Bebes robados: Historia de un reencuentro con 33 años de búsqueda.

“Quería saber cómo me llamaba, qué día nací 
y, sobre todo, por qué acabé siendo adoptada”
Historia de un reencuentro con 33 años de búsqueda y el apoyo institucional.


Una Casa Cuna donde fueron robados niños y niñas. TVE
... "Cuando me meto en esta plataforma de Estados Unidos, aparece el hijo de un primo hermano de mi supuesta madre o padre. Este chico, que vive en Francia porque es de familia exiliada, me pone en contacto con familiares suyos que viven en Valencia; esos familiares me dicen que tienen una prima que tuvo un niño y una niña, pero que de la niña nunca se supo. Yo les pregunté: “¿Pero la niña murió?”, y me dijeron: “Es que cuando fuimos a preguntarle se puso a llorar y no quisimos insistir”. Me puse en contacto con otra prima de Alicante y me volvió a contar lo mismo, pero decidió llamarla para tomar un café. Y allí estábamos las tres. 
Entonces ella contó que tuvo una niña, y que le dijeron que había muerto al nacer. Me contó que cada día de su cumpleaños le ponía una velita a su hija. Yo la miraba, ella me miraba. Y yo movía la cabeza como indicando: parece que no ha muerto. Yo le preguntaba: “Cuando te dijeron que había muerto, ¿tú viste el ataúd del bebé, firmaste algún papel de defunción?”. Y ella me dijo que no le habían dado nada de nada.

Yo me había estudiado el árbol genealógico de todos los parientes que me aparecían en la plataforma [de los laboratorios americanos] y dentro de esa plataforma aparecían un montón de parientes, primos terceros, primo cuarto… Yo me sabía el apellido de todos, me lo había memorizado. 
Entonces le dije: “¿Cuáles son los apellidos de tu madre?”. Y me los dijo. “¿Y los de tu abuela?”. Y coincidían con los que yo había estudiado en la plataforma. Yo lo tuve claro en ese momento, pero le pregunté si podía hacer una prueba de ADN. Llevaba un kit para eso en el bolso, y allí mismo tomé una muestra de saliva. 
Ella no paraba de mirarme a la cara, creo que lo tenía claro también. Le di un abrazo, me dio un beso; ella estaba helada, helada. 
Y al despedirse me dijo: “Tienes un hermano; se llama Fernando”. Yo me fui llorando como una Magdalena. Ese mismo día ella llamó a su hijo y le dijo: “Yo perdí un bebé, y ahora es una señora mayor. A ver cómo cuadro eso”. Al día siguiente recibo una llamada. Era mi hermano Fernando. Y nos pusimos a llorar los dos. Esa misma tarde nos vimos, nos abrazamos, lloramos. Y desde entonces hasta ahora, hablamos todos los días".
 

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