Este Informe tiene como objetivo analizar el modelo de cuidado en España durante los primeros años de vida,
para lo que se han analizado datos detallados correspondientes a los tres primeros años.
Jesús Rogero-García, Univ.Autónoma de Madrid,
Mario Andrés-Candelas, Univ.Complutense de Madrid.
El coste de oportunidad de atender a nuestras niñas y niños de forma inadecuada y, en ocasiones, negligente y violenta, es tremendamente elevado
Acceso al Informe. SUMARIO.
Introducción.
1. La creciente pluralización de agentes de cuidado.
2. El modelo español de cuidado de 0 a 3 años.
3. El acceso desigual a los servicios formales de cuidado.
4. La violencia hacia la infancia en España.
5. Conclusiones.
6. Referencias Bibliográficas.
7. Anexo....
5. Conclusiones.
La mejora del cuidado durante la primera infancia es un reto social de primer orden. Durante las últimas décadas, se ha producido una creciente pluralización de cuidadores, de manera que los niños y niñas de hoy reciben atención de más personas que hace unas décadas, lo que ha hecho que la organización cotidiana del cuidado sea también más compleja. Este trabajo tenía como objetivo analizar el modelo de cuidado en España durante los primeros años de vida, para lo que se han analizado datos detallados correspondientes a los tres primeros años. Mientras que durante el primer año las madres suelen ser las cuidadoras principales de sus hijos e hijas, en el segundo año ya se producen cambios significativos y hay un triple empate entre la presencia de las madres, los abuelos y abuelas, y las escuelas infantiles. Entre los niños y niñas de 2 a 3 años, las escuelas infantiles pasan a ser las claras protagonistas, lo que refleja la consolidación del proceso de desfamiliarización del cuidado a
la primera infancia que, en el caso español, se ha fundamentado en un mix de servicios públicos y privados muy heterogéneo según la región.
Los resultados también muestran que el cuidado que reciben los niños y niñas varía, fundamentalmente, según su situación socioeconómica. Quienes viven en hogares con menos recursos son cuidados, sobre todo, por sus madres y por sus abuelos y abuelas, y tienen significativamente menos probabilidades de asistir a escuelas infantiles y de que en su atención participen de forma protagonista sus padres. Asimismo, estas familias son las que demuestran mayores necesidades no cubiertas de servicios de cuidado. Las desigualdades no se observan solo en el acceso a las escuelas infantiles, sino también en el tipo de escuela: las familias con mejor situación socioeconómica tienden a asistir a centros privados o concertados, mientras que aquellas con una posición menos aventajada acuden a centros públicos.
De este modo, los procesos de segregación socioeconómica de los niños y las niñas en relación con el cuidado y la educación están intensamente presentes en la sociedad española desde prácticamente el nacimiento. Ello resulta especialmente preocupante porque es, precisamente, el desarrollo de los niños y niñas con menos recursos el que se vería más beneficiado por unos servicios de cuidado de calidad. Además, los problemas para acceder a recursos y conciliar adecuadamente la vida laboral y familiar no solo tienen efectos negativos en los niños y niñas, sino también en las carreras laborales de sus padres y madres y en la calidad de sus relaciones familiares. Urge, por tanto, aumentar el acceso de esta población a los servicios de cuidado y garantizar una elevada calidad (Akgündüz et al., 2015).
Este trabajo tenía también como objetivo analizar las situaciones de maltrato y negligencia en el cuidado a la infancia. Los niños y niñas más pequeños tienen un elevado riesgo de sufrir violencia en el ámbito familiar que proviene, principalmente, de las personas más cercanas y encargadas de su cuidado. Este riesgo se ve acrecentado en situaciones de pobreza y carencia material, así como cuando los niños y niñas sufren enfermedades o tienen diversidad funcional. Tal y como ha denunciado el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, España tiene un largo camino que recorrer para garantizar el derecho al bienestar y a un cuidado adecuado a la infancia. En este sentido, es necesaria una ley integral contra la violencia hacia la infancia que reconozca, en la práctica, a los niños y niñas como ciudadanos de pleno derecho, promueva su participación en las cuestiones legislativas y administrativas que les afectan, cree sistemas de denuncia accesibles para todas las edades, asegure una rendición de cuentas adecuada por parte de los responsables y garantice una financiación suficiente y sostenida para todo ello.
En cuanto a los datos sobre violencia hacia la infancia, las grandes diferencias entre las estadísticas oficiales y las investigaciones basadas en auto-informes de los niños y niñas ponen de manifiesto que se necesita más y mejor información. La escasez de datos es más significativa en los tramos de edades más tempranas, justo cuando los niños y niñas son más vulnerables y cuando se observan mayores tasas de violencia. Es urgente realizar investigaciones rigurosas que superen los datos de victimización y visibilicen estas situaciones de forma adecuada, en particular entre los colectivos más vulnerables según edad, situación socioeconómica y diversidad funcional. En este sentido, para que estos estudios puedan orientar acciones eficaces es fundamental contar con la voz de los niños y las niñas (Save the Children, 2015).
El coste de oportunidad de atender a nuestras niñas y niños de forma inadecuada y, en ocasiones, negligente y violenta, es tremendamente elevado. Sus consecuencias en términos de justicia, bienestar, desarrollo de la infancia y mercado laboral deberían situar las medidas en este campo como una prioridad nacional, siempre con el objetivo de garantizar el derecho a recibir un cuidado de calidad y, en el caso de las familias, el derecho a cuidar a los seres queridos en condiciones dignas e igualitarias.
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