"...el hombre tecnológico lucha desesperadamente con su sensación de insignificancia
y pretende superar la apatía de su entorno...
el fenómeno de facebook representa una lucha contra la inexistencia
y la falta de presencia de cada cual en el mundo."
citando a Muggeridge:
del libro "Ceguera Moral" (Bauman/Donskis),
Bauman, Z. y Donskis, L. (2015).
Barcelona: Ed. Paidós.
Como sociedad es nuestro deber entender que lo que esta mujer tecnológica (madre ?) está haciendo,
utilizar a una niña para lograr atención, "likes",
no solo es indecente e inmoral,
sino que vulnera todos los derechos de esta niña... y,
aquellas personas que dan "likes" se están equiparando ética y moralmente a ese "personaje! tecnológico.
Un vídeo de una mujer enseñando
a leer a una niña se ha hecho viral en redes sociales. Los errores de
la criatura provocan la carcajada de su presunta familia.
La niña, humillada, llora las gracias de una madre que solo busca la risa y el like fácil.
La niña, humillada, llora las gracias de una madre que solo busca la risa y el like fácil.
Reírnos de escenas como esta y compartirlas en nuestras
redes también nos hace cómplices de este nuevo tipo de maltrato infantil
digital.
Ningún vídeo viral vale la humillación de un niño Twitter |
—¿La P con la E?
—PE
—¿La L con la O?
—LO
—¿La T con la A?
—TA
—¿Qué dice entonces?
¡¡¡TOMATE!!!
No
hay nada de pedagógico en este vídeo. En la escena hay una presión
desmedida hacia la niña, en tensión permanente, aterrorizada y que acaba
explotando al sentirse avergonzada por aquellos a los que más quiere.
Se nota que el vídeo está precocinado y busca llegar a ese desenlace,
probablemente ya experimentado con anterioridad.
Si el
vídeo te hace gracia eres parte del problema. Y el problema es grave.
La publicación original tiene más de medio millón de reproducciones,
20.000 retuits y casi el doble de likes. Cuarenta mil personas regalan
el corazoncito por disfrutar con la vergüenza de una niña sometida a una
presión pública y privada totalmente innecesaria.
"Es una broma sin importancia", "Es solo humor", dicen algunas respuestas. "Unas risas de vez en cuando no nos vienen mal",
comentan otros. La mayoría del hilo denuncia la crueldad del vídeo pero
este sigue compartiéndose a velocidad de vértigo. (La publicación
original es de mayo de 2017). Demasiadas veces
contemplamos la vida ajena como material producido para una telenovela
que caduca. La realidad que hay detrás no nos interesa si nos arranca
las risas fáciles de una comedia. Usar, tirar, y olvidar el daño colateral.
El psicólogo Alberto Soler Sarrió, especialista en crecimiento personal y crianza de los hijosy responsable del canal 'Pildoras de Psicología'
habla de por qué compartimos este tipo de material, el efecto de
tolerancia digital y del reforzamiento que produce la lucha por
conseguir el viral de turno:
"Cada
vez necesitamos mayor intensidad del estímulo en cuestión para que
despierte nuestra atención, ya no basta con compartir imágenes de
gatitos."
Otro factor que influye, es lo que se conoce como el "reforzamiento
aleatorio intermitente", que es el que está detrás de, por ejemplo,
las máquinas tragaperras: es el programa de reforzamiento más poderoso
que existe, porque no sabes cuándo vas a obtener el "premio". La red es
así, "como una caja de bombones", no sabes qué publicación va a
despuntar, lo cual lleva a una conducta compulsiva en busca de esa
recompensa, la viralidad."
Por
eso compartir el vídeo también nos hace cómplices de este maltrato 2.0.
La impersonalidad de la lejanía o el anonimato de los personajes no
sirve como excusa para promocionar un contenido que funcionará
tan bien en redes. Favorecer su difusión es contribuir a que el fenómeno
se perpetúe, se convierta en tendencia y favorezca que las pequeñas
burlas se transformen en grandes frustraciones.
Las consecuencias de este 'juego viral' de adultos irresponsables para con la niña pueden ser interminables:
"Afecta
a la autoestima del menor, puede generar problemas emocionales como
depresión, ansiedad, problemas de socialización, problemas académicos y
también, como hemos visto en diferentes ocasiones, puede incluso llevar al suicidio" nos comenta Alberto.
La
humillación nunca puede ser una herramienta de educación ni de
disciplina, y menos ejercerla públicamente en redes sociales.
Enseña a
los niños unos límites de adultos que aplicarán cuando lo sean,
exactamente igual que la violencia.
Un niño humillado en redes no solo
pierde la confianza en quien le humilla, también pierde el derecho a una
reputación construida con su voluntad, no con sus faltas o errores.
¿Que
ocurriría si, por ejemplo, la niña del vídeo fuera disléxica? (Si no
sabe leer a esas edad es una posibilidad nada desdeñable). ¿Sería un
agravante o un atenuante? Las risas se transformarían ahora en muecas.
¿Nos estamos riendo de una niña con un trastorno de aprendizaje? ¡No lo
sabía! ¡Tengo excusa!.
En realidad la falta de
información no exime la responsabilidad del espectador. Las evidencias
son suficientes para demostrar un desagravio, haya o no dislexia. No hay
nada de gracioso en construir chistes con realidades anónimas de carne y
hueso por unos cuantos likes o retuits.
La mejor forma de actuar en estos casos es denunciar a la red social el contenido del vídeo y no favorecer a su divulgación si no es para hacer pedagogía con ella