La falta de diversidad de la industria tecnológica limita su capacidad para ofrecer soluciones efectivas para todo el mundo. En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, exploramos soluciones a esta brecha de genero.
Do Better
Manel Domingo
11 febrero 2025
Cuando las primeras gafas de realidad virtual empezaron a circular entre el público, no tardó en surgir un problema que había pasado desapercibido. Al usarlas, las mujeres se mareaban mucho más que los hombres debido a diferencias fisiológicas relacionadas con el equilibrio y la estructura del oído. En una industria tecnológica altamente masculinizada, el desarrollo del producto había pasado por alto a la mitad de la población. ¿Cómo pudo ocurrir?
La anécdota ilustra cómo las empresas se arriesgan a dejar pasar oportunidades de negocio por no considerar la diversidad de usuarios a los que se dirigen, pero también habla de un problema estructural en la industria tecnológica: si los equipos de diseño y desarrollo no son diversos, las soluciones que crean pueden no ser inclusivas ni efectivas para toda la población.
Para Liliana Arroyo, investigadora del Instituto de Innovación Social de Esade y exdirectora general de Sociedad Digital en la Generalitat de Catalunya, se trata de un problema crucial. En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, conversamos con ella sobre la falta de representación femenina en el sector tecnológico.
“Cuando tratamos soluciones de mercado e investigaciones, los temas de interés tienen mucho que ver con quién se hace las preguntas, cuál es su día a día y qué tipo de fricciones se encuentran”, explica Arroyo. Si la representación entre los trabajadores de una industria es reducida, su capacidad para detectar necesidades también será estrecha. “La incorporación de mujeres hace que la tecnología pueda responder a retos mucho más transversales”, afirma. “Y de hecho, el género tan solo es la puerta de entrada a una mayor diversidad”.
Una brecha de género presente desde la infancia
El primer reto es disponer de datos sobre la dimensión del problema. El barómetro DonaTIC en Cataluña, presentado en 2023, reveló cifras preocupantes sobre la participación femenina en la industria tecnológica. Solo el 21 % de la fuerza laboral en el sector digital estaba compuesta por mujeres. Si se excluyen puestos relacionados con comunicación, recursos humanos o legal, el porcentaje baja hasta un 18 %.
Si ampliamos el foco, los datos no son mucho más alentadores. Según el Foro Económico Mundial, tan solo 3 de cada 10 personas en profesiones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son mujeres. Girls Who Code realizó un estudio con Accenture y descubrió que el 50 % de las mujeres acaban abandonando el sector tecnológico a los 35 años. Y según el Entelo Women in Tech Report, tan solo el 10 % de los roles ejecutivos del sector están ocupados por mujeres.
Tal y como apunta Arroyo, la escasa presencia de mujeres en STEM genera un círculo vicioso, pues la menor cantidad de referentes femeninos perpetúa la brecha de género. “Las mujeres se visualizan más como usuarias que como creadoras de tecnología, lo que limita su acceso y participación en estos sectores”, advierte.
De acuerdo con su experiencia, las políticas públicas han intentado abordar el problema con iniciativas para fomentar la curiosidad científica y tecnológica entre las niñas, pero muchas veces se enfocan en edades tardías. Los programas suelen dirigirse a adolescentes en secundaria, cuando muchas ya han descartado la idea de dedicarse a estas carreras. "Las investigaciones indican que los roles de género se cristalizan a los 6 años y las vocaciones científicas comienzan a formarse a partir de los 8 años”, explica.
En este sentido, el estudio Mujeres en STEM: Desde la educación básica hasta la carrera de EsadeEcPol reveló que existe un problema de autopercepción a edades muy tempranas. Ya a los 10 años, las niñas presentan una probabilidad un 15 % menor que los niños de considerar las matemáticas como su materia preferida, y entre 8 y 9 % menor de considerarse buenas, aprender rápido, o disfrutar.
Frente a las heroínas, referentes de kilómetro 0
¿Qué se puede hacer para superar esta brecha entre niñas y niños? Arroyo apunta hacia dos elementos importantes. Uno es el de potenciar las referentes que llama de ‘kilómetro 0’. “En el 90 % de los casos, las mujeres ingenieras lo son porque tienen una persona de referencia en su familia o el entorno más cercano”, explica. Más que apuntar a figuras de gran fama y reconocimiento en el sector, “necesitamos hacer políticas en que los referentes sean los de tu barrio".
El otro es el de desbancar las narrativas actuales, que tienen mucho que ver con la autopercepción y un síndrome de la impostora que se ceba particularmente con las mujeres. “Cuando hablamos de referentes tecnológicos femeninos las presentamos como heroínas, parece que no están al alcance. Las mujeres deben poder aspirar a ser tecnólogas ‘normales’ o ‘mediocres’, sin que suponga realizar un acto heroico”, sugiere Arroyo.
No obstante, la investigadora anima a no confundir la importancia de los referentes y la autopercepción femenina con un problema individual. La brecha de género tecnológica refleja un problema estructural y las soluciones han de apelar a todo el mundo, incluyendo a ese otro 50 % de hombres.
“Cuando una mujer asciende en el sector tecnológico, normalmente es porque otra mujer decide apostar por ella. Es importante que el talento femenino tecnológico, digital y científico no sea valorado solamente por mujeres”, explica. “También hay que enseñar a los niños a que entiendan el talento femenino como talento”.
Malos tiempos para la diversidad
En los últimos meses ha habido un creciente rechazo a las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en el mundo corporativo, especialmente en el sector tecnológico. Entre otras, empresas como Meta y Google han anunciado que dejarán de promover políticas activas de diversidad. Para Arroyo, este retroceso no es solo simbólico, sino que tendrá efectos reales en la estructura del mercado laboral y en el conjunto de la sociedad.
“El mundo corporativo es una gran palanca de cambio social, sobre todo las grandes empresas”. Cuando los líderes que están al frente a estas empresas no aprecian la diversidad y la inclusión, “no solo se pierden oportunidades económicas, sino oportunidades para la cohesión social y la confianza interpersonal”.
Por otro lado, también es cada vez más profunda la diferencia entre géneros en cuanto a la concepción del mundo. “Ellas son mucho más conscientes de la diversidad y de la necesidad de vivir en sociedades y relaciones inclusivas”, advierte Arroyo. A ello se añade que la falta de referentes masculinos positivos para los jóvenes es acuciante. “Están teniendo mucho peso las masculinidades tradicionales y retrógradas, asociadas además con valores de ultraderecha”, indica.
Ante la adversidad, Arroyo concluye con un mensaje claro: la lucha por la equidad de género en el sector tecnológico es un esfuerzo colectivo que debe incluir tanto políticas públicas como iniciativas individuales. Y frente a la abrumadora mayoría de figuras masculinas que ocupan informativos y titulares, contrapone los referentes que encontramos en nuestros barrios, ciudades y universidades. “A las mujeres que ya están en tecnología, os digo: sed embajadoras de vuestro trabajo y de vuestra profesión”.