Los niños soldado de las FARC comienzan una nueva vida tras el acuerdo de paz.

Los rebeldes de izquierdas entregan a los niños a la Cruz Roja 
como parte del acuerdo que pone fin a décadas de guerra civil en Colombia.


 - Bogotá


La Unidad para Víctimas satisfecha con el anuncio de las FARC de sacar a los niños de sus filas

Los niños soldado serán enviados a centros especiales, algunos volverán con sus familias y todos recibirán atención psicológica y educativa.

El acuerdo de este lunes es definitivo y será sometido a un referéndum nacional el próximo 2 de octubre
La Unidad para Víctimas satisfecha con el anuncio de las FARC de sacar a los niños de sus filas
Damaris cogió su primer rifle AK-47 cuando tenía 14 años el día en el que se convirtió en un nuevo miembro de las FARC. Apenas había cumplido 16 años cuando cayó herida en una refriega contra las fuerzas colombianas gubernamentales. Le alcanzó  metralla de una granada en el cuello y el torso.
Damaris cuenta que se unió a las FARC por su propia voluntad, saliendo a hurtadillas de la casa rural en la que vivía junto a sus padres y a sus cinco hermanos y hermanas. "Me gusta llevar un rifle. Estoy orgullosa de ser una guerrillera", reconoció para the Guardian en una entrevista reciente en un campamento en la selva.
Pero la presencia de Damaris en las filas del grupo armado es una violación grave de los derechos humanos y de la ley humanitaria internacional. Como parte del acuerdo del fin de los 52 años de guerra civil en Colombia, las FARC liberaron este fin de semana a 13 niños soldado de sus filas, entregándolos al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
El CICR dijo el sábado en un comunicado que los menores estaban en buenas condiciones de salud y que estaban siendo transportados a alojamientos temporales bajo la supervisión del Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF).
Todos los 7.000 miembros de las FARC se están preparando desmovilizarse como parte del acuerdo de paz histórico que ha sido firmado formalmente este lunes y que se votará en referéndum el próximo 2 de octubre. Sin embargo, la entrega de los menores se consideró una medida humanitaria que iba por delante que el acuerdo final.
El CICR no identificó a los niños liberados, diciendo que la discreción era prioritaria para proteger los derechos de los menores. No estaba claro si Damaris, que sabía que a la larga sería enviada a su familia como parte del acuerdo de paz, estaba entre los niños entregados el fin de semana.
Durante mucho tiempo las FARC han sido acusadas reclutamiento forzoso de menores, aunque el número exacto de combatientes menores de edad es desconocido. El grupo guerrillero dijo a principios de este año que solo tenían 21 miembros menores de 15 años. Por su parte, el Ministro de Defensa dijo en mayo que calculaba que había unos 170 miembros por debajo de 18.
Desde 1999, la agencia de bienestar familiar de Colombia se ha ocupado al menos de 6.000 casos de niños soldados que fueron capturados por grupos armados ilegales o abandonados. El 60% ha pertenecido a las FARC según cifras oficiales.
El reclutamiento forzoso ha sido uno de los motivos principales de desplazamiento interno ya que las familias han estado huyendo de las áreas rurales para proteger a sus hijos de ser forzados o atraídos dentro de las filas rebeldes.

Intentaron encerrarla en una habitación

En su lugar, los padres de Damaris recurrieron a encerrarla en una habitación en su casa cuando anunció que estaba pensando en unirse a la unidad de las FARC que frecuentaban su pueblo. "Tuve una pelea con mi padre y él me golpeó y me encerró en una habitación", cuenta, "escapé".
Ocho meses después de unirse a las FARC fue a visitar a sus padres. "Mis padres lloraron y y me dijeron que esto no era bueno para mí, pero yo ya había decidido quedarme en la guerrilla", asegura.
Damaris y otros niños soldados como ella son consideramos víctimas más que criminales. Pero aquellos que los reclutaron deberán responder por este crimen ante un tribunal especial que se establecerá como parte del acuerdo. Si confiesan, serán candidatos a que se les reduzcan sus sentencias y cumplirán penas alternativas a prisión que todavía no se han definido. Los que se nieguen a confesar puede que terminen en la cárcel con penas de entre cinco y diez años.
Mientras tanto, los menores entrarán en un programa especial de reintegración dentro de la vida civil, que incluirá apoyo psicológico y educativo. Algunos, aunque no todos ellos, quizá se reúnan con sus familias.
Damaris contó que le gustaría volver a casa y aprovechar las ayudas que recibirá del gobierno para estudiar enfermería. Su madre sufre de mala circulación en las piernas. "Como enfermera, podría ayudarle".

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