Gabriela Baby
Ilustración: María Elina Méndez. |
Carola Martínez Arroyo, especialista en LIJ a cargo de la librería virtual Donde Viven los Libros y autora de Matilde
(Norma), atribuye el crecimiento del sector a una expansión editorial,
producto de las compras para bibliotecas y escuelas: "Esto coloca a los
niños y los jóvenes en un lugar de sujeto y objetivo de consumo. Y hay
editoriales que están haciendo cosas nuevas, ampliando la mirada, que
aportan álbumes o proyectos que logran dar una vuelta de tuerca a lo
conocido. Lo novedoso entonces es que el segmento de literatura infantil
y juvenil por fin empieza a ocupar el lugar que siempre debió tener".
Reinstalada
en un lugar central y con buena salud, la literatura infantil y juvenil
puede darse algunos lujos. Como agregar una sede más, en el Centro
Cultural Pasaje Dardo Rocha, de La Plata, a su Feria del Libro Infantil
(que allí y en el Centro Cultural Kirchner se inaugurará mañana; en
Tecnópolis lo hará el jueves próximo). Además, hay festivales
especializados en LIJ en distintos puntos del país y ya se anuncia el
próximo Filbita, entre el 3 y 5 de agosto, en General Villegas. También, desde hace varias décadas, el sector cuenta con su propia asociación (Alija,
vinculada a la Asociación IBBY Internacional) y sus propios premios
nacionales e internacionales. Aunque también se ganó un rubro especial
entre otros galardones, como el que otorga la Cámara Argentina de
Publicaciones (CAP) al libro mejor editado, que acaba de obtener el libro Mi pequeño, de Germán Zullo y Albertine, editado por Limonero, una editorial de las nuevas.
Por
otra parte, las cifras del mercado confirman este auge: a pesar de la
caída de ventas del rubro editorial general -calculada en un 15% según
datos de la CAP-, la sección de libros infantiles y juveniles acumula su
sexto año consecutivo de crecimiento, (un 2% aproximadamente en
ejemplares y un 4% en valores constantes, respecto de 2015) y representa
un 13% del mercado editorial argentino (una mejora porcentual de 1,5
puntos respecto de 2015).
Ventas, premios, ferias y festivales que
describen una actividad intensa. Sin embargo, hay quienes suman
matices. "El mercado ofrece muchísimos libros para público infantil,
aunque sólo una parte son libros de calidad. Hay invención y
originalidad, pero también hay muchas propuestas que repiten fórmulas
comerciales", dispara María Inés Bogomolny, coordinadora del Programa
Nacional de Desarrollo Infantil Primeros Años, que lleva talleres y
experiencias de lectura a diversos lugares del país. ¿Cómo encontrar
aquellos buenos libros para chicos (y no tan chicos) en el enmarañado
mercado atiborrado de ofertas tan diversas?
Todo para ver
"Sin
duda en este momento la innovación viene por el lado de la ilustración y
el diseño. La historieta y la novela gráfica entraron al terreno de la
literatura juvenil e infantil como géneros consolidados", apunta
Bogomolny. Las ilustraciones juegan con las palabras o predominan hasta
el punto de silenciarlas, y entonces surge el libro sin texto escrito:
gran audacia de este tiempo. "Los libros sin texto, los silent books,
que obligan a lecturas más detenidas, son los que están innovando la
oferta. Se trata de propuestas centradas en el relato o en el chiste que
provoca la ilustración. Esto implica que se acepta la idea de que las
imágenes se leen y que no por eso esa interpretación es más cómoda,
ligera o superflua", dice Lola Flores, editora del área infantil de
Fondo de Cultura Económica. El caso paradigmático es Emigrantes de Shaun Tan (Barbara Fiore Editora), una novela sin palabras que cuenta muchas cosas.
Pero
también las imágenes de procedencia diversa -fotos, esquemas, dibujos
lineales y collages- pueden jugar un contrapunto desafiante con textos
informativos o poéticos para poner en tensión los géneros
convencionales. Libros que no son ni cuentos, ni investigaciones, ni
juegos y son todo eso junto. "Entre los libros para niños pareciera
crecer aceleradamente el género de los libros híbridos, que entrecruzan
temáticas. El libro informativo, por ejemplo, puede ser abordado desde
la experimentación, sin dejar de lado la investigación y acompañado de
ajustadas -pero no por eso menos creativas- ilustraciones", dice Diego
Bianchi, artista y director de Pequeño Editor, un sello que propone
libros como zonas de experimentación para describir la forma de las
nubes, el abecedario o cómo cuidar a un perro.
"Los libros que
incluyen diálogos complejos entre la palabra y la imagen o que no tienen
texto escrito o incorporan lo audiovisual se producen en mayor medida
en la literatura infantil porque en este campo el juego, el riesgo y lo
novedoso parecen estar más autorizados", dice Flavia Krause,
coordinadora de la Especialización en Escritura y Literatura del
Programa de Formación Permanente del Ministerio de Educación. Y, como
lectores, vale la pena correr todos los riesgos.
Chicos y grandes
Las
innovaciones atraen a los chicos y también a los adultos. Pero
atención: el camino no tiene retorno. "Ocurre un fenómeno particular:
aquellos libros pensados para los destinatarios niños, como los
libros-álbum, las novelas gráficas y los nuevos libros audiovisuales con
propuestas virtuales son apropiados también por los adultos que los
consumen y los disfrutan con y sin niños", apunta Flavia Krause. La
pregunta es insoslayable: ¿acaso hay una edad para leer estos libros?
"Pensando
en edades, me viene a la mente una frase de Ruy Vidal", dice Claudia
Cadenazzo, miembro de la comisión directiva de Alija: "No existe el arte
para niños, existe el arte. No existen las ilustraciones para niños,
existen las ilustraciones. No existen los colores para niños; existen
los colores. No existe la literatura para niños, existe la literatura.
Un buen libro para chicos es buen libro para todos".
Ilustración: Maria Elina Méndez. |
Como
ocurre con las películas y con el teatro infantil: si el adulto se
aburre o se siente subestimado por los chistes o el tratamiento de
cierto temas, el producto no es confiable. Por eso, elegir libros y leer
son actividades para hacer de a dos, aun cuando se trate de libros muy
orientados para el público "peque". "Con las ilustraciones, mientras los
chicos siguen la historia, en el adulto se disparan otras ideas,
preguntas o reflexiones, y se produce esa lectura compartida pero a la
vez tan personal", describe Luciana Kirschenbaum, editora de Limonero.
Del
lado de la producción, también las fronteras entre los autores "para
chicos" y "para grandes" se borran. "Hasta hace algunos años, era
infrecuente encontrar a autores que escribieran tanto para adultos como
para chicos y jóvenes. Aunque siempre hay excepciones (María Teresa
Andruetto y Perla Suez, por ejemplo), solía suceder que cuando se le
pedía a un autor para adultos un texto para algunos de los sellos
infantiles y juveniles, la respuesta era negativa", recuerda Mariana
Vera, directora literaria de la División Infantil & Juvenil de
Penguin Random House. "Ahora, en cambio, muchos autores celebran ver un
texto suyo publicado en un libro ilustrado para chicos o en algún sello
de los juveniles." Los límites se borran, pero ¿cómo elegir libros sin
este mapa?
Para Bogolmony, los autores de calidad, que trabajan
con la palabra, son los recomendables a la hora de buscar cuentos y
novelas para los más chicos: "En narrativa, al contrario de lo que pasa
con los libros ilustrados, el mercado ofrece muchas fórmulas que se
repiten, porque se sabe que tienen éxito comercial o porque responden a
temas requeridos por los maestros o porque el lector adolescente se va a
identificar con los personajes, y todo esto resulta repetitivo y
empobrece la lectura. Por eso, una clave es seguir a aquellos autores
que pueden escribir buenos libros tanto para grandes como para chicos:
Julio Cortázar, Horacio Quiroga, entre los clásicos; Liliana Bodoc,
entre las más destacables del presente", puntualiza la especialista.
Jóvenes y mercado
Mientras
que para un segmento de menores de doce años prima el despliegue a todo
color y el libro objeto, para los más grandecitos habrá que explorar
otras opciones. Lola Rubio dice: "Hay que desterrar de una vez la idea
de que los jóvenes no leen. Leen y mucho. O muchos leen y mucho, del
mismo modo que muchos adultos leen mucho y otros no lo hacen. Además
leen en múltiples soportes. En materia de ficción, prefieren el libro y
no los detiene la cantidad de páginas. Leen novelas que suelen estar muy
bien escritas pero con cierta preponderancia por la acción. Quiero
decir que el peso de la obra está en el argumento y en cómo la narración
sostiene la acción y la atención", señala. Lectores fanáticos
adolescentes que multiplican en las redes sus comentarios y gustos: bloggers, booktubers, bookstagrammers y sitios de fanfiction
donde los lectores -que suelen tener entre trece y veinte años-
escriben historias con los personajes y la ambientación de sus sagas
favoritas (por ejemplo, Leila en Hogwarts, que narra las aventuras de
una nueva alumna en la escuela de magos de Harry Potter). La lectura de
ficción impulsa la crítica y la escritura de más ficción.
"'Lo leí
de un tirón', suelen decir estos lectores y el efecto de inmersión es
esencial para que quieran seguir un libro, terminarlo y correr a
conseguir otro del mismo autor, o temática o colección", describe Rubio y
aclara: "No son lectores 'proustianos', no es el lenguaje en sí, ni la
reflexión, lo que los mantiene atrapados, nada de fluir de la
conciencia. Al contrario: gustan de los temas urticantes, tabúes o de
alto voltaje y las problemáticas sociales", señala Rubio.
La
pregunta es si estos temas y narrativas se eligen porque priman en el
mercado o se elegirían entre otras propuestas. Claudia Cadennazzo aporta
su mirada al respecto: "Uno de los desafíos que tenemos hoy quienes
trabajamos en el campo de la comunicación y la educación es acompañar a
otros a que conozcan e identifiquen, entre la amplia oferta del mercado
editorial infantil y juvenil, las obras que son reconocidas por su
calidad literaria, académica o artística". Porque también a partir de un
mercado y de la comunicación fluida con los actores de esta demanda la
oferta editorial define su rumbo. Dice Mariana Vera: "El plan editorial,
que antes solía ser bastante estático, ahora se va armando y
modificando de forma muy dinámica gracias a las conversaciones directas
con lectores, booktubers, fans y foros. La Web pasó a ser un nuevo espacio donde mirar para pensar en proyectos", describe la editora.
El futuro llegó
Sobre
este presente tan rico y complejo pende la pregunta por el futuro del
libro infantil y juvenil, sus formas, sus contenidos, sus soportes y
maneras de llegar al lector. "Si, como las generaciones, las
innovaciones en LIJ se dan cada treinta años -como fue María Elena Walsh
en los años 60 y la generación de los años 90 que creó sellos como
Libros del Quirquincho, los infantiles de Colihue y los de
Sudamericana-, habrá que esperar unos años todavía, porque aún falta una
renovación en los textos narrativos, y mucho análisis y discusión en
los medios", dice Bogomolny.
Una cosa es segura: más allá de
formatos, las fórmulas repetidas, las novedades del momento y la
variedad de soportes, el libro, el viejo objeto armado en cuadernillos
de papel cosidos con hilo a unas tapas de cartón, goza de un gran
momento. "Hay inventos como la bicicleta, el sacacorchos o la tijera que
han querido ser perfeccionados pero no se pudo, porque su principio
básico de diseño y funcionalidad es inmejorable. Entre estos objetos
está el libro, que seguirá siendo ?el libro' tal y cual lo conocemos",
señala Diego Bianchi. Y Carola Martínez apunta en la misma dirección:
"En el futuro van a convivir los formatos, porque los lectores hemos
demostrado que nos gusta leer en dispositivos y en papel y que la
literatura seguirá siendo el reflejo de nuestra realidad y una ventana
para conocer otros mundos".
Para viajar con la imaginación y la curiosidad, grandes y chicos, sin moverse del sillón de casa.
Recomendaciones para cada edad
Para los que empiezan a leer
-Mucho
color y contrapunto potente con las palabras. Libros sin palabras o con
poco texto. Para mirar, tocar, jugar, volver a dar vuelta las páginas y
leer en compañía.
-También poesía: Juan Lima, Oche Califa, Iris
Rivera, Lilia Lardone, Elsa Bonermann, Roberta Iannamico, Beatriz Ferro,
Carlos Silveyra, Gustavo Roldán, Jorge Luján, María Teresa Andruetto,
Adela Basch.
-Editoriales clave: Pequeño Editor, Pípala, Limonero,
Calibroscopio, Colihue, Ekaré, Kalandraka, Una Luna, La Brujita de
Papel, Del Naranjo, Ediciones del Eclipse.
Para los que empiezan a andar por los relatos
-Clásicos, desde El Mago de Oz
a los cuentos de Grimm, y los clásicos nacionales: María Elena Walsh,
Javier Villafañe, Horacio Quiroga, Ema Wolf, Graciela Cabal, Graciela
Montes, Gustavo Roldán, Laura Devetach, Silvia Schujer.
-Libros
informativos en los que la ficción y la información ofrecen abordajes
novedosos (Iamiqué, Pequeño Editor, Pípala, Fondo de Cultura Económica).
-Y otros temas: Quién soy (Calibroscopio), Abuelas con identidad (Iamiqué).
Para devoradores de páginas
-Autores
que escriben para todo público: Julio Cortázar, Robert Louis Stevenson,
Lewis Carroll, Roald Dahl, Liliana Bodoc, Inés Garland, Pablo Ramos,
Márgara Averbach, Ana María Shua, Sergio Olguín, Paula Bombara, Norma
Huidobro, Luis María Pescetti.
-No dejar de visitar la novela gráfica. Y volver a mirar las historietas.
-Editoriales clave: Alfaguara, Norma, Zorro Rojo, Océano.
Para todos
-Libros sin texto escrito: Emigrantes, de Shaun Tan, Trucas de Juan Gedovius, Romeo y Julieta (FCE). Día de pesca, de Laurent Moreau (Pípala). Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak (Alfaguara), Mi gatito es el más bestia (RBA Libros).
-Los irresistibles: La verdadera historia de los tres cerditos, de Jon Scieszka (Thule Ediciones), Mi pequeño, de Germano Zullo y Albertine (Limonero), Zoom, de Istvan Banyai (FCE). Los libros de Gilles Bachelet, Anthony Brown e Isol.
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