Según los datos de la
Encuesta Casen 2013, recientemente conocidos, es un hecho que la pobreza en
Chile ha bajado. De acuerdo a la metodología tradicional (basada en los
ingresos económicos), la pobreza afecta a un 7,8% de la población nacional, y
de esta cifra, un 2,5% está en situación extrema; mientras que con la nueva
metodología (basada en un enfoque multidimensional), la pobreza alcanza al 14,4%
y de esta, un 4,5% es extrema. En el siguiente gráfico se aprecian estas cifras
y cómo han ido bajando sostenidamente los niveles de pobreza desde el año 1990
con la vuelta de la democracia.
Evidentemente, estas son buenas noticias; tanto porque se
ha reducido la pobreza en nuestro país, como porque se ha mejorado y precisado
la metodología para su medición, cuestión que hace tiempo venía siendo sugerida.
No obstante este avance, la propia autoridad ha reconocido que la desigualdad
persiste en nuestro país, ya que en esta misma medición se ha constatado que el
Índice de Gini bordea el 0.50 (por sobre el 0,40 se considera preocupante,
según las Naciones Unidas).
Entonces, vale la pena
preguntarse
.- ¿cuáles son los rostros de la pobreza en Chile?
.- ¿quiénes son los
pobres de hoy?
.- ¿a quiénes afecta en mayor medida esta desigualdad?
Lamentablemente, la pobreza en nuestro país
sigue teniendo principalmente el rostro de la infancia, de una niña, de un niño
o adolescente, pero también, de una mujer, una persona indígena o que vive en
situación de ruralidad.
Esto se comprueba cuando hacemos una lectura un poco más profunda y detallada del
Informe de la CASEN 2013 sobre la pobreza desagregada por grupos sociales. Una
lectura que no hemos visto en los medios de comunicación tras la publicación de
estas cifras, ya que el análisis se ha centrado mayormente en la baja
persistente de las cifras de pobreza en Chile –comparándose con la región latinoamericana y con otro
países de la OCDE– y en la incorporación
de esta nueva metodología basada en un enfoque multidimensional (Informe
completo al que se hace referencia en el siguiente link: http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/documentos/Casen2013_Situacion_Pobreza_Chile.pdf).
El análisis por grupos
sociales nos permite ver concretamente los rostros de la pobreza en Chile. Según
género, la pobreza recae sobre el 15% de mujeres a nivel social, mientras que afecta
al 13,7% de hombres. Las familias cuya
jefa de hogar es una mujer están en un 15,4% en situación de pobreza, en
comparación con el 11,2% de los hogares encabezados por hombres. La pobreza
aqueja más a las zonas rurales (27,9%) en comparación con las zonas urbanas (12,4%).
Por su parte, las personas pertenecientes a pueblos indígenas viven en un 23,4%
en situación de pobreza, en contraste con el 13,5% de quienes no tienen
pertenencia étnica.
Pero, las cifras más alarmantes de la pobreza por
ingresos la observamos por grupos de edad, confirmando la tendencia ampliamente
reconocida en los estudios sociales de infancia que señalan que
la Pobreza Infantil siempre es mayor
que la
Pobreza general,
ya que la desigualdad y la exclusión afectan en mayor
medida a las familias con niñas y niños.
De acuerdo a la encuesta CASEN
2013, el 23,2% de las niñas y los niños de 0 a 3 años en nuestro país está en
situación de pobreza y el 21,6% de quienes tienen entre 4 y 18 años.
Es decir,
la pobreza infantil en Chile alcanza en promedio al 22,4%; mientras que las que
personas que están entre los 18 y 59 años viven en situación de pobreza (en
promedio) en un 12,7% y las personas mayores de 60 años, solo en un 8,4%. El contraste preocupante y vergonzoso es que
según la metodología tradicional basada en los ingresos, la pobreza en Chile es
de un 7,8%, pero la Pobreza Infantil –medida con el mismo instrumento- alcanza
la cifra promedio de 22.4%, una diferencia de casi 15 puntos porcentuales. En el siguiente gráfico se pueden observar
mejor estas preocupantes diferencias.
Si bien según UNICEF
(2014), durante los últimos años la Pobreza Infantil se ha reducido en nuestro
país, “en
el año 2006, año de referencia para Chile, la tasa de pobreza infantil era de
un 31,4% y bajó a un 22,8% en 2011. Esto significa que 490.000 niños que en
2006 se encontraban en situación de pobreza, dejaron de estarlo en 2011. Sin
embargo, la pobreza infantil en el país sigue siendo un desafío pendiente, pues
1 de cada 5 niños (22,8%) se encuentra en situación de pobreza.”
A la luz de
los datos de la reciente Encuesta Casen 2013 observamos que esta tendencia
continúa. Cabe
decir que la propensión de que la pobreza afecta en mayor medida a las niñas,
los niños, las mujeres, las personas indígenas y en situación de ruralidad se
confirman con la medición de variables que están presentes en el enfoque
multidimensional. Por ejemplo, la cobertura y el acceso a la Educación básica
está garantizada, pero los años de escolaridad más bajos representan un factor
de riesgo de pobreza.
En Salud, se muestra que un 4,7% de niñas y niños
presenta problemas de nutrición (desnutrición o sobrepeso); un 6,1% de las
familias no tiene sistema previsional de salud y un 4,8% no ha recibido
atención de salud:
Ya hemos visto que la
pobreza afecta en mayor medida a la infancia; en este sentido, la variable de
Vivienda de la metodología multidimensional nos permite observar que el 9,3% de
los hogares presenta problemas de hacinamiento (generalmente esto afecta a las
niñas y los niños, que no cuentan con una cama o un dormitorio propio para
dormir y descansar, y a las familias migrantes que viven generalmente en
situación de precariedad habitacional); el 13,6% tiene problemas de precariedad
de la vivienda (situación que también afecta el sano desarrollo integral de las
niñas y los niños) y un 5,3% carece de servicios básicos:
Con todo, estas cifras
nos muestran que el crecimiento económico y el desarrollo social que ha tenido
el país durante los últimos años no se ha visto reflejado en una mejora
concreta de las condiciones de vida de la infancia, especialmente de la primera
infancia, lo que es más preocupante porque se ha comprobado que los primeros
años de vida son vitales para el desarrollo psicosocial de una persona,
entonces este tipo de pobreza es aún más vergonzosa.
Sin duda, como sociedad tenemos una gran deuda ética
con la niñez, tanto por la pobreza, desigualdad y exclusión que le afectan en
su vida cotidiana –en mayor medida que a
otros grupos sociales–, así como, porque todavía no contamos con una Ley
Integral de Protección de Derechos de la Infancia, con una Defensoría de la
Niñez y con una Institucionalidad verdaderamente moderna, con financiamiento y
poder de decisión que garantice efectivamente los derechos de todas las niñas,
los niños y adolescentes que viven en Chile, por ello se requiere urgentemente
un Ministerio de Infancia. Si seguimos mirando a la infancia solo como un
asunto del futuro, difícilmente nos ocuparemos de su bienestar presente.