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Estado de la Pobreza 2020: la mayor radiografía social de España

 (EAPN-ES). 

El X Informe sobre el Estado de la Pobreza se presentó el 14 de octubre en el marco de la Semana de Lucha contra la Pobreza y la Desigualdad.
Por décimo año consecutivo, la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social presenta su Informe anual de seguimiento del indicador AROPE -At Risk Of Poverty and/or Exclusion- en España y sus comunidades autónomas, que ofrece a la sociedad...
La propuesta de los informes nacionales de vigilancia de la pobreza es dar prioridad a la propia evaluación de los miembros de lo que está sucediendo con la pobreza en su país, basándose en la experiencia de las personas en situación de pobreza. 
Los objetivos de este informe sobre España son: hacer un seguimiento de las principales tendencias y políticas sobre pobreza y exclusión social en España, y sensibilizar sobre temas prioritarios para las personas que se encuentran en esa situación.
EAPN es una red dedicada a la lucha contra la pobreza cuyo objetivo es trabajar juntos para lograr una reducción de la pobreza, a través de un efectivo estrategia de lucha contra la pobreza basada en la participación, a nivel nacional y de la UE. La vigilancia de las tendencias de la pobreza es parte de este proceso, exigiendo cuentas a los gobiernos, y sensibilización del público en general. 

Maternidad, fecundidad y paridez en la adolescencia y la juventud, América Latina.


 Rodríguez Vignoli, Jorge - San Juan Bernuy, Victoria
Signatura: LC/TS.2020/89,  68 p.
Editorial: CEPAL, Julio 2020

DESCRIPCIÓN

Por la relevancia de la reproducción en la adolescencia y la juventud en la agenda social de la región, en este documento se describe y analiza la evolución y desigualdad de varios de sus indicadores. Para ello, se usan los datos de censos y encuestas más recientes disponibles. Se halla que mientras la reproducción en la adolescencia ha caído lentamente luego de un aumento en las últimas décadas del siglo XX, la que ocurre en la juventud ha bajado significativamente. La desigualdad social es alta, pero mayor en la reproducción adolescente y no registra signos de reducción. La baja reciente de la reproducción adolescente se explica por el aumento de la educación y de la anticoncepción. Pero la reproducción temprana aún es frecuente entre los grupos desaventajados, por lo cual abatir las barreras de acceso a la anticoncepción para las adolescentes de estos grupos es fundamental, así como ofrecer oportunidades alternativas a la maternidad adolescente.

ÍNDICE

Resumen
.-- Introducción
.--I. Discusión conceptual y operativa. A. Sobre la tendencia de la reproducción en la adolescencia y la juventud. B. Sobre la desigualdad de la reproducción en la adolescencia y la juventud. C. Variables intermedias que explican el cambio de la fecundidad adolescente
.--II. Fuentes, indicadores, y grupos de edad
.--III. Resultados.y la medición de sus efectos

Los pobres se han quedado sin escuela.

En éste artículo nos describe el impacto que ha tenido en su alumnado la suspensión de las clases, y cómo las distintas disposiciones de la Junta de Andalucía no han hecho más que evidenciar la brecha digital que ya existía, y la ruptura de uno de los principios básicos de la Escuela: la equidad.

Pablo María Fernández*,

A mediados de marzo se aprobó el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declaraba el estado de alarma. En el ámbito educativo se concretaba en la suspensión de actividades educativas de manera presencial al tiempo, decía el decreto, que se mantienen las actividades educativas a través de las modalidades a distancia y online, “siempre que resulte posible”.

Las Administraciones, que deben ser conscientes de que una parte significativa del alumnado, la más vulnerable y excluida, se ha quedado descolgada y fuera de la escuela online, ha considerado que “resulta posible” seguir y que el curso debe continuar. En este sentido, el pasado viernes, la Junta de Andalucía publicó la Instrucción de 23 de abril de 2020, de la Viceconsejería de Educación y Deporte, relativa a las medidas educativas en el tercer trimestre del curso 2019/2020. En ella, se afirma que la consejería “ha puesto a disposición de la comunidad educativa todos los medios a su alcance para poder mantener las citadas actividades educativas”. Podría interpretarse la afirmación como que todo el alumnado andaluz ya tiene a su alcance, además de lo necesario para la subsistencia, los medios técnicos para seguir en la escuela de forma telemática.
Pues no. Parece que eso no estaba al alcance de la Consejería. La misma que afirma que el curso terminará con normalidad en la fecha prevista cuando aún nadie había oído hablar del coronavirus y cuando la escuela era presencial.

La normativa le pasa el marrón a los equipos directivos de los centros educativos: “establecerá mecanismos de coordinación para que los equipos docentes en colaboración con los departamentos de coordinación didáctica y los equipos de ciclo, en su caso, implementen las programaciones didácticas o guías docentes en el marco de las orientaciones establecidas por los equipos técnicos de coordinación pedagógica, con objeto de permitir el avance de todo el alumnado”.
 Sí, dice “de todo el alumnado”, incluido el que está desconectado de la escuela desde el 13 de marzo cuando terminó la escuela presencial. ¿Cómo lo hace el equipo docente para llegar al alumnado confinado y permitir el avance de todo el alumnado? Plantea una oferta sin ofrecer nada y echando de nuevo la pelota al mismo sitio: “Los centros docentes podrán poner los medios y las herramientas que determinen a disposición de este alumnado, a fin de que tengan acceso a los recursos o actividades que se difundan a distancia o por internet”.

La instrucción de la Viceconsejería de Educación habla en realidad de una educación segregada aunque lo llama “flexibilización de las programaciones didácticas o guías docentes”. Así, distingue dos tipos de actividades. Las primeras, de refuerzo y/o recuperación “se desarrollarán hasta finalizar el tercer trimestre e irán dirigidas especialmente al alumnado que hubiera presentado dificultades de aprendizaje durante los dos primeros trimestres del curso, o al que no pueda o tenga dificultades para desarrollar la actividad a distancia o por internet.”  Las segundas, de continuidad “implican el desarrollo de contenidos y competencias, en su caso, del presente curso, que estaba previsto llevar a cabo durante el tercer trimestre, conforme a la programación didáctica/guía docente. Estas actividades serán especialmente consideradas si el alumnado está siguiendo con regularidad la actividad docente no presencial, y en los niveles de finalización de las etapas, así como en las enseñanzas postobligatorias y de régimen especial”.

Dicho de otra manera: unas actividades de continuidad para quienes pueden permitirse seguir el curso online y otras de refuerzo y/o recuperaciónpara quienes tuvieron dificultades de aprendizaje en la escuela presencial  o tengan problemas para seguir la escuela online. ¿Cómo se hacen las actividades de refuerzo y/o recuperación con el alumnado que tiene problemas para seguir la escuela online? Nada dice al respecto la instrucción. Lo que está claro, a mi modo de ver, es que la brecha digital, que es la punta del iceberg de la brecha social y económica, contribuye con la bendición de la Consejería, a la brecha académica

En esta misma línea de segregación y siguiendo con las clases online, quienes puedan permitírselo deben saber que tendrá su premio: “en lo referente a las actividades evaluables desarrolladas durante el tercer trimestre, tendrán como objetivo la mejora de la calificación del alumnado… las tareas realizadas durante el confinamiento deben suponer un valor añadido”. No dice, aunque es obvio, para quienes dispongan de los medios. Para los demás, una papeleta de “no has tenido suerte, vuelve a intentarlo”.

La instrucción no olvida al alumnado con evaluación negativa que le imposibilite la promociónen la evaluación ordinaria. No debe preocuparse si suspendió el curso y quedó al margen con la pandemia, porque “podrá presentarse a las pruebas extraordinarias de recuperación que se realizan en el mes de septiembre.  Si fuese necesario, dichas pruebas extraordinarias se llevarán a cabo con las debidas garantías que las autoridades sanitarias determinen para evitar el riesgo de contagio”.

Nada de esto tiene que ver con la escuela que, con todas las limitaciones, intenta poner en igualdad de condiciones a todas las personas, atendiendo a la diversidad. La escuela online, la escuela de quienes pueden permitírselo, me produce rabia e indignación porque es excluyente.
 La educación es un derecho reconocido en la Convención sobre los derechos del niño: que afirma que “los Estados Partes reconocen el derecho del niño a la educación y, a fin de que se pueda ejercer progresivamente y en condiciones de igualdad de oportunidades ese derecho…” (28.1) 

No podemos dar por válida, ni en tiempos de pandemia, una educación que segrega.

*Pablo María Fernández es delegado de APDHA Sevilla y profesor en una de las barriadas más vulnerables de la ciudad.

«El cerebro refleja la vida que ha vivido, no el sexo del propietario".

La neurociencia rompe el mito del cerebro femenino.

La experta en neuroimagen dice que la cultura sexista (las mujeres cuidadoras y los hombres fortachones) 
es lo que produce que los cerebros de las mujeres y de los hombres se desarrollen de forma diferente.
A ella lo que le interesa es descubrir cómo afecta al cerebro de una niña el rosa de los vestidos y las cocinitas que les dan para jugar; 
cómo inciden en el cerebro de un niño los Legos para montar castillos que les traen los Reyes Magos. 
«El cerebro es plástico y maleable. Va amoldándose al entorno 
y a lo que una persona cree que los demás esperan de ella».... 
Cada persona es valiosa por ser quien es, no por el grupo al que pertenece....
Gina Rippon. Foto de James Waller
                                                                                                                                 Mar Abad, YOROKOBU.
   
"Acababa de nacer una de sus hijas. Gina Rippon estaba en el hospital y hablaba con otras madres mientras esperaban a que les trajeran sus bebés. Una enfermera apareció al fondo con dos criaturas que llenaban el pasillo con sus llantos y su griterío.

Se acercó a una mujer y le entregó un bebé vestido de celeste:
— Tiene un par de pulmones estupendos —dijo la enfermera, por la fiereza de los gritos del nene.
Después puso en los brazos de Rippon a su niña recién nacida, que lloraba con el mismo ímpetu, y comentó, quejosa:
— Es la más ruidosa de todos. No es muy femenina.

Apenas tenía diez minutos de vida y ya esperaban de ella que se comportara como una señorita: calladita, modosita, discreta. Mientras el niño de al lado berreaba como un campeón y lo jaleaban por ello. ¡Qué pulmonazos!

Tenemos los roles de género metidos hasta el tuétano. Arrastramos desde hace tantos siglos la idea de que las mujeres y los hombres han de actuar de un modo distinto que hemos dejado de cuestionarlo. Está tan dentro de nuestras cabezas y tan pegado a nuestra piel que hasta la ciencia, muchas veces, ha dejado de poner esta premisa en duda. 

Muchos estudios parten de la base de que el comportamiento y el temperamento de los hombres y las mujeres es distinto. Pero ese hecho, ¿lo prueba la ciencia o lo impone la educación?". 
 Esta pregunta llevó a la experta en neuroimagen cognitiva Gina Rippon a investigar el asunto y a contarlo ahora en su libro El género y nuestros cerebros (Galaxia Gutenberg, 2020).


¿DESDE CUÁNDO HABLA LA CIENCIA DE «CEREBRO FEMENINO» Y «CEREBRO MASCULINO»?

La ciencia del siglo XVII asignó un sexo al cerebro: uno «femenino» para las mujeres y uno «masculino» para los hombres. Los valores culturales y científicos empezaron a mezclarse hasta el punto de que en la actualidad se da por sentada esa ridícula frase de que «los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus». Todos son del planeta Tierra, dice, riendo, Rippon.

Muchos piensan que esa máxima de Venus y Marte es la conclusión de cientos de investigaciones rigurosas. Ven obvio que si los genitales son distintos, el cerebro también lo sea. Aunque entonces, ¿por qué no lo es el riñón? ¿Y el corazón? Por esta lógica, el órgano del amor tendría que ser mucho más rosa y mucho más grande en las mujeres. ¿Cómo, si no, habrían de caberles tanta empatía, tantos cuidados y tanta dulzura a las madres y abuelas? 

«Es un concepto equivocado que ha regido la ciencia del cerebro durante varios siglos, que sirve de base a muchos estereotipos perniciosos y que, en mi opinión, representa un obstáculo para el progreso social y la igualdad de oportunidades», escribe la investigadora honoraria de la Asociación Científica Británica en El género y nuestros cerebros.

Gina Rippon cuestiona en este libro muchos de los mitos asumidos por la sociedad: que los hombres son unos cracks leyendo mapas y las mujeres, un peligro al volante; o que las mujeres cuidan de los bebés que es un amor y los hombres no saben ni doblar un pañal.

La catedrática honoraria de Neuroimagen Cognitiva en el Centro del Cerebro de la Universidad de Aston, en el Reino Unido, analiza los estudios en los que se basan esas creencias y desmonta muchas de ellas. Algunas las califica, incluso, de extravagantes. Por ejemplo, que las mujeres son inferiores porque su cerebro pesa 140 gramos menos o que no tienen sentido de la orientación porque su cerebro tiene conexiones distintas a las de los hombres.

Esa idea de que las diferencias anatómicas implican diferencias en el cerebro es la que lleva a dar por sentado que las mujeres y los hombres tienen distintas aptitudes cognitivas, distintas personalidades y distintos temperamentos. Incluso distintos lugares en la sociedad. Aunque, según Rippon, en la actualidad todo esto está en cuestión: «No solo se han puesto en duda las viejas respuestas. También se cuestiona la pregunta, la búsqueda de la diferencia».

— Muchas mujeres, hartas de que les pidan que sean discretas, hoy exigen su «derecho a la ira». A los hombres se les permite expresar su enfado mucho más que a las ellas.

— Sí. Cuando una mujer se irrita le dicen que eso es muy poco femenino —contesta, riendo— Si hiciéramos un test a todas las mujeres del mundo, encontraríamos grandes diferencias de temperamento. Es más: si hiciéramos un estudio a una sola mujer, veríamos diferencias de un día a otro. Muchas mujeres no se ven representadas con esa idea de la esposa dócil. Estos estereotipos ahogan a muchas personas.

¿HAY UN CEREBRO ESPECÍFICO PARA CADA SEXO O UNO PARA CADA PERSONA?

Gina Rippon lleva décadas estudiando el cerebro humano. En sus investigaciones sobre el espectro autista en niños y adolescentes ha observado miles y miles de imágenes cerebrales. Y eso le ha hecho ver que, por la foto de un escáner, sería incapaz de decir si un cerebro pertenece a una mujer o a un hombre.

Hay diferencias entre uno y otro, por supuesto, pero porque hay diferencias entre todos y cada uno de los cerebros humanos. Así lo dice Gina Rippon, con una sonrisa y mucha convicción, en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Lo que habría que estudiar es la incidencia de los valores culturales y los roles de género en el cerebro de los individuos: «Cómo afecta el ambiente en el cerebro y cómo responde el cerebro a los estímulos culturales y sociales. Qué viene de nacimiento y qué es aprendido».

Hasta ahora la mirada habitual ha sido la que busca una diferencia biológica. La que no se conforma con las distinciones en los genitales, las gónadas, los genes y las hormonas. También las buscan en el cerebro y pueden dar con el hallazgo que quieran, porque, según Rippon, «podemos usar la información en función de la respuesta que estemos buscando». 

A ella lo que le interesa es descubrir cómo afecta al cerebro de una niña el rosa de los vestidos y las cocinitas que les dan para jugar; cómo inciden en el cerebro de un niño los Legos para montar castillos que les traen los Reyes Magos. «El cerebro es plástico y maleable. Va amoldándose al entorno y a lo que una persona cree que los demás esperan de ella», indica Rippon.

Esto podría explicar la creencia general de que los hombres tienen mejor sentido de la orientación o son mejores en ciencia y tecnología. Si de pequeños jugaron más a construir castillos, es lógico que de mayores se les dé mejor la construcción de edificios. Ocurre lo mismo con los cuidados. Aún no se ha encontrado el gen cuidador con lacito rosa. Pero lo que aún abunda son niñas que con solo cinco años ya van tirando de un carrito y llevando un muñeco pelón para jugar a ser mamás. 

Décadas de investigación llevan a Rippon a afirmar que los cerebros reflejan las vidas que han vivido, no el sexo de su propietario. «Ver las impresiones que dejan para toda la vida  las experiencias y las actitudes en nuestros cerebros plásticos nos hace comprender que necesitamos examinar más de cerca lo que ocurre fuera de nuestra cabeza, no solo dentro», escribe en El género y nuestros cerebros.

En los dos primeros años de vida, los niños absorben muchísima información. Bastante más de la que los adultos imaginan. En estos 24 meses ya aprenden los roles de género y actúan en función de ellos. Ya empiezan a interiorizar frases del tipo «los niños no lloran», «las niñas no hacen esas cosas» o «¡Mira qué tío machote!». 

Esta primera educación es fundamental para entender la brecha de género que llega después. «Parece que comienza desde el nacimiento o incluso antes», explica Rippon. «Los recién nacidos absolutamente dependientes tienen unas habilidades sociales mucho más sofisticadas de lo que pensábamos. Están reuniendo a toda velocidad informaciones sociales útiles, además de datos esenciales como qué rostro y qué voz indican la llegada de alimento y consuelo».

— Del hartazgo de las cadenas que impone una sociedad dividida en dos géneros, han aparecido dos conceptos muy interesantes: el género neutro (personas que no quieren identificarse con lo femenino ni con lo masculino) y el género fluido (individuos que quieren ir definiendo su identidad cambiante según la sientan en cada momento).

El problema es la idea de que tu sexo biológico determina tu género social. Hay muchas presunciones que deben ser cuestionadas. Lo importante es saber qué entendemos por género: ¿es tu identidad? Una de las soluciones es lo que llamo irrelevancia de género. Liberarnos del significado de ese término. Cada vez tenemos más etiquetas para el género. Puede haber tantos géneros como personas en el mundo. Pero ¿por qué no prescindir de él?—ríe—. Es solo un experimento. 

‘NEUROSEXISMO’ Y ‘NEUROBASURA’

La experta en neuroimagen dice que las similitudes entre los cerebros de una mujer y de un hombre son inmensas. Por eso no tiene sentido buscar las diferencias remotas. Pero es lo que ocurrió cuando apareció la primera tecnología que mostraba imágenes cerebrales: «Los estudios se hacían basándose en la antigua lista de las marcadas diferencias entre hombres y mujeres». 

Parte de la neurociencia de aquellos años 90 incluía en sus estudios los estereotipos de género como un dato válido más y eso dio origen a lo que la psicóloga Cordelia Fine ha llamado neurosexismo: la justificación del sexismo por la neurociencia.

Aquellas primeras imágenes del cerebro que aparecieron a finales del siglo XX entusiasmaron al público. Pronto salieron de las consultas del hospital y fueron publicadas en libros, prensa y manuales de autoayuda. El inconveniente, dice Rippon, es que pocas veces les acompañaban explicaciones rigurosas y científicas. Lo que destacaba esta literatura divulgativa eran las diferencias entre el género femenino y el masculino. Algo que resultaba anecdótico para la ciencia se convirtió en el big issue de la cultura popular. 

Todo el conocimiento nuevo que podía haber obtenido la sociedad sobre el cerebro se redujo a los asuntos de siempre: por qué las mujeres son más sensibles y los hombres, más racionales. Para eso se utilizaron la mayor parte de estas sofisticadas imágenes de colores. Y eso dio lugar a la neurobasura y las neurotonterías. Así denomina Rippon a estas imágenes que aparecen en las revistas de sala de espera y libros de autoayuda, y advierte que puede desacreditar el trabajo profesional que hacen los neurocientíficos en sus laboratorios.

— Dices que después de varias décadas estudiando el cerebro humano no has visto dos iguales. Cada cerebro es único y no podemos presuponer unas habilidades por una etiqueta ni de género ni de raza ni de nada.


— Eso significa que cada persona 
es valiosa por ser quien es, 
no por el grupo al que pertenece.



La caída del adultocentrismo.



El adultocentrismo está en crisis y 
no logramos verlo detrás de todas las cifras que nos muestran dicha situación,
 buscando siempre a los culpables fuera 
y responsabilizando a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Analizando los pilares que sustentan esta caída del adultocentrismo.

por Juan Pablo Venegas,




La caída del adultocentrismoLa situación actual de la niñez en el país (CHILE) se explica en gran medida por un olvido sistemático y negligente de las instituciones adultas respecto de las necesidades principales de niños, niñas, adolescentes y jóvenes (NNAJ), así como también por los resultados de problemáticas sociales que ligan conductas y comportamientos validados culturalmente en la crianza y que sustentan la pobreza infantil, las altas incidencias en violencia y una severa crisis de salud mental, entre otros flagelos. 
Lo anterior obliga a analizar los pilares que sustentan esta verdadera caída del adultocentrismo.

El Fracaso de las Instituciones Adultas: Estado, Iglesias, Escuelas, la Justicia, SENAME, todos espacios de relacionamiento que han devenido en rotundas crisis de legitimidad, de funcionamiento y resultados, de generación de desigualdad, de equidad jurídica y de oportunidades. En particular, hacia la niñez, el Estado no ha cumplido con su promesa de brindar protección y garantías de derechos para NNAJ; la cantidad de niños, niñas vulnerados al interior del mismo SENAME y, en los últimos dos años, la crisis de los colegios emblemáticos que ha sido tratada principalmente desde la crítica, la sanción y la reacción coercitiva, con poco y nulo diálogo resolutivo y un acercamiento real a sus demandas.

El Fracaso Ético – Cultural de la Adultez: Un segundo ámbito a destacar es el de la cultura y las costumbres, en donde la crisis ética y moral de la adultez, que ha amparado la violencia, el maltrato, la discriminación, el abuso y en donde existe una cultura de subestimar la niñez, la adolescencia y la juventud
El científico Pablo Razeto lo define como “una crisis sistémica y generacional, donde se ha subestimado a los adolescentes”. Clave en esto han sido las inconsecuencias mostradas tanto en fallos judiciales para delitos económicos, donde connotados empresarios han sido condenados a multas y a clases de ética, y jóvenes vendedores ambulantes son privados de libertad.
En el caso de las iglesias, la caída ética de la Iglesia Católica por abusos sexuales y el escándalo económico, así como las reacciones ultraconservadoras de iglesias evangélicas, distancian y decepcionan a la adolescencia y juventud de los valores tradiciones y costumbres que sustentan el contrato social.
En esta línea, en el estudio de Modelos Culturales de Crianza (WorldVision, 2017) se configura el concepto de “Complejo de Disciplinamiento”, entendido como un sistema de comportamientos que aloja de manera difusa y ambivalente formas de crianza basadas en la ternura y el afecto, con otras asociadas al castigo y el uso de la violencia.

El Fracaso Económico y Social: en este punto, tanto los datos como la vivencia cotidiana de la crisis de desigualdad de nuestro modelo de sociedad tiene un correlato directo con la niñez, adolescencia y juventud, pues junto con ser los más pobres entre los pobres, el 56,4% de los menores pertenecen a los primeros dos quintiles. Esto quiere decir que más de la mitad de los niños del país son parte del 40% más pobre de la población. Asimismo, el 13,9% de los menores de edad son catalogados como pobres según sus ingresos, y un 22,9% es considerado pobre multidimensional. Se suma a esto que la cifra de “NINI´s”, que supera los 520 mil en el país y que el desempleo entre los 15 y 29 años, la población más joven, bordea el 20%.

El adultocentrismo está en crisis y no logramos verlo detrás de todas las cifras que nos muestran dicha situación, buscando siempre a los culpables fuera y responsabilizando a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

"Crecer sin etiquetas", I Jornada sobre

"Propuestas ante la Patologización en la Infancia y Adolescencia".

Desde Forum Infancias Madrid se invita
el próximo 22 de febrero, a partir de las 9,00hrs,
a la Iª Jornada de Encuentro: Crecer sin etiquetas. 

Tendrá lugar en el Instituto Psiquiátrico Servicios de Salud Mental José Germain,
 Calle Luna, 1, 28911 Leganés, Madrid

En el enlace podéis descargar tanto el Programa como el Formulario para formalizar la inscripción. 
Una vez descargado y cumplimentado enviadlo a: formcontinuada.ipjg@salud.madrid.org
Esperamos que sea de vuestro interés.

Límite para la inscripción, 8 de febrero








La infancia estallada,

con la revuelta, las infancias también despertaron, 
están aquí y ya es imposible no verlas.
por Iskra Pávez*,



Es reconocido que asistimos a un momento histórico, dada la actual revuelta y los múltiples movimientos sociales que en ella se expresan, como los vinculados a la niñez y al feminismo -por nombrar algunos- que se han tomado la agenda y exigen verdaderas transformaciones culturales.


En el territorio denominado Plaza de la Dignidad y sus alrededores es posible ver la diversidad de infancias (en plural) que habitan en nuestro país. Históricamente la niñez más pobre, trabajadora o aquella que se escapaba del modelo de infancia “ideal” o “normal” ha estado invisibilizada, porque a través de las políticas públicas se la ha desplazado hacia la periferia o se la ha recluido en centros similares a las cárceles. La imagen de una niña mocosa que juega en el barro a pata pelá está escondida en los confines del mundo, lejos de la mirada adulta, no obstante, con la revuelta, las infancias también despertaron, están aquí y ya es imposible no verlas.

Un breve recorrido por el área de la Dignidad permite ver a adolescentes que trabajan; reconozcámoslo, en Chile hay niñas, niños y adolescentes que trabajan -a veces, al mismo tiempo que estudian- y lo hacen por diversas razones, la primera de ellas, la pobreza. Por ejemplo, en la intersección de Bellavista con el puente Pio Nono trabaja Diego (pseudónimo) como “semáforo humano” durante las tardes, cuando los carabineros se van porque empiezan a recibir insultos, él dirige el tránsito a cambio de unas monedas, tiene 17 años y vive en Cerro Navia. En la llamada Zona 0 (ex Plaza Italia o Plaza Baquedano) se pueden ver a toda hora del día, y en especial al atardecer, a grupos de adolescentes “encapuchados” como señal de protesta y rebeldía, incluso en la llamada “primera línea” resistiendo los ataques de la policía; tal vez, más de alguien haya recibido intervención del Servicio Nacional de Menores (SENAME), que ahí mismo se denuncia.

La Plaza de la Dignidad siempre ha sido un lugar emblemático de nuestra sociedad, antaño era la frontera simbólica que separaba la riqueza de la pobreza, hoy es un espacio donde se observa el conflicto social -inherente a toda sociedad moderna- pero acentuado por el estallido y, al mismo tiempo, se aprecia la acción que la propia sociedad ha desplegado frente al poder, como ejercer su derecho a ocupar el espacio público. Tal como está hoy, no refleja el Chile que describían las guías turísticas -un oasis- o el que creíamos ser -desarrollado-. Ahora se respira tensión en el ambiente. Se dice que esto que genera incomidad y molestia, que ya es insoportable. Entonces se responde que así de insoportable resulta la vida cotidiana de las guaguas, las niñas, los niños y adolescentes que viven en las poblaciones marginales de nuestro país. ¿Ese es el verdadero Chile, mezquino, complejo, un pueblo chico debajo de una cordillera?

Avanzando unas cuadras hacia el poniente, a los pies del cerro Huelén o Santa Lucía, trabaja Marcos (pseudónimo) vendiendo agua mineral para sortear el calor o los gases lacrimógenos, además de bebidas y cervezas, que esconde al fondo del cooler para que no sean vistas por la policía, tiene 15 años y vive en el Barrio Yungay. En la esquina de Alameda con Santa Rosa se puede ver a Pierre (pseudónimo) que trabaja en los brazos de su madre vendiendo superochos, es un bebé de un año y viene de Haití. La niñez migrante trabajadora y que vive en condiciones de marginalidad y pobreza parece invisible e inexistente para la sociedad chilena, lo que se expresa en que no ha sido un tema relevante en el actual debate público. Por último, podemos encontrarnos con la infancia más “normal” que está de vacaciones, disfrutando de un helado con sus familias, bañándose en algún lugar para capear el calor o acompañando en un centro comercial y jugando en el celular.

Hoy es posible palpar la diversidad de infancias que habitan en esta comunidad imaginada llamada Chile, pero que pocas veces son vistas, enunciadas y reconocidas en el discurso público y en las conversaciones privadas. Hoy la infancia idealizada y todas las infancias también han estallado y gritan por dignidad (en el amplio sentido del concepto).

Iskra Pávez* es asociada en la Asociación GSIA.

Si mi hijo pudiera hablar...


Si Tariq pudiera hablar, 
esto es lo que creo que me diría...

El blog de José Ramón Alonso.



Hoy quiero compartir contigo una entrada del 
psicólogo clínico Dr. Robert Naseef sobre su hijo con autismo

Llegué a ella a través de Autism Speaks y la he traducido para que cualquier hispanohablante la pueda entender. 

Me ha hecho recordar mucho a Ángel Rivière
Ojalá te resulte tan aleccionadora  y emotiva como a mí.

Mi hijo, Tariq, cumplirá 40 años este noviembre. Es autista, no habla y tiene una discapacidad intelectual grave. Como muchos otros padres de niños autistas que no hablan, he tenido muchas conversaciones imaginarias con él a través de los años, y me pregunto qué me diría si pudiera hablar.

Cuando Tariq nació, imaginé un futuro en el que él sería una versión mejorada de mí mismo. Sería más paciente, más atlético, y tendría una buena vida con éxito, y sobre todo quería que fuera feliz. Cuando le diagnosticaron autismo a los cinco años, estaba decidido a hacer todo lo posible para ayudarle a tener una vida lo más normal posible. A pesar de que su discapacidad intelectual es un desafío continuo, él lo ha hecho lo mejor que ha podido.
Me esforcé mucho por cambiarlo y, al final, él me cambió a mí. Hizo que me convirtiera en una mejor versión de mí mismo, un mejor hombre, un mejor padre y un mejor compañero. Éste es el viaje en el que todavía estoy.

Si Tariq pudiera hablar, 
esto es lo que creo que me diría:
Primero. No es sobre ti, es sobre mí.
Nadie se ha muerto, así que por favor no llores por mí. No pudiste jugar al béisbol conmigo, o construir maquetas de aviones, o hacer experimentos científicos. No tenemos conversaciones filosóficas, pero tenemos una relación. Trabajar a través de tu dolor por la pérdida de la relación que esperabas era necesario para que pudieras seguir con tu vida. Eso es sobre ti, pero no tiene nada que ver conmigo. Se trataba de tus sueños y expectativas que, sin que fuera culpa de ninguno de los dos, no se cumplieron.
El autismo no es algo que tenga, es mi forma de ser. Colorea cada percepción, pensamiento, emoción y experiencia. No sería la misma persona sin él. Hablas de soñar nuevos sueños, así que concéntrate en eso y en la relación que tenemos. Ninguno de nosotros es feliz todo el tiempo, pero yo soy feliz la mayor parte del tiempo. Por favor, recuerda que te quiero, y me gusta pasar tiempo contigo y no quiero que estés triste.

Segundo. Ten paciencia.
Entiendo por qué te esforzaste tanto en cambiarme, ¡y me alegro de que hayas parado! Incluso ahora, cuando te impacientas sobre la forma en que actúo de forma natural, me siento mal. Cuando escucho o siento tu decepción en mí, percibo la negatividad. Aunque no puedo hablar con palabras, puedo ver, y oír, y sentir. Puedo saber lo que te pasa, y cada día sé quién es cariñoso y quién es malo conmigo. Cuando la gente es amable y paciente, nos llevamos mucho mejor, y puedo hacer más.
Te he visto avanzar por un camino pedregoso y lleno de estrés para conseguir servicios y aprender a manejar mejor mi autismo como una condición en evolución. Para obtener los servicios que yo necesitaba, tú necesitabas convencer a la gente sobre la gravedad de mis desafíos, lo cual te resultaba difícil de destacar a otros. Te enojabas y te preocupabas y perdías el sueño por ello. El resultado era más pena y más pensamientos negativos. Una vez más eso me afectó, pero fue todo acerca de ti, no de mí. Gracias por abogar por mis necesidades. Afortunadamente, esos días han terminado. Estoy a salvo.

Tercero. Sé positivo.
Al igual que los niños neurotípicos, necesito padres con energía positiva que disfruten de la vida, celebren mis logros y me acepten como soy. Cuando no entiendo lo que esperas, me siento confundido y frustrado. Las reacciones positivas a lo que puedo hacer me hacen sentir bien. A menudo se miden mis logros en piedras milimétricas en lugar de en hitos kilométricos. Eso es una mejora, papá, pero ¿todavía tienes que medirlos? Estoy orgulloso de lo que puedo lograr, incluso cuando para otros puede parecer muy pequeño. Recientemente, por ejemplo, empecé a ayudar al personal en la cocina. Me gusta revolver lo que hay en la cazuela, y ahora pongo mis platos en el fregadero. También me aseguro de que todos lleven puesto el cinturón de seguridad cuando salimos, y siempre cuelgo mi abrigo cuando llego a casa. Sonrío cuando te haces selfies conmigo porque parece que te gusta eso. Continúo necesitando tu ayuda, comprensión y apoyo de muchas maneras.

Cuarto. Deja a tu ira marchar.
Has escrito sobre cómo la pérdida del hijo perfecto con el que soñaste fue difícil para ti. Querías cambiarme pero yo no podía ser arreglado o curado. Eso te hizo enojar. Cuando te enfadaste conmigo, no te sentiste bien. Nunca quise que me arreglaran o curaran. No es mi culpa que yo no fuera el niño que esperabas o deseabas. Soy la única manera que sé de cómo ser y como todos, a veces estoy contento y a veces triste. No tenías ni idea de cómo me sentía. Una vez más, eso era cosa tuya por ese deseo de repararme.
Finalmente aprendiste a celebrar lo que yo podía hacer. Esto fue una gran diferencia para mí en nuestra relación. Todavía era un niño pequeño y me hizo sentir más feliz, cuando parecías disfrutarme de verdad y aceptarme como soy. Cuando me empujabas constantemente a hacer las cosas que parecen ‘típicas’, me sentía frustrado e irritado.   Cuando jugabas conmigo y me seguías, me reía y sonreía porque me sentía feliz.

Quinto. Acéptame y apréciame.
Sé que todo el mundo tiene expectativas. Por favor, no hagas las tuyas muy bajas o muy altas. Cuando las expectativas de la gente sobre mí son demasiado bajas, parece que se han dado por vencidos, pero puedo hacer cosas y puedo hacer más. Sin embargo, cuando las expectativas son demasiado altas y no puedo alcanzarlas, me siento extremadamente frustrado. Yo también tengo expectativas. Como tu hijo, espero que me ames y que estés a mi lado, sin importar lo que pase. Algunos de mis compañeros autistas progresan a pasos agigantados mientras que otros como yo se desarrollan muy lentamente. Hay muchas cosas que no puedo hacer y que nunca haré. Aunque ambos trabajamos duro y persistimos en nuestros propios caminos, sé que mis resultados no siempre coinciden con tus expectativas.
A través de todo esto, te he amado y tú me amas. Sé que tu amor por mí es incondicional. Cuando intentabas cambiarme, a veces sentía que había condiciones. Pero ahora veo, siento y sé que me amas incondicionalmente. A pesar de tus mejores esfuerzos, y los míos, nunca he aprendido a hablar, leer o escribir. Gracias a tu amor y defensa en mi nombre, vivo la vida más segura posible para mí en un hogar grupal donde puedo vivir con apoyo en el mundo. Me encantan nuestros paseos en coche y las caminatas en el parque cuando nos visitan.
En estos días, cuando vienes de visita, siento una presencia más tranquila contigo que me trae felicidad ya que has llegado a un equilibrio y a vivir con aceptación y aprecio. Sigue trabajando así, papá.

Avanzar hacia un entendimiento más profundo
Tariq tiene una cohorte de adultos autistas que son un coro en crecimiento que contribuye profundamente a la comprensión del autismo. El pionero Jim Sinclair escribió “Don’t Mourn for Us” en 1992, https://www.autreat.com/dont_mourn.html. Aunque es normal que haya un cierto grado de dolor, quedarse atascado allí, según Sinclair “es perjudicial tanto para los padres como para el niño, e impide el desarrollo de una relación de aceptación y autenticidad entre ellos”. La verdadera pena en la opinión de Sinclair no es la gente autista en sí, sino más bien el hecho de que nuestro mundo no tiene lugar para ellos (o se puede decir – no crea espacio para ellos). Insta a los padres a que se enojen por eso y cambien esta situación.

Para cualquier persona que quiera entender el autismo a un nivel humano más profundo, para empezar, escuche y lea los consejos de los adultos autistas que se defienden a sí mismos:
  • Temple Grandin proclama que ella es “diferente pero no menos”.
  • Dena Gassner enseña, “No se supera el autismo, se crece en él".
  • Michael John Carley dice: “La aceptación es un comienzo, no un final”.
  • Jennifer O’Toole dice “La cara del autismo está cambiando. Y más a menudo de lo que nos damos cuenta, esa cara está usando lápiz de labios”.
  • Stephen Shore dice: “Si conoces a un niño con autismo, conoces a un niño con autismo”.

  • Artículo original: https://drrobertnaseef.wordpress.com/2019/11/17/if-my-son-could-speak/
 Siga escuchando las voces de las personas autistas que, a diferencia de mi hijo, han sido capaces de comunicarse en formas que usted puede entender y siga leyendo el trabajo de la red Autistic Self Advocacy Network (https://autisticadvocacy.org/)

Combatir la pobreza infantil más allá de la caridad navideña.


Niños jugando
UNICEF / CAROLINA SÁINZ
La Navidad es el tiempo de la infancia. Los espectáculos, las tiendas, las leyendas o las historias sagradas… todo gira en torno a ella. Es también cuando los adultos volvemos a mirar el mundo a través de los ojos de esa niña o niño que aún llevamos dentro. 
Recordamos los sabores de nuestros primeros años, los regalos que más nos ilusionaron, llevamos a nuestras criaturas a ver la cabalgata de Reyes a la que nuestros padres nos llevaban antes a nosotros... Todo ello nos conmueve, nos ablanda y nos vuelve más caritativos de lo que somos el resto del año, aunque nunca lo suficiente, porque nunca puede ni debe ser suficiente.

Ayer mismo, en una carnicería, una chica muy joven nos pedía a los clientes que esperábamos turno que por favor le compráramos comida. Para convencernos de que era una madre necesitada, nos enseñaba las fotos de su bebé e incluso vídeos en el móvil con su marido y su hijo jugando en la cama. Nos quería convencer de que era verdad que tenía un hijo pequeño, pero como no se comportó como se espera que haga una persona pobre, ni su apariencia se asemejaba al estereotipo de una persona pobre, no obtuvo la caridad que podría haber recibido si su aspecto hubiera sido otro, si hubiera actuado de manera distinta o nos hubiera mostrado un móvil de otro modelo o ninguno en absoluto. Ese es el problema de la caridad, que puede ser arbitraria, caprichosa y prejuiciosa.

La caridad es una virtud que nunca debemos dejar de ejercer ni de inculcar a nuestros hijos. Pero nunca es ni será suficiente para erradicar la pobreza, la desigualdad o las injusticias, ni puede ser sustituta de las políticas públicas, porque no se basa en derechos, sino en la voluntad de quien tiene de ayudar a quien no tiene.

Lo más seguro es que esa mujer y su bebé necesitaran de verdad una ayuda, porque el día a día, y también las Navidades, son muy distintos en cada familia. Y no me refiero a las tradiciones y particularidades de cada hogar, ni siquiera a la infelicidad de cada casa que, como diría Tolstoi, cada familia vive a su manera. Me refiero a las condiciones materiales de cada hogar, al diferente acceso a los recursos, a la falta de capacidades, que se retroalimentan y que multiplican exponencialmente las privaciones, sobre todo las de la infancia, provocando que desemboquen en una absoluta falta de oportunidades reales en la vida adulta. El lugar de nacimiento, los ingresos familiares, el género o el hecho de tener una discapacidad condicionan en gran medida el bienestar actual y los logros posteriores de esos niños y niñas en la vida adulta, que dependen asimismo de la coyuntura económica, las políticas públicas, la extensión de los estados de bienestar e incluso las normas sociales y las relaciones de género imperantes.

El patrimonio, la renta, el acceso a servicios básicos como la educación y la sanidad y a los recursos productivos son tremendamente desiguales entre familias, y esa desigualdad arroja a millones de personas a la pobreza y la exclusión social. Los datos son contundentes. En la Unión Europea, que no solo es una de las zonas de mayor renta del planeta, sino la que tiene los servicios sociales y los estados de bienestar más desarrollados, el 24,3% de los niños y niñas estaba, con datos de 2018, en riesgo de pobreza y exclusión social. Uno de cada cuatro vive en hogares que sufren falta de ingresos o de acceso a servicios básicos como comida, vivienda, educación o sanidad. Y once millones sufren de privación material. Normalmente, esas privaciones están interrelacionadas, ya que la pobreza, además de ser una medida vinculada con los ingresos monetarios, tiene un carácter multidimensional, como también lo tiene el bienestar, y debemos asociarla no solo a los resultados obtenidos por las personas, sino a sus capacidades reales, a la auténtica libertad que aquellas poseen para ser y hacer.

La pérdida de capacidades durante la infancia no siempre es recuperable en la vida adulta y condiciona la vida futura de las personas a lo largo de su ciclo vital
Pero la pobreza y las desigualdades no son ni inevitables, ni la responsabilidad individual de cada persona. 
Se necesitan políticas públicas adecuadas, que sean integrales y coherentes, en particular las que afectan directamente a la infancia.

Uno de los objetivos que se ha fijado la nueva Comisión Europea es el programa de Garantía Infantil, precisamente para abordar las alarmantes cifras de pobreza infantil en una sociedad tan opulenta como la nuestra. La presidenta Ursula Von der Leyden anunció que este programa servirá para asistir a cada niño o niña que esté necesitado. De esa manera, la Garantía Infantil Europea recoge el guante lanzado por el Parlamento Europeo con el fin de asegurar que cada niño y niña en riesgo de pobreza y exclusión social en Europa tenga acceso a los servicios más básicos, como la sanidad y la educación.
Se trata de una iniciativa política esbozada en la etapa anterior, como consecuencia de la puesta en marcha del Pilar Europeo de los Derechos Sociales en 2017. Pero es una iniciativa que lleva dos años de retraso respecto al plan previsto y que deberá ser desarrollada durante la actual legislatura. Para ello se prevé dotarla con 5,9 billones del Fondo Social Europeo Plus (FSE+), que se sumarán al compromiso de los estados miembros de asignar a esta Garantía Infantil el 5% de la cantidad que reciba cada uno de dicho fondo.
La orientación que se le quiere dar a este programa, inspirado en la defensa de los derechos de la infancia y diseñado de manera transversal e integral, es correcta
Se espera que las acciones presten especial atención a la cobertura de las necesidades básicas, el acceso a los servicios públicos y la consecución de condiciones estables para que los progenitores puedan ejercer una maternidad y una paternidad responsables, que sin duda deberían incluir la disposición de tiempo para estar con sus hijas e hijos. Ahora bien, independientemente del mayor o menor alcance de su presupuesto, este programa no tendrá la capacidad transformadora que se espera de él si no se emprenden otros cambios de mayor calado.

La cobertura de las necesidades básicas o el logro de condiciones estables para los progenitores pasan por la existencia de empleos suficientes y de calidad para todas las personas, con horarios decentes que permitan a los progenitores conciliar el empleo con la crianza y a los padres corresponsabilizarse en ese proceso. Pero la realidad es que cada vez aumenta más la desigualdad primaria, al ocupar los salarios un menor porcentaje del PIB; que la legislación laboral cada vez es más laxa y va al remolque de las nuevas formas de trabajo, que dejan a millones de trabajadores desprotegidos y en riesgo de pobreza; que la nueva revolución tecnológica amenaza con hacer redundantes cientos de miles de puestos de trabajo sin que la mayor parte de la población posea las cualificaciones que se requerirán para los nuevos empleos que se generen; y que la igualdad de género en los hogares y en los mercados está muy lejos de conseguirse, algo que no es independiente de la sobrerrepresentación de los hogares monomarentales entre los que están en riesgo de pobreza y exclusión.
Del mismo modo, es difícil garantizar el acceso en igualdad a servicios básicos como la sanidad, la educación y los vinculados a la dependencia, si no se mejora la capacidad redistributiva de los estados y el funcionamiento de los estados de bienestar, condicionados por la existencia de una financiación adecuada que, por supuesto, depende a su vez de una fiscalidad justa y progresiva, cada vez más lejos de nuestro alcance dados los desequilibrios de poder que sufrimos y el triunfo de relatos contrarios a la justicia fiscal. Los riesgos a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestro ciclo vital están, cada vez más, en estrecha relación con la manera en que nos incorporamos y somos, o no, capaces de mantenernos en los mercados de trabajo, así como con el patrimonio que tengamos para hacer frente a las contingencias de la vida. Pero todos esos ámbitos están preñados de desigualdad y las políticas económicas y fiscales no solo no están corrigiéndola, sino que la están exacerbando.

La Garantía Infantil Europea que prevé poner en marcha la Comisión Europea es una buena iniciativa, pero si no se avanza igualmente en justicia fiscal y mayor participación ciudadana, algo que necesariamente pasa por un cambio en las políticas económicas y en las ideas que les sirven de base, que han de permitir tener empleos y vidas dignos a los sustentadores de las familias en las que crecen los niños y las niñas, solo conseguiremos poner parches, tan necesarios e insuficientes como la caridad. Necesitamos abordar los desequilibrios de poder y las desigualdades que no paran de crecer con otras políticas económicas y fiscales, que promuevan el bienestar para la mayoría y no la indecente concentración de la riqueza en muy pocas manos, de cuya voluble y prejuiciosa voluntad dependa, tal y como ocurre en Navidad, el alivio pasajero de quienes más dificultades sufren.