Las grandes tecnológicas, denunciadas por provocar la crisis de salud mental de los jóvenes en Estados Unidos.

La demanda critica el modelo de negocio de las tecnológicas, 
la economía de la atención, que aspira a maximizar el tiempo ante la pantalla. 
“Se basan en la publicidad. Mientras más tiempo pasen los usuarios 
en sus plataformas, más anuncios pueden vender”...


LUIS PABLO BEAUREGARD
El Pais, Los Angeles. USA.

Una joven se hace un selfi frente a las oficinas de Meta en Menlo Park, California.JOHN G. MABANGLO (EFE)


Las escuelas públicas de la ciudad de Seattle (Washington, EE UU) han sido las últimas en sumarse a una ofensiva contra las grandes tecnológicas en defensa de la salud mental de los estudiantes. El distrito escolar de la ciudad, cuna de empresas como Microsoft o Amazon, inició el 6 de enero un proceso judicial que busca cambiar la manera en la que operan TikTok, Instagram, Facebook, SnapChat y YouTube. De acuerdo con la demanda, estas plataformas explotan el sistema de recompensas del cerebro de los jóvenes para que estos vuelvan una y otra vez a las aplicaciones, y les generan ansiedad, depresión y pensamientos suicidas. “Esta crisis de salud mental ha impactado en la tarea educativa al absorber los recursos de nuestras escuelas”, resumió el organismo, que engloba un centenar de centros con cerca de 50.000 estudiantes.

La demanda critica el modelo de negocio de las tecnológicas, la economía de la atención, que aspira a maximizar el tiempo ante la pantalla. “Se basan en la publicidad. Mientras más tiempo pasen los usuarios en sus plataformas, más anuncios pueden vender”, dice el texto. El argumento de las autoridades escolares es que los jóvenes son más vulnerables a las “conductas de manipulación” porque sus cerebros no están completamente desarrollados para controlar los impulsos o tener suficiente madurez emocional. Esto sin mencionar los retos virales que tienen que sufrir las escuelas. En 2021, el devious lick —lick diabólico, un reto viral lanzado en TikTok— invitaba a vandalizar la propiedad escolar. Más recientemente, las enfermeras de todo el país atendieron a decenas de menores con dolor abdominal provocado por el reto de la patata más picante del mundo.

Las críticas añaden que decenas de millones de jóvenes en todo el país han quedado enganchados a las redes. Esto habría provocado que se multipliquen en los centros educativos los casos de estudiantes con ataques de pánico, depresión y otros síntomas que han lastrado su desempeño en las aulas y alimentado el ausentismo, lo que puede llevar al abuso de sustancias y a la baja de la escuela. Los colegios asisten a los alumnos con trastornos mentales, pero la situación “récord de casos” exige, según los demandantes, una solución a largo plazo. La querella demanda a las tecnológicas que se hagan cargo de los recursos adicionales necesarios para la atención de esa emergencia.

Epidemia de suicidios

Esta crisis aumentó entre 2010 y 2020, pero se agudizó con la pandemia. Los suicidios se convirtieron en 2018 en la segunda causa de muerte para la población entre los 10 y los 24 años en EE UU, que algunos estudios relacionan con las redes sociales, aunque el vínculo de causa y efecto esté lejos de quedar probado. En los últimos cursos, dos de cada 10 estudiantes admitían haber tenido pensamientos suicidas ese año. La Academia Estadounidense de Pediatría declaró la emergencia nacional a finales de 2021, después de ver un “drástico incremento” en las visitas de los servicios de emergencia para atender casos de salud mental, que incluía intentos de suicidio.

El condado de Kent, al sur de Seattle, representa a unos 25.000 estudiantes y también se ha sumado a la demanda iniciada por Seattle. En agosto del año pasado, el concejo local aprobó un presupuesto de cinco millones de dólares para hacer frente a la emergencia. Son dos de los mayores distritos escolares en una de las ciudades más importantes del oeste del país. Sin embargo, el esfuerzo de los educadores por limitar la influencia de las redes sociales entre el alumnado no se limita a esta región.

Como las tabacaleras

En EE UU, se están presentando demandas similares en juzgados federales hasta alcanzar el centenar, según informa Axios. El mes que viene se atenderá otra denuncia parecida en el Distrito Norte de California, en la que los demandantes alegan que plataformas como las de Meta (Facebook e Instagram) “están diseñadas para maximizar el tiempo de pantalla, lo que puede fomentar el comportamiento adictivo en los adolescentes”. “Esta conducta resulta en varios daños emocionales y físicos, incluida la muerte”, aseguran.

Los abogados que llevan adelante estas demandas conjuntas en varios distritos comparan sus casos con los que llevaron al banquillo a las tabacaleras hace décadas y, más recientemente, a los laboratorios que provocaron la epidemia de adicción a los opioides. Por eso esperan ejercer presión sobre las compañías para que realicen cambios de diseño que mejoren las condiciones de uso. Una pregunta esencial en este caso es si las plataformas y sus algoritmos pueden considerarse productos, como un cigarro, y si las empresas son responsables del daño causado por su diseño.

Datos personales

El Gobierno de Luisiana también comenzó el año con una recomendación a los distritos escolares y a las escuelas privadas, para que se prohíba TikTok. En este caso, la preocupación es que la información privada de los menores queda en manos de ByteDance, una compañía que tiene su base de operaciones en China. El superintendente del Estado, controlado por los demócratas, ha reconocido que no puede forzar a las escuelas a adoptar el veto. La Administración local, sin embargo, ha puesto el ejemplo prohibiendo el uso de la aplicación de vídeos verticales en los equipos gubernamentales. La tarde de este miércoles, el Gobierno de Misisipi adelantó una medida similar, que entrará en vigor el 31 de enero. La demanda iniciada en Seattle subraya que su objetivo no es “eliminar las redes sociales”, sino obligarlos a cambiar sus formas de operación.

En septiembre pasado, el Gobierno de California, el Estado más poblado del país, promulgó una ley que exige a las redes sociales y a las compañías en línea ofrecer sus políticas de privacidad en un lenguaje al alcance de la comprensión de los menores de 18 años. La norma, que entrará en efecto el 1 de enero de 2024, impide recolectar datos precisos de geolocalización y evita a las empresas hacerse con información privada que alimente los algoritmos con contenido que pueda causar daño a la salud mental.

En favor de los niños

“Como madre de dos niñas pequeñas, estoy motivada personalmente a que las empresas más poderosas de Silicon Valley rediseñen sus productos en favor del provecho de los niños”, dijo Buffy Wicks, la congresista que elaboró la ley. Las empresas que violen de forma intencional la nueva normativa se harán acreedoras a multas de 7.500 dólares por cada menor afectado. Las tecnológicas se opusieron a la norma, pero una portavoz admitió que era un paso importante para establecer estándares en la industria. Este martes, Meta anunció que desde febrero ya no ofrecerán a los anunciantes la posibilidad de elegir objetivos de alcance por género en la población adolescente. Edad y ubicación geográfica será la única información disponible para los que contraten publicidad.

La congresista Wicks basa su legislación en una norma similar del Reino Unido que ha obligado a Google a endurecer los filtros en la función Búsqueda Segura de sus buscadores. TikTok e Instagram también han deshabilitado la posibilidad de que un adulto pueda escribir a un menor que no lo sigue en sus plataformas.

Los cambios en el país europeo han sido forzados por la más dura realidad. El suicidio en 2017 de Molly Russell, de 14 años, provocó una cadena de indignación que llevó a Instagram y Pinterest al banquillo de los acusados en octubre pasado. Este se ha convertido en el primer caso en el que dos tecnológicas responden por el suicidio de una usuaria que padecía depresión. Aunque las empresas no enfrentaban ninguna sanción, el caso de Russell se convirtió en una muestra más de que las empresas deben hacer frente las consecuencias del uso que los jóvenes hacen de sus plataformas.

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