España duplica la media mundial de niños viviendo en centros de atención residencial

Casi medio millón de niños de Europa y Asia Central vive en ese tipo de hospicios, que incluyen instituciones a gran escala, revela un informe de la agencia para la infancia. En el caso de España, pese a haber disminuido a esa población, para 2022 había 210 menores de edad por cada 100.000 en esas residencias, frente a un promedio global de 105 por cada 100.000. 


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Naciones Unidas

18 Enero 2024


La tasa de niños y niñas que viven en centros de acogimiento residencial en Europa y Asia Central duplica el promedio mundial con 232 por cada 100.000 menores de edad, frente a 105 por cada 100.000 en el resto del planeta, indicó un nuevo estudio del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), divulgado este jueves.


En España, esa proporción fue de 261 por cada 100.000 niños en 2018, y disminuyó a 210 por cada 100.000 en 2022, precisa el documento.



© UNICEF/Kateryna Bonda Una adolescente y un niño 

de ocho años abrazan a sus padres adoptivos en Ucrania.


UNICEF cifró en 456.000 el total de niños viviendo en hospicios, incluidas instituciones a gran escala en Europa y Asia Central.


La especialista de la división de Protección en UNICEF España, Almudena Olaguibel, explicó que el informe saca a la luz los números aún altos de niños viviendo en sistemas de protección, además de que expone los retos de Europa para garantizar el derecho de los niños y adolescentes “a vivir en familia, incluidos los que tienen alguna discapacidad, los que son víctimas de violencia y los migrantes no acompañados o separados de sus familias”.


Europa occidental casi triplica la tasa mundial


Europa occidental tiene la tasa más alta de niños en centros de acogida residencial, con 294 por cada 100.000, casi el triple de la media mundial. Esta mayor proporción se debe en parte al aumento en los últimos años del número de menores de edad no acompañados y separados de sus familias que buscan asilo en Europa. 


UNICEF destacó que hace falta buscar medidas alternativas que tengan en cuenta las experiencias de vida y de tránsito migratorio, y los derechos y necesidades específicas de este colectivo para que le ofrezcan soluciones estables y fuera de un entorno de institucionalización.


El estudio reporta que pocos avances en el caso de los niños con discapacidad, que representan entre el 4% y el 86% de los niños internados en hospicios de los países que han informado sus datos.


Los niños que viven en instituciones a gran escala suelen sufrir abandono emocional y mayores índices de abuso y explotación, lo que los expone a problemas de salud mental, angustia psicológica y traumas. Además, pueden tener dificultades para entablar relaciones positivas durante la infancia y la edad adulta, lo que los hace sentirse aislados y solos, advierte la publicación. 


Asimismo, señala que los niños acogidos en instituciones pueden sufrir retrasos cognitivos, lingüísticos y de otro tipo en su desarrollo, y que es más probable que entren en conflicto con la ley, lo que perpetúa los ciclos de institucionalización, sobre todo cuando han vivido en esos centros desde muy pequeños. 


El caso de España


El informe subraya la disminución que logró España en tan sólo cuatro años de 261 a 210 niños por cada 100.000 y considera al país como un modelo para otras naciones europeas con estructuras de gobierno similares, ya que logró el avance pese a los sistemas de asistencia divergentes entre sus comunidades autónomas.


UNICEF encomió la estrategia española para la “desinstitucionalización” de los niños y su integración a la vida en comunidad, que tiene como objetivo que ningún menor de seis años viva en centros de protección ahora, y que ninguno menor de diez años lo haga para 2030.

Ese plan busca que el 70% niños viva con familias y que ningún centro albergue a más de 30 niños.


Apoyo a las familias biológicas y de acogida


La agencia de la ONU en España defiende un enfoque preventivo que apoye a las familias biológicas para evitar la separación y que, por otro lado, promueva un modelo respaldado de familias de acogida.


El ingreso a un hospicio debe ser siempre la última opción, por el menor tiempo posible y garantizando que se trate de entornos familiares, pequeños, con profesionales formados con capacidades y recursos para ofrecerles cuidado y protección acorde a sus necesidades, incluyendo el cuidado de su salud mental y bienestar emocional, apunta la estrategia española.


UNICEF España confía en que el informe contribuya a conseguir la aprobación e implementación efectiva de la estrategia, lo que requerirá de la acción concertada de los gobiernos autonómicos y el gobierno nacional, bajo el liderazgo del nuevo Ministerio de Juventud e Infancia.


“El momento es ahora, los niños no pueden esperar. España ha asumido compromisos muy concretos a nivel internacional y europeo que tienen que materializarse en cambios reales en la vida de los niños y niñas”, enfatiza el documento.


Cierre de instituciones e inversión en prevención


Para disminuir la cantidad de niños viviendo en centros de protección a nivel regional, UNICEF solicitó el cierre sistemático de las instituciones a gran escala que alojan y educan a los niños y su sustitución por centros de acogida de alta calidad basados en la familia y la comunidad.


Además, pidió que se invierta en mecanismos para la detección precoz y la intervención temprana en situaciones de riesgo con el fin de evitar la separación familiar, formar un personal capacitado y contar con servicios sociales y de apoyo familiar. 


“La mejor forma de proteger a los niños y niñas de la institucionalización es prevenir la necesidad de separarlos de sus familias”, afirmó UNICEF. 

2 comentarios:

  1. Sin duda, el planteamiento de la desinstitucionalización de los niños, niñas y adolescentes con medida de protección es positiva e interesante, todo un reto; si bien, tal y como el propio artículo señala, debe realizarse en el contexto de una transformación integrada del sistema de atención social a la infancia vulnerable, potenciando las actuaciones de prevención a través de un apoyo efectivo a las familias que lo necesiten, así como promoviendo programas efectivos alternativos a la atención residencial.
    La desinstitucionalización sin implementar estas otras actuaciones puede dar lugar a una falta de atención adecuada a algunos niños, niñas y adolescentes en situación de desamparo. En este sentido, no comparto el optimismo con el que se valora la evolución de España, ya que, al menos en algunas de las Comunidades Autónomas, no se han desarrollado de forma adecuada y relevante ni las actuaciones de prevención, ni los programas de atención alternativos a la atención residencial. Pudiera parecer que la reducción de plazas de atención residencia en estas condiciones es una actuación cosmética, destinada a cumplir formalmente determinados requerimientos, que implicaría una dejación de responsabilidades por parte de la administración pública competente en la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

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  2. Totalmente de acuerdo con el comentario anterior. La desinstitucionalización no puede ser dejar a los niños y niñas en un vacío de cuidados y hacer las cosas precipitadamente desde paradigmas "clásicos" de protección que ya no sirven. Opino que hay que potenciar la adopción nacional con apoyos postadopción, hay que promover el acogimiento temporal con formación y acompañamiento a las familias, hay que crear recursos residenciales/tutelados para familias biológicas donde se haga un trabajo socio-educativo y psicoterapéutico, hay que generar programas nuevos de respiro familiar, de apoyo comunitario, revisar la existencia de nuestros recursos y valorar cuáles son eficaces y cuáles no, modificarlos y adaptarlos a las nuevas realidades y necesidades. Por otra parte decir, que no me extraña que las cifras de niños protegidos en Europa sea más alta porque considero, que los criterios y exigencias de garantía de derechos y cuidado son más elevados que en otras partes y gozamos de recursos, en sistemas de protección organizados, mejor dotados que en otras zonas del mundo. Aún así, en España nos queda mucho por hacer y por transformar.

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