Los procesos educativos de un centro de menores desde dentro:


 Una fotografía etnográfica de la vida cotidiana de un ecosistema educativo complejo






En este artículo analizaremos la vida cotidiana de un grupo de menores que residían en un mismo centro, y prestaremos especial atención a la dimensión práctica de dicha institución como ecosistema educativo complejo. 
Así, presentaremos un análisis de dichos objetos de estudio en dos niveles: 
por una parte, haremos explícitos algunos principios generales observados del sistema y de los centros que dan forma a la configuración educativa de estas instituciones y que pueden pasar en ocasiones desapercibidos, desatendidos o infrateorizados; 
por la otra, describiremos y reflexionaremos sobre los procesos educativos en los que participan los menores en su vida cotidiana en general, y en el centro en particular, interesándonos para ello en qué aprenden, dónde y cuándo aprenden, con quién aprenden y cómo aprenden como una manera de comenzar a comprender las oportunidades de desarrollo e integración social que este centro, y de alguna manera el sistema de protección a la infancia, ofrece a los menores.

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1 comentario:

  1. Genial adentrarnos en análisis académicos y rigurosos que nos permitan identificar, describir y analizar los procesos reales o virtuales del lugar donde necesariamente tienen que vivir y desarrollarse como persona un montón de chavales.
    Pero me ha costado empezar a leerlo. He tenido que soportar la resistencia que me produce oír o leer cosas de "menores".
    A quién se está refiriendo?
    Supongo que a niños, niñas o adolescentes, a menores de 18 años, porque si no ese término de da de patadas con un texto académico.
    Porque 1° es impreciso a más no poder (no es lo mismo si hablamos de trabajar o votar, o tener relaciones sexuales o dar un consentimiento informado, por poner algunos ejemplos). Menor para qué?
    Y 2° (lo que es mucho peor), el significado asociado inextricablemente a la palabra: minoridad. Nos dirigimos a personas que aún no son ciudadanos. Lamentablemente no tienen derechos. Son personas dependientes de sus tutores legales. Así era antes.
    Antes de la publicación de la Convención de los Derechos del Niño. Y de la denominación de esta población por su nombre correcto en la normativa de la Comunidad de Madrid desde la década de los 90. Y bueno, ya que se cita, de la modificación del Sistema de Protección a la Infancia, con las dos leyes de 2015.
    Llámemoslos como lo que son: niños y adolescentes (con independencia del género, a efectos de lo que hablamos). Que ya está bien.
    Lástima que el contenido del artículo sea secundario para mi...

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