Un estudio no halla un impacto significativo en las tres primeras semanas de curso.
“Si las escuelas hubieran actuado como amplificadoras de los contagios,
ya debería observarse un efecto en la incidencia global”
Ignacio Zafra,
|
Colegio S.Sebastión. Fco. Jiménez, |
Un informe entregado a la Comisión Europea por el grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos
de
la Universidad Politécnica de Cataluña ha concluido que las tres
primeras semanas de curso no han tenido un impacto significativo en la
evolución de la epidemia en España. “Si las escuelas hubieran actuado
como amplificadoras de los contagios, ya debería observarse un efecto en
la incidencia global”, tras haberse superado el periodo de dos semanas
que se utiliza como indicador de la marcha de la enfermedad, señala el
documento donde, además del conjunto del país, se analiza de forma
específica la situación en Andalucía, Cataluña, Madrid, Comunidad
Valenciana (entre las cuatro suman el 61% de la población escolar) y
Castilla y León.
“Hay
que subrayar que es solo un primer análisis y que todo puede cambiar.
Pero lo que vemos es que la apertura en sí no ha cambiado
significativamente las tendencias. Las comunidades donde la incidencia
estaba subiendo han seguido haciéndolo a un ritmo parecido, y las que
estaban bajando han continuado haciéndolo”, afirma la física Clara Prats,
una de las autoras del informe, especializada en el análisis de la
dinámica de la pandemia. “Puede que esté habiendo un cambio más sutil
que vayamos viendo las próximas semanas, pero de momento esta es la
fotografía”, afirma.
Los resultados parecen respaldar las
medidas adoptadas por los centros para prevenir los contagios que,
después de ciertas dudas, las comunidades endurecieron a finales de
agosto a instancias de los ministerios de Sanidad y Educación. Y deben
ser vistos con cautela no solo porque se refieren a un periodo corto,
sino porque han coincidido con el buen tiempo, en el que, admite Prats,
ha resultado más sencillo ventilar las aulas.
Estudio por edades
El análisis, incluido en un informe mayor y titulado Reapertura de las escuelas en tiempos de pandemia, una
primera evaluación tres semanas después, abarca el mes de septiembre y
muestra la evolución de la epidemia semana a semana. Primero, observando
la incidencia general por cada 100.000 habitantes acumulada en dos
semanas. Y a continuación descendiendo a la evolución de los contagios
entre la población de cero a 18 años en cuatro autonomías: Andalucía,
Cataluña, Comunidad Valenciana y Castilla y León. En este caso, se toman
el 100% de los contagiados (independientemente de que sean más o menos
que la semana anterior) y se observan las variaciones que experimenta la
incidencia específica de cada grupo de edad en la incidencia total de
infectados. Los datos reflejan que Andalucía y Cataluña han
experimentado un “ligero aumento” de los contagios en edades de
población escolar. Pero esa subida, de unos tres puntos porcentuales,
puede explicarse “por un mayor esfuerzo diagnóstico” en esta franja tras
el inicio de las clases, creen los investigadores. “No quiere decir que
sea el motivo, sino que con él se podría explicar el aumento”, señala
Prats.
En Cataluña, por ejemplo, cuando un niño da
positivo se realizan PCR a todos los compañeros de su grupo burbuja, y
también se han hecho cribados en escuelas de zonas de alta incidencia.
En Andalucía, que acaba de anunciar un cambio en el protocolo, se han
venido realizando las pruebas solo a aquellos compañeros del positivo
considerados por salud pública contactos estrechos, lo que a veces
implica a toda la clase y otras solo a una parte. En cualquier caso si
se hacen más test, lo previsible en un grupo de población que presenta
un elevado porcentaje de asintomáticos es que el número de casos
aumente, así como su peso relativo frente a otras franjas de población
que no están siendo tan escrutadas.
Bajada y subida
En
la Comunidad Valenciana (que realiza PCR a todos los miembros de una
burbuja cuando hay un positivo), los datos reflejan incluso un pequeño
descenso relativo, en torno a un punto porcentual, en los contagios de
los grupos de hasta 18 años desde el inicio de las clases. En Castilla y
León, en cambio, sí se ha producido un aumento relevante en el grupo de
0 a 9 años (cuyo peso en el total de los contagios ha avanzado 10
puntos porcentuales, hasta alcanzar el 22,8%). Los investigadores creen
que ello puede indicar que se están produciendo más contagios en los
centros, pero sin descartar otras opciones, como que se esté realizando a
este grupo de edad un número de pruebas mayor del esperable o que haya
un infradiagnóstico de otros grupos. “No tenemos una respuesta clara, es
un dato sorprendente que requiere buscar una explicación”, admite
Prats.
Una portavoz de la Consejería de Educación de
Castilla y León señala que desde el inicio del curso se han detectado
173 contagios de alumnos en toda la autonomía —destaca Palencia, que
suma ella sola 91—. Y que, pese a que se realizan PCR a todos los
compañeros de una clase en la que se encuentra un contagiado (se han
realizado 5.000 en el ámbito escolar, tanto a estudiantes como a
profesores), apenas se han encontrado cadenas de transmisión en los
centros escolares.
El análisis por franjas de edad no
incluye otros territorios porque no ofrecen datos segmentados
“utilizables” por el grupo de investigación (esto es, en archivos
descargables que incluyan series históricas). Madrid tampoco los ofrece,
pero la comunidad sí ha sido incluida en la primera parte del informe,
que analiza la evolución general de la epidemia en el territorio desde
que empezaron las clases, “debido a su actual importancia en términos de
la situación epidemiológica”.
Pese a la advertencia que
supone el dato de Castilla y León, Prats indica que los resultados
reflejan una baja tasa de transmisión debida quizá al hecho de que los
niños puedan tener menos capacidad de infectar, aunque la tienen. Y
probablemente al éxito, al menos provisional, de las medidas
implementadas para prevenir los contagios.
El grupo de
Prats remite desde marzo, en virtud de un convenio, a dos direcciones
generales de la Comisión Europea, la sanitaria y la vinculada a las
nuevas tecnologías, así como al Centro Europeo para la Prevención y
Control de Enfermedades, informes, que al principio eran diarios y ahora
son tres a la semana, sobre la evolución de la pandemia en España y en
otros países europeos basados en los indicadores y modelos de análisis
de tendencia que han desarrollado.
Cuarentenas rápidas, cadenas de contagio cortas
El
informe elaborado por el grupo de Biología Computacional y Sistemas
Complejos destaca el análisis sobre las cadenas de contagios en los
centros educativos elaborado por el Departamento de Salud de la
Generalitat de Cataluña, que ofrece una visión esperanzadora, aunque de
momento muy provisional, sobre el comportamiento del coronavirus en las
escuelas y el éxito de las barreras implantadas para contenerlo.
Según
los datos recopilados en los centros durante las dos primeras semanas
de clase en Cataluña, el 87% de los llamados casos índices (el primero
que se detecta, a partir del cual se empieza a tirar del hilo) hallados
en grupos burbuja no generaron ningún contagio en su clase. Es decir,
tras realizar pruebas PCR a todos los demás integrantes de la clase no
se detectaron más infectados, por lo que cabe deducir que su contagio se
había producido fuera del centro. En un 7% de los casos solo se detectó
otro infectado. En un 4% se encontraron dos. En un 1%, tres. Y solo en
un 0,6% un número superior.
En el informe, los
investigadores no aventuran los motivos de que apenas haya contagios o
de que las cadenas sean cortas. Pero sí subrayan las medidas sanitarias
adoptadas, especialmente la obligación de que profesores y alumnos, a
partir de los seis años, lleven la mascarilla toda la jornada salvo para
comer. “En esto interviene quizá que los niños puedan ser menos
infecciosos. Y muy probablemente las medidas implantadas para prevenir
los contagios, así como las cuarentenas de los grupos burbuja, que al
aislar a la clase entera permiten cortar rápidamente la posibilidad de
que se produzcan cadenas de contagio en el aula”, afirma Clara Prats,
una de las autoras del informe.