presenten a sus hijos e hijas a las familias de acogida y esto dé paso a iniciar el proceso de acoplamiento?
Esta madre nos decía lo siguiente un par de semanas más tarde, habiendo participado en la presentación con la familia de acogida y habiendo entendido la necesidad de que ambas familias realicen gestos continuos que ayuden a María a sentir el permiso de sus dos familias para vivir tranquila este paso…
😉😉😉😉 muchísimas gracias por irnos contando estos momentos tan importantes para nuestra hija. Por lo que parece la niña va bien y se va poco a poco adaptando a la familia de acogida. A nosotros como padres nos da muchísima paz.
Hemos pensando en comprar nosotros un pijama divertido y alegre para su primera noche en casa de José y Marián así como el Gusiluz que creemos le puede ayudar por las noches. La idea es que se lo podáis dar a José y Marián y lo dejen en su casa así para que mi hija tenga eso preparado.
Eso lo haríamos encantados.
La presentación con ellos fue un día muy positivo y de comienzo de una fase distinta y de respeto. Nuestra hija no merece menos. Aquí nos va a tener la familia para todo.
Era la propia madre la que había respondido a la pregunta que solemos hacer a las familias que acogen: ¿cómo podría la familia de origen ayudar a la estabilidad de tu acogimiento familiar en situaciones de crisis? Ya lo veis, algo tan complicado y tan sencillo como que María descubra al llegar a su casa un pijama que le han regalado sus padres y que ha llegado de manos de su familia de acogida.
La presentación entre las familias de acogida y las familias de origen es una intervención imprescindible para que cualquier medida de protección contribuya a reparar dolor. Todas las medidas de protección generan dolor y sufrimiento, y es esta presentación la que minimiza uno de los talones de Aquiles del acogimiento familiar o la adopción, como es el conflicto de lealtades.
¿Qué buscamos con esta intervención?
Unos meses antes esta madre biológica hacía esa misma pregunta: “¿Para qué esa presentación?, ¿Qué aporta…?”. Y le respondíamos que sus beneficios eran muchos, pero que sobre todo buscábamos que al finalizar la misma pudiéramos hacer una foto de ambas familias juntas con los o las profesionales que intervienen en el centro, para que el niño o la niña pueda visualizar a todas las personas que van a hacer todo lo posible por mejorar su situación.
Y es una pregunta oportuna porque estos encuentros generan mucho miedo de entrada en ambas familias: cómo le va a ver la otra parte, qué reacción van a tener cuando nos vean (rechazo, culpa, rabia…). Y esa pregunta me hace recordar una escena en que un padre biológico con muchos descontroles y muy violento participó en la presentación de la familia que iba a acoger a su hija de manera permanente, y fue vestido con sus mejores galas, hizo lo posible por estar muy educado, tanto que no paraba de sudar y de pedir perdón. Sólo quería que su hija supiera que había estado ahí y que se había portado bien con su nueva familia…
En el fondo buscamos que los chicos y chicas sepan que los mayores (sus familias y el equipo de profesionales) somos capaces de buscar todas las vías de encuentro, comunicación y diálogo necesarias para minimizar su dolor y su sufrimiento.
Una madre biológica hace un año le decía a su hija de 6 años en acogimiento familiar permanente en el intercambio de la visita con su acogedora delante: “Yo he hecho muchas cosas mal y voy a hacer lo posible por arreglarlas, pero quiero que te portes bien con Nekane, ella es tu mamá todo el tiempo y yo soy tu mamá en las visitas”. El gesto de la niña cambió.
Este gesto, este cambio es lo que buscamos, porque las consecuencias de una presentación bien hecha, impactan en los chicos y chicas en protección, en sus cuerpos, en su mirada y en lo que sienten.
¡Esto no puede ser posible! No vamos a conseguir con padres y madres complicadas lo que no se logra ni en los divorcios más funcionales.
Esta frase se repite muchas veces entre los profesionales y es un prejuicio de muchas familias. Nadie cree que esto sea posible. Las familias de origen participan en esta presentación por sus hijos e hijas. Y no requiere un gran trabajo convencerles de sus beneficios, porque cuando se les transmite que eso va a dar tranquilidad a sus hijos e hijas, como para la madre de María, dicen “Eso para mí es todo”.
No sé si a lo largo de mis 25 años de intervención en casos de acogimiento familiar he podido participar en muchos milagros, pero puedo decir que esto es una práctica sistematizada, estructurada y ritualizada, que permite que esto se lleve a cabo en todos los casos, no solo con los padres y madres biológicas colaboradoras o sencillos (es decir los que no van a dar problemas), sino en todos los casos, independientemente del tipo de maltrato que hayan vivido los chicos y chicas.
Es decir, la presentación sigue siendo buena y necesaria, aunque haya sospecha de que un padre biológico haya podido tener conductas abusivas con su hijo o hija, o le haya maltratado físicamente. Porque el conflicto de lealtades es igual de intenso y contenerlo es igual de prioritario en todos los tipos de maltrato infantil.
Al menos considero imprescindible que se intente técnicamente desde antes de empezar la acogida y, si no se consigue, se mantenga el esfuerzo a lo largo de la medida para lograrlo. Es posible que en algunos casos no se consiga, pero son los mínimos.
Si la pregunta es en qué casos de acogimiento familiar en familia ajena debe favorecerse esta presentación, mi respuesta es que hay que intentarlo en todos los casos. Algunas aclaraciones:
- Independientemente del tipo de maltrato previo. Porque una cosa es que esta herramienta ayude a disminuir el conflicto de lealtades y otra es el proceso emocional de reparación y elaboración del daño vivido de cada chico o chica. Esta presentación no interfiere. Ayuda.
- A veces se considera que, si hay algún tipo de orden de alejamiento entre el chico o la chica y su familia de origen, tampoco sería deseable. Pero tenemos que explicar que las órdenes de alejamiento son de los padres o madres biológicos respecto al chico o la chica, no respecto a la familia de acogida ni respecto a los profesionales, argumento en que se ampara a menudo la ausencia de intervención con los padres y madres biológicos en estos supuestos.
- Las familias biológicas que colaboran presentan problemáticas muy graves, pero la capacidad de expresar frases como las recogidas aquí es porque, como suele señalar coloquialmente mi compañero Javier Múgica, las familias no son 100 % buenas ni malas, y lo que hacen lo hacen por sus hijos e hijas. Las familias biológicas a menudo quieren a sus hijos e hijas y son capaces de participar en estos espacios solo por evitarles sufrimiento.
- Intentarlo debe implicar ser capaz de planteárselo a todos los casos; en muchos se consigue antes de empezar el acoplamiento, pero, cuando no es posible, seguimos intentándolo, porque las familias biológicas también necesitan tiempo para desatascarse y entender lo que se les propone.
No es cuestión de términos, pero las palabras sí importan
¿Qué debemos buscar en la participación de una familia biológica en el acogimiento familiar? Su aceptación de la medida, suimplicación, la colaboración o su consentimiento formal.
- Consentimiento: cuando la intervención busca este, normalmente los esfuerzos se dirigen a que dejen por escrito su aceptación.
- Aceptación de la medida: cuando se habla de aceptación se entiende la capacidad para reconocer la imposibilidad de cuidar de los propios hijos e hijas, y asumir la medida de acogimiento familiar como una medida necesaria y beneficiosa.
- Colaboración en el acogimiento: cuando se trabaja desde esta perspectiva, no se necesita tanto que los padres y madres consientan el acogimiento ni que lo acepten emocionalmente, ya que se considera que es un objetivo que se logra a largo plazo. Sino que se busca que la familia biológica participe dando mensajes que no interfieran en el acogimiento, ayuden a sus hijos e hijas reconociendo que no pueden cuidarles, y faciliten la presentación de la familia de acogida en un primero momento.
Pero la colaboración implica necesariamente una actitud positiva y favorable de la familia de origen a lo largo de la acogida. Por eso, si bien este es el objetivo que se persigue con las familias de origen, los y las profesionales debemos tomar otro término como referencia: la implicación de la familia de origen.
La implicación supone todas aquellas estrategias que son dirigidas o fomentadas por los equipos profesionales y que favorecen esta colaboración. Presentamos algunas de estas medidas, respecto a las cuales la madre de María se mostraba sorprendida porque no se había sentido así atendida en muchos momentos:
- No dar ningún paso con el chico o la chica hasta informar a la familia biológica y buscar su participación y colaboración.
- Fomentar que la familia biológica valide al profesional que va a preparar a sus hijos o hijas para cualquier decisión.
- Dar explicaciones claras a las familias de origen y realistas, destacando su papel en la estabilidad emocional de sus hijos o hijas.
- Ofrecer una explicación sencilla que puedan trasladar a sus hijos e hijas de por qué no pueden cuidarles y en qué situación van a estar (acogimiento familiar, residencial, adopción…).
- Preparar a la familia de origen ante eventuales o posibles preguntas de sus hijos e hijas que se les haga difíciles poder responderlas.
- Trabajar la disponibilidad a conocer a la familia de acogida que va a cuidar de sus hijos e hijas, para que les trasladen directamente las características de estos y así evitar una triangulación compleja que sostiene el conflicto de lealtades a largo plazo.
- Ofrecerles ejemplos y pautas de cómo dar permiso emocional a sus hijos e hijas (el ejemplo del pijama de los padres de María…).
- Ayudarles a transmitir a sus hijos e hijas una explicación adecuada y realista de su actitud inicial cuando no están de acuerdo con el acogimiento. Porque se puede no estar de acuerdo e incluso oponerse judicialmente a las medidas establecidas por los equipos técnicos, y colaborar en el acogimiento de sus hijos e hijas. El ejemplo de María es uno de ellos.
- Y el más importante de todos, mantener informados a los padres y madres biológicos a lo largo de toda la intervención. Por ejemplo, una madre que el día de Reyes recibe un mensaje con la foto de su hija abriendo los regalos de su familia biológica en casa de su familia de acogida o la posibilidad de que algo tan sencillo y a la vez tan complejo como organizar los regalos de Navidad, se haga de manera compartida entre ambas familias.
Ambos son ejemplos de cuestiones sencillas, fundamentales para muchos chicos y chicas, que, cuando no se buscan soluciones entre las familias y los equipos técnicos, los chicos y chicas terminan asumiéndolas. Entonces hablamos de chicos y chicas parentalizados, y en la práctica son chicos y chicas que buscan soluciones cuando los mayores han renunciado a la posibilidad de establecer canales de comunicación centrados exclusivamente en las necesidades de los niños, niñas y adolescentes acogidos.
Porque la familia de origen puede no estar de acuerdo con una medida de protección y al mismo tiempo puede colaborar y ayudar a minimizar el daño de su hijo o hija. Pero lo que no se puede hacer es exigir a una familia de origen que colabore y que a nivel técnico no se promueva y se busquen todas las estrategias y recursos creativos para favorecer su implicación, aunque cueste técnicamente.
Pero ¿por qué la insistencia en una técnica tan específica como la presentación?
Porque la presentación entre la familia de acogida y de origen, evita el proceso de dilución o disolución familiar que tanto ha denunciado Jorge Colapinto[2]. La dilución del proceso familiar se basa en la tendencia de los equipos técnicos a centralizar todas las decisiones de las familias en cualquier medida de protección, cuando los profesionales deben ser quienes ayuden a construir la red de relaciones que deberán funcionar cuando el sistema de protección haya dejado de intervenir por ejemplo tras la mayoría de edad.
La presentación pone en el centro del tablero a las dos familias y sitúa a los equipos técnicos con una función clave que es establecer inicialmente las reglas de la comunicación (que siempre es una, todo lo que se aborde debe estar relacionado con lo único que tienen en común, que es el niño o la niña) y luego favorecer una comunicación donde se ayude a la traducción de las emociones subyacentes.
Suelo contar como un recuerdo emotivo cómo hace ya casi diez años una chica que había atendido y que había estado en acogimiento familiar, me invitó a su boda y me explicó que el motivo era que quisiera que me sentara entre su madre de acogida y su madre biológica. Sin duda fue una boda diferente, pero tenía sentido en el proceso de ayudar a construir una red de relaciones entre dos familias en situaciones diferentes, que se han vivido como competencia y con miedo a que una le quite a la otra el niño o la niña. Porque son familias condenadas a entenderse con el tiempo para ayudar a que la fragilidad y vulnerabilidad de estos chicos y chicas no les haga más daño cuando tengan que gestionar sus dos familias ellos solos.
La presentación entre ambas familias ayuda a transmitir que no hay familias mejores y peores, sino que ambas son necesarias. Permite huir de una tendencia a establecer prejuicios morales contra la familia de origen y a tener una visión heroica de las familias de acogida y adoptivas. Todas son necesarias para construir ese canal de comunicación de mínimos que facilite la vida y la reparación del daño y del sufrimiento en todos ellos.
Una intervención profesional práctica que prioriza el encuentro continuo entre ambas familias
Es necesario huir de idealizaciones de esta práctica. Esta metodología es pragmática porque tiene como objetivo minimizar el impacto doloroso de cualquier medida de protección, entre otras cosas. Por eso necesitamos clarificar qué se busca y qué no se busca en esta relación con intermediación profesional continua…
- No se busca crear relaciones de afecto entre ambas familias, sino de colaboración y cordialidad… Pero no descartemos que estos lazos se generen a medio y largo plazo, momento en el que la intermediación profesional deberá ser menor.
- No se trata de conseguir una relación abierta. La relación entre ambas familias requiere de límites que con el tiempo se puedan ir diluyendo y que se vaya facilitando que ambas familias puedan buscar soluciones de manera más autónoma. Este paso requiere tiempo.
- No busca tampoco fomentar la empatía ni el apoyo mutuo entre ambas familias, sino fomentar una colaboración centrada en el chico o la chica exclusivamente. La comprensión mutua ayuda sin duda.
A modo de ejemplo, hace muchos años un niño acogido les dijo a sus acogedores si podían regalarle a su madre el sofá que ellos iban a cambiar, porque la madre no tenía apenas dinero para uno nuevo. El equipo técnico dijimos que no, porque el límite de su relación se centraba en las necesidades del niño y el sofá no tenía que ver nada con eso. Este límite debe ser muy claro al principio y diluirse conforme las familias han comprendido los límites de la comunicación y de la relación entre ambas.
- Implica mantener espacios de encuentro continuados entre ambas familias (en los intercambios de las visitas, en reuniones cada dos o tres meses para planificar por ejemplo cómo trabajar la historia de vida, abordar dificultades del chico o la chica…).
- Requiere ofrecer estrategias de respuesta para posibles encuentros casuales informales entre ambas familias en la calle, en la playa, en un partido de fútbol, en un centro comercial o en la Cabalgata de los Reyes Magos, ejemplos todos ellos donde se han producido estos encuentros. Si estos encuentros no han sido organizados con ambas familias presencialmente, cuando llegue el momento, es altamente posible que se genere una situación incómoda para las personas adultas y de alta angustia para el chico o la chica.
- Facilitar que sea la familia biológica quien cuente la historia del niño, niña o adolescente y que sea la familia de acogida la que ayude a dar continuidad a la misma, o que participe transmitiendo a la familia de origen dudas que pueden tener los chicos y chicas.
- Garantizar una transmisión continuada de información sobre el niño o la niña ayudándole a transmitir que el mayor gesto de respeto hacia la otra familia es trasladarle la información real de lo que vive el niño o niña. En este caso son los acogedores quienes transmiten al principio de la visita cómo ha estado el chico o chica desde la última visita y son los padres y madres biológicos quienes transmiten a la familia de acogida todo lo que han hecho en la visita.
- Implica un trabajo de estructuración de límites, normas de relación y de gestión del régimen de visitas que favorezca actitudes de flexibilidad por todas las partes.
- Y, sobre todo, supone ayudar a comprender a todas las personas que participan (familias y profesionales) que ambas familias son necesarias.
Cómo se prepara a las familias para este encuentro
La presentación forma parte de un modelo de intervención global, integral y continuado que tiene como base un modelo teórico específico y propio. No es necesario llevar a cabo la preparación de la familia de acogida ajena porque una familia de acogida que no está dispuesta a conocer a los padres y madres biológicos no debería participar en un acogimiento familiar y porque en la formación previa se trabaja con ejemplos y dinámicas concretas.
Por su parte la preparación de la familia biológica se lleva a cabo desde que se propone que su hijo o hija vaya a vivir con una familia de acogida y de manera continua a lo largo de toda la acogida. Esta preparación implica trasladar firmeza y determinación al tiempo que trasladar la importancia de su implicación para la tranquilidad de su hijo o hija. A menudo cuando empezamos a preparar a una familia biológica le decimos: “El acogimiento lo vamos a poner en marcha sí o sí, pero podemos hacerlo contigo o sin ti; preferimos hacerlo contigo” y, a continuación, les explicamos los pasos clave y cómo pueden participar y colaborar.
Esta preparación implica una intervención muy intensiva durante tres semanas como mínimo, intentando que en esa tercera semana se pueda llevar a cabo la presentación entre las familias. Se explica a las familias todo el ritual, su papel, cómo se les va a ayudar, trasladando desde la convicción que son figuras relevantes para sus hijos e hijas. Si la figura profesional no se cree este mensaje, será difícil que pueda gestionarla adecuadamente. No nos pagan por juzgar a las familias, sino por buscar soluciones al dolor y sufrimiento que sus familias de origen han generado.
Un modelo de intervención sistematizado, ritualizado y de sentido común
Me maravilla cuando me dicen que esta intervención que hacemos es maravillosa porque nunca olvidaré que el día que me planteé dejar a mi hijo pequeño con alguien que le cuidara porque yo no podía hacerlo. Sencillamente estuve un rato largo con esa persona, lo que facilitó que mi hijo se fuera de mis manos a las de ese otro amigo, sin problema confiado y tranquilo. Este es el sentido común que intentamos promover con el siguiente modelo de trabajo: que los chicos y chicas pasen de manos a manos en todos los procesos y cambios de medidas. Aunque los ejemplos no son iguales, la acción genera el mismo impacto: tranquilidad a las personas menores de edad y eso es lo que vale.
La presentación entre la familia de origen y la de acogida se intenta llevar a cabo en todos los casos de familia ajena antes de que se inicie el acoplamiento. Esta presentación se prepara durante varias semanas con ambas familias y se organiza hasta el más mínimo detalle.
Esto supone que no se activa la presentación del niño o la niña a la familia de acogida (salvo contadas excepciones) sin que se hayan conocido ambas familias y sin que se haya intentado que sea la propia familia de origen quien presente a su hijo o hija a la familia de acogida. Esta segunda presentación daría para otro artículo y la experiencia habla de su gran potencial a nivel emocional.
Suena bonito, pero la realidad y las numerosas fotografías que hemos venido haciendo a lo largo de los años, muestran que el sistema de acogida requiere que en la mesa estén ambas familias y el equipo técnico con el niño o la niña.
La propia presentación requiere en torno a un espacio de 45 minutos.
- Se inicia con un saludo formal entre ambas partes, sentados en torno a una mesa redonda, con la participación de dos profesionales (uno que se centre más en atender a la familia de acogida y la otra profesional a la familia biológica) que van a hacer una presentación inicial que ayude a clarificar los límites de la relación entre ambas y los beneficios para el niño o niña de dicho encuentro.
- A continuación, se pide que sea la familia de origen la que traslade información relevante sobre su hijo o hija (salud, hábitos, dificultades, estrategias que le ayudan)…
- … Para ir dando paso a una conversación en la que es la familia de acogida la que pregunta y la familia de origen la que aporta información y sugiere.
- Y finaliza el ritual con una foto conjunta que será utilizada para trabajar con el niño o niña y que ambas familias van a tener diluyendo el miedo a la reacción o rechazo de la otra parte.
En muchos de estos encuentros es común ver cómo el equipo técnico empieza en la mesa dirigiendo la conversación y termina poco a poco echando el cuerpo hacia atrás y dejando a ambas familias compartir información. Todos los gestos técnicos ponen en el centro de la reunión al niño o niña y el esfuerzo de ambas familias, generando un proceso de dilución de los profesionales necesario. Porque cuando podemos conseguir esta comunicación, el conflicto de lealtades no es una prioridad técnica y podemos enfocarnos en reparar el daño concreto que las experiencias adversas en sus familias de origen generaron.
Presentar a ambas familias no significa tener que promover la reunificación. Esta presentación es independiente de la modalidad de acogida (excepto en los acogimientos de urgencia), del tipo de maltrato que ha originado la situación de desprotección y de la familia de acogida. Sin embargo, no es posible llevarlo a cabo cuando la familia de acogida mantiene una visión muy negativa, crítica o cargada de prejuicios de la familia de origen. En nuestra forma de trabajar, este modelo de intervención implica evaluar la disposición a esta colaboración en la familia de acogida también. Por tanto, es un modelo que condiciona el tipo de valoración psicosocial previa al acogimiento o la adopción, la intervención a lo largo de la medida y en especial todo el trabajo de historia de vida y de reparación traumática.
Y después de esta presentación, ¿qué más se hace?
La presentación solo es el primer paso de una forma de relación que va a promover entre otras acciones a lo largo de toda la acogida que…
- Ambas familias se encuentren en los intercambios de las visitas y compartan la información sobre el niño o niña.
- Que se puedan organizar encuentros entre ambas familias cuando hay que hacer frente a situaciones de crisis del acogimiento, conductas complejas o pensar en cómo abordar la historia de vida, o responder a preguntas importantes de la persona menor de edad.
- Favoreciendo que en temas tan pequeños como los regalos de Navidad, cumpleaños, etc., se promuevan formas colaborativas que eviten la confusión cuando una persona menor de edad debe celebrar su cumpleaños en diferentes días con sus dos familias, recibe los mismos regalos por no haber sido posible una comunicación entre las partes…
Porque se puede trabajar para que las familias biológicas aprendan a cuidar de sus hijos e hijas en la distancia cuando se encuentran con medidas de protección a la infancia.
Sentido y sensibilidad
El título de esta película, que emociona a mi mujer desde hace años, está a la base de lo que quiero transmitir: este modelo de intervención REQUIERE…
- SENTIDO, porque es una intervención que requiere una visión en la que nadie sobra y todas las partes son necesarias para reparar el daño y sufrimiento. Esto no supone ni una visión edulcorada ni ingenua de la familia biológica, porque el foco está en lo que el niño o niña necesita para poder superar sus vivencias y recuerdos dolorosos.
- Y SENSIBILIDAD, porque es una intervención que no se debe improvisar, muestra una estrategia continuada de la necesidad de intermediar en la comunicación y relación entre ambas familias. Los gestos son claves para transmitir la importancia de ambas familias y este proceso solo se puede llevar a cabo cuando uno mismo como profesional está convencido o convencida.
Un ejemplo transferible a todas las medidas de protección
Si bien hemos hablado del acogimiento familiar en familia ajena, esta herramienta se puede trasladar con matices y con la misma eficacia a los acogimientos en familia extensa, los procesos de mediación de orígenes en adopción, las adopciones abiertas, los acogimientos referenciales o de fin de semana y vacaciones, los acogimientos familiares especializados, el papel de la familia de origen cuando un chico o chica se incorpora a un centro de acogida…
En el fondo, más que una técnica concreta, este proceso materializa un modelo de intervención en el que se busca que el chico o la chica cuente con una red bien tejida entre sus familias y los profesionales, para que con el tiempo oriente su vida y decida lo que más le ayude, pudiendo saber que cuenta con el apoyo de todos los referentes emocionales, familiares y profesionales que han participado en su proceso.
Vuelvo a traer a Colapinto con esta frase que ya puse en mi artículo anterior: “Una vez que el valor de la conexión familiar es reconocido, las ‘intervenciones’ no son tan complicadas de diseñar”[3]. Pero para ver cómo valoramos esa conexión familiar, debemos preguntarnos:
- ¿Qué información transmitimos tanto a las familias de origen, las de acogida, adoptivas, etc., a lo largo de la intervención de protección? Cuanta más información, más capacidad y autonomía de las familias para pensar conjuntamente.
- ¿En cuántas ocasiones se plantea la búsqueda de soluciones a síntomas o problemas graves de los chicos y chicas con la participación e implicación de ambas familias?
- ¿Qué importancia doy a promover esta relación pensando en la mayoría de edad de los chicos y chicas que atendemos?
- ¿Puedes imaginarte que las dos familias de un chico o chica acogido o adoptado, o la familia de origen y los profesionales con importante referencia emocional para un menor en un centro de acogida, colaboren y faciliten explicaciones sobre su historia de vida pensadas conjuntamente?
- ¿Creemos posible que sean los propios padres y madres biológicos quienes presenten a sus hijos e hijas a las familias de acogida o a los equipos técnicos de los centros de acogida y esto dé paso a iniciar la medida de protección?
- ¿Qué procesos deberíamos cambiar técnicamente y en los protocolos para que este tipo de presentación ayude a minimizar el daño que toda medida de protección genera?
Y para terminar y tomando como referencia al personaje del Principito de Antoine de Saint-Exupéry diré, después de toda la extensión de este artículo, una frase que resume mi experiencia con esta metodología de trabajo y el impacto que he observado de la misma en muchos chicos y chicas y sus familias: LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS. Porque el impacto de una presentación se siente, se incorpora a la memoria corporal y permite un conocimiento más profundo de los chicos y chicas a través del conocimiento previo de sus padres y madres. Y eso, para cualquier niño, niña o adolescente, al igual que para la madre del principio LO ES TODO. Quiero dar especialmente las gracias a Javier Múgica, que fue el primer profesional que abogó por esta técnica hace más de 25 años y que el tiempo nos ha ayudado a perfeccionarla, afinarla y generalizarla en nuestros equipos técnicos. Con mucho cariño, Javi. Este artículo también es tuy
[1]Rodríguez González, A. (2022). Artículo 4 (enero 2022): Diseñando la mesa del cambio. ¿Qué tipo de intervención es más eficaz en la reparación de daños por desprotección infantil? https://renovandodentro.wordpress.com/2022/01/19/articulo-4-disenando-la-mesa-del-cambio-que-tipo-de-intervencion-es-mas-eficaz-en-la-reparacion-de-danos-por-desproteccion-infantil-por-alberto-rodriguez/
[2] Colapinto, J. (1998) La dilución del proceso familiar en los servicios sociales: Implicaciones para el tratamiento de las familias negligentes. Redes: revista de psicoterapia relacional e intervenciones sociales, 1(2), pp. 9-36. Recuperado de: https://www.colapinto.com/files/Dilucion_Proceso.pdf
[3] Minuchin, P., Colapinto, J., y Minuchin, S. (2013). Pobreza, institución y familia. Barcelona: Amorrortu
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