Christopher Clouder*, Pedagogía Waldorf
En las escuelas Waldorf los alumnos son quienes marcan los ritmos. Aprenden a leer pasados los seis años, no tienen exámenes
y reciben una sólida formación musical y artística.
Su rendimiento
académico cuando se incorporan a la universidad está, dicen, por encima
de la media.
Así lo afirma Christopher Clouder, pedagogo y escritor.
¿El hecho de que existan pedagogías alternativas significa que la educación tradicional falla?
Creo que el sistema convencional ya ha cumplido su ciclo. Procede
del siglo XIX y estamos en el XXI. Nuestros hijos esperan algo distinto
de la educación. No critico el sistema actual, no digo que esté todo
mal, pero sí creo que hay que evolucionar.
¿De qué modo?
Para empezar, hay que incidir más en la autoexploración. En vez de
seguir programas rígidos, los maestros deberían tratar de ser más
auténticos. También hay que redefinir la relación que mantenemos en
clase con los alumnos. Lo resumiría diciendo que la educación debe
quedar al servicio de los niños, y no al revés. Necesitan que se les
estimule la creatividad,
el coraje y el trabajo en equipo tanto o más que asimilar determinados
conocimientos. ¡Piense que casi todo lo que uno puede preguntarse está
ya disponible en internet!
Hay quien asegura que dejar demasiada libertad al niño puede ser contraproducente para su educación.
Más que darles libertad, lo que hacemos es respetarlos. Los niños
son sensatos. Saben lo que es bueno para ellos, lo que es sano. Eso no
se debe confundir con hacer que asuman responsabilidades desde muy
temprano. Nosotros somos los adultos: les escuchamos, pero somos quienes
decidimos. Lo ideal es que los pequeños sean cocreadores de su entorno.
Es muy importante que disfruten su niñez, un periodo que cada vez
acortamos más: la pubertad se ha avanzado dos años y medio en el último
siglo.
Algunos expertos consideran ridículo compartimentar el conocimiento en asignaturas. ¿Qué opina usted?
Creo que lo que hacemos es triste. Estamos creando un entorno
competitivo para los niños desde bien pequeños, cuando para ellos lo
natural es cooperar en vez de competir. Es una lástima que la obsesión
del sistema sea convertir a los niños en unidades económicamente
operativas en el menor tiempo posible. Eso va contra su derecho a
desarrollarse como persona. Le puedo asegurar que, aunque no se le
presione con plazos, un niño aprende, y lo hace rápido. Atosigarles con
exámenes y notas desde pequeñitos es ridículo.
Mucha gente no concibe una escuela sin exámenes.
En los centros Waldorf los niños pasan pruebas: se les ponen retos y
deben hacerlo cada vez mejor. No se trata de competir con los demás,
sino con uno mismo. Ese espíritu de autosuperación dura para toda la
vida. Los exámenes propiamente dichos tienen sentido cuando son más
mayores.
El arte y la música tienen mucha importancia en la pedagogía Waldorf. ¿Por qué?
Porque es una parte importantísima del desarrollo personal. Aportan
armonía. Cuando se les deja solos, los niños dibujan, cantan, saltan, se
mueven. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué? El movimiento genera
sinapsis en el cerebro, estimula las conexiones neuronales. Todas las
artes implican movimiento. En los últimos años se ha demostrado, además,
que los niños con una educación artística rica tienen mejor salud
mental, menos abandono escolar, menos propensión al consumo de drogas y
mejores resultados académicos.
*Christopher Clouder: Especialmente popular en su Alemania natal y en los países escandinavos, también es conocido por convencer a muchas estrellas de Hollywood. Christopher Clouder (York, 1946) es uno de los máximos expertos en este método. Dirigió durante 12 años el Comité Europeo Educativo Steiner Waldorf. Desde 2009 encabeza la Plataforma para la Innovación en Educación de la Fundación Botín.
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